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09 enero 2020

Saca tu telescopio de paseo por el universo

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La astronomía es una de las pocas ciencias que está a nuestro alcance sin formación universitaria especializada. Para ser astrónomo solo es necesaria la pasión por el cosmos y la sensibilidad para sobrecogerse con las noches estrelladas. Y aunque no sea imprescindible, sí es recomendable un buen telescopio. Ya sea un flamante regalo navideño o el que —como buen propósito de año nuevo— queremos sacar de un desván donde cría polvo, con un telescopio y estos sencillos consejos podemos saltar a otra dimensión del disfrute del cielo.  

El mayor desánimo del astrónomo novato es la falta de conocimientos. Le sucede cuando se inicia en la contemplación del cielo estrellado y también cuando se acerca por primera vez a un telescopio. Como todo instrumento científico, requiere una serie de rudimentos para manejarlo: cómo montarlo, cómo calibrarlo, cómo apuntar con él y… ¿hacia dónde? Sobre todo, es importante saber dónde mirar.

Salir sin esa preparación es el primer paso para que el telescopio inicie su traslado (de vuelta) al trastero. Por otra parte, el exceso de expectativas también puede desanimar: un telescopio no es un tablet por el que vayan a salir imágenes impresionantes, como las que se ven en las apps de astronomía, en los documentales o en los libros.

Aprender en compañía

El mejor consejo es buscar un amigo astrónomo. Como mejor se transmite la pasión por la astronomía es de persona a persona, bajo noches estrelladas. A falta de un experto entre la familia y los amigos, acercarnos a alguna asociación o club de astronomía local donde organicen observaciones es una magnífica forma de iniciarse en el uso de un telescopio. Y si no, en solitario —con ganas, un poco de paciencia y los muchos recursos que hay en Internet hoy en día—, cada vez es más fácil aprender a manejar el instrumento que más cambió nuestra visión del mundo y del universo.

Unirse a una asociación que organice observaciones es una magnífica forma de iniciarse en el uso de un telescopio. Crédito: Óscar Blanco.

Hay que recordar que, sin ayuda de ningún instrumento óptico, solo a través de la observación de los movimientos del Sol en el cielo Eratóstenes pudo demostrar que la Tierra era redonda, en el siglo III a.C. Poco después Hiparco resolvió la distancia de la Tierra a la Luna, e incluso el tamaño del satélite, observando la sombra de la Tierra sobre los eclipses lunares. Las observaciones de Tycho Brahe, modelizadas con las matemáticas de Johannes Kepler, fueron las que pusieron al Sol y no a la Tierra en el centro. Todos estos descubrimientos se hicieron a simple vista y con unas pocas matemáticas.

Hubo que esperar a Galileo Galilei, que en 1610 utilizó por primera vez el telescopio para escudriñar el cielo con un resultado radical. En unos pocos días Galileo descubrió lunas orbitando Júpiter, fases en el planeta Venus, montañas y gigantescos cráteres en la Luna, que la difusa Vía Láctea en realidad eran muchas estrellas y llegó a intuir que algo raro pasaba en Saturno. Aquel instrumento era una ventana a esos otros mundos que había imaginado Giordano Bruno —una peligrosa idea que lo llevó a él a la hoguera y que acabó con la carrera científica de Galileo.

Lo más importante en la primera salida con telescopio

El telescopio de Galileo era infinitamente peor que cualquier telescopio comercial actual. Una de las experiencias más revolucionarias de la historia de la ciencia está al alcance de cualquiera, y no es más cara que cualquier otra afición. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los telescopios que se venden acaban olvidados en un rincón.

La preparación es fundamental para evitar que la primera vez con un telescopio sea frustrante. Montar el telescopio, el telescopio buscador, los oculares —y los contrapesos, si hubiera— son los primeros pasos. Es necesario practicar en casa, dedicándole tiempo, con el manual a mano y un buen canal de vídeos en YouTube para ayudarnos.

Aparte de este manejo básico, planificar el lugar de observación es lo más relevante. El mejor telescopio del mercado apenas sirve para ver tres objetos dentro de una gran ciudad. Por eso es importante buscar el cielo más negro posible, algo que solo se consigue alejándonos de la contaminación lumínica de las urbes.

El primer objetivo es la Luna

Simulación de cómo se ve la Luna a través de un telescopio de iniciación, un 90mm con un ocular de 20mm. Crédito: Telescope Simulator

La Luna es el objeto celeste más fácil de localizar y, sin duda, el más impresionante. La fase importa mucho: los días de luna llena no son el mejor momento del ciclo lunar; por el contrario, el cuarto creciente (sobre todo al principio de la noche) deja vistas mucho más espectaculares. En esta fase, la zona que separa la zona iluminada de la Luna de la oscura (llamada terminador), muestra el relieve de las montañas y cráteres lunares. Esto es debido a las sombras, que proyectan las irregularidades (invisibles durante la fase de luna llena).

Júpiter y Saturno son el siguiente paso. Localizarlos ya no es trivial, pues en la noche se confunden con estrellas muy brillantes. Para hacerlo más fácil, podemos ayudarnos de una aplicación móvil y después apuntar el telescopio. Alrededor de Júpiter podremos ver cuatro “estrellitas”: son sus lunas más grandes (Io, Calisto, Ganímedes y Europa). Y dentro del disco del gigantesco planeta se pueden observar las bandas de anticiclones y borrascas, estiradas por las enormes fuerzas de rotación del planeta. Y hasta los telescopios más modestos dejan ver el sistema de anillos de Saturno; puede que sea en pequeño, pero podremos verlo con un poco de esfuerzo.

A la izquierda, foto de M42, la nebulosa de Orión. A la derecha, simulación de cómo se ve a través de un telescopio de iniciación. Crédito: Kees Scherer/Telescope Simulator

La galaxia de Andrómeda, la nebulosa de Orión y el cúmulo de estrellas de la Pléyades son otro cambio notable frente al cielo a simple vista. Es importante localizar primero estos borrones en el cielo, sin ayuda de ningún instrumento óptico, antes de intentar apuntar el telescopio. Cuando lo logremos, por su ocular veremos una imagen muy humilde (comparada con lo que vemos en fotos astronómicas), pero la sensación de ver directamente estos objetos celestes es simplemente sobrecogedor.

Y en el hemisferio sur, las Nubes de Magallanes son dos de los mejores objetivos para el telescopio, que también se localizan fácilmente a simple vista sobre el horizonte norte.

Borja Tosar

@borjatosar

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