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27 septiembre 2019

Pasteur y los apóstoles de la lucha contra las infecciones

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Pocos científicos han salvado tantas vidas como Pasteur. Gracias a su teoría microbiana se desarrollaron eficaces métodos de higiene, vacunas y, más tarde, los fármacos antibióticos. La inesperada trayectoria de este químico supuso el nacimiento de la medicina moderna y transformó nuestro mundo para siempre.

El francés Louis Pasteur (27 de diciembre de 1822 – 28 de septiembre de 1895) fue un estudiante que no destacó hasta después de graduarse en ciencias en la prestigiosa École Normale Supérieure de París, donde más tarde llegó a ser director de estudios científicos. Interesado en los procesos de fermentación del vino y la cerveza, demostró que tienen lugar por la presencia de microorganismos, y que estos también eran responsables de que esas bebidas alcohólicas se agriasen con el paso del tiempo. Aquello le llevó a desarrollar en 1864 un método para esterilizarlas, calentándolas suavemente para eliminar las bacterias después de haber cumplido su tarea de fermentar: la célebre pasteurización, que hoy se sigue aplicando en la producción de lácteos y muchas otras bebidas y alimentos, para mejorar su conservación y seguridad.

Retrato de Louis Pasteur. Fuente: Wikimedia

Su solución a la contaminación de las bebidas llevó a Pasteur poco después a la idea de que las enfermedades infecciosas son también causadas por microorganismos, con capacidad para propagarse entre los individuos. No fue el primero en enunciar la teoría germinal o microbiana de la enfermedad, pero sus experimentos hacia 1870 fueron definitivos para probar que era correcta: así, médicos como Joseph Lister comenzaron a aplicar métodos antisépticos en sus operaciones. Tras este nuevo gran logro, Pasteur dedicó el resto de su carrera a luchar para frenar las patologías infecciosas, y en ese empeño desarrolló nuevas y más eficaces vacunas.

La primera vacuna contra la rabia

En 1879, con 57 años, comprobó que era posible protegerse de algunas infecciones gracias a la inyección de gérmenes atenuados. Después de numerosos ensayos en animales enfermos —como en gallinas que padecían cólera—, en 1885 se atrevió a aplicar una vacuna contra la rabia a Joseph Meister, un niño de 9 años al que le había mordido un perro infectado. Tras varios días de inoculaciones, logró salvarlo. Y en los siguientes meses trató de la misma manera a miles de víctimas de mordeduras de perros rabiosos.

Alentado por los buenos resultados, aplicó el principio de la atenuación de patógenos para preparar otras vacunas, como la del ántrax. A finales del siglo XIX, se sentaban las bases de la vacunación moderna, que ha salvado cientos de millones de vidas desde entonces.

Joseph Meister, supuestamente la primera persona en ser vacunada contra la rabia. Fuente: Wikimedia

Para satisfacer la creciente demanda de vacunas, Pasteur promovió la creación de un instituto para investigar las enfermedades infecciosas, que finalmente se inauguró en París con su nombre en 1888. El Instituto Pasteur pronto se convirtió en el eje de la nueva ciencia de la microbiología, al recibir a médicos e investigadores de todos los confines del mundo, que después, regresaban a sus lugares de origen con nuevos conocimientos y equipamiento para luchar contra enfermedades que poco antes resultaban incurables.

Sus discípulos y los institutos Pasteur

Entre los discípulos de Pasteur destacó Émile Roux, su principal colaborador en el desarrollo de la vacuna antirrábica. Roux viajó en 1883 a Egipto para estudiar un brote de cólera, aunque no fue capaz de aislar al patógeno que lo provocaba, que sí descubriría más tarde el insigne Robert Koch. Sin embargo, ese mismo año comenzó a estudiar la difteria, para la que sí logró desarrollar un suero efectivo con la colaboración de otro alumno de Pasteur, Alexandre Yersin. Este científico suizo pasaría a la historia por descubrir en Hong Kong la bacteria responsable de la peste bubónica, que recibió el nombre de Yersinia pestis. Desarrolló otros estudios ya en la península de Indochina, donde fundó en 1905 el primer Instituto Pasteur de ultramar.

Otro destacado “apóstol” de los conocimientos de Pasteur fue Albert Calmette, que llegó a ser el responsable del Instituto Pasteur en Saigon, donde dedicó buena parte de su tiempo al recién nacido campo de la toxicología, estudiando las propiedades de venenos de serpientes o abejas.

Antiguo Instituto Pasteur de París, que ahora es museo, donde está enterrado Pasteur. Crédito: Luca Borghi

Pasteur, que había perdido a tres de sus cinco hijos debido a infecciones por fiebres tifoideas, fundó la que sería una red de institutos clave para controlar o erradicar enfermedades como la peste, la difteria, el tétanos, la tuberculosis, la poliomelitis, la gripe o la fiebre amarilla. La historia de Joseph Meister, el niño salvado gracias a la vacuna de la rabia, siguió vinculada a Pasteur. Durante toda su vida trabajó como vigilante en el primer instituto de los muchos que se acabarían creando, y en los que se han realizado importantes descubrimientos.

En 1983, la sede de París fue el laboratorio que logró aislar el VIH, virus que provoca el sida. Hoy en día, los institutos Pasteur son una red de investigación de alto nivel con más de 30 centros repartidos en países de los cinco continentes. Ocho científicos de estos institutos han recibido un premio Nobel de Fisiología o Medicina.

Bibiana García

@dabelbi

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