La holografía cumple 70 años, desde que el físico e inventor húngaro Dennis Gabor (5 de junio de 1900 – 9 de febrero de 1979) la presentó al público en 1947. Gabor buscaba mejorar la resolución y definición del microscopio electrónico; en su lugar, ideó una nueva técnica para crear imágenes. Quizá nunca nos haya fascinado tanto como cuando R2D2 proyectó un holograma de la princesa Leia en Star Wars, pero son sus usos menos fantasiosos los que más nos facilitan la vida cotidiana.
Un invento de Nobel surgido de un fracaso
A comienzos de abril de 1947, Dennis Gabor ya llevaba un tiempo pensando en cómo mejorar la resolución y definición del microscopio electrónico, cuando se le ocurrió un nuevo proceso para registrar imágenes al que llamó holografía. Del griego “holos”, que significa completo, Gabor llamó así a su nuevo invento porque iba más allá de la fotografía convencional, que solo recoge una de las perspectivas de un objeto. Una holografía registra también su información tridimensional.
El complejo método diseñado por Gabor tiene dos pasos: el primero, consiste en fijar de una forma determinada la imagen de un objeto en una placa fotográfica y, el segundo, en iluminar esa placa una vez revelada. Gabor no tuvo éxito con su propósito inicial, que era mejorar las imágenes del microscopio electrónico, pero de ese pequeño fracaso nació su gran éxito: un nuevo método para representar la realidad.
En 1948 realizó el primer holograma con la luz emitida por una lámpara de mercurio. El objeto era una pequeña diapositiva circular, de casi milímetro y medio de diámetro, que contenía los nombres de los físicos Huygens, Young y Fresnel. Aquel intento era muy rudimentario, pero sentó las bases de la holografía. En 1971, Dennis Gabor recibió el Nobel de Física por la invención y el desarrollo del método holográfico.
La llegada del láser
La fabricación de los primeros láseres, recién estrenada la década de los sesenta, permitió perfeccionar el método holográfico de Gabor, bastante tosco debido a que la luz de la que disponía era poco potente. Los primeros hologramas que representaron un objeto tridimensional bien definido llegaron de las manos de los físicos estadounidenses Emmett Leith y Juris Upatnieks, y de las del físico soviético Yuri Denisyuk.
El sistema que usaron estos físicos para hacer hologramas iluminaba primero, con el haz de un láser, el objeto cuya imagen querían registrar. Después, colocaban una placa fotográfica que recibía la luz láser tras atravesar el objeto. La imagen obtenida después de revelar la placa se conoce como un patrón de franjas, que es la que, al iluminarse correctamente, genera un holograma.
Los usos más prácticos
La holografía es un instrumento muy eficaz para realizar medidas de altísima precisión. Cuando se ilumina un objeto, el patrón de haces de luz que aparece tras atravesarlo, y que puede recogerse en una placa fotográfica, es único, como una huella dactilar. Para saber si ha habido algún tipo de cambio en un objeto, es posible recoger ese patrón (llamado frente de onda) en distintos momentos y compararlos. Esto permite determinar si se han producido deformaciones en cualquier objeto con una gran exactitud, aunque los cambios sean tan diminutos como la longitud de onda de la luz utilizada.
Los hologramas son muy difíciles de falsificar, pues es casi imposible conseguir el mismo frente de onda de algo, si no partes del mismo objeto y si todo el proceso para hacer el holograma no es también el mismo. De ahí sus aplicaciones en seguridad, como los pequeños hologramas que aparecen en los billetes y certificados. En un billete de cinco euros, en la banda plateada situada en el lado derecho del anverso, aparece el holograma de Europa (personaje de la mitología griega), del símbolo €, de una ventana y del valor del billete. Esta banda complica mucho las cosas a los falsificadores.
Imágenes artísticas
Algunos museos usan hologramas de objetos delicados y valiosos para sustituir a los originales. Este es el caso del Hombre de Lindow, una momia de más de 2300 años, que se encuentra bien conservada en una cámara del Museo Británico de Londres, mientras que su holograma está expuesto tanto al público como a investigadores para estudiarla.
La holografía también se ha utilizado en el cine, protagonizando secuencias famosas. Un ejemplo es “Regreso al Futuro II”, cuando Marty McFly está mirando el cartel publicitario de la película “Tiburon 19” y de repente el escualo cobra vida y le ataca. Los hologramas láser 3D son sin duda los más espectaculares.
La holografía que viene
Entre los proyectos actuales relacionados con la holografía destaca el desarrollo de un televisor con tecnología 3D sin gafas. Hoy en día, la videoconferencia por teléfono móvil ha dejado anticuados a los sistemas holográficos de “Star Wars” para mensajearse. Sin embargo, la tecnología holográfica puede hacer despegar la televisión 3D, al sortear el uso de las gafas.
Otras aplicaciones de la holografía que vienen es la creación de hologramas personales o el desarrollo de los hologramas aéreos. La técnica de los hologramas táctiles aéreos funciona gracias a un dispositivo ideado en la Universidad de Tokio. Estos hologramas, además de permitir observar un objeto en tres dimensiones que flota en el aire, generan la ilusión de estar tocándolo.
¿Cambiaremos el mundo real por un mundo holográfico? ¿Podremos mandar a trabajar a nuestro holograma? En cualquier caso, parece que la holografía iluminará nuestro futuro.
Bibiana García
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