El auge ¿imparable? del populismo
El presente artículo plantea que el populismo no debe ser entendido como una forma primaria de anti-elitismo. Por el contrario, el sello distintivo de los populistas es la afirmación de que ellos, y solo ellos, representan a los ciudadanos (o lo que los populistas suelen llamar «la gente real»). Niegan la legitimidad del resto de contendientes para llegar al poder y sugieren que los ciudadanos que no los apoyan son gente que aún duda. Igualmente se analiza el comportamiento de los populistas en el poder, y se argumenta que podemos ver el surgimiento de un patrón distintivo de gobernación autoritaria allí donde los populistas consiguen mayorías suficientemente grandes y los no populistas son demasiado débiles. Finalmente, se sugieren una serie de estrategias para intentar contrarrestar el populismo.
PorJan-Werner Mülleren La era de la perplejidad. Repensar el mundo que conocíamos.