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25 septiembre 2018

La tecnología de traducción simultánea, cada vez más cerca

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En La guía del autoestopista galáctico, una de las biblias de los entusiastas de la tecnología, Douglas Adams concibió el Pez de Babel, una criatura que cuando se introduce en el canal del oído de una persona escucha las conversaciones a su alrededor y susurra una traducción perfecta en el idioma nativo de su hospedador. En el mundo real, ya empiezan a llegar al mercado facsímiles tecnológicos de esta criatura de ciencia ficción: los auriculares inalámbricos que, dentro de la oreja, realizan una traducción simultánea de diferentes idiomas.

El primero fue el Pilot, un prototipo de Waverly Labs presentado en 2016 que cuesta cerca de 250 dólares. El aparato utiliza un sofisticado conjunto de micrófonos, junto con algoritmos de cancelación de ruido para escuchar las palabras habladas por el usuario y las que se dicen a su alrededor. “Esas palabras van a la nube, donde se procesan con el sistema de reconocimiento de voz, traducción automática y síntesis de discurso, para después ser enviadas al usuario y cualquier otra persona cuyo dispositivo Pilot esté sincronizado en la conversación. Todo en cuestión de milisegundos”, explica Andrew Ochoa, CEO de Waverly Labs.

En 2017, Google lanzó sus Pixel Buds. Crédito: Google

En octubre de 2017, Google lanzó sus Pixel Buds, un conjunto de auriculares Bluetooth capaces de realizar la traducción simultánea de 40 idiomas utilizando un smartphone. “Es como tener tu propio traductor personal. Si estás en Italia, por ejemplo, y quieres pedir pasta como un profesional, basta decir: Ayúdame a hablar italiano”, explicó entonces Adam Champy, responsable del producto en Google. Unos meses antes, la empresa alemana Bragui ya había estrenado el Dash Pro, un aparato similar que utiliza la aplicación iTranslate del iPhone para traducir también hasta 40 idiomas. Al otro lado del mundo, la compañía australiana Lingmo International lanzó TranslateOne2One, capaz de traducir ocho lenguas.

Un traductor para acciones humanitarias

Muchos expertos creen que esta tecnología revolucionará cómo nos comunicamos. Jonathan Luff, consultor en innovaciones tecnológicas, es uno de ellos. “Imagínese qué impacto tendrá esto. Podrá hablar, comprender, aprender y hacer negocios con cualquier persona, en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento”, comenta.

Dash Pro usa la aplicación iTranslate para traducir también hasta 40 idiomas. Crédito: Bragui

Más allá del turismo o del mundo de los negocios, Dan Simonson, lingüista computacional en la Universidad de Georgetown (EEUU), destaca el potencial de la tecnología para acciones humanitarias. “Este trabajo a menudo es desempeñado por soldados que no tienen el tiempo ni los recursos para aprender el idioma del lugar donde están destinados. Para personas en esta situación, tener acceso incluso a herramientas deficientes de traducción —en idiomas para los cuales no hay muchos datos disponibles para crear herramientas de traducción— podría mejorar inmediatamente la eficiencia de tales esfuerzos de socorro, salvando miles de vidas como resultado”, señala.

Pero si bien la idea de herramientas como el Pez de Babel es emocionante, la realidad aún presenta muchos retos para que se cumpla esta utopía tecnológica. Los expertos coinciden en que el estado actual de la traducción automática es todavía muy primitivo. Dos meses después de su estreno, las reseñas de influyentes medios especializados en tecnología mostraron que los Pixel Buds de Google no cumplían lo prometido. Wired UK dijo que “no solo son malos, sino totalmente inútiles”. The Guardian consideró los auriculares como “defectuosos” y “una oportunidad perdida”, y Gizmodo afirmó que “ni siquiera están cerca de ser buenos”. Y donde falla Google, es poco probable que otros tengan éxito.

Análisis del discurso

“Lo mejor que tenemos está en la línea de algo como el Traductor de Google. Es rápido y mucho mejor que los anteriores, pero aún no es comparable con lo que un traductor humano puede hacer”, afirma Simonson. Más que la traducción per se, el lingüista explica que la principal dificultad es interpretar el espíritu y la intención cultural de un discurso y adaptarlo de un idioma a otro, independientemente de lo que signifiquen las palabras en su sentido literal. Para poder hacerlo, los softwares necesitarían interactuar con una rama de la lingüística llamada análisis del discurso. Pero si la inteligencia artificial ahora ha empezado a sobresalir en los juegos de mesa y videojuegos, lidiar con algo tan dinámico como la comunicación humana es bastante más complejo.

Los sistemas de traducción instantánea fallan a la hora de interpretar el factor humano de una conversación: la entonación, el color o el espíritu. Imagen: Pixabay

Además del hecho de que el análisis del discurso no se ha aplicado en el campo de la traducción automática, otro factor es que el habla humana tiene voz, tono y un cierto color audible en sus expresiones que ayudan al interlocutor a intuir el significado de un mensaje. “Es posible traducir correctamente las palabras y la sintaxis, es decir, el orden de las palabras y las marcas gramaticales de un idioma, pero eso todavía no significa traducir adecuadamente todo un estilo de conversación”, explica Simonson.

Estos obstáculos hacen que los expertos no se atrevan a pronosticar cuándo estas herramientas serán una realidad práctica, pero siguen desarrollando sistemas de reconocimiento avanzado de voz, generación de lenguaje natural y otras tecnologías para que la utopía de una conversación fluida, en idiomas diferentes, facilitada por la tecnología se haga realidad. El Pez de Babel está en camino.

Joana Oliveira

@joanaoliv

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