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27 marzo 2017

Influir positivamente en nuestro envejecimiento ya es posible

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El envejecimiento es un proceso inevitable que forma parte del ciclo vital de cualquier persona, junto con el nacimiento, la infancia, la adolescencia y la edad adulta. Sin embargo, no comienza en el mismo momento para todo el mundo, ya que desde el punto de vista biológico, hay unos órganos que empiezan a perder funcionalidad antes que otros. Entender qué significa envejecer es uno de los grandes retos de la Medicina en este siglo, habida cuenta de que las personas viven cada vez más años y, por lo tanto, desean hacerlo en las mejores condiciones físicas, psicológicas y sociales posibles. El progresivo aumento de la esperanza de vida que se ha producido desde el siglo XX se debe a múltiples factores, que van desde los avances científicos y las mejoras higiénicas y dietéticas, al control de infecciones o la reducción de accidentes laborales, entre otros.

A pesar de que todavía queda un largo camino por recorrer, algunas recientes investigaciones  comienzan a plantear la hipótesis de que revertir el envejecimiento no sea imposible, y que se podría ir controlando en el futuro. Es decir, que el desarrollo de la senescencia, que parece iniciarse como respuesta de las células ante el cúmulo de daño que sufre progresivamente nuestro organismo a lo largo de los años, podrá ser atenuado, gracias a un mayor control del proceso de replicación de aquellas células senescentes que están en el origen de la aparición de distintas patologías relacionadas con problemas cardiovasculares o cáncer.

La importancia de la medición de los telómeros

En este sentido, diversos estudios relacionados con los telómeros y publicados en la última década, demuestran de manera fehaciente que éstos tienen una importancia crítica en el envejecimiento celular, jugando un papel fundamental en la aparición de enfermedades neurodegenerativas, cardíacas u oncológicas. Es por ello que cada vez más científicos y profesionales del mundo sanitario abogan por la incorporación de pruebas de medición de los telómeros en los exámenes regulares de pacientes e individuos sanos, al ser un biomarcador para estratificar el riesgo de muchas patologías, además de para llevar a cabo un seguimiento continuo de la persona en relación a la evolución de su envejecimiento.

Actualmente, la única tecnología disponible para conocer el número y el porcentaje de telómeros críticamente cortos, la mediana y el histograma completo de la distribución de su longitud se conoce como q-FISH, y permite medir los telómeros individualmente a nivel cromosómico dentro de los núcleos de las células. Sin embargo, esta tecnología sólo la comercializa a día de hoy un único laboratorio en todo el mundo, a través de su propia patente, y que recibe el nombre de TAT® (Telomere Analysis Technology®).

Consejos para influir en nuestro envejecimiento

Según distintos estudios, las personas que nazcan ahora superarán de media el centenar de años de vida, lo que significa que tendrán que aprender a envejecer de forma adecuada para evitar problemas de salud, principalmente en su edad adulta. Para lograrlo, es muy eficaz seguir ciertas pautas cuanto antes, ya que su impacto sobre el mantenimiento y protección de nuestros telómeros ya ha sido demostrado científicamente:

  • La restricción de calorías. Uno de los siete pecados capitales es la gula, y, a tenor de lo que están demostrando los expertos, parece que esta máxima es cada día más cierta. Comer menos sin llegar a la desnutrición no sólo alarga la vida, como ya se ha observado en estudios con primates, moscas y ratones, sino que reduce la mortalidad y las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. En el caso concreto de los telómeros, dos estudios concluyeron que la pérdida de peso en adultos obesos provocó el alargamiento de sus telómeros, confirmando que el exceso de adiposidad acelera el envejecimiento.
  • Hábitos de vida saludable. Según un conocido estudio llamado ‘Danish Twin’, apenas el 10% de nuestra longevidad depende de nuestros genes, mientras que el 90% corresponde al estilo de vida que tenemos, en donde la gestión del estrés, el ejercicio físico y la alimentación son elementos clave. Una investigación realizada entre más de 6.000 personas demostró que los comportamientos basados ​​en el movimiento influyen de manera muy relevante para no tener telómeros críticamente cortos.  Por el contrario,  hábitos como el consumo de alcohol o fumar no sólo empeoran la salud en general de las personas, sino que aumentan de forma significativa el desgaste de sus telómeros y, por lo tanto, contribuyen negativamente al envejecimiento saludable. Por ejemplo, en una persona que consume con asiduidad bebidas de alta graduación, la longitud de sus telómeros será de media un 50% más corta que la de aquellos que las toman de manera esporádica.
Los antioxidantes están presentes de manera natural en muchos alimentos de la naturaleza. Especialmente en algunas frutas y vertudas. Imagen: pixabay / dbreen
  • La importancia de la dieta. Existen nutrientes que han demostrado tener una correlación positiva con la longitud de nuestros telómeros. Uno de ellos son los antioxidantes, ya que el envejecimiento biológico y fisiológico se ve afectado por la tasa de producción de radicales libres en todo el cuerpo, por lo que el desequilibrio oxidante-antioxidante se convierte en un factor clave para la aparición de enfermedades degenerativas. Un estudio realizado sobre mujeres pre menopáusicas concluyó que aquellas con un mayor grado de estrés oxidativo crónico poseían telómeros más cortos, lo que equivalía a una década más de envejecimiento biológico que las que tenían un menor nivel. Hoy, ya existen evidencias empíricas sobre soluciones antioxidantes que han demostrado claramente sus efectos teloprotectores, como, por ejemplo, el alfa-caroteno, la beta-criptoxantina y, especialmente, el β-caroteno29. Estos y otros suplementos que contribuyen tanto al mantenimiento de los telómeros como al envejecimiento saludable -algunos de ellos a través de la activación de la enzima telomerasa-, pueden adquirirse fácilmente en supermercados y herbolarios.

Aunque los científicos siguen esforzándose en demostrar cada día qué hábitos y alimentos contribuyen a mejorar nuestra salud y alargar la esperanza de vida, es crítico establecer sistemas objetivos que midan la evolución de la salud celular de cada individuo, ya que servirán para poder prescribirle el tratamiento más adecuado que influya positivamente en su envejecimiento. En este sentido, la medición y variación de la longitud de los telómeros se convierte en una herramienta imprescindible como biomarcador fundamental para la identificación temprana de una enfermedad, contribuyendo de forma decisiva no sólo en que podamos vivir más sino que lo hagamos en las mejores condiciones posibles.

Stephen J. Matlin

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