Elaborado por Materia para OpenMind Recomendado por Materia
4
Inicio Douglas Engelbart, el hombre que nos enseñó a hablar con las máquinas
28 enero 2021

Douglas Engelbart, el hombre que nos enseñó a hablar con las máquinas

Tiempo estimado de lectura Tiempo 4 de lectura

El nombre de Douglas Engelbart apenas resonará excepto para los más familiarizados con las nuevas tecnologías. Para el resto, no resultará ni lejanamente comparable a los de Steve Jobs o Bill Gates. Y sin embargo, estos dos nombres no serían hoy lo que son si no hubiera existido un Douglas Engelbart, o tal vez si este no hubiese leído, como técnico de radar en una cabaña en Filipinas, el número de julio de 1945 de la revista The Atlantic. Es más, Engelbart no solo inventó una gran parte de la tecnología de la cual hoy no podemos prescindir y que, entre otras cosas, nos enseñó a hablar con las máquinas —incluso a su propio pesar—, sino que también se anticipó a las presentaciones al estilo Jobs que ahora son tan populares. Pero la suya no fue una demo más, sino una que pasaría a la historia como “la madre de todas las demos”.

Los años jóvenes de Engelbart (30 de enero de 1925 – 2 de julio de 2013) son casi su perfecto retrato: en 1950, con 25 años y prometido a su futura esposa, trabajaba en el centro Ames de la NACA (hoy NASA) y no tenía otros objetivos en la vida que un empleo fijo, casarse y vivir feliz, según él mismo contó en 1999 al diario The Mercury News. Era un sencillo americano medio criado en una granja, no un carismático emprendedor de garaje con sueños de fama y dinero. Pero en absoluto pecaba de falta de ambición, todo lo contrario; cuando en aquel 1950 cambió Ames por la Universidad de Berkeley, estaba pergeñando el que se fijaría como objetivo confeso de su vida: nada menos que conjugar toda la potencia del intelecto humano para solventar los grandes problemas del mundo y hacer de él un lugar mejor.

Un centro de investigación para aumentar el intelecto humano 

Su vía para lograrlo eran las computadoras. Cinco años antes, mientras ejercía como técnico de radio y radar para la Marina en una pequeña isla filipina, había leído en una revista un artículo titulado As We May Think, firmado por el entonces director de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico y asesor presidencial, Vannevar Bush. El ensayo de Bush desgranaba el invento teórico del Memex, una máquina que permitiría almacenar todo el conocimiento humano y navegar a través de él siguiendo un rastro de enlaces de una fuente a otra. Aquella visión temprana de lo que después conoceríamos como internet fue una poderosa influencia para numerosos ingenieros y científicos computacionales de la época; también para Engelbart.

Y Engelbart comenzó a pensar e inventar. Desde sus comienzos en Berkeley hasta su posterior trabajo en el Stanford Research Institute, desarrolló una serie de innovaciones que finalmente mostraría de forma conjunta el 9 de diciembre de 1968. Lo hizo durante una presentación de 90 minutos ante un millar de asistentes en la Joint Computer Conference de otoño celebrada en San Francisco. Aquella charla se anunció bajo el títuloA research center for augmenting human intellect“ (un centro de investigación para aumentar el intelecto humano), y en ella Engelbart presentó el llamado oN-Line System (NLS).

BBVA-OpenMind-Yanes-Douglas Engelbart El hombre que nos enseñó a hablar con las máquinas-3-Centro de investigación de aumento de SRI, dirigido por Douglas Engelbart (abajo a la derecha, de espaldas a la cámara). Crédito: SRI International
Centro de investigación de aumento de SRI, dirigido por Douglas Engelbart (abajo a la derecha, de espaldas a la cámara). Crédito: SRI International

El NLS no era sino un sistema completo de hardware y software que incluía innovaciones hoy conocidas, como el ratón de ordenador (patentado por él como “un indicador de posición X-Y para un sistema gráfico”), la interfaz gráfica, las ventanas múltiples, el hipertexto, la navegación, el procesamiento de textos, la integración de imágenes y vídeos y el trabajo colaborativo online. Es decir, prácticamente todo lo que hoy define esencialmente el manejo de nuestros ordenadores. Y como remate, todo ello a través de una presentación en videoconferencia múltiple, dado que por entonces era complicado trasladar las grandes y pesadas computadoras al auditorio para manejarlas in situ.

Aquella “madre de todas las demos”, como la bautizó en 1994 el periodista Steven Levy y sobre la que ha llegado a crearse incluso un musical, transformó la imagen de Engelbart por entonces extendida en la comunidad computacional, que le veía como un chiflado con visiones excéntricas. La conferencia se cerró con una ovación en pie y los comentarios hablaban de un “Moisés abriendo el mar Rojo” y “manejando rayos a dos manos”. Sin embargo, su impacto inmediato fue escaso, ya que aún pasarían años o décadas hasta que aquellos inventos adelantados a su tiempo cuajaron en realidades al alcance de los usuarios.

En contra de la usabilidad

Curiosamente, y si bien las innovaciones creadas por Engelbart nos han enseñado a hablar con las máquinas, abriendo el uso de ordenadores y otros dispositivos a cualquier persona sin conocimiento técnico, en cambio este nunca fue su propósito. De hecho, Engelbart renegaba de lo que hoy llamamos usabilidad o user-friendliness, a pesar de que fue precisamente su trabajo el que impulsó el concepto; su propósito no era llevar las máquinas a los humanos, sino llevar a los humanos a las máquinas. Quería que las computadoras dejasen de ser solo enormes calculadoras, explotando todo su potencial de forma colaborativa para lograr su gran objetivo. Y aquello de la usabilidad, pensaba, limitaba las posibilidades de productividad.

BBVA-OpenMind-Yanes-Douglas Engelbart El hombre que nos enseñó a hablar con las máquinas-4-Douglas Engelbart con el primer prototipo de ratón de computadora. Crédito: SRI International
Douglas Engelbart con el primer prototipo de ratón de computadora. Crédito: SRI International

Esto explica que Jobs y Engelbart no se entendieran. El primero supo del ratón durante una visita a Xerox PARC, donde trabajaban antiguos colaboradores de Engelbart. El cofundador de Apple abrazó con entusiasmo la idea de aquel dispositivo, que se convertiría en una seña esencial de los Macintosh. Pero cuando en los años 80 Jobs explicó su sistema a Engelbart, este se mostró poco impresionado. No comprendía por qué un ratón con un solo botón, cuando tres aumentaban sus capacidades, ni por qué tanta insistencia en un ordenador personal, cuando el futuro de la computación era un gran esquema colaborativo cliente-servidor. Para Engelbart el ordenador de Jobs era “como tener una oficina exótica sin teléfono ni puerta”.

Es evidente que el tiempo ha dado la razón a Engelbart, incluso si hoy la usabilidad es clave. Si algo tienen en común las reseñas sobre aquel pionero es lo poco conocido que aún hoy es su nombre. No era un genio del marketing, sino un “ingeniero tímido”, como lo ha calificado el Smithsonian Magazine. Pero logró su objetivo: mejoró el mundo.

Javier Yanes

@yanes68

 

Comentarios sobre esta publicación

El nombre no debe estar vacío
Escribe un comentario aquí…* (Máximo de 500 palabras)
El comentario no puede estar vacío
*Tu comentario será revisado antes de ser publicado
La comprobación captcha debe estar aprobada