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06 noviembre 2014

Los 5 hitos de la biónica

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El hombre biónico está más cerca, desde que el pasado mes de octubre se dio a conocer un avance revolucionario en este campo. Un hombre es capaz de mover un brazo implantado de manera natural y ha vuelto a realizar sus tareas cotidianas (incluido su trabajo de camionero), diez años después de sufrir la amputación de su miembro.

En este logro, fruto de un proyecto de investigación de dos universidades suecas, confluyen dos disciplinas de rápida progresión en los últimos años. Por un lado, el desarrollo de la mecanotrónica ha permitido implantar prótesis cada vez más sofisticadas. Y además, los neurocientíficos han conseguido reproducir todos los pasos del proceso que lleva desde pensar en mover un brazo hasta que este se mueve y manda sus sensaciones de vuelta al cerebro.

Sin ningún control remoto, el camionero sueco de nombre Magnus, puede coger cosas y sentirlas. Lleva 18 meses haciendo vida normal. Y esto supone hacer historia en una disciplina, la biónica, cuyos principales logros repasamos aquí:

Créditos: Wellcome Images

Prótesis y amputaciones (s.XVI). La “prehistoria” de la biónica se remonta al antiguo Egipto, donde hace unos 3.000 años se usó la primera prótesis conocida: un dedo de madera que se ajustaba al pie con una pieza de cuero. Pasó mucho tiempo hasta que se empezaron a usar miembros mecánicos, que recuperaban la función de extremidades perdidas. Fue en el siglo XVI, cuando el cirujano-barbero francés Ambroise Paré inventó una mano postiza con un mecanismo para mover los dedos.

Paré trabajaba en el campo de batalla y también sentó las bases de la cirugía para realizar amputaciones, el primer paso imprescindible para luego poder hacer implantes. Desde entonces, la tecnología de los miembros artificiales ha estado muy vinculada a las guerras, con importantes avances tras cada uno de los grandes conflictos bélicos. Así, la Segunda Guerra Mundial impulsó el desarrollo de las prótesis modernas, hechas de nuevos materiales como plásticos y titanio.

Créditos: Zipfer

Implante coclear (1976). Fue uno de los grandes logros de la biónica, pues permitió por primera vez a una persona recuperar un sentido que había perdido: el del oído. Más allá de los audífonos, que amplifican el sonido, el implante coclear permite sentir el sonido a pacientes que tienen sordera profunda debido a daños en la cóclea (situada en su oído interno) pero cuyo nervio auditivo funciona perfectamente.

Esta técnica requiere una operación quirúrgica, realizada por primera vez en un hospital de París en septiembre de 1976. Además de colocar un micrófono externo que recoge y procesa el sonido, hay que implantar dentro del cráneo un dispositivo que transmite las señales eléctricas al nervio, mediante unos electrodos.

Créditos: National Heart, Lung and Blood Institute

Corazón artificial (1982). Otro de los grandes objetivos de la biónica es remplazar el corazón humano con un dispositivo artificial. La mecánica básica del corazón es la de un sistema de bombeo, pero las sutilezas del nuestro músculo más importante hacen que imitarlo de manera permanente sea un reto aún pendiente.

Los corazones artificiales se utilizan principalmente para mantener con vida a los pacientes que esperan un trasplante. Pero en diciembre de 1982 un equipo de investigadores de la Universidad de Utah (EEUU) se atrevió a implantar un dispositivo para sustituir definitivamente al corazón. El receptor, Barney Bailey Clark, sobrevivió 112 días con su corazón artificial. Desde entonces la mejora en el mecanismo, el control del rechazo (igual que en los trasplantes) y en las baterías han permitido alargar la supervivencia hasta más de 7 años seguidos con un mismo corazón artificial.

Créditos: Computer History

Mano robótica (1961). Los años sesenta del siglo XX supusieron el despegue de la robótica moderna, gracias al trabajo de instituciones como el MIT y su laboratorio de Inteligencia Artificial. Allí, Heinrich Ernst diseñó la primera mano mecánica operada por ordenador en 1961. Siguiendo su estela, en 1963 los investigadores de un hospital de Downey (California) crearon el primer brazo robótico destinado a asistir a pacientes con minusvalías.

En los años siguientes los brazos robóticos tuvieron aplicaciones industriales. Las protesis robóticas se perfeccionaban sobre todo en la ciencia ficción, como la mano biónica que implantaban a Luke Skywalker en la película “El imperio contraataca” (1980). Ha sido ya en el siglo XXI cuando esa idea empezó a hacerse realidad, con la comercialización de manos robóticas cada vez más sofisticadas e inteligentes, que detectan la presión y saben cuando hay que dejar de apretar un objeto antes de dañarlo.

Créditos: Computer History

Control mental (2007). Las guerras de Irak y Afganistán tuvieron el efecto colateral de impulsar el desarrollo de verdaderos miembros biónicos. La agencia de investigación militar estadounidense (DARPA) invirtió casi 50 millones de dólares en diferentes prototipos, implantados a veteranos de guerra que habían sufrido amputaciones.

En 2007 Claudia Mitchell, ex-marine estadounidense, fue la primera mujer implantada con un brazo biónico. Podía abrir y cerrar su mano pensando en ello. Aunque ese control mental era indirecto. Los cirujanos redirigieron los nervios de su brazo amputado hacia músculos de su pecho, que al contraerse transmitían señales al miembro robótico. En los últimos años se han producido multitud de pequeños avances que permiten una comunicación más directa con el cerebro e incluso bidireccional: los pacientes como el camionero sueco Magnus ya reciben sensaciones a través de sus miembros biónicos.

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