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15 octubre 2020

Cómo evitar que los videojuegos empeoren el cambio climático

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Desde su irrupción en los años ochenta, los videojuegos no han dejado de crecer de forma exponencial, capitalizando cada vez más tiempo del ocio de millones de usuarios de todo el mundo. Se ha convertido en la principal industria del entretenimiento y la sexta a nivel global. Y este crecimiento conlleva un impacto medioambiental cada vez más elevado. Varios estudios señalan este sector como uno de los principales contribuyentes al calentamiento global, con masivas emisiones de CO2 derivadas de su elevado consumo energético. 

En EEUU, se estima que la energía consumida por los videojuegos representa el 2,5% del consumo eléctrico de los hogares. Esto se traduce en unos 24 millones de toneladas de CO2 liberados a la atmósfera; el equivalente a las emisiones de 5 millones de coches. ¿Cómo un hobby aparentemente tan inocuo, que se practica desde el salón de casa y con un pequeño dispositivo, puede ocasionar semejante impacto? Uno de los estudios más recientes identifica los dos principales factores responsables. 

Producción en masa y elevado consumo energético

La producción y distribución en masa de equipos y copias de juegos es el primero de estos factores. Según este estudio, la producción de copias de juegos físicos emite 2O veces más CO2 que su descarga digital. Por ejemplo, la producción de copias del popular juego FIFA 20 se estima que supuso durante 2019 la emisión de más de medio millón de toneladas de CO2. Del mismo modo, producir los 100 millones de unidades de PS4 vendidas entre 2013 y 2019 generó 9,8 millones de toneladas de CO2, más que lo emitido por países como Costa Rica o Moldavia. 

BBVA-OpenMind-Miguel Barral-Cómo evitar que los videojuegos empeoren el cambio climático 2-La producción de copias de juegos físicos produce más emisiones que su descarga digital. Crédito: Bas de Reuver
La producción de copias de juegos físicos produce más emisiones que su descarga digital. Crédito: Bas de Reuver

El segundo factor es el elevado consumo energético de las consolas, consecuencia directa de su potencia y del número de horas que están en funcionamiento. Este factor tiene cada vez más peso, ya que cada temporada aparecen nuevos equipos más potentes y con GPUs (unidad de procesamiento gráfico) más grandes. Además, a su rebufo se generan juegos más frenéticos que transcurren en escenarios cada vez más realistas e inmersivos, con argumentos tan elaborados que requieren de muchas horas para completarlos. Igualmente, el número de jugadores y el tiempo medio que pasan delante de la pantalla es cada vez mayor. Se calcula que más de un tercio de la población mundial juega asiduamente con videojuegos una media que supera las 7 horas semanales.

Sin embargo, los estudios también reflejan que todavía es posible reducir y limitar la huella de carbono si se adoptan las medidas planteadas por los expertos. El primer paso —y el más importante— ya se ha dado: los fabricantes han comenzado a tomar conciencia del problema y a obrar en consecuencia para limitar el perjuicio que generan. Un ejemplo es la reciente iniciativa Playing4theplanet, a la que se han sumado numerosas compañías, entre ellas los principales gigantes del sector como Sony, Microsoft y Google.

Los primeros brotes verdes

En cuanto a las medidas a adoptar, se aboga por reducir al máximo la contribución de la producción de los equipos y las copias físicas de los juegos. En esta línea de actuación ya han asomado los primeros brotes verdes y, por ejemplo, Sega ha comenzado a comercializar sus juegos en envoltorios reciclables. También se sugiere potenciar el acceso y adquisición de los juegos mediante su descarga digital para minimizar la producción de copias físicas. Y limitar el consumo de los equipos apostando por juegos más eficientes —en los que el atractivo no resida en una acción frenética en escenarios hiperrealistas— y que impliquen partidas más cortas.

En los últimos tiempos, también ha hecho acto de presencia un aliado que promete hacerse cada vez más fuerte: el juego en la nube, para jugar desde los servidores de plataformas de streaming. Esto supone que no hace falta descargar el juego (proceso que lleva horas, con el consumo energético que implica), ni equipos muy potentes, ya que la resolución gráfica y la velocidad corren a cargo del servidor. 

BBVA-OpenMind-Miguel Barral-Cómo evitar que los videojuegos empeoren el cambio climático 3-El juego en la nube ejecuta juegos en servidores remotos y los transmite directamente al dispositivo de un usuario Crédito: dronepicr
El juego en la nube ejecuta juegos en servidores remotos y los transmite directamente al dispositivo de un usuario. Crédito: dronepicr

¿Es el juego en la nube la solución definitiva? Depende. Los enormes servidores que alojan y mueven los juegos requieren una cantidad ingente de energía para funcionar a pleno rendimiento y en continuo. El consumo energético de uno de estos servidores equivale en promedio al de 25.000 hogares. La buena noticia es que compañías como Google, Amazon o Ubisoft garantizan que todos sus servidores operan casi en exclusiva con energías renovables. La cuestión es si conforme aumente la oferta y la demanda de esta modalidad de juego se podrá conseguir que todos los servidores sigan alimentándose en gran medida con energías renovables.

Mientras tanto, tal vez la medida más inmediata, sencilla y efectiva sea apelar a la responsabilidad individual de los jugadores. Conseguir que sean conscientes de en qué medida y cómo su hobby contribuye a la destrucción del planeta; y también de lo que pueden hacer para evitarlo sin renunciar a su ocio: apostar por las descargas y las plataformas de streaming, limitando las horas de juego y optando por juegos más eficientes. Para “facilitarlo” se ha sugerido que los fabricantes incluyan en las especificaciones de sus equipos y sus juegos el consumo energético y su equivalente en emisiones de CO2. También que los juegos incluyan en sus marcadores un contador de emisiones de CO2 siempre visible en pantalla que ayude al usuario a apagar el equipo por ese día.

Miguel Barral

@migbarral

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