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28 febrero 2023

Una segunda vida para las instalaciones renovables

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Paneles fotovoltaicos y aerogeneradores aseguran un tesoro, energía limpia, y prometen otro: metales valiosos, tierras raras, fibra de vidrio, fibra de carbono y resinas reciclados con valor añadido. ¿Es posible lograrlo a escala industrial?

Al final de esta década, los desechos derivados de las instalaciones renovables, fundamentalmente aerogeneradores y placas fotovoltaicas, se multiplicarán en el viejo continente por 30, según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). Es una cifra intuitiva, teniendo en cuenta el crecimiento acelerado de la generación renovable en las últimas dos décadas y que la vida útil de las palas eólicas bascula entre los 15 y 20 años y la de las placas, de 25 a 30. En la década presente, por tanto, está cantado el salto de escala en equipamientos obsoletos. 

Una mentalidad solo enfocada en lo ecológico interpretaría un obvio riesgo medioambiental y una contradicción entre la promesa de energía limpia y el impacto contaminante de sus infraestructuras no recicladas. “No podemos apostar por las renovables sin cerrar el círculo de la sostenibilidad, tanto en el uso de materiales como de técnicas que no son sostenibles”, apunta Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables, un think tank con sede en España. Mientras que una mentalidad solo enfocada en la economía interpretaría una obvia oportunidad de negocio, la de una industria recicladora hoy en ciernes pero con una proyección de la demanda tan al alza como la proliferación de desechos. 

BBVA-OpenMind-Zurdo-la gran oportunidad de reciclar las instalaciones renovables_1 La vida útil de molinos y placas bascula entre los 20 años y, como mucho, 30. Crédito: www.wray.sk/GettyImages.
La vida útil de molinos y placas bascula entre los 20 años y, como mucho, 30. Crédito: www.wray.sk/GettyImages

Ambas tendrían su parte de razón. Sin embargo, una mentalidad más compleja y realista, que entienda la necesidad de compatibilizar la sostenibilidad medioambiental con la sostenibilidad económica (de la que a la postre salen los recursos para financiar la carísima transición energética), vería una oportunidad de negocio que aún ha de superar enormes retos inversores, tecnológicos, incluso de mentalidad precisamente.

La pieza central en la descarbonización y la soberanía industrial

La base de conocimiento existe, sin duda, otra cuestión es que esa industria especializada se desarrolle al ritmo y con la escala que exigirán esas anunciadas montañas de material obsoleto. La AEMA considera que la Unión Europea, para liderar este nuevo mercado, debería urgir “políticas de economía circular en este sector emergente desde una etapa temprana”. Para algunas empresas especialistas, como Recyclia, la parte buena de semejante volumen por reciclar es la economía de escala que tarde o temprano hará rentable las, también enormes, inversiones necesarias.

En este sentido, un estudio reciente elaborado por EIT InnoEnergy asume el papel decisivo de la industria recicladora no solo en la descarbonización sino en otra prioridad sobrevenida con las crisis de suministros y la guerra de Ucrania: la soberanía industrial de una Europa que importa el 80% de sus materias primas. También retrata la oportunidad en términos de necesidad, la de recuperar el 30% del cobalto y el 20% del níquel y el litio de las baterías usadas para cubrir la demanda en 2035, además de las tierras raras en las maquinarias eléctricas de los aerogeneradores o la plata de los paneles fotovoltaicos, apenas el 0,5% de su masa pero nada menos que el 47% de su valor económico. 

Del 80 al 90% de los materiales totales en la eólica y la fotovoltaica son recuperables, por ejemplo vidrio, acero o aluminio, hormigones y algunos plásticos. Crédito: VCG via Getty Images
Del 80 al 90% de los materiales totales en la eólica y la fotovoltaica son recuperables, por ejemplo vidrio, acero o aluminio, hormigones y algunos plásticos. Crédito: VCG via Getty Images

Si aplicamos una visión panorámica, parece que la industria recicladora parte de una posición avanzada porque del 80 al 90% de los materiales totales en la eólica y la fotovoltaica son fácilmente recuperables, por ejemplo vidrio, metales como el acero o el aluminio, hormigones y algunos plásticos. Pero una mirada con lupa localiza la dificultad, y por lo tanto la barrera a la industrialización, en el estratégico porcentaje restante. 

Ya existen tecnologías capaces de recuperar plata, silicio, cobre, tierras raras, o las fibras de vidrio y de carbono mezcladas con resinas en las palas eólicas, con diferencia el componente que más se resiste al reciclaje en los aerogeneradores. Las tecnologías existen, pero no con el desarrollo y los apoyos inversores suficientes para alcanzar una escala masiva en los próximos años, de acuerdo con Alfonso Bernabé Chaves, socio fundador de la compañía Reciclalia SL. Si el plazo de esta década parece muy ajustado, lo será aún más cuando la Comisión Europea prohíba que las palas acaben arrumbadas en los vertederos. De hecho, la propia patronal eólica europea solicita esa prohibición para ya, 2025, en teoría con el fin de potenciar el reciclaje. Por cierto, según Bernabé Chaves, como algunos países se han adelantado y ya han prohibido dejar sus palas en sus vertederos, algunas cruzan fronteras. Por ejemplo las francesas camino de los vertederos españoles.  

La promesa del reciclaje industrial

Las tecnologías, pues, están en diferentes niveles de alcance. Fernando Ferrando considera que el reciclaje de los metales valiosos de los paneles fotovoltaicos ya es posible, si bien necesita perfeccionar algunos procesos, como la eliminación de polímeros, para recuperarlos con la alta pureza que pide su reutilización. Otra cosa es, de nuevo, que esa capacidad escale al nivel necesario si, además de los parques fotovoltaicos, se disparan en Europa las instalaciones domésticas como respuesta a las tarifas disparadas. 

Por su parte, la industria del reciclaje de palas lo tiene complicado, en opinión de Bernabé Chaves. Lo dice el impulsor de una compañía pequeña, española, Premio Retina al Ecosistema Sostenible, con un Accésit de la compañía estatal Electricidad de Francia, que ha patentado en Europa y EEUU —en la oficina oficial de este último país encabeza la lista por su “aplicabilidad industrial”— un sistema inédito para recuperar el 100% de las fibras de vidrio, fibras de carbono y resinas de las palas eólicas con un grado de pureza suficiente para devolverle una utilidad de alto valor añadido. La tecnología existe, sí, pero hoy por hoy “no sería posible incrementar mucho la capacidad actual si queremos mantener una calidad de las fibras recicladas que permitan algo muy importante: reutilizarlas en la fabricación de nuevas palas, en automoción o en aplicaciones aeronáuticas”, apunta el experto.

El reciclaje de los metales valiosos de los paneles fotovoltaicos ya es posible, si bien necesita perfeccionar algunos procesos, como la eliminación de polímeros. Crédito: Getty Images/fStop
El reciclaje de los metales valiosos de los paneles fotovoltaicos ya es posible, si bien necesita perfeccionar algunos procesos, como la eliminación de polímeros. Crédito: Getty Images/fStop

¿Qué hace falta entonces para impulsar de verdad la gran promesa del reciclaje industrial? Además de inversiones a la altura de la necesidad y de la prisa, Bernabé Chaves apunta al cambio cultural, sobre todo en los Consejos de Administración de algunas grandes compañías del sector más obsesionados, dice, por el beneficio inmediato y desarrollar pequeños proyectos recicladores para captar subvenciones que por consolidarlos a largo plazo con un alcance mucho mayor.  “Solo recordar que de aquí al 2025 tendremos en el suelo europeo hasta 1,2 millones de toneladas de materiales procedentes de las palas eólicas. Si los que toman las decisiones no cambian su punto de vista y lo trasladan a la cadena de directivos, nunca se resolverá este problema”, apunta el empresario.

Tercia el presidente de Fundación Renovables a propósito de la rentabilidad de la nueva industria, al menos en los primeros años: “En la mayoría de los casos el reciclaje renovable va a ser un coste añadido porque el valor de la recuperación no cubriría los costes de llevarla a cabo. Pero internalizarlo y asumirlo es obligado. Poner el acento en las dificultades actuales de reciclado, cuando el proceso está en sus inicios, con resultados positivos y en fase de optimización de costes, o poner el acento en la disponibilidad de materiales, es poner el interés en que nada cambie o en que este proceso sea lo más lento posible”. 

Juan Pablo Zurdo

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