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10 julio 2018

Roqueros con mucha ciencia

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Si algo tienen en común la música y la ciencia es que requieren tanto vocación como pasión. Dos carreras llenas de obstáculos que son un reto para quienes deciden dedicarse a ellas. Y a veces los caminos se cruzan y el científico se convierte a la vez en roquero, compaginando ambas pasiones.

Coincidiendo con el Día Internacional del Rock, que se celebra el 13 de julio, nos detenemos en las carreras de cinco estrellas que han brillado en escenarios y laboratorios.

Brian May, el guitarrista de las estrellas

Entre las personalidades que asistieron al funeral de Stephen Hawking estaba el británico Brian May, el mítico guitarrista de Queen. Inconfundible con su larga melena rizada ya blanquecina, May se doctoró en astrofísica en el Imperial College de Londres.

Admirador de Hawking, con el que coincidió en varias ocasiones en el festival Starmus, el roquero expresó en su cuenta de Instagram la pena que sentía tras el fallecimiento del científico. “Era sin duda uno de los mayores intelectos que el mundo jamás ha visto”, escribió.

Brian May, en una de las cúpulas del Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (ESO). Credit: ESO/G. Huedepohl.

Su historia de amor por la ciencia es la de un largo noviazgo interrumpido por la fama de Queen. Tuvieron que pasar más de treinta años para que consiguiera doctorarse. Interesado por la ciencia ciudadana, en 2007 impulsó el proyecto Galaxy Zoo, una iniciativa que invita a los internautas a analizar y clasificar galaxias a través de imágenes colgadas en la web.

Greg Graffin, entre el rock y la biología

El cofundador y vocalista de la banda californiana Bad Religion ha podido compaginar su carrera académica como biólogo con la grabación de discos y giras con el grupo. En una entrevista en la revista Nature, el estadounidense Greg Graffin afirma que las giras se rigen por el calendario académico, aprovechando el verano, que es cuando no tiene trabajo de campo como biólogo.

Graffin es profesor en la Universidad de California (EE.UU.). “Luché para mantener un pie en la música y otro en la academia”, señaló en la entrevista. Su pasión por la ciencia y por el punk rock se originó en la adolescencia. Fue ese desafío a las hipótesis predominantes y a la autoridad lo que le encandiló hacia dos disciplinas tan diferentes.

Doctor en zoología por la Universidad Cornell (EE.UU), las letras de sus canciones reflejan la influencia de la biología, como “I Want Something More”, en la que describe cómo los humanos luchan por tener su propia visión del mundo. Además de la docencia, la investigación y la música, Graffin también ha escrito varios libros de divulgación científica. Su objetivo es que las nuevas generaciones piensen de forma crítica y creativa.

Las dos bandas de Brian Cox

Pocos físicos de partículas tienen en su haber cuatro discos de pop rock. Desde su adolescencia, el británico Brian Cox compaginó sus estudios con la música. Sus inicios fueron con la banda Dare, que abandonó en 1992 para formar parte del grupo D:Ream.

Brian Cox es un famoso físico y divulgador británico con dos bandas de pop rock. Crédito: Bob Lee.

La nueva banda se disolvió en 1997 y Cox aprovechó para sacarse su doctorado en física de partículas de muy alta energía al año siguiente. A partir de entonces su carrera se dividió entre la investigación –trabajó en el Gran Colisionador de Hadrones– y la divulgación científica, convirtiéndose en un conocido presentador de Reino Unido.

Cuando ya tenía prácticamente olvidada su carrera musical, el cantante de D:Ream le propuso participar en un álbum recopilatorio, In memory of… (2011), a lo que Cox no pudo negarse. “Fue una parte importante de mi vida y quería darle otra oportunidad”, indicó al programa de la BBC 6 music.

El camino de la música para Milo Aukerman

Considerada una de las bandas pioneras del pop punk, Descendents también puede presumir de tener como vocalista y compositor al estadounidense Milo Aukerman, doctor en bioquímica, que también realizó una investigación posdoctoral en el departamento de bioquímica de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU). Al contrario de lo que pudiera parecer, la música le dio una estabilidad que no encontró en su carrera científica.

Aunque compaginó ambas profesiones durante décadas, cada vez se iba desencantando más con la investigación, hasta que un día le despidieron de la compañía científica en la que trabajaba (se dedicaba a la biotecnología vegetal) y se volcó de lleno en la música. Como explicó en una entrevista a la revista Spin, el rock le suponía una vía de escape cuando su profesión como científico era cada vez menos creativa.

“Los últimos años me han abiertos los ojos sobre cómo podría reinventarme a mí mismo como músico, en comparación con alguien que tiene su carrera sobre otra cosa y hace música como hobby”, declaró a Spin. Hoy la banda ha dejado de ser su afición para convertirse en la forma de ganarse la vida.

Tom Scholz, un ingeniero en el escenario

La vida de Tom Scholz podría ser la del típico niño al que le encanta diseñar y montar cosas. Se le daba tan bien que decidió dedicarse a eso y estudió Ingeniería Mecánica en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Acto seguido trabajó en Polaroid como ingeniero de diseño.

El segundo por la izquierda es Tom Scholz, con el resto del grupo de rock Boston, en 1977. Crédito: Premier Talent Associates.

Pero la vida del estadounidense daría un giro inesperado. Sus estudios de piano de la infancia, unidos a sus avances con la guitarra, el bajo y la batería, y a los conocimientos técnicos adquiridos en Polaroid, le animaron a montar un estudio de grabación en el sótano de su casa, donde grabó la demo del grupo de rock Boston. Vendieron más de 16 millones de copias de su primer álbum, publicado en 1976.

Su vena de ingeniero nunca le abandonó e inventó el amplificador de guitarra Rockman, a través de su empresa Scholz Research & Development. Además de poder enchufarse a unos auriculares, el dispositivo ofrecía varios efectos para la guitarra.

Laura Chaparro

@laura_chaparro

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