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09 marzo 2018

Preguntas y respuestas sobre la experimentación animal

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Unos 115 millones de animales se emplean cada año en investigación científica, principalmente en EEUU, Japón, China, Australia, Francia, Canadá, Reino Unido, Alemania, Taiwán y Brasil, según una estimación de 2005 elaborada por la British Union for the Abolition of Vivisection y el Dr. Hadwen Trust for Humane Research. Aunque otros expertos cuestionan esta cifra, lo cierto es que la ciencia global continúa dependiendo en gran medida de la experimentación con animales, una práctica que provoca rechazo en ciertos sectores de la sociedad.

Resumimos el estado de la investigación con animales y sus perspectivas futuras en esta serie de preguntas y respuestas.

¿Qué es la vivisección? ¿Todavía se practica?

La vivisección es la disección de animales vivos con fines de investigación —originalmente sin anestesia, cuando ésta aún no existía—. En los animales se ha empleado profusamente a lo largo de la historia, dando lugar a relatos macabros como la vivisección a un perro practicada por el británico Robert Hooke en el siglo XVII para estudiar el funcionamiento de los pulmones, que horrorizó al propio autor.

En el siglo XIX comenzó a brotar un movimiento contrario a la vivisección que llevó en Reino Unido a la promulgación de las primeras leyes contra la crueldad hacia los animales. La versión de 1876 obligaba por primera vez al uso de anestesia en los experimentos.

El término vivisección hoy apenas se emplea en el ámbito científico y raramente se practica en su sentido original, pero organizaciones activistas suelen aplicarlo a toda experimentación con animales, incluso con el uso de anestesia o técnicas no invasivas.

Los ratones y ratas son los animales más utilizados en experimentación. Crédito: Lucija T.

Aunque hoy la vivisección sin anestesia resultaría inadmisible, sí continúan practicándose intervenciones con sedación, sujetas a criterios generalizados de minimizar el daño y el estrés. Un ejemplo es la optogenética, una técnica consistente en implantar un cable de fibra óptica en el cerebro para estimular las neuronas con luz. El procedimiento no es doloroso para los animales y los científicos ven en esta técnica una herramienta fundamental para el estudio de las enfermedades neurológicas.

¿Qué posturas tienen los distintos países respecto a la experimentación animal?

La mayoría de los países desarrollados cuentan con legislación que trata de minimizar el uso de animales de laboratorio y de limitar el dolor que se les inflige.

La Unión Europea se rige por la Directiva 2010/63/EU, traspuesta a la legislación de cada estado miembro y en vigor desde 2013. Esta normativa europea, considerada una de las más estrictas del mundo, cubre todos los vertebrados, incluyendo sus etapas fetales en el último tercio de su desarrollo, además de los cefalópodos. Establece estándares para el cuidado de los animales y de las instalaciones implicadas, que son sometidas a inspecciones periódicas. Además, regula la evaluación de cada proyecto para autorizar el uso de animales y promueve la investigación y aplicación de alternativas a la experimentación animal.

Tal vez la regulación más exigente del mundo sea la británica. La Animals (Scientific Procedures) Act de 1986, revisada en 2013, obliga a un análisis de coste-beneficio como requisito para autorizar los experimentos con animales —algo que también contempla la ley alemana—, además de personalizar las licencias para los investigadores y técnicos que realizan estos ensayos.

La mayoría de los países desarrollados cuentan con legislación que trata de minimizar el uso de animales de laboratorio. Crédito: Understanding Animal Research

En EEUU la única ley federal al respecto es la Animal Welfare Act (AWA) de 1966, que adolece de una seria carencia al excluir a los ratones y ratas de laboratorio, los animales más utilizados en experimentación, dejando fuera también a aves y peces. Según el instituto de bioética The Hastings Center, esto supone que la AWA no cubre el 95% de los animales empleados en los laboratorios, aunque estas especies están contempladas en otras normativas no federales.

Otros países como Australia o Brasil cuentan también con regulación en la materia. En Canadá es competencia de los gobiernos provinciales. En Japón, una entidad local denunció en 2011 un cumplimiento deficiente de las directivas legales al respecto. China aprobó en 2006 la primera legislación amplia a nivel nacional sobre bienestar de los animales de laboratorio, que se complementa con otras directrices locales e institucionales.

¿Continúan probándose los cosméticos en animales?

El rechazo popular a los ensayos de los cosméticos en animales ha impulsado cambios en la regulación y tomas de postura por parte de algunas compañías. Reino Unido fue pionero al introducir en 1998 la primera legislación que prohibía el testado de cosméticos en animales. En 2013 entró en vigor la normativa de la UE que ilegaliza tanto estos ensayos como la comercialización de los productos cosméticos que se hayan probado en animales. India, Israel, Noruega o Suiza han aprobado leyes similares, mientras que EE.UU. y Japón aún permiten estas pruebas.

Es destacable el caso de China, que tradicionalmente ha obligado a que todo cosmético a la venta en el país haya sido ensayado en animales, lo que ha llevado a numerosas compañías del sector a continuar empleando estas prácticas para tener acceso al mercado chino. Desde 2014, China ha comenzado a variar de rumbo introduciendo ciertas exenciones, pero los ensayos en animales aún son obligatorios para los cosméticos fabricados en otros países que se vendan en los comercios físicos chinos.

¿Es posible prescindir de la experimentación animal?

En 1959 el zoólogo William M. S. Russell y el microbiólogo Rex L. Burch introdujeron el concepto de las tres R (3R): Reemplazamiento, Reducción y Refinamiento, los principios que tratan de guiar el rumbo ético de la experimentación con animales hasta una eventual desaparición. La legislación actual de muchos países en materia de experimentación animal incluye referencias a las 3R como el horizonte a perseguir. Por ejemplo, en la UE se han establecido laboratorios de referencia para la investigación de alternativas.

La normativa de la UE prohibe la comercialización de productos cosméticos que se hayan probado en animales. Fuente: Pxhere

En el caso de los cosméticos, los ensayos en animales se han reemplazado por pruebas con cultivos celulares, piel humana artificial y modelos de órganos. En la investigación científica se busca el uso de sistemas in vitro, biochips y modelos matemáticos de simulación. Muchos científicos apoyan la vía 3R, pero consideran que “no es realista esperar que esto sea posible en cada área de la investigación científica en el futuro inmediato”, según la Research Defence Society (hoy Understanding Animal Research). Una encuesta de 2015 del Pew Research Center en EEUU revelaba que el 89% de los científicos están a favor de la experimentación con animales por considerarla aún irreemplazable.

Quizá el ejemplo más obvio de ello sean los ensayos preclínicos de medicamentos, donde se prueban los fármacos en animales antes de comenzar los estudios en pacientes. Hoy es aún imposible disponer de sistemas in vitro o modelos computacionales capaces de simular toda la complejidad de un organismo y todos los efectos potenciales de un un nuevo fármaco.

Javier Yanes

@yanes68

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