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07 diciembre 2022

¿Cómo eran los neandertales y por qué se extinguieron?

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La civilización terrestre se ha desarrollado con sólo una especie humana. Pero podía haber sido de otro modo. Aún no es un caso cerrado cuántas especies de nuestro género han existido; actualmente la cuenta va por diez u once, si incluimos a los recientemente descritos Homo longi y Homo daliensis, aún no aceptados por toda la comunidad científica. Pero sabemos que hasta hace unos 40.000 años, un parpadeo en tiempo geológico, al menos otro pariente próximo compartía este planeta con nosotros. Eran los neandertales, nativos euroasiáticos hoy resarcidos de su imagen de brutos gracias a los hallazgos científicos, que los han redescubierto como una especie muy parecida a la nuestra en múltiples aspectos. Pero hay algo que seguimos sin saber sobre ellos, y es por qué ya no están con nosotros. Del cómo eran podría depender el por qué se extinguieron, y es por ello que el conocimiento que nos brindan las nuevas tecnologías es tan relevante para desvelar este capítulo de nuestro pasado común.

Conocemos a los neandertales desde el siglo XIX. Durante décadas pasaron por ser una especie primitiva, justamente extinguida frente a la superioridad intelectual de los sapiens. Fue por aquella época cuando el anatomista alemán Gustav Schwalbe introdujo una visión lineal de la evolución humana: el Pithecanthropus erectus (hoy Homo erectus) descubierto en Java por Eugène Dubois habría evolucionado hacia el neandertal u Homo primigenius, y este a su vez a los humanos modernos. Esta idea de una evolución lineal quedaría después representada en el famoso dibujo de la “marcha del progreso”, erróneo pero aún muy popular hoy. La prensa de la época llegaba a retratar a los neandertales como bestias que andaban a cuatro patas y que carecían de la capacidad de sonreír. Los signos de canibalismo hallados en 1899 en Krapina (Croacia) una hipótesis discutida— afianzaron su imagen de bárbaros salvajes.

Dos reconstrucciones del hombre neandertal. Crédito: Biblioteca del Congreso / Wikimedia Commons.

Pero desde los primeros hallazgos de restos neandertales, la linealidad propuesta por Schwalbe fue discutida: otros científicos no veían en el neandertal un ancestro de los humanos modernos, sino una línea paralela. Con el paso del tiempo, las pruebas y los análisis dieron la razón a esta segunda opción: los linajes que darían lugar respectivamente a los neandertales y los sapiens separaron sus destinos evolutivos hace más de 800.000 años, y también sus dominios geográficos: nuestros orígenes están en África, mientras que los neandertales son los auténticos nativos euroasiáticos.

Al mismo tiempo, las excavaciones han ido desenterrando muchas pruebas que han lavado la cara al pueblo neandertal. Como nosotros, fabricaban herramientas, se vestían, controlaban el fuego y enterraban a sus muertos. Es posible que hicieran música. Compartían con nosotros ciertas mutaciones en el gen FOXP2, implicado en el lenguaje, aunque la posibilidad de que hablaran como nosotros depende de otros rasgos y aún es objeto de estudio. Grababan en las paredes de las cuevas europeas 20.000 años antes de que los humanos modernos llegáramos a este continente. Y en cuanto al canibalismo, hoy confirmado, parece que podía tener un propósito más ritual que alimenticio, como hemos hecho los sapiens en muchas culturas. Y  que también algunos neandertales fueran devorados por nuestros antepasados.

Pero incluso si esto último es cierto, no significa que nos comiéramos a los neandertales hasta extinguirlos. La aniquilación de nuestros parientes europeos aún no tiene una explicación clara: si eran tan semejantes a nosotros, ¿por qué desaparecieron? Dado que neandertales y sapiens coincidieron en Europa durante unos miles de años tras la llegada de los segundos desde África —entre 3.000 y 5.000 años, aunque investigaciones recientes elevan la cifra hasta quizá 8.000 o incluso más de 10.000 años—, la hipótesis tradicional asumía que en la competencia por los recursos sólo pudo quedar una especie humana; los neandertales resultaron perdedores, bien por conflicto directo o quizá por un cambio climático que les afectó en mayor medida por su dieta más restringida y sus mayores necesidades energéticas.

La capacidad de organización pudo ser clave

En años recientes ha venido a sumarse una nueva teoría que relaciona el declive de los neandertales con sus características propias que los diferenciaban de los humanos modernos. Varios indicios, tanto anatómicos como arqueológicos, apuntan a la posibilidad de que los neandertales tuvieran menor capacidad de organización social que los sapiens, lo que los habría hecho más vulnerables en tiempos de escasez. En 2014, un análisis de genomas neandertales dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y publicado en la revista PNAS reveló que nuestros parientes tenían una baja diversidad genética y que vivían en grupos pequeños y aislados. En comparación con los sapiens, los neandertales poseían menor variedad en ciertos genes relacionados con el comportamiento, en concreto con rasgos como la hiperactividad y la agresividad. Esta posibilidad de conocer mejor una especie ya extinguida a través del ADN hallado en los restos se ha hecho realidad en las últimas décadas gracias al desarrollo de la paleogenómica, una nueva tecnología cuyo principal impulsor, el sueco Svante Pääbo, ha merecido en 2022 el primer Nobel de Fisiología o Medicina otorgado al estudio de la evolución humana.   

¿Podrían estas diferencias genéticas explicar un distinto comportamiento que hubiera perjudicado la supervivencia de los neandertales? El coautor principal del estudio, Sergi Castellano, se muestra rotundamente cauto: “Desconocemos el efecto fenotípico de estas variantes genéticas, así que no apoyan ninguna teoría ligada al comportamiento”, dice a OpenMind. La dificultad, agrega, estriba en inferir rasgos de conducta a partir de los genes. Según el investigador, actualmente se trabaja en esta línea introduciendo las variantes de neandertales y sapiens por separado en ratones, “pero se necesitan años de experimentos” para llegar a alguna conclusión, subraya.

Indicios anatómicos y arqueológicos apuntan a que los neandertales tuvieron menor capacidad de organización social que los sapiens, haciéndolos más vulnerable. Crédito: Paul Hudson.

Sin embargo, hay alguien que ha tratado de avanzar en esta vía utilizando el enfoque de la psicología evolutiva. Glenn Geher, de la Universidad Estatal de Nueva York en New Paltz, se basó en el hecho establecido de que la mayoría de los humanos actuales, exceptuando a los de origen africano, conservamos en nuestro genoma en torno a un 2% de ADN neandertal, fruto de los antiguos cruces entre ambas especies que se produjeron durante largo tiempo y hasta casi la extinción de los neandertales. Geher reclutó voluntarios dispuestos a aportar un análisis genético de su “neandertalidad” y los sometió a un amplio test de comportamiento y personalidad. Utilizando la metodología clásica en psicología, el investigador correlacionó después la mayor o menor presencia de variantes neandertales con rasgos de conducta.

Utilizando este enfoque, Geher encontró una correlación “pequeña pero estadísticamente significativa” entre porcentaje de genes neandertales y facetas de la personalidad, según expuso a OpenMind. Y curiosamente, los resultados fueron “consistentes con este tema básico sobre la sociabilidad de los neandertales”. En concreto, el psicólogo observó que los individuos con mayor grado de “neandertalidad” genómica sienten aversión hacia los extraños y tienen mayor tendencia al nerviosismo y a la ansiedad, rasgos posiblemente relacionados con una menor sociabilidad. Según Geher, su estudio puede abrir “una nueva vía para explorar la naturaleza de nuestros primos ancestrales, así como las razones de su desaparición”.

Sin pruebas concluyentes

A la hipótesis de la socialización aún le queda mucho camino por recorrer, si es que antes no llegan nuevas pruebas que la invaliden. Pero la capacidad social de los neandertales ha continuado siendo motivo de estudio y debate. En 2016 investigadores franceses y belgas publicaban en la revista Nature el hallazgo en la cueva de Bruniquel, al suroeste de Francia, de un conjunto de grandes círculos construidos con pedazos de estalagmitas. Con unos 176.000 años de edad, estos anillos de piedra atribuidos a los neandertales se cuentan entre los ejemplos más antiguos de construcción humana. Los autores del estudio escribían: “Nuestros resultados sugieren que el grupo neandertal responsable de estas construcciones tenía un nivel de organización social más complejo que lo asumido hasta ahora para esta especie”.

El coautor principal del estudio, Jacques Jaubert, de la Universidad de Burdeos (Francia), señalaba a OpenMind que en su opinión no hay motivo para imaginar grandes diferencias en el modo de vida entre los neandertales y los humanos modernos que vivieron en el mismo período, aunque ambos grupos cambiaran a lo largo del tiempo. En cualquier caso, Jaubert subrayaba que los círculos de Bruniquel, construidos 120.000 años antes de la extinción de los neandertales, son demasiado antiguos como para arrojar alguna luz sobre la cuestión.

En comparación con los sapiens, los neandertales poseían menor variedad en ciertos genes relacionados con el comportamiento, como la hiperactividad y la agresividad. Crédito: Rafael Medina
En comparación con los sapiens, los neandertales poseían menor variedad en ciertos genes relacionados con el comportamiento, como la hiperactividad y la agresividad. Crédito: Rafael Medina

Otros indicios a favor de una organización social algo compleja han llegado también de la paleogenómica. En 2022 un estudio genético de 13 genomas neandertales determinó que los individuos emparentados entre sí formaban comunidades, como era de esperar, pero también que probablemente las mujeres jóvenes emigraban a otros grupos para fundar su propia familia. Esta costumbre podía tener por objeto evitar la consanguineidad, pero en cualquier caso revela un cierto nivel de estructura social.

Otras pistas sobre el posible comportamiento de los neandertales han llegado de una tecnología aún más novedosa que la paleogenómica: los organoides cerebrales, diminutos grupos de neuronas creados en cultivo a partir de células madre que tratan de replicar el desarrollo básico del cerebro. El uso de nuevas herramientas de corta-pega genético como CRISPR ha permitido a los investigadores crear minicerebros con genes neandertales y observar en qué se diferencian de los hechos a semejanza de los humanos modernos. 

La presencia neandertal en nuestro genoma

Los resultados son interesantes: la versión neandertal de un gen llamado TKTL1 reduce la producción de neuronas. Cuando los científicos introdujeron esta variante genética en ratones y hurones, observaron que la disminución neuronal afecta sobre todo al neocórtex frontal, una región cerebral implicada en procesos cognitivos superiores. En otro estudio, las versiones neandertales de ciertas proteínas implicadas en la división celular funcionan peor que las de los humanos modernos, lo que resulta en más errores en la creación de neuronas. Estos enfoques experimentales apuntan a que tal vez los neandertales no llegaban a alcanzar la sofisticación cognitiva del cerebro de los sapiens.

BBVA-OpenMind-Yanes-como eran neandertales y extincion_4 Los estudios han mostrado que la presencia neandertal en nuestro genoma ha disminuido a lo largo del tiempo, desde un 10% hace 45.000 años hasta el 2% actual. Crédito: Smithsonian Institution
Los estudios han mostrado que la presencia neandertal en nuestro genoma ha disminuido a lo largo del tiempo, desde un 10% hace 45.000 años hasta el 2% actual. Crédito: Smithsonian Institution

Por otra parte, ciertos estudios han mostrado que la presencia neandertal en nuestro genoma ha disminuido a lo largo del tiempo, desde un 10% hace 45.000 años hasta el 2% actual. Parece que nuestro genoma ha ido desprendiéndose de cierta herencia genética neandertal. Y aunque aún es una incógnita si esto podría haber mejorado nuestra capacidad cognitiva, al menos sí parece haberse relacionado con una mayor carga de algunas dolencias en nuestros parientes extintos. La posibilidad de que las enfermedades tuvieran un papel en la extinción de los neandertales se deriva también de la hipótesis según la cual quizá los sapiens nos adaptamos mejor a las infecciones que ellos padecían, mientras que ellos sucumbían a las nuestras.  ¿Competencia? ¿Menores capacidades sociales o intelectuales? ¿Cambios climáticos? ¿Enfermedades? ¿Tal vez un armamento peor que el nuestro, como sugieren algunos estudios? ¿O un poco de todo ello? “Ciertamente, no hay una única razón que causó la extinción de los neandertales”, concluye Jaubert. Nada parece indicar que este misterio prehistórico vaya a resolverse pronto. Sin embargo, para Geher hay otra interpretación del asunto. Y es que, dado que miles de millones de humanos llevamos herencia neandertal latiendo en nuestros genes, en cierto modo aún están presentes, lo que lleva al psicólogo a parafrasear a Mark Twain: “Yo diría que la noticia de la extinción de los neandertales ha sido tremendamente exagerada”.

Javier Yanes para Ventana al Conocimiento
@yanes68

 

Nota del editor: artículo actualizado el 7 de diciembre por el autor
 

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