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23 enero 2018

Los mitos griegos en la ciencia: Escila y Caribdis

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Como es ampliamente conocido, los mitos griegos y por extensión los romanos han tenido gran influencia sobre muchos aspectos de la cultura occidental que van desde la literatura a la cinematografía, pasando por diversas artes y ciencias. Pero también se puede tener la idea de que estos mitos ya están “muertos”. Sin embargo, en nuestros días algunos de estos mitos aún perviven donde quizás menos se puede pensar: en la ciencia. Y uno de estos mitos es el de Escila y Caribdis, cuya estela sigue apareciendo en diversos campos de la Biología, como la Taxonomía, la Genética o la Bioquímica, y en otros ámbitos como la Geografía o la Astronomía.

El mito de Escila y Caribdis

El mito tal como aparece en la Odisea de Homero describe la existencia en una zona de un mar con un canal, en el que en un lado existe un monstruo, Escila, con torso de mujer y cola de pez del que surgen seis perros, cada uno con dos patas finalizados en cabezas con tres filas de dientes que atacan ferozmente a los barcos que pasan por su lado del estrecho. Y en el otro lado del canal se forma un remolino, Caribdis, que de forma periódica-tres veces al día-atrapa los barcos que pasan por su lado y al cabo los devuelve destrozados. Y como el canal es muy estrecho, al pasar los barcos corren un gran peligro, pues si no caen en las garras de Escila lo hacen en las olas de Caribdis. De hecho, en su viaje de vuelta a casa que se narra en la Odisea, y por consejo de la diosa Circe, Ulises pasó por el lado de Escila pues así perdía “sólo” seis marineros pero no perdía todo el barco.

Odiseo frente a Scylla y Charybdis Imagen: Proyecto Yorck: 10.000 Meisterwerke der Malerei.

Este mito ha aparecido en numerosas obras literarias-desde Homero, Ovidio y Virgilio a Manzoni y James Joyce -y artísticas, por ejemplo en pinturas, cerámicas, fuentes, esculturas, monedas…E incluso, se ha establecido en el lenguaje periodístico, médico, legal etc. para calificar situaciones muy peligrosas, pues aparentemente para salir de ellas sólo hay dos salidas, pero las dos son malas. Y en el lenguaje vulgar, el proverbio que invoca este mito significa estar entre “espada y la pared”.

El mito de “carne y hueso”

Como ha pasado con otros mitos, a lo largo de la historia se han tratado de buscar las posibles situaciones reales en las que pudiera estar más o menos basado dicho mito. En este caso, lo que más se ha defendido desde el punto de vista geográfico es que el mito pudiera estar de alguna manera relacionado con lo que ocurre en el estrecho de Mesina, que separa Sicilia de Italia, y que en su parte más estrecha no llega a los 3 kilómetros. De hecho, en la parte continental del estrecho, en Calabria, hay una ciudad de nombre Scilla con un gran acantilado en cuya base supuestamente se defiende que pudo estar la cueva en la que se alojaba el monstruo. Y enfrente de ella, en la parte insular, en la esquina noroeste de Sicilia, hay un cabo-Cabo Peloro– frente al cual se forma un remolino que incluso ha figurado en las cartas marinas como Caribdis. Pero, por supuesto, no se han encontrado restos de Escila-los griegos sí conocían, por ejemplo, casos de reptiles e incluso mamíferos con dos cabezas. Y el posible remolino, por lo menos en la actualidad, no es tan grande como para “absorber” barcos.

Estrecho de Messina visto desde un satélite /Wikimedia

Plantas y animales

Por otro lado, en Biología los nombres de este mito se han utilizado con profusión desde que Linneo en el siglo XVIII comenzara a poner nombres científicos a las plantas y animales. El propio Linneo nombró en 1753 como Scilla maritima a una planta liliácea con grandes bulbos muy extendida por todo el Mediterráneo, que desde la antigüedad se denominaba así: Scilla, Squila…, y cuyo nombre vulgar en castellano es cebolla albarrana. Posteriormente, con todos los cambios que está experimentado la taxonomía en general y en particular la de las plantas “liliáceas”, esta especie ha pasado por los géneros Urginea y Drimia y ,finalmente y muy recientemente, 1998, ha llegado al otro” extremo” de Scilla, pues se ha descrito como Charybdis maritima. En cambio, Linneo no utilizó los nombres de los dos monstruos para nombrar especies animales. Pero en el grupo de los “cangrejos” que él incluyó en un género muy amplio llamado Cancer posteriormente se han separado varios géneros, uno de ellos Scilla y otro Charybdis.

Carl von Linné 1707–1778 / Imagen: Nationalmuseum press photo, recortada y con colores ligeramente ajustados.

Genes y mutaciones

Otro campo de la Biología en el que se utilizan los nombres míticos es el de los genes y sus mutaciones. En concreto, en una de la especies más estudiadas por la Genética-la mosca del vinagre Drosophila-algunos genes se han denominado con nombres míticos, como Ariadna o Medea. Y precisamente en esta especie se han descrito recientemente dos genes, scilla y charybde (sic), que intervienen entre otras cosas en el desarrollo embrionario de la mosca. Lo curioso es que posteriormente se ha comprobado que de estos dos genes existe un homólogo en el genoma humano, el gen RTP801, que, también entre otros aspectos, interviene en el desarrollo en la neurogénesis cortical y en la migración de las neuronas (1).

Fuera del cuerpo humano, este mito también ha llegado a regiones geográficas muy lejanas de donde nació. Así, hay glaciares y cascadas en la Antártida y Canadá, o montes en Nueva Zelanda que llevan el nombre de Charybdis. Y también en este caso junto a otro monte llamado Scilla muy próximo; o bancos de arena en las costas de Filipinas como el conocido como ”Charybdis shoal” por el servicio marítimo norteamericano.

Principios naturales relacionados con el mito

Desde la antigüedad, la planta Scilla-Urginea-Drimia-Charybdis maritima ha tenido diversos usos que van desde la medicina tradicional como diurético, emético, expectorante, estabilizador de problemas cardiacos etc., hasta su uso para prácticas rituales, pasando por su utilización como insecticida y raticida. En la actualidad se están encontrando los principios naturales en los que pueden estar basadas estas históricas utilidades.

Drimia maritima Franz Eugen Köhler, Köhler’s Medizinal-Pflanzen (Imagen izquierda) / Urginea maritima (Imagen derecha: שומבלע)

Concretamente, en Ch. maritima desde hace unos años se están caracterizando toda una plétora de principios activos como alcaloides, glicósidos, sesquiterpenos, homoisoflavonoides, bufadienolides  etc. Algunos de ellos son específicos de estas plantas y por ello reciben nombres como escillerenos, escillirósidos, urginerósidos etc. Y de algunos de ellos se está investigando y comenzando a constatar su actividad como cardiotónicos, antimicrobianos, citotóxicos, antiinflamatorios etc.

Siguiendo este camino “bioquímico”,  en 2006 se ha encontrado que en los bulbos de Charybdis maritima existe una proteína llamada precisamente caribdina que es una proteína inactivadora de los ribosomas (2). En relación con este tipo de proteínas, que sólo existen en algunas plantas además de en  algunas bacterias y hongos,  en la actualidad se está desarrollando una intensa investigación para utilizarlas como inmunotoxinas en la lucha contra el cáncer, pues parecen actuar más sobre células cancerosas que sobre las células normales. De hecho, aunque la caribdina no parece ser muy activa como inactivadora de los ribosomas, sí se está comenzando a comercializar un anticuerpo recombinante basado en esta proteína aunque, de momento, sólo para su utilización en investigación.

Siguiendo la pista de la caribdina en el año 2016 se ha podido constatar por primera vez que en la antigüedad se utilizaban los bulbos de Charybdis marítima en prácticas funerarias. Así se ha visto en un enterramiento de Oriente Medio de más de 7.000 años, que tanto  los enterrados como los ajuares funerarios estaban ”embardunados” con una pasta que además de sangre bovina llevaba colágenos, resinas  y proteínas vegetales entre las cuales destacaba sobre todo la caribdina (3).

Conclusión

Todo ello demuestra que por lo menos en el caso de Escila y Caribdis, los mitos griegos siguen dejando huella en la ciencia. Y no es un caso único, pues no hay más que ver cómo otros mitos griegos ya mencionados como Medea o Ariadna aparecen en Biología, o cómo todo el conjunto de ellos sirve para nombrar los satélites planetarios y otros cuerpos astronómicos de nuestro sistema solar descubiertos desde hace tiempo y en la actualidad. Por cierto, hay un asteroide que forma parte del gran cinturón de asteroides existente entre Marte y Júpiter que se llama Charybdis, con lo que podemos decir que este mito ha llegado hasta las “estrellas”.

Manuel Ruiz Rejón

Doctor en Ciencias Biológicas

Bibliografía

  1. Scuderi, A. et al. 2006. scylla and charybde, homologues of the human apoptotic gene RTP801, are required for head involution in Drosophila. Biology. 291, 1:110-122
  2. Touloupakis, E. et al. 2006. Isolation, characterization, sequencing and crystal structure of charybdin, a type 1 ribosome-inactivating protein from Charybdis marítima agg. FEBS J. 2006, 273(12): 2682-92.
  3. Solazzo, C. et al. 2016. Identification of the earliest colagen and plant-based coating from Neolithic artefacts (Nahal Hemar cave, Israel). Rep.6, 31053.

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