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17 julio 2017

La tecnología sería mejor si contase más con las mujeres

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El 97% de las personas que han ganado un Nobel de ciencia en el último siglo son hombres: 18 mujeres contra 572 hombres premiados en ámbitos científicos. Otto Hahn, recibió el premio Nobel de Química por el descubrimiento sobre la fisión nuclear de su colega de laboratorio Lise Meitner. Jocelyn Bell Burnell descubrió la primera radioseñal de un púlsar que permitió —entre otras cosas— conseguir la primera evidencia indirecta de las ondas gravitacionales. El tutor de su tesis, Antony Hewish, se llevó el galardón. Estos son solo algunos de los ejemplos del sesgo de género que existe en la ciencia y en la tecnología. Este problema no es inocuo ni se limita a una falta de reconocimiento: sus consecuencias no las sufren solo aquellas profesionales que se dedican a estos campos, sino la sociedad en su conjunto.

  • Menos PIB en la Unión Europea

Un estudio publicado en 2015 en la revista PNAS aseguró que existe un sesgo que provoca que las científicas reciban menos financiación que los hombres. Otro publicado en Science demostró que la presencia femenina es menor en los campos donde se cree necesario ser brillante, algo que se asocia menos a las mujeres. Estas—y otras— circunstancias han provocado que solo el 25% de los estudiantes de carreras  técnicas sean mujeres. Un porcentaje que todavía se reduce más al considerar aquellas que se dedican profesionalmente a estos campos.

Solo el 3% de los premios Nobel en ciencia lo ganan mujeres. Crédito: U.S. Army

Ya en un informe de 2013, la Comisión Europea avisó de esta preocupante situación. En su estudio, la CE demostró que la entrada de más mujeres en los trabajos digitales haría crecer el PIB de la Unión Europea 9.000 millones de euros. Entre algunas de las soluciones que proponía estaba empoderar a las mujeres en el sector y facilitar su acceso a programas de emprendedores.

  • Menos conocimiento sobre enfermedades

La mayoría de las pruebas y estudios de investigación se han centrado en animales machos y han excluido a las hembras; incluso en algunas patologías que ocurrían con más frecuencia en mujeres que en hombres. Esto ha provocado la creación de una brecha entre la proporción de mujeres que son pacientes y la proporción de los animales hembras que se han utilizado para ensayos clínicos. La consecuencia final ha sido que se conozca mucho menos sobre las enfermedades de mujeres.

Además, como los hombres han sido utilizados durante décadas como modelo estándar para la medicina, las mujeres han llegado a ser mal diagnosticadas de patologías para las que mostraban síntomas distintos, como las enfermedades cardíacas. También se han perdido oportunidades de conocer más sobre cuestiones exclusivamente femeninas como el embarazo, la menstruación y la menopausia. En conclusión, el tratamiento médico que han recibido las mujeres ha sido durante mucho tiempo peor que el que recibían los hombres.

  • Mayores efectos secundarios en medicamentos

“Hacer mal las investigaciones cuesta dinero y vidas”, asegura Londa Schiebinger, investigadora de la Universidad de Stanford y directora de Gendered Innovations, un proyecto con el que busca explicar y concienciar sobre la repercusión de sesgo de género en las investigaciones. Schiebinger pone como ejemplo que, durante 1997 y 2000, 10 medicamentos fueron retirados del mercado en Estados Unidos por posibles efectos mortales para la salud. “Ocho de estos suponían mayores riesgos para la salud de las mujeres que para la de los hombres”, señaló en 2001 el organismo de responsabilidad del Gobierno estadounidense (GAO).

A lo largo de la historia, las mujeres también han sufrido mayores efectos secundarios en los medicamentos, desde fármacos para reducir el colesterol hasta sedantes y calmantes. La causa, en mucho casos, es que las dosis recomendadas se habían establecido a partir de estudios clínicos enfocados en su mayor parte a hombres de tamaño medio, sin tener en cuenta que el tamaño medio de las mujeres es menor, y eso puede hacer sus efectos más fuertes o prolongados.

  • Maniquís no preparados para embarazadas

Otro ejemplo de cómo el sesgo de género afecta al desarrollo de tecnologías es el cinturón de seguridad de los coches. “En ingeniería, los hombres se consideran a menudo la norma, y las mujeres (y los hombres más bajitos) son analizados a posteriori, a menudo desde la perspectiva de cuánto se desvían de la norma. Como resultado, muchos dispositivos se adaptan a las mujeres de forma reactiva”, explica Gendered Innovations en su estudio.

Los muñecos que se utilizan para estudiar el impacto de los accidentes de coche son hombres. Crédito: Byron Villegas/Flickr

Así, los muñecos que se utilizan para estudiar el impacto de los accidentes de coche son hombres tomados como modelo. Esto ha provocado que, por ejemplo hasta 1996 no se creara el primer muñeco para mujeres embarazadas diseñado para estudiar el impacto a gran velocidad sobre el feto, el útero y la placenta. El resultado de este atraso en la investigación es que los “cinturones convencionales no se ajustan a las mujeres embarazadas de forma adecuada y los accidentes de motor supone la causa principal de muerte del feto relacionado con traumatismo de la madre”, según este proyecto.

  • Menos desarrollo en empresas y en la economía

La incorporación de mujeres a posiciones directivas en una organización repercute, en el medio y largo plazo, de forma positiva sobre en las ganancias del inversorUn informe de la Comisión Europea sostiene que las organizaciones que son más inclusivas con las mujeres en la gestión “alcanzan una rentabilidad un 35% superior y un 34% más de retorno para los accionistas que otras compañías comparables”. Estas consideraciones se enmarcan dentro de algo mayor: la infrautilización de la fuerza laboral femenina es un poderoso lastre económico.

La entrada de más mujeres en los trabajos digitales haría crecer el PIB de la Unión Europea 9.000 millones de euros. Crédito: Unsplash

El Fondo Monetario Internacional sostiene que la incorporación efectiva del talento femenino al mercado laboral (cada vez más tecnológico) traería consigo un crecimiento para Estados Unidos del 5%, el 9% para Japón, el 12% en Emiratos Árabes Unidos y llegaba a alcanzar el 34% en países como Egipto.

Beatriz Guillén

@BeaGTorres

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