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13 junio 2016

La selección natural de las ideas: Requisitos e implicaciones en política, filosofía e historia

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¿Por qué algunos paradigmas e ideas perduran mientras que otros se quedan obsoletos o se rechazan?

Esta cuestión ha preocupado a políticos y filósofos durante milenios. En este artículo se plantean cuatro condiciones para la persistencia de las ideas. Se argumenta que las herramientas modernas para comprender la naturaleza humana, como las que ofrece la neurociencia, nos proporcionan información sin precedente sobre las predilecciones y las necesidades humanas. Gracias a estos resultados, podemos conceptualizar mejor por qué unas ideas progresan y otras no, y sus posibles repercusiones en las relaciones internacionales. La necesidad humana de dignidad es la base de esta explicación: ninguna idea puede avanzar si no garantiza ni protege la dignidad humana.

En 1859, Darwin presentó el concepto de selección natural en “El origen de las especies” y John Stuart Mill exploró el florecimiento de las ideas en “Sobre la libertad”. En la selección natural de Darwin, los rasgos que no contribuyen a la función del individuo desaparecen en el transcurso de las generaciones, ya que los portadores de esos rasgos carecen de la capacidad reproductiva de pasarlos a sus descendientes. Mill aplicó un argumento similar a las ideas: las buenas ideas sobrevivirían a los rigores del debate crítico, pero no había medios para descubrir qué ideas perdurarían, aparte de ponerlas a prueba. En mi intento de continuar este debate, recurro a la neurociencia. Los avances en la neurociencia y las imágenes del cerebro nos informan sobre las predilecciones subyacentes de nuestra naturaleza, que indican que es mucho más probable que elijamos y validemos unas ideas en lugar de otras. Mi trabajo es descubrir esta premisa observando cuatro requisitos previos de la selección de ideas.

Durante siglos, los filósofos han debatido si los humanos son intrínsecamente morales o inmorales. La neurociencia ofrece nuevas maneras de entender la naturaleza humana, como una tabula rasa predispuesta: los humanos no son una pizarra en blanco, sino que cuentan con instintos de supervivencia atenuados, con información de la experiencia emocional. Esto significa que el desarrollo de nuestra brújula moral se ve influido drásticamente por el entorno, el interés emocional y el valor de supervivencia.

De forma similar, la recepción y la adopción de ideas dependerá en gran medida de las condiciones socioeconómicas y culturales. Sin embargo, a pesar de estas contingencias, las ideas deben cumplir una serie de condiciones para que persistan.

Para que las ideas persistan y florezcan, deben cumplir estos requisitos previos:

1. Las ideas deben tener en cuenta los atributos emocionales, amorales y egoístas de la naturaleza humana:

Según la neurociencia, la naturaleza humana se puede describir a través del paradigma “egoísmo amoral emocional“. La evidencia muestra que los seres humanos no nacen ni morales ni inmorales, sino amorales: oscilarán entre las dos según su interés y las circunstancias en las que se encuentren. No obstante, los humanos presentan mínimamente un conjunto de instintos y una necesidad predeterminada para seguir las acciones que garantizan las máximas posibilidades de supervivencia. Estos cálculos sobre qué maximiza nuestras posibilidades de persistencia se basan en los intereses propios percibidos y, por lo tanto, influidos por la subjetividad. Además, la emocionalidad desempeña un papel fundamental en nuestros procesos de pensamiento y, cada vez más a menudo, supera a la racionalidad.

Nuestra neuroquímica compartida también nos informará sobre el tipo de ideas que tenemos más posibilidades de aceptar o descartar. Elegir ideas que establecen la base para un gobierno inclusivo, con el tiempo, garantizará una mayor sostenibilidad, mientras que cualquier idea principal que proponga la desigualdad y la discriminación está, en definitiva, condenada a quedarse obsoleta, en especial, porque el mundo está más conectado y es más interdependiente. La Primavera Árabe es un ejemplo claro de cómo un mundo de interconectividad y el aumento de la conciencia política es, en definitiva, perjudicial para los regímenes que reprimen a su población e imponen formas de control discriminatorias o permiten manipulaciones externas contrarias a las sensibilidades culturales endógenas.

2. Las ideas deben ser adaptables, plurales y sinérgicas con otras ideas:

La adaptabilidad de las ideas es fundamental para que persistan. En el contexto actual de que cada vez hay más interacción cultural e interdependencia, solo persistirán las ideas con un vigor cultural significativo. Como en la naturaleza, en la que la mayor exposición y el cruce entre especies conducen al vigor híbrido, las culturas que permanecen en completo aislamiento también se debilitan. La capacidad de adaptarse es fundamental para la durabilidad de las ideas, ya que la falta de modificación de las circunstancias que cambian rápidamente genera características no adecuadas para la persistencia. Además, hay una contribución positiva que sigue a la adaptación, cuando se mejora la capacidad inherente de adaptación de las ideas. Una agenda de aislamiento cultural o excepcionalidad arrogante es profundamente contraproducente. No tener que adaptarse es un inconveniente; esas naciones y culturas que persiguen activamente oportunidades para la adaptación y la polinización cruzada serán una fuente de ideas que persistan, lo cual generará una trayectoria sostenible para la historia.

3. Las ideas deben garantizar las necesidades de dignidad para todo:

La garantía de la dignidad individual de los humanos para todo, en todo momento y en todas las circunstancias es fundamental para las ideas y es su precursora para superar la prueba del tiempo. Utilizo la noción de dignidad que significa mucho más que simplemente lo contrario de humillación. Requiere nueve criterios de buen gobierno que son:

  • la razón
  • la seguridad
  • los derechos humanos
  • la responsabilidad
  • la transparencia
  • la justicia
  • la oportunidad
  • la innovación
  • la inclusión.

Las ideas y los sistemas de gobierno que se basen en ideas que no cumplan estos criterios no tendrán éxito a largo plazo, ya que no podrán garantizar la protección de la dignidad humana, que es fundamental para nuestra especie y nuestra vida social. Los sistemas ideológicos que priorizan la autoridad del comando central a todo lo demás, en particular, a la dignidad de los individuos, son insostenibles en última instancia. La esclavitud fue abolida por el imperio británico, en 1834, de acuerdo con una decisión previa del gobierno de 1807, que estipulaba que comprar o vender esclavos era ilegal. La esclavitud había sido una práctica muy rentable para el imperio, sin embargo, no se podía defender moralmente. Hay varios factores que llevaron a la erosión de su legitimidad y desaparición final: la revolución francesa y su inspiración de perseguir las ideas de libertad e igualdad, el apoyo de las organizaciones religiosas y las revueltas de esclavos radicales a principios del siglo XIX, como en Jamaica. Los costes de mantener esclavos llegaron a ser muy altos y sus repercusiones demasiado negativas para justificarlo.

La historia reciente está repleta de ejemplos. El sistema del apartheid, que fue un asalto brutal a la dignidad humana, se eliminó y no pudo defender su legitimidad frente a la crisis interna y la presión internacional. Los regímenes comunistas del antiguo bloque de la Unión Soviética perdieron de forma similar su atractivo popular, ya que infringieron desenfrenada y repetidamente los derechos y las libertades básicas y gobernaron mediante el terror. El efecto acumulativo de estas prácticas fue que, a pesar de los fuertes aparatos de seguridad, los regímenes comunistas no podían contener la creciente frustración y desilusión de su población.

Aunque algunas ideas que no respetan la dignidad humana puedan persistir y florecer en algunas circunstancias, creo que no serán sostenibles a largo plazo, ya que nuestro mundo globalizado está cada vez más conectado y es cada vez más interdependiente.

4. Las ideas se deben basar en el conocimiento derivado de “las mejores verdades disponibles basadas en la razón”:

La teoría del fisicalismo neurorracional (NRP) del conocimiento analiza los procesos de la formación del conocimiento, un tema de contención entre los empiristas y los racionalistas. La NRP plantea que los orígenes del conocimiento proceden de combinar la experiencia de los sentidos y la razón, los cuales están sujetos a la interpretación. Esto implica que la formación de conocimiento depende de varios factores, incluidas las hipótesis anteriores, así como la información cultural y temporal. Los humanos adquieren nuevos conocimientos basándose en lo que ya saben, en las experiencias personales y en las disposiciones particulares que se traducen en interpretaciones significativas. El conocimiento humano es personal, no universal: nuestra verdad es esencialmente indeterminada y está formada a partir de factores con restricciones contextuales (aunque no significa que no haya ningún conocimiento que trascienda el tiempo y el lugar). La teoría de NRP es relevante para la interpretación de la capacidad de persistencia de las ideas porque demuestra que las ideas que se adhieren a las fuentes de conocimiento específicas de cada contexto cultural tendrán más probabilidades de perdurar. Esas “mejores verdades disponibles basadas en la razón”, en definitiva, serán más duraderas que las ideas dogmáticas que no se pueden verificar.

Repercusiones para la filosofía, la seguridad y las relaciones internacionales:

La historia de la humanidad está repleta de ejemplos en los que las ideas no cumplían los criterios mencionados anteriormente y eran insostenibles, lo que les llevó a la obsolescencia y, en última instancia, a la extinción, a pesar de que algunas veces las dirige el poder militar, económico, intelectual y político. Algunos de los ejemplos son el colonialismo, el comunismo, el fascismo, el nazismo, los sistemas de apartheid y otras formas de totalitarismo, así como las persecuciones religiones y étnicas. Por el contrario, los sistemas de ideas, como los que se encuentran en la democracia liberal, han perdurado a pesar de las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales que aún persisten en las democracias consolidadas.

Además, descubrir los criterios para la persistencia de las ideas tiene repercusiones para nuestra comprensión de la seguridad global. Las ideas que han tenido más éxito crearán los gobiernos más estables y, a partir de ahí, las premisas para la estabilidad nacional e internacional. Por el contrario, las ideas que no encuentren aceptación en la sociedad provocarán alteraciones y crisis en el sistema internacional.

No todas las ideas “inmorales” han desaparecido. No obstante, la prueba de la historia ha eliminado esas ideas que atacan a la dignidad humana y, actualmente, su aceptación normativa se ha erradicado en todo el mundo. Todavía nos enfrentamos a formas de desigualdades, con perfiles raciales y étnicos, e ideas que sostienen la superioridad de un grupo frente a otro, pero no encuentran una amplia resonancia y, además, se ha establecido un sistema complejo de normas e instituciones para hacerles frente.

A largo plazo, las ideas perduran si son un modelo de “historia sostenible“, que defiende la dignidad humana como el requisito más importante para un buen gobierno. Las variaciones de las nociones de dignidad de todas las culturas son ineludibles, pero la búsqueda de la dignidad y una vida digna trasciende todas las culturas.

Nayef Al-Rodhan

El profesor Nayef Al-Rodhan (@SustainHistory) es miembro honorario del Antony’s College de la Universidad de Oxford e investigador superior y director del Programa de Geopolítica y Futuro Global del Centro de Ginebra para la Política de Seguridad. Autor de “Historia sostenible” y “Dignidad del hombre”. A Philosophy of History and Civilisational Triumph (Berlín: LIT, 2009).

Pincha aquí para acceder a la publicación original de este artículo en inglés.

 

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