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28 enero 2013

La huella urbana – parte I

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Las ciudades son organismos vivos, seres sociales compuestos por un sumatorio de individuos en continua interrelación; constituyen uno de los más complejos sistemas que haya creado el hombre desde el punto de vista de lo intangible, y en este plano acogen las interacciones humanas más intensas (económicas, culturales, jurídicas), pero a la vez, en el plano físico, se hallan vertebradas por un conjunto de redes de infraestructuras que resuelven nuestras necesidades materiales.

En ambos planos los termiteros humanos actuales han multiplicado su complejidad respecto a los del pasado y, precisamente por eso, han ganado también fragilidad.

Por otro lado, la ciudad es también el principio definitorio de civilización. En ella todo ocurre y todo surge: los descubrimientos científicos y técnicos, el arte, la innovación productiva… todos los procesos que se basan en las complejas redes de relaciones en permanente comunicación y enriquecimiento mutuo como son las universidades, los foros de debate, sedes de congresos, etc. La gran ciudad es, en su aspecto más positivo, el mejor medio de cultivo de las clases creativas de toda sociedad y, sin embargo, también representa al mismo tiempo un agujero negro que engulle a la población joven de las provincias y el medio rural de su entorno. Es en este entorno donde la subsistencia tiene lugar en un mayor equilibrio con el medio y, a menudo, con unos mejores índices de calidad de vida, lo que en cualquier caso no impide que el flujo migratorio sea imparable. Así, la ciudad se constituye como una fuente que mana ideas, como un lugar de oportunidades, pero −esta es la faceta negativa− también como aglomeración de masas que han de ser alimentadas y mantenidas de manera asistida a costa de su entorno.

Mirando hacia el futuro próximo podemos ver en qué medida las ciudades crecerán:

▫    En el corto plazo Naciones Unidas pronostica que el número de grandes conurbaciones con más de 10 millones de habitantes pase de 23 a 37, y no sólo aumentará su número, sino también su tamaño medio.

▫   En el medio plazo la población urbana se duplicará, pasando en poco más de una generación de los 3.500 millones de personas actuales (50% del total) a casi 7.000 millones (75% del total). Son magnitudes difícilmente asimilables.

Fuente: Naciones Unidas
Fuente: Naciones Unidas

 

Este crecimiento poblacional tendrá lugar ante todo −y esto es crucial− en el mundo en desarrollo. Para asumir el “estallido de la bomba P” las ciudades actuales tendrán que expandirse por sus cuatro costados, pero también en vertical, manejando adecuadamente una variable crucial: la densidad urbana.

En la entrada Densidades de mi blog personal recopilé información sobre el amplio espectro de compacidad que alcanzan los asentamientos humanos, encontrando extremos aberrantes, como los de ciertos suburbios de Bangladesh, la India o África algunos superando los 100.000 hab/km², algo casi increíble teniendo en cuenta que sus edificaciones rara vez superan las 3-4 alturas.

Yéndonos al otro extremo, resultan igualmente alarmantes las bajas densidades de muchos suburbios norteamericanos, a menudo de apenas unos 1.000 hab/km², que hacen insostenible el suministro de servicios urbanos e inviable un adecuado sistema de transporte público o una recogida eficiente de residuos.

Hago referencia a estos ejemplos porque me gusta ilustrar siempre las grandes cifras con ejemplos que nos permitan hacernos una buena idea de lo que encierran. Para ello es necesario intentar responder a algunas cuestiones básicas:

¿Cuánto ocupan nuestras ciudades en la actualidad?, ¿cuánto terreno no urbano tienen a su servicio?, ¿cuáles son los límites al crecimiento si queremos preservar virgen una cantidad de terreno suficiente como reserva de biodiversidad?

Como primera aproximación imaginemos concentrada a la población urbana, esos 3.500 millones de personas, en una única ciudad con la densidad de Manhattan o Benidorm. Vemos que esta única megaciudad ocuparía en la actualidad algo menos que la superficie de Andalucía y, que aunque duplicase su superficie en 2050, seguiría suponiendo un bajo porcentaje de la superficie total disponible.

 

Fuente: Wikicommons y Juan Murillo

Si por otro lado hacemos este ejercicio tomando una densidad menor, como la de Buenos Aires, tendríamos que esta única megaciudad abarcaría hoy la mitad de la península Ibérica, y prácticamente la colmataría en 2050.

población buenos aires
Fuente: rickh170 y Juan Murillo

 

 

Pero para saber cuánto ocupan realmente nuestras ciudades hemos de pasar de las hipótesis a la realidad. Según recogía la FAO en uno de sus últimos informes sobre el estado de los recursos de suelo, actualmente se encontrarían urbanizados unos 1,52 millones de km², superficie equivalente a la de países como Mongolia o Irán, lo que supone un 1,17% de los 130 millones de km² de tierra emergida, (descontadas Groenlandia y la Antártida). De este modo, la densidad media real de las ciudades en el mundo se situaría en torno a los 2.300 habitantes/km², correspondiente a un tipo de urbanización muy dispersa y derrochadora de suelo, y bastante inferior a la de las urbes compactas que hemos utilizado en las hipótesis anteriores.

Juan Murillo
Fuente: Juan Murillo

Si en 2050 esta cifra se duplicara de acuerdo a este patrón, se encontrará urbanizada una superficie unos 3 millones de km², equivalente a la de Argentina o la India.

Ocupación urbana - OpenMind-Fuente: Google Maps y Juan Murillo
Fuente: Google Maps y Juan Murillo

Además, en este mismo desglose apreciamos cómo cada hectárea de suelo urbano tiene a su servicio 10 hectáreas de suelo cultivado, y ello a pesar de que, gracias a la denominada revolución verde, la ratio de superficie cultivada por persona ha podido pasar de 0,45 ha/hab a 0,22 ha/hab en los últimos 50 años.

En definitiva, es bien conocida la cuantificación de la huella global de la humanidad, de 1,6 planetas. ¿Qué parte corresponde a las ciudades?, ¿qué recorrido hay para reducir nuestro impacto global interviniendo sobre el  metabolismo urbano y mejorándolo?, trataremos de abordar esta cuestión en un próximo artículo.

 Aquí puedes leer la  segunda parte de ‘La huella urbana’

Juan Murillo

Urbanista y manager de Big Data, BBVA Innovation Center, Madrid (España)

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