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13 abril 2018

Hacia el fin del plástico

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Sobre las escaleras del colegio bilingüe de Draschestrasse, en Viena, cuelga una impresionante ballena de cinco metros fabricada con residuos de plástico. La escultura, obra de un grupo de alumnos de 12 años, bajo la dirección de su profesor de arte, sirve como símbolo para llamar la atención sobre los plásticos que contaminan los océanos de la Tierra a razón de más de ocho millones de toneladas al año, según datos de Plastic Oceans Foundation. En los mares flotan unas 269.000 toneladas de basura, en su mayoría plásticos, que infinidad de criaturas marinas ingieren, según una reciente revisión, en forma de cientos o miles de fragmentos al día.

El pasado marzo, un estudio descubría que la llamada mancha de basura del Pacífico —una especie de vórtice donde confluyen las corrientes marinas— acumula hasta 16 veces más residuos de plástico de lo que se estimaba hasta ahora, cubriendo una superficie que triplica la de Francia y cuyo aumento es exponencial. En mayo de 2017, medios de todo el planeta publicaban el vídeo grabado por dos investigadores en una de las islas más remotas del mundo, el atolón de Henderson en el archipiélago de Pitcairn. Lo que debería ser un paraíso tropical era un desolador vertedero donde las olas habían depositado más de 17 toneladas de basura plástica.

Residuos de plástico en el atolón Henderson, en una de las islas más remotas del mundo. Crédito: IMAS – Institute for Marine and Antarctic Studies

Con motivo de la reunión de la Asamblea del Medio Ambiente de Naciones Unidas celebrada en Nairobi (Kenia) el pasado diciembre, la directora de los programas de océanos de la ONU, Lisa Emelia Svensson, calificó la polución plástica de los océanos como una “crisis planetaria”. Según el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP), al ritmo actual de contaminación, en 2050 los océanos terrestres contendrán más plástico que peces.

La campaña CleanSeas

El problema de la contaminación plástica, gran parte de la cual acaba en los océanos, ocupa hoy, por fin, un lugar visible en la agenda internacional. Pero como señalaba el pasado febrero en la revista Nature Communications el experto de la Universidad de Tasmania Marcus Haward, “el desafío de abordar la polución plástica marina refleja la complejidad de un problema con múltiples facetas”. La cumbre de Nairobi produjo una declaración ministerial consensuada que incluye entre sus objetivos la lucha contra la contaminación plástica, pero las soluciones deben involucrar a gobiernos, industria y consumidores.

Al nivel de los gobiernos, ya son 39 las naciones adheridas a la campaña #CleanSeas de la ONU, que busca reducir la producción y el consumo de plásticos no recuperables y de un solo uso. En varios países hay restricciones en las bolsas de plástico de usar y tirar, una iniciativa a la que se unen también cadenas comerciales que fomentan las bolsas reutilizables. Sin embargo, la eficacia de estas medidas es cuestionable para algunos expertos. Como señalaba el profesor de la Universidad de Tecnología de Queensland (Australia) Gary Mortimer, las bolsas reutilizables a menudo también se tiran y solo se recicla en torno al 30%.

En varios países hay restricciones en las bolsas de plástico de usar y tirar. Crédito: dronepicr

El reciclaje es también una cuestión espinosa. Según Greenpeace, las campañas gubernamentales han logrado que en ciertas regiones europeas se recicle hasta un 80% de las botellas y envases de plástico. Sin embargo, advierten algunos expertos, el hecho de que estos plásticos se empleen para fabricar otro tipo de objetos significa que, en muchos casos, acabarán en los vertederos y de ahí gran parte irá a las vías fluviales y los mares.

A ello se une que China, primer destino mundial del plástico para reciclaje, ha aumentado recientemente sus exigencias de calidad para la importación de estos materiales, lo que obligará a muchos países a encargarse ellos mismos del reciclaje que antes derivaban.

Es posible vivir sin plástico

Por todo ello, entidades como la ONU insisten en la necesidad de atacar la raíz del problema: disminuir la producción, lo que pasa por buscar alternativas al plástico y reducir la demanda. Actualmente, cada 1,98 segundos se producen en el mundo las 17 toneladas de plástico que los investigadores encontraron en la isla Henderson. Y según un estudio de 2017, el 79% de los 6.300 millones de toneladas de plástico desechado en los últimos 60 años ha acabado en los vertederos o en la naturaleza, un volumen que podría duplicarse para mediados de siglo.

Algunas iniciativas novedosas están tratando de demostrar que es posible vivir sin plástico. El pasado febrero, un supermercado Ekoplaza en Ámsterdam (Holanda) abrió una sección con 700 productos sin plástico, reemplazando el material por vidrio, metal, cartón y sustitutos biodegradables como bioplásticos de celulosa. La cadena espera extender la iniciativa a sus 74 establecimientos a lo largo de este año. Y la aerolínea Ryanair ha adoptado el compromiso de suprimir el plástico no reciclable en todas sus operaciones para 2023, mientras otros grandes consumidores de plástico, como Coca-Cola o Starbucks, comienzan a lanzar tímidas iniciativas.

Peder Hill, profesor en la escuela vienesa de Draschestrasse, fabricó con sus alumnos una ballena de plástico, dentro del proyecto Kids Save Ocean. Crédito: “Kids Save Ocean”

Pero en la base de todo está la pieza clave: los ciudadanos, en especial los que sufrirán las consecuencias futuras de la contaminación plástica. Esta idea fue la que motivó al biólogo y surfista californiano Peder Hill, profesor en la escuela vienesa de Draschestrasse, a invitar a sus alumnos a fabricar la ballena de plástico. Pero se trata solo de la punta de un esperanzador iceberg: Hill ha creado el proyecto Kids Save Ocean con el fin de “dar a los niños de todo el mundo una voz potente sobre el medio ambiente”, señala a OpenMind.

Esa voz sonará el próximo 22 de junio, cuando Kids Save Ocean celebre la primera Cumbre Infantil de Océanos Limpios en el edificio de las Naciones Unidas en Viena. La ballena de plástico se exhibirá también en la sede austríaca de la ONU en junio, en el Día Mundial del Medio Ambiente, y a partir de 2020 se instalará en el Haus des Meeres, el acuario más grande de Austria. “Cuando se trata del medio ambiente global, los adultos toman todas las decisiones, pero son los niños quienes tendrán que vivir con las consecuencias y tienen más que perder”, apunta Hill. “Ellos miran mucho más hacia el futuro. Y merecen tener voz”.

Javier Yanes

@yanes68

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