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15 abril 2018

Grandes naufragios de la historia

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Si hay dos elementos que han fascinado desde siempre al ser humano son el cielo y los océanos. Desde las sencillas embarcaciones hechas de juncos hasta los sofisticados transatlánticos, han pasado miles de años de historia naval. Una historia naval en la que han tenido gran relevancia los naufragios, que en muchos casos han marcado el camino para los avances tecnológicos y de seguridad en los barcos.

El uso de materiales como el acero, la tecnología radar, el sistema GPS y el doble casco han evitado que se repitan catástrofes como las ocurridas el siglo pasado. Aunque la del Titanic es la más conocida, otras travesías se saldaron con cientos de muertos por una serie de infortunios que quizás hoy se hubieran podido solventar.

El incendio del General Slocum

Antes de los atentados del 11S, la tragedia que más muertes causó en la ciudad de Nueva York (EE.UU.) fue el incendio del barco de vapor General Slocum. El 15 de junio de 1904, la iglesia luterana St. Mark de Lower East Side alquiló la embarcación para navegar hasta Long Island, donde iban a celebrar su picnic anual.

Pero no llegaron a su destino. Al poco de zarpar, se originó un fuego en la sala de iluminación. El aceite de lámpara y un cargamento de heno lo avivaron rápidamente y se extendió por la madera del barco y la pintura inflamable. De las 1.388 personas que viajaban a bordo, 1.021 fallecieron ahogadas en el río o por las llamas.

La madera y la pintura inflamable que recubría al General Slocum avivaron el fuego. Crédito: The National Archives General Slocum Disaster.

La tragedia reveló las grandes carencias de la embarcación: los botes salvavidas, los chalecos y las mangueras de incendio eran inservibles, al estar podridos o defectuosos. Además, el capitán William Van Shaick no llevó el barco a la orilla en cuanto le notificaron el incendio. Decidió seguir y los vientos en contra avivaron el fuego. El barco se hundió pasto de las llamas en North Brother Island.

El capitán fue declarado culpable de negligencia criminal, al no haber contemplado simulacros de incendio ni contar con extintores en buen estado. Fue condenado a diez años de prisión, de los que cumplió algo más de tres.

La tragedia del Titanic

El Titanic quería pasar a la historia por ser el mayor barco del mundo pero lo hizo por algo mucho más trágico: chocar contra un iceberg en su viaje inaugural, cuando realizaba la ruta entre Southampton (Reino Unido) y Nueva York.

El Titanic, en el astillero antes de su botadura. Era el mayor barco de su época. Crédito: Robert John Welch.

La historia forma parte ya de la cultura popular. La noche del 14 de abril de 1912, el vigía Frederick Fleet avista un iceberg y da la voz de alarma. Para sortearlo, el primer oficial William Murdoch ordena girar todo a estribor y para la sala de máquinas, pero el casco del trasatlántico roza de forma lateral la parte sumergida del bloque de hielo. Varios compartimentos inferiores empezaron a inundarse y solo unas dos horas y media después, el buque se hundía dejando 1.514 fallecidos de las 2.223 personas que viajaban a bordo.

El accidente sirvió para que en 1914 se aprobara el primer convenio internacional para la seguridad de la vida en el mar. Entre las medidas para que no se repitieran nuevas catástrofes se habilitó una ruta más al sur que evitaba los icebergs y se contó con patrullas que advertían de la presencia de los bloques de hielo

Tras el desastre también empezaron a construirse los buques con doble casco como elemento de protección. Según apunta Chris O’Regan en el HuffPost, el Titanic pudo haber contado ya con esa tecnología, pero los constructores lo vieron como un gasto innecesario.

El bombardeo del Lusitania

La década de 1910 fue un periodo negro para la historia naval. Solo tres años después del hundimiento del Titanic, otro coloso británico, el Lusitania, fue torpedeado por el submarino alemán U20 el 7 de mayo de 1915, en plena guerra mundial.

El buque viajaba de Nueva York a Liverpool (Reino Unido) y en la costa de Irlanda fue bombardeado por el sumergible en una maniobra militar que, según muchos, aceleró la entrada de Estados Unidos a la contienda. De las 1.198 personas que perdieron la vida, 128 eran estadounidenses.

Ilustración del Lusitania durante una de sus travesías oceánicas. Crédito: Norman Wilkinson – Bonhams.

El gobierno británico costeó parte de la construcción del trasatlántico con la condición de que si fuera necesario hiciera las funciones de un crucero mercante armado. Por eso tenía un compartimento secreto para armas y municiones. Ese carácter de buque militar auxiliar fue el argumento que esgrimieron las tropas alemanas para justificar su ataque.

De hecho, como recogió el New York Times y otras investigaciones posteriores, aunque hubo dos explosiones, el submarino solo lanzó un torpedo, por lo que segunda detonación pudo deberse a la propia munición que transportaba el barco en sus bodegas.

Los arrecifes y el Príncipe de Asturias

Los icebergs no son las únicas amenazas naturales para los buques. Las tormentas y los arrecifes de coral pueden convertirse en una combinación fatal. Aunque las naves actuales van equipadas con radares, sistemas de GPS y otros instrumentos para navegar con visibilidad casi nula, hace un siglo la equipación se basaba en las cartas náuticas como elemento de orientación y el telégrafo.

El buque español Príncipe de Asturias se hundió cerca de las costas de Brasil el 5 de marzo de 1916, cuando cubría la ruta Barcelona-Buenos Aires. Lluvia, niebla, viento y un mar picado le fueron empujando hacia los arrecifes de Punta Pirabura, contra los que chocó sin poder esquivarlos. Fallecieron 457 personas de las 600 que viajaban a bordo.

El buque español Príncipe de Asturias se hundió cerca de las costas de Brasil. Crédito: Maclure, MacDonald & Co. – Glasgow

Al igual que el Titanic, aunque contaba con compartimentos estancos y doble fondo —tanques situados entre el forro exterior del casco y el tanque de carga—, no fue construido con doble casco, una barrera a lo largo de toda la eslora que protege al barco de colisiones.

El ‘Titanic’ de la armada sueca

El Vasa es el único barco del siglo XVII que ha llegado prácticamente intacto a nuestros días. Crédito: Peter Isotalo

Mucho antes de todos estos naufragios, en el siglo XVII, el rey Gustavo II Adolfo de Suecia, obstinado con dominar el mar Báltico, dio orden de construir el Vasa. Diseñado para ser el barco más formidable y poderoso del mundo, naufragó en su viaje inaugural (como el Titanic) el 10 de agosto de 1628. A algo más de media milla náutica de su punto de amarre y tan solo 15 minutos después de levar anclas, se hundió ante la mirada incrédula de los habitantes de Estocolmo, que abarrotaban el puerto de la capital sueca.

Pensado para transportar 145 marineros y 300 soldados, el Vasa alcanzaba los 63 metros de eslora y podía desplazar más de 1.200 toneladas gracias a 10 grandes velas. Inicialmente, solo iba a portar una hilera de cañones, pero el rey ordenó añadir una doble fila (en contra de la opinión de los ingenieros), hasta albergar 64 cañones de bronce. Habría que esperar casi dos siglos para que otro barco, la fragata estadounidense USS Constitution, alcanzase la misma potencia de fuego.

Esa y otras modificaciones caprichosas durante su fabricación, transformaron la que pudo ser una nave excelente en un barco muy inestable. El día de su botadura una ráfaga de viento lo escoró y el agua penetró por los huecos de la improvisada hilera de cañones: en cuestión de minutos, el Vasa se hundió a más de 30 metros de profundidad. Murieron al menos 30 de sus 200 tripulantes. Después de más de 300 años en el lecho marino, en 1961 fue reflotado tras una larga y complicada operación. Ahora está en el célebre Museo Vasa de Estocolmo, y es el único barco del siglo XVII que ha llegado prácticamente intacto a nuestros días.

Laura Chaparro

@laura_chaparro

 

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