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17 diciembre 2016

El sueño de la criogenización

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“Tengo solo 14 años y no quiero morir, pero sé que voy a hacerlo. Creo que ser criopreservada me dará la oportunidad de ser curada y despertar, incluso dentro de cientos de años”. J.S. padecía un grave cáncer terminal cuando le envío estas palabras al juez británico Peter Jackson para que el magistrado la ayudara a cumplir su deseo: ser criogenizada. La decisión afirmativa de Jackson ocupó portadas y abrió de nuevo el debate sobre esta polémica técnica, rodeada desde hace décadas de leyendas y rumores, a la que se cuestiona por tener más de ficción que de ciencia.

El protagonista de la serie de ciencia ficción Futurama se despierta después de haber estado criogenizado durante 1.000 años. Crédito: Futurama

El propósito oficial de la criogenización es congelar el cuerpo a 196 grados bajo cero, con la esperanza de que la ciencia avance lo suficiente como para encontrar un tratamiento y revivir a la persona. En la actualidad, solo hay tres compañías en el mundo (dos en Estados Unidos y otra en Moscú) que se encarguen del almacenamiento de estos cuerpos criogenizados.

Es un proceso muy delicado que se enfrenta a un obstáculo principal: las células del cuerpo humano no pueden ser congeladas (ni posteriormente descongeladas), porque la formación de cristales de hielo acabaría con ellas. “No puede funcionar. La criogenización es un método para almacenar cadáveres que es caro y dañino para el medio ambiente. Todo lo que puede pasar cuando se descongele el cuerpo es que sea un cadáver en buen estado, pero la vida no puede restaurarse”, argumenta a OpenMind Simon Woods, profesor de Medicina Ética y Bioética en la Universidad de Newcastle (Reino Unido).

Otra de las limitaciones que plantea esta técnica es la fracturación que puede producirse en las distintas partes del cuerpo cuando estas se contraen por el frío a diferentes velocidades, según explica Juan Carlos Siurana, profesor de Filosofía Moral en la Universitat de València, y director del grupo de investigación en Bioética de la misma institución. “Algunos autores piensan que el desarrollo de tecnologías reparadoras como la nanorobótica podrán restaurar el daño. O incluso creen en las posibilidades de desarrollar en el futuro impresoras en 3D de nuevos tejidos o de nuevos órganos. No será necesario siquiera desarrollar tecnologías radicalmente nuevas, sino perfeccionar las que ya existen”, sostiene a OpenMind.

Sustituir la sangre por un compuesto anticongelante

Para tratar de evitar la congelación de las células, los equipos que se encargan de esta técnica siguen un riguroso procedimiento que debe comenzar entre uno y dos minutos después de que el corazón de la persona se pare. La organización sin ánimo de lucro Cryonics UK (cuya fundadora se encuentra también criogenizada) se encarga de llevarlo a cabo en los hospitales. Lo principal es envolver el cuerpo en hielo para reducir la temperatura corporal: a unos 10 grados durante las primeras horas y hasta menos 70 grados en los siguientes tres días. Entre esos dos momentos, la sangre es reemplazada por una solución especial que supuestamente evita los coágulos y la formación de hielo dentro del cuerpo, según explican este tipo de organizaciones. El último paso es trasladar el cuerpo hasta Arizona, Michigan o Moscú, donde las compañías los mantienen congelados en cámaras con nitrógeno líquido.

En la actualidad, todo este proceso cuesta alrededor de 45.000 euros. Cryonics UK también ayuda con la financiación: “Nuestra tarea es similar a lo que podríamos llamar una ‘ambulancia al futuro’. Las posibilidades de que el tratamiento que necesitas esté disponible en el futuro son muchas. Solo necesitas estar en buenas condiciones para recibir esos avances que ha conseguido la ciencia. Ahí te ayudamos nosotros”.

Anders Sandberg, investigador del Instituto Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford considera que la criogenización se ha convertido en un área muy controvertida que se conoce mejor en la ciencia ficción que en la vida real. “Las personas que quieren ser criopreservadas son como refugiados del presente que huyen al futuro porque no pueden sobrevivir aquí. Es muy probable que no puedan lograrlo, pero sigue siendo una alternativa”, señaló el investigador al periódico británico The Guardian.

La leyenda de Walt Disney

No se conocen las cifras exactas de cuántas personas en el mundo han optado por esta opción. “Yo quiero hacerlo desde que oí la historia de que Walt Disney lo había hecho”, explicó el ciudadano británico Tom Gibson a la BBC recientemente. La del creador de dibujos animados es una de las grandes leyendas que circula sobre la criogenización; después de que el presidente de la Sociedad de Criogenización de California, Robert Nelson dijera en 1972 que Disney quería ser congelado. Sin embargo, la realidad es que fue incinerado el 17 de diciembre de 1966, dos días después de su muerte.

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Cámaras de criopreservación del Instituto de Criogenización de Michigan (EE UU). Crédito: Cryonics Institute

J.S. se convirtió en la “Paciente 143” en los tanques blancos con nitrógeno líquido del Cryonics Institute de Michigan (EE UU). Horas después de ella, entró la “Paciente 144” una millonaria de 56 años cuyo cadáver llegó en avión privado. “Esta decisión judicial solo ha servido para darle publicidad a una práctica que es demasiado cara para que la mayoría de la gente la considere como una opción seria. Si la gente tiene el dinero y se lo quiere gastar en un improbable beneficio futuro, está bien. Pero el problema es que se están dando falsas esperanza y hay gente lucrándose con ello. Cuando es altamente improbable. Yo diría imposible”, considera Woods.

Sin embargo, en la naturaleza se conoce el caso de los tardígrados, unas criaturas microscópicas que han logrado volver a la vida con todas las funciones motoras después de pasar 30 años congeladas. Además, científicos de la Universidad de Tecnología Avanzada de Arizona (EE UU) consiguieron en junio de 2015 preservar la memoria olfativa de gusanos C. elegans a los que revivieron después de haber estado criogenizados. El grupo CryoBioTech de la Universidad de Sevilla en el que trabaja Ramón Risco participó en el estudio. Este biotecnólogo no comparte la opinión negativa generalizada sobre esta técnica, por lo que decidió montar su propia empresa de criopreservación de órganos, Safe Preservation. “No podemos tomar esto como ciencia ficción. En cinco o 10 años los expertos podrán revivir a un mamífero pequeño como un ratón después de haber estado preservado en nitrógeno líquido. Me parece muy arriesgado decir que algo es imposible en ciencia o tecnología en el siglo XXI”.

Por Beatriz Guillén para Ventana al Conocimiento

@BeaGTorres

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