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14 julio 2014

El huracán Küng: un teólogo estimulante

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Hans Küng es probablemente el teólogo católico actual más conocido en todo el mundo. Nacido en 1928 en Sursee (Suiza), estudió teología y filosofía en el “Colegio Germánico y Hungárico” del Seminario Pontificio en Roma, donde fue compañero de clase de Joseph Ratzinger (más tarde Benedicto XVI). Ambos compañeros de estudios fueron innovadores y “progresistas” dentro del mundo de la Teología y, como tales, participaron en el Concilio Vaticano II en calidad de consultores o asesores, por invitación expresa del Papa Juan XXIII.

Los puntos de vista de ambos jóvenes teólogos no siempre fueron del agrado del sector conservador de la Iglesia y en 1968 el Papa Pablo VI los llamó a capítulo, pidiéndoles que moderaran sus ímpetus juveniles y se ajustaran a la línea de pensamiento tradicional y “ortodoxo”. Ratzinger acató la sugerencia y se hizo conservador. Küng, en cambio, entendió que era su obligación moral en conciencia  enseñar lo que él creía ser la verdad, mientras no se lo prohibieran expresamente. Fue y siguió siendo Catedrático de Teología Católica en la prestigiosa Universidad alemana de Tübingen (Tubinga en castellano) hasta que, en 1979, el Papa Juan Pablo II le retiró la licencia docente, manteniendo, eso sí, su condición de sacerdote católico. En otros tiempos hubiera sido declarado hereje y expulsado de la Iglesia. Sus opiniones críticas han traído siempre un aire fresco y renovador a la Teología tradicional. O más bien, un huracán.

La Universidad de Tübingen entendió injusta esta decisión y creó ex novo una Cátedra de Teología Ecuménica expresamente para Küng, que siguió enseñando hasta su jubilación en 1996, dedicado fundamentalmente al diálogo inter-cristiano e inter-religioso. La unión de las iglesias cristianas ha sido su principal preocupación.

En 1995 creó, con el apoyo financiero de un mecenas industrial,  la “Fundación para la Ética Mundial” de la que ha sido Presidente hasta 2013. La Fundación ha patrocinado conferencias en la Universidad de Tübingen en las que han participado personajes tan ilustres como Tony Blair, Mary Robinson, Kofi Annan, Horst Köhler, Jacques Rogge, Helmut Schmidt o Desmond Tutu, entre otros. Küng personalmente ha viajado por todo el mundo, dando conferencias sobre la necesidad de una ética mundial y estudiando, al mismo tiempo, las principales religiones del mundo ((Islam, Hinduismo, Budismo, Confucionismo etc.), tratando de precisar los contornos de un núcleo ético universal, que pudieran aceptar todos los pueblos. Su convicción absoluta es que no puede haber paz entre las naciones si no hay paz entre las religiones. La paz entre las religiones exige el conocimiento de unos principios éticos comunes y el respeto mutuo entre ellas, para lo cual es preciso el trato recíproco y el diálogo permanente.

En esta labor de aproximación entre las religiones, la primera tarea que salta a la vista es la unión ecuménica, es decir, la unión de todas las iglesias cristianas. El principal obstáculo para esta unión es la dogmática católica y por ello Küng, gran conocedor y especialista del tema, se esfuerza hasta los límites de lo posible en buscar interpretaciones y enfoques de los dogmas que los haga aceptables para los no-católicos. Es una misión muy difícil, casi imposible, sobre todo a la luz de los dogmas más recientes, como la declaración de la infalibilidad pontificia (1870)  o la Asunción de la Virgen a los cielos (1954). Estas son las últimas definiciones dogmáticas, promulgadas por los Papas Pio IX  y Pío XII, respectivamente. Los dogmas más antiguos son los dogmas trinitarios y los dogmas cristológicos, definidos, los primeros, en los Concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381) y , los segundos, en los Concilios de Éfeso (431) y Calcedonia (451). Estos Concilios trataron de puntualizar los detalles y características de la Trinidad, así como la naturaleza humana y divina de la figura de Jesús de Nazaret. Estas doctrinas se basan en interpretaciones filosóficas hechas por pensadores remotos, que trataron de unir ideas tomadas de las Escrituras y tradiciones judías con la filosofía helenista. El resultado es difícil de explicar y más aún de aceptar en la actualidad por otras culturas. Küng, por ello, propone remontarnos a los 300 primeros años del Cristianismo y tomar como modelo el cristianismo primitivo, pujante, fraternal y solidario, que se ha ido diluyendo en medio de posteriores teorías. Algún teólogo ha dicho que a Dios no se le explica (es incognoscible), pero por el contrario se le siente. Esto es más o menos lo que insinúa Küng en sus más de 60 libros dedicados a estos temas.

El centrar nuestra atención en el proto-cristianismo o cristianismo primitivo (el cristianismo de los Evangelios o de la Buena Nueva) haría también más fácil el diálogo con el Islam, sobre todo si los estudiosos musulmanes se fijaran más en las primeras interpretaciones del Corán. No en vano en el Corán aparecen también las figuras de María y de Jesús (tenido por un gran Profeta), así como, por supuesto, la figura de Abraham, Padre de todos los Creyentes.

El ahondar en las diferencias inter-religiosas conduce indefectiblemente a los fundamentalismos, que se basan en la interpretación literal de los respectivos textos sagrados y en el convencimiento de que “los otros”” viven en el error. De ahí el interés de Küng de encontrar una ética mundial que sea el común denominador del entendimiento entre los pueblos. Fukuyama en su libro “El fin de la Historia” predijo que habíamos llegado por fin a la solución definitiva de los problemas de la Humanidad: democracia, libertad y liberalismo económico. El panorama político internacional es muestra de su injustificado optimismo, ya que el mundo actual es un hervidero de conflictos inter-religiosos basados en los odios entre musulmanes y judíos (Israel-Palestina), entre musulmanes e hindúes (India-Pakistán), entre cristianos y musulmanes (Nigeria, Balcanes) o simplemente entre musulmanes chiitas y suníes (Irak, Bahrain, Yemen). La lista es descorazonadora. Parece cierto que la paz entre las naciones sólo será posible, cuando, antes que nada, haya paz entre las religiones.

Ramón Reis

Economista, Madrid (Spain)

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