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17 febrero 2021

Cuatro conceptos para comprender la economía circular

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El “tomar, hacer y desechar” debe terminar. A esta conclusión parecen haber llegado diversos organismos internacionales, tales como la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial o la Comisión Europa, que incluyen la evolución hacia una economía circular como una de las piezas clave para lograr un futuro sostenible.

Estos tres verbos hacen referencia a las tres fases representativas del modelo de la economía lineal en la que el mundo estaba inmerso de forma mayoritaria hasta ahora: tomar recursos, hacer productos y desechar casi todo después de su consumo. El planeta no puede soportar durante mucho más tiempo este modelo, ya que los recursos naturales se terminarán agotando. La alternativa es el paso del modelo lineal al modelo circular, que se basa en la máxima reutilización posible de todos los objetos, su reparación cuando tengan algún desperfecto y, como último recurso, su reciclaje para convertirse de nuevo en materia prima o en fuente de energía.

El concepto de economía circular se lleva trabajando desde la década de 1970 de la mano de distintos autores y escuelas de pensamiento, aunque sea ahora, muy entrado el siglo XXI, cuando parece estar en boca de todos. A continuación presentamos algunas de las escuelas de pensamiento y conceptos en los que se fundamenta

Ecología industrial

La Fundación Ellen MacArthur considera la ecología industrial como una de las escuelas de pensamiento más influyentes en la formación del modelo de economía circular. Esta corriente propone contribuir al desarrollo sostenible creando ciclos de materia prima cerrados, para minimizar lo máximo posible los desechos. 

Los teóricos de la ecología industrial calcularon el impacto ambiental que podría suponer que en las siguientes décadas, teniendo en cuenta el crecimiento exponencial de la población, todos los ciudadanos del mundo vivieran con los estándares de vida que se tienen en los países occidentales industrializados. El resultado es que no habría recursos naturales suficientes para ello, lo que evidencia lo caduco del sistema y la necesidad de repensar las formas de consumo. Esta teoría propone concebir el sistema industrial como un ecosistema que debe consumir materia prima y energía al mismo ritmo en el que la biosfera pueda reemplazarlos

Biomímesis 

Otra de las grandes inspiraciones de la economía circular es la idea de la biomímesis o biomimética. Según la definición de la revista Nature, la biomímesis es un campo interdisciplinar en el cual se aplican los principios de la ingeniería, la química y la biología a la síntesis de los materiales, sistemas o máquinas con funciones que replican las de los procesos biológicos. En otras palabras, estudia cómo el ser humano, a través de la ciencia, puede resolver problemas sirviéndose de cómo los resuelve la naturaleza como inspiración.

El pelo del oso polar es un ejemplo de inspiración para los científicos, gracias a que tiene una estructura que permite atrapar aire dentro, lo que le sirve de aislamiento térmico. Crédito: AWeith

Teniendo en cuenta que el humano es el único ser que produce basura, parece lógico buscar inspiración en la naturaleza para encontrar soluciones para transformar los procesos de producción de lo lineal a lo circular. Basado en este aprendizaje de la naturaleza, por ejemplo, han nacido materiales como el plástico biodegradable.

Cuna a cuna

Un concepto más que cimienta la economía circular, “de la cuna a la cuna”, se acuñó en los años 70 por el arquitecto suizo Walter R. Stahel. Se refiere a la necesidad de utilizar materiales durables en el tiempo que no terminen desechados cuando acabe su uso, sino que puedan reutilizarse íntegramente para algo nuevo una vez acabada la función para la que habían sido diseñados. 

El término, popularizado años después, aboga por la necesidad de replantear el diseño de productos para que esta reutilización sea posible. La optimización de los productos en el mercado debe comenzar con la optimización de los componentes o los materiales que los forman. 

Ciclos técnicos y biológicos

La Fundación Ellen MacArthur diferencia entre dos tipos de ciclos que deberían existir en la economía circular, biológicos y técnicos, en función del tipo de material que regeneran, vivos o materiales. 

En los ciclos biológicos, alimentos y otros materiales de base biológica, como pueden ser el algodón y la madera, deberían ser diseñados para regresar al sistema mediante procesos de compostaje y de digestión anaerobia. Por su parte, los ciclos técnicos recuperarían materiales y componentes mediante la reparación, la remanufactura o el reciclaje como última opción.

 

Sara González para OpenMind

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