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13 septiembre 2017

Dr. Instagram: ¿pueden las ‘apps’ y redes sociales convertirse en los nuevos consultorios médicos?

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Desde su exitosa irrupción en el año 2010, las aplicaciones móviles han modificado nuestra forma de interactuar y relacionarnos con el mundo. Ya no preguntamos a nadie para encontrar una dirección, no llamamos por teléfono para quedar con los amigos, ni guardamos las fotos de nuestros viajes en un álbum. Todo esto lo resolvemos ahora con las apps. Y con la aparición de aplicaciones capaces de analizar e interpretar contenidos y fotografías, nuestra forma de relacionarnos con la medicina también comienza a cambiar. Empezamos a buscar consejos, pautas clínicas e incluso diagnósticos fuera de la consulta médica y dentro de nuestro smartphone.

Researchers from Vermont and Harvard found that people with depression upload more blue, grey, and dark pictures. Credit: PublicDomainPictures

Recientemente, investigadores de Vermont y Harvard han publicado los resultados de un estudio en el que se ensayaba con un algoritmo —un software— que procesaba las fotografías de Instagram para detectar indicios y alertar de un posible trastorno de depresión del usuario. Tal y como lo explica Chris Dantforth, codirector del Laboratorio Computacional de la Universidad de Vermont y principal responsable de la investigación, “descubrimos que los participantes con un diagnóstico de depresión subían fotos más azules, grises y oscuras y con menos rostros que las que cuelgan los sujetos no deprimidos. Pero lo más trascendente es que estos resultados se alcanzaron antes de que los pacientes fuesen diagnosticados. Y no sólo eso, sino que el programa obtuvo un porcentaje de éxito del 70% frente al 42% de promedio de acierto en el diagnóstico en las consultas médicas.

Pocos meses antes, un equipo de la universidad de Stanford presentaba otro algoritmo capaz de identificar más de 2000 tipos de lesiones y dolencias dermatológicas, a partir de fotografías de la región de piel afectada. En los test a los que fue sometido, el algoritmo igualó o superó los resultados obtenidos por 21 especialistas cuando juzgaron las mismas imágenes. El usuario puede tomar una fotografía de una zona “sospechosa de lesión” y saber si debe acudir al médico.

Otro de los ámbitos en el que este tipo de aplicaciones tienen mayor presencia es en la nutrición. A día de hoy existen numerosas aplicaciones que analizan y valoran la calidad nutricional de las fotografías de comida que los usuarios suben a las redes sociales, o que efectúan el chequeo y seguimiento de la dieta de una persona a partir de dichas imágenes y realizan recomendaciones alimenticias.

Un instrumento de detección precoz

¿Hasta qué punto este tipo de apps pueden modificar la práctica médica? “Yo creo que esta clase de análisis de los contenidos subidos a las redes sociales va a convertirse en una herramienta cada vez más presente e importante para los médicos —valora Dantforth—, pero como instrumento para la detección precoz de indicios, no para realizar diagnósticos. Al menos no a corto plazo”.

Mientras, otros expertos señalan que este tipo de aplicaciones médicas o clínicas pueden servir  y ayudar a los profesionales a realizar un seguimiento más exhaustivo e inmediato, por consiguiente más eficaz, de cada paciente. E incluso hay quien vislumbra la posibilidad de un futuro escenario orwelliano, con la implantación de programas estatales de detección precoz de enfermedades y trastornos mediante el análisis sistemático de los contenidos subidos a las redes sociales por los usuarios.

A team at Stanford University presented an algorithm capable of identifying more than 2,000 types of dermatological ailments from photographs. Credit: Niels Olson

¿Y cuál es el punto de vista de los profesionales médicos? ¿Lo contemplan como una herramienta útil o como una peligrosa interferencia? “No creo que a día de hoy haya algún profesional que no contemple la posibilidad de sacar provecho de la tecnología de la información”, expone el Dr. Díaz Rodríguez, Jefe Clínico del Servicio de Urgencias del Hospital Santa Creu y Sant Pau de Barcelona. “Ya sea para el diagnóstico, seguimiento, control e incluso para la formación de otros médicos. De hecho la simulación clínica se está postulando como la gran herramienta para la formación de profesionales sanitarios en el futuro”.

Es más, los médicos encuentran ventajas en estas apps. “Presentan muchos aspectos positivos —argumenta el Dr. Díaz Rodríguez—. Por ejemplo, el control telemático de arritmias o de variables clínicas como tensión arterial, glicemia, etc., sobre todo en pacientes con movilidad reducida”.

No obstante, aún existe una gran controversia respecto a las apps de este campo. Ya han sido varias las voces que han alertado sobre los riesgos y peligros que su empleo conllevaría, sobre todo teniendo en cuenta el precedente establecido por Internet y su libre e inmediato acceso a fuentes, enciclopedias y webs médicas, pero también a otras de credibilidad más dudosa. Que levante la mano quien esté libre de haberse autodiagnosticado en alguna ocasión tras consultar sus síntomas en la red. De hecho, un estudio efectuado en 2015 por las autoridades médicas británicas situaba en casi un 25% los usuarios de Internet que lo hacían. “Es una indeseada consecuencia —asume Dantforth—. Lo que debe quedar muy claro es que este tipo de diagnóstico es sólo el primer paso y que la consulta y el seguimiento por parte de un médico es siempre necesario”.

“Los médicos cada vez estamos más acostumbrados a que el paciente, cuando acude a la visita, haya consultado información en la red, lo cual tiene sus ventajas e inconvenientes: en muchas ocasiones hay que desmentir informaciones falsas, pero por otra parte obliga a estar permanentemente actualizado para no desmentir resultados e investigaciones que sí son reales”, pondera el Dr. Díaz Rodríguez, antes de añadir que en el caso concreto de las apps y redes sociales lo más conflictivo, “además de evitar opiniones no contrastadas, es cómo preservar el derecho a la intimidad del paciente”.

Miguel Barral

@migbarral

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