Elaborado por Materia para OpenMind Recomendado por Materia
4
Inicio De las señales de humo a las ondas cerebrales
08 septiembre 2017

De las señales de humo a las ondas cerebrales

Tiempo estimado de lectura Tiempo 4 de lectura

Comunicarse es algo inherente al ser humano, que lleva milenios desarrollando soluciones tecnológicas para poder sortear el gran obstáculo de la comunicación: la distancia. Las señales de humo y los lenguajes silbados ideados por nuestros antepasados comenzaron a atacar este problema, que una cadena de inventos (del telégrafo a Internet) han dejado finalmente resuelto… O casi resuelto. Las ondas cerebrales y la realidad aumentada prometen ser el primer paso hacia el siguiente salto tecnológico: ¿Cuál es la siguiente barrera que derribará la comunicación humana?

Códigos entre puntos cercanos

Con la elección de un nuevo Papa, el Vaticano emite fumatas, columnas de humo que también se usan en rescates y misiones militares. Son unos de los pocos usos que se mantienen de un sistema de comunicación con un origen ancestral. En la antigua China, los soldados de la Gran Muralla usaban el humo de las hogueras que prendían en sus torres para alertar de la presencia enemiga. Este tipo de comunicación era más rápida, segura e inmediata que enviar a un soldado con el mensaje. Durante la dinastía Tang, los guerreros utilizaban excrementos de lobo para conseguir que el humo no se dispersara con el viento.

Actualmente, las señales de humo se utilizan en rescates y misiones militares. Crédito: Airman Magazine.

A los antiguos griegos también les gustaba esa técnica. Hay evidencias de que en torno al siglo I antes de Cristo, el historiador Polibio desarrolló un sistema de señales de humo más sofisticado, que permitía transmitir letras, basándose en su famoso “Cuadrado de Polibio”: un código en el que cada letra del alfabeto se reemplaza por las coordenadas de su posición en el cuadrado. Otro código de humo, pero mucho menos sofisticado, era el que utilizaban los indios americanos. Una ráfaga significaba un toque de atención, dos indicaban que todo iba bien y tres, que tenían problemas.

Junto a este sistema, el lenguaje silbado también servía para transmitir mensajes en tiempo real entre zonas separadas varios kilómetros. En la actualidad varias comunidades preservan este código auditivo compuesto por silbidos como seña de identidad.

Las largas distancias ya no son un problema

En el siglo XIX se consolidó la comunicación entre largas distancias. El desarrollo de la escritura había supuesto un antes y un después en la transmisión del conocimiento. Pero tuvieron que pasar muchos siglos desde la época de los faraones y los grandes imperios para superar la dependencia del mensajero que llevaba información de un lugar a otro.

Entre los siglos IX y XVII los países europeos fueron profesionalizando sus sistemas postales y en 1840, Inglaterra introdujo el pago del franqueo de las cartas. Con el Tratado de Berna, firmado el 9 de octubre de 1874, se unificaron los servicios en un solo territorio postal y se creó lo que hoy es la Unión Postal Universal, agilizando las comunicaciones.

Telégrafo diseñado por Alfred Vail para la línea Baltimore-Washington. Crédito: National Museum of American History Smithsonian Institution.

En paralelo surgió otra herramienta que también cubría grandes distancias y que, además, transmitía el mensaje de manera casi inmediata: el telégrafo. En 1836, los estadounidenses Samuel Morse y Alfred Vail demostraron que era posible transmitir información con señales eléctricas que viajaban a través de cables.

El código que desarrollaron, el morse, se dividía en señales cortas y largas. Para probar que la línea telegráfica construida entre Washington y Baltimore (EEUU) funcionaba, el 24 de mayo de 1844 Morse emitió el conocido mensaje bíblico “Lo que Dios ha creado”.

Unos años más tarde, el 7 de marzo de 1876, el británico Alexander Graham Bell patentó el teléfono. Sin necesidad de código, el sistema transmitía también en tiempo real los sonidos vocales causando ondulaciones eléctricas similares a las vibraciones del aire que acompañaban a ese sonido.

Dos décadas después, en 1896 el italiano Guglielmo Marconi fue un paso más allá y diseñó el radiotelégrafo, el primer telégrafo sin cables que logró transmitir señales a larga distancia. En 1901 realizó la primera comunicación usando ondas de radio a través del océano Atlántico (entre Inglaterra y Canadá).

Más allá de la globalidad: lo que está por llegar

En el siglo XX, los avances técnicos tanto dentro como fuera de la Tierra –la electrónica, los ordenadores y los satélites– culminan en 1969 con el nacimiento de Internet, que aglutina todos los avances anteriores. La inmediatez, la globalidad, la bidireccionalidad y la capacidad multimedia lo convierten en un hito comunicativo sin precedentes, en permanente evolución. Del correo electrónico y las páginas web con los que despegó la Red hasta las redes sociales, o los sistemas de mensajería instantánea, la facilidad con la que hoy emitimos y recibimos información nos está cambiando como sociedad y como individuos.

¿Qué nos deparará el futuro? Christian Herff, investigador del Laboratorio de Sistemas Cognitivos de la Universidad de Bremen (Alemania), espera que en el 2050 sigamos comunicándonos cara a cara. Para salvar las distancias, el científico cree que hablaremos con cualquier persona como si estuviera de pie a nuestro lado, sin necesidad de pantallas.

Una idea que comparte Michael Liebhold. “Vamos a ver, hablar y hacer gestos a representaciones digitales de alta resolución y distantes a través de nuestras delgadas y cómodas lentes de contacto que mostrarán en 3D imágenes digitales superpuestas al mundo real”, describe a OpenMind Liebhold, que es investigador del Instituto para el Futuro (EEUU).

Los hologramas en 3D serán habituales en pocos años, según los expertos. Crédito: Jill, jellidonut… whatever.

En cuanto a la comunicación mente a mente, con ondas cerebrales, los dispositivos cerebro-máquina nos permitirán emitir comandos y textos a un ordenador, aunque esto tardará en llegar al menos una década, según Herff. “La tecnología se utilizará primero en pacientes que no tienen otra forma de comunicarse y después, la empleará el público general, señala a OpenMind el investigador, quien ya ha conseguido convertir ondas cerebrales en texto. En opinión de Liebhold, los mensajes mente a mente todavía están muy lejos, dada la complejidad del pensamiento humano, que no solo emite informaciones, sino también sensaciones y emociones.

Laura Chaparro 
@laura_chaparro

Comentarios sobre esta publicación

El nombre no debe estar vacío
Escribe un comentario aquí…* (Máximo de 500 palabras)
El comentario no puede estar vacío
*Tu comentario será revisado antes de ser publicado
La comprobación captcha debe estar aprobada