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03 agosto 2022

La conquista del espacio

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Podría decirse que el ser humano comenzó a conquistar el espacio con la imaginación, mucho antes de que su tecnología lo hiciera realidad. Durante siglos los sueños de la literatura y de la ciencia trajeron el espacio hasta la Tierra, con más o menos acierto; si los primeros relatos literarios hoy nos resultan naíf, como el Somnium de Johannes Kepler (1634) o el estrambótico viaje a la Luna de Cyrano de Bergerac (1657), también los científicos tuvieron sus sonados patinazos, como los canales de Marte

Pero por desgracia, no fueron los sueños los que finalmente impulsaron la conquista del espacio, sino la discordia: cuando el 29 de julio de 1955 el presidente de EEUU Dwight Eisenhower declaró que su país pronto lanzaría satélites a la órbita terrestre como contribución al Año Geofísico Internacional (1957-58) —anuncio que podría calificarse como el pistoletazo de salida de la carrera espacial—, ni esto era un mero proyecto científico, ni tampoco el verdadero comienzo de nada. Desde el fin de la 2ª Guerra Mundial, las dos grandes potencias aliadas contra el nazismo se habían enzarzado ya en una Guerra Fría, una competencia por demostrar que su poder era mayor y su tecnología era superior; en definitiva, que su sistema político, económico y social era mejor. Uno de los campos en los que debía librarse esta guerra era el espacio, considerado estratégico para la seguridad nacional y un terreno a dominar en la carrera por el desarrollo de los misiles balísticos nucleares.

2_Agua-Marte-Los canales de Marte que imaginó y dibujó Percival Lowell. Crédito: Wikimedia Commons
Los canales de Marte que imaginó y dibujó Percival Lowell. Crédito: Wikimedia Commons

La Unión Soviética tardó solo cuatro días en reaccionar al anuncio de su adversario con otro similar. La carrera espacial estaba servida, y se inició ya propulsada por los avances tecnológicos que ambas potencias habían desarrollado durante años. Pronto la URSS tomó la delantera con el lanzamiento del primer satélite, el Sputnik 1, el 4 de octubre de 1957. El bloque soviético se impuso también en los hitos de estrellar el primer artefacto en la Luna (Luna 2, el 13 de septiembre de 1959) y, sobre todo, de llevar al primer ser humano al espacio el 12 de abril de 1961, el cosmonauta Yuri Gagarin en la nave Vostok 1. Y aunque EEUU respondería en menos de un mes con el vuelo suborbital de Alan Shepard en la Mercury-Redstone 3 (Freedom 7), no se pondría a la altura del logro de Gagarin hasta el año siguiente, con John Glenn en la Mercury Friendship 7.

Pero la hazaña de Gagarin había servido también para marcar la que debía ser la meta de esta carrera: el 25 de mayo de 1961 el presidente estadounidense John F. Kennedy encomendaba al Congreso el compromiso de “poner un hombre en la Luna y devolverlo a salvo a la Tierra”. Mientras nuevos hitos iban superándose, también quedaban en el camino los primeros héroes: el 27 de enero de 1967 los tres tripulantes de la Apolo 1, Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee, morían en el incendio de su nave durante un ensayo, y tres meses después, el 24 de abril, el cosmonauta Vladimir Komarov fallecía al estrellarse contra el suelo en la Soyuz 1.

A pesar de que la URSS había ganado los primeros envites de la carrera espacial, EEUU se adjudicó la conquista de la Luna. A las seis misiones Apolo que alunizaron con éxito se unió el famoso “Houston, hemos tenido un problema” del Apolo 13. Ante la victoria lunar de su rival, la Unión Soviética concentró sus misiones tripuladas en la órbita terrestre, que con el fin del programa Apolo se convirtió también en el único destino para los astronautas de la NASA y de otros nuevos actores en el tablero espacial. Desde 1972 ningún ser humano ha viajado más allá de la órbita baja terrestre. Hoy por fin asistimos a los primeros pasos de un prometido regreso a la Luna con el programa Artemisa de la NASA, que quizá en un futuro nos abra la puerta a la conquista de la próxima frontera: Marte.

Elena Sanz/ Javier Yanes

 

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