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07 diciembre 2023

Cómo celebrar unas Navidades verdes

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¿Árbol real o artificial? A esta pregunta se enfrentan cada diciembre muchos ciudadanos que no quieren dejar de decorar su hogar con los adornos típicos de estas fiestas, pero que tampoco quieren renunciar a hacerlo de una forma sostenible, responsable con el medio ambiente y minimizando su impacto en el cambio climático. Se diría que un árbol de Navidad artificial evita que los abetos naturales sean arrancados del lugar al que pertenecen. De hecho, la deforestación provocada por los fastos navideños impulsó a finales del siglo XIX la creación de los primeros árboles artificiales, hechos en Alemania con plumas de ganso teñidas de verde y adosadas a ramas de alambre que se disponían alrededor de un poste de madera.

Es evidente que, si bien hoy los árboles naturales a la venta suelen proceder de viveros, la tala de un abeto conlleva un coste medioambiental, ya que los árboles vivos secuestran dióxido de carbono (CO2) y liberan oxígeno, almacenando el carbono en el crecimiento de su materia vegetal. Pero el impacto es también innegable en el caso de los árboles artificiales, que actualmente se fabrican mayoritariamente en China con policloruro de vinilo (PVC). Aunque se trata de un plástico reciclable, el uso tradicional de plomo como estabilizador convierte a este material en una fuente contaminante, sobre todo a medida que el PVC envejece y en especial a partir de los nueve años de su fabricación, según un estudio. La industria del PVC tiende a reemplazar el plomo por otros estabilizantes más ecológicos, y en los últimos años China ha impulsado la adopción de procesos industriales más respetuosos con el medio ambiente.

BBVA-OpenMind-Yanes-Como celebrar unas Navidades verdes_1 En el impacto ecológico total del ciclo de vida de ambos tipos de árbol, artificial y natural, influye sobre todo su destino final. Crédito: STEFANO RELLANDINI/AFP via Getty Images
En el impacto ecológico total del ciclo de vida de ambos tipos de árbol, artificial y natural, influye sobre todo su destino final. Crédito: STEFANO RELLANDINI/AFP via Getty Images

Los árboles artificiales tienen sus principales adalides en la Asociación Estadounidense de Árboles de Navidad (ACTA, por sus siglas en inglés), que agrupa a los productores. Un estudio encargado en 2018 por esta entidad a la consultora especializada en sostenibilidad WAP llegó a la conclusión de queen una comparación uno a uno, un árbol de Navidad real genera menos impacto ambiental que un árbol artificial”. Los procesos de producción y transporte generan un mayor impacto en el caso del árbol plástico. Sin embargo, añade el informe, estos productos se reutilizan de un año a otro, y con un uso superior a 4,7 años un árbol artificial produce una huella ecológica menor que 4,7 abetos reales. Por lo tanto y según ACTA, “los árboles artificiales tienen un efecto más favorable en el medio ambiente si se reutilizan al menos cinco años”.Los expertos señalan asimismo que es conveniente no dejarse llevar por las apariencias: la producción de los árboles naturales también consume combustibles fósiles por el transporte y la maquinaria, a lo que se añade el uso de pesticidas. Una estimación señalaba que conducir 16 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para comprar un abeto natural produce más emisiones que la cantidad de carbono almacenada en el árbol, mientras que incluso el transporte oceánico internacional de los árboles artificiales es mucho más eficiente.

Sin embargo, las cifras varían según los estudios, en parte debido al hecho de que el informe de WAP y ACTA no contemplaba la gran cantidad de carbono almacenada en las raíces, que permanecen en la tierra después de cortar un árbol natural. Otra investigación elaborada por la consultora canadiense Ellipsos concluía que el impacto de un árbol artificial sobre el cambio climático y los recursos triplica el del abeto natural para un uso medio de seis años, y solo se invierten los términos si el de plástico se reutiliza durante más de dos decenios. También la consultora global Carbon Trust aumentaba notablemente el tiempo necesario de reutilización: un árbol artificial debe reutilizarse durante al menos 10 Navidades (entre 7 y 20, según los casos) para mantener su impacto ambiental por debajo del de uno natural, concluía esta entidad, atribuyendo dos terceras partes de la huella de carbono del árbol artificial al PVC y un cuarto de la misma a las emisiones debidas a su fabricación. El Carbon Trust estimaba en 40 kilos de CO2 la huella de carbono de un árbol artificial de dos metros.

BBVA-OpenMind-Yanes-Como celebrar unas Navidades verdes_2 El consumo, las comidas copiosas, la iluminación y los desplazamientos aumentan nuestro impacto medioambiental en estas fiestas. Crédito: Nicolas Hudak/Digital Vision/Getty Images
El consumo, las comidas copiosas, la iluminación y los desplazamientos aumentan nuestro impacto medioambiental en estas fiestas. Crédito: Nicolas Hudak/Digital Vision/Getty Images

Pero hay un aspecto común en el que coinciden los expertos, y es que en el impacto ecológico total del ciclo de vida de ambos tipos de árbol influye sobre todo su destino final. Si se quema un árbol natural, se devuelve íntegro a la atmósfera su contenido en carbono, por lo que no existe ganancia alguna. Mucho peor es que el abeto acabe en un vertedero, ya que su descomposición provoca que el carbono se reintegre a la atmósfera en forma de metano, un gas de efecto invernadero 28 veces más potente que el CO2. En este caso, la huella estimada de un árbol de dos metros es equivalente a 16 kilos de CO2, según el Carbon Trust.

Por ello los expertos recomiendan que los árboles naturales se reciclen adecuadamente, triturándolos o compostándolos para producir mantillo y devolver buena parte del carbono al suelo. Algunos investigadores estudian también procesos de degradación de las agujas de los pinos para convertirlas en compuestos útiles para la industria, como glucosa, ácido acético y fenol. Y por supuesto, una solución óptima, si es posible, sería emplear un árbol natural crecido en maceta y reutilizarlo año tras año para finalmente replantarlo en el suelo.

Minimizar el efecto de nuestras celebraciones

La huella ecológica de la Navidad no se limita al árbol. El consumo, las comidas copiosas, la iluminación y los desplazamientos aumentan nuestro impacto medioambiental en estas fiestas. Para minimizar el efecto de nuestras celebraciones, el Carbon Trust publica una serie de recomendaciones que en su mayor parte son obvias: sustituir la iluminación tradicional por luces LED, reciclar, consumir solo lo necesario y no preparar kilos de comida que acabarán en la basura. Pero algunas de las pistas facilitadas resultan menos inmediatas. Por ejemplo, limitar el uso de purpurina, una fuente de microplásticos contaminantes; en octubre de 2023 la Unión Europea prohibió la purpurina plástica no biodegradable, por lo que ya solo encontraremos alternativas más ecológicas. 

Para minimizar el efecto de nuestras celebraciones, el Carbon Trust publica una serie de recomendaciones como: sustituir la iluminación tradicional por luces LED, reciclar, o consumir solo lo necesario. Crédito: Istockphotos/Getty Images

En el capítulo de los regalos, comprar por internet puede evitar las emisiones asociadas a los viajes en masa al centro comercial, además de ayudar a focalizar el consumo; si bien la compra de proximidad en comercios de barrio siempre será la opción preferible. En cualquier caso, limitar los envoltorios y en especial el plástico es un consejo común. Regalar experiencias y presentes virtuales o digitales evita no solo toneladas de envoltorios, sino también una acumulación de objetos que en muchos casos acaban en la basura, con un coste ambiental estimado de 80 kilos de CO2 por persona.

Por otra parte, en amplias regiones del mundo la Navidad también es sinónimo de invierno, la estación en la que debemos calentar los hogares. Abrigarse siempre es una alternativa más ecológica que derrochar en calefacción, sobre todo con las lecciones aprendidas de la pandemia de COVID-19 sobre la necesidad de ventilar los espacios donde se celebran las reuniones familiares. Y por último, tampoco todos los alimentos que pueden prepararse en estas fechas implican el mismo coste medioambiental: los de origen vegetal son los más ecológicos, y el pavo produce una huella menor que las carnes rojas. Todo sea por contribuir a que podamos seguir celebrando estas fiestas durante muchos años más.

Javier Yanes

Nota del editor: Texto original del 23 de diciembre de 2020 actualizado por el autor

 

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