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03 octubre 2017

Psicología ecológica: superando la metáfora del cerebro-computador

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Al percibir los objetos que nos rodean atendemos a sus distintas propiedades, como su tamaño, su color, o su forma. Aunque no parezca obvio en un primer momento, también atendemos a otras propiedades que son fundamentales para nuestra interacción con ellos y que están relacionadas con nuestras habilidades corporales. Por ejemplo, al percibir un objeto cotidiano (como una taza, por ejemplo) atendemos a su color o a su tamaño, pero también percibimos directamente lo que podemos hacer con ese objeto (si podemos agarrarla o si podemos lanzarla).

Psicología ecológica: qué es

Tales propiedades fueron definidas como ‘affordances’ o posibilidades para la acción y fueron estudiadas científicamente por el psicólogo norteamericano J. J. Gibson. Gibson desarrolló toda una disciplina científica cuyo objetivo era el estudio de la percepción y aprovechamiento de las affordances de nuestro entorno, y a esta disciplina la llamó psicología ecológica. Así pues, las affordances son las oportunidades para la acción presentes en nuestro entorno y el principal objeto de estudio de la psicología ecológica.

La psicología ecológica, además de incluir un objeto de percepción novedoso en el estudio de nuestra psicología, es una disciplina cuyos principios teóricos desafían a la ciencia cognitiva tradicional. La ciencia cognitiva tradicional se basó en la idea de que la mente funcionaba de manera similar a un ordenador, donde lo mental quedaba definido por el procesamiento de información que ocurría en nuestros cerebros. En esta imagen de lo mental la percepción quedaba relegada a ser un mero proceso pasivo separado de la acción y la acción era simplemente una reacción guiada por el procesamiento cerebral. Así pues, la cognición era puramente procesamiento de información a nivel cerebral con el fin de formar representaciones del mundo externo.

¿Cómo conocemos nuestro entorno?

Por el contrario, la psicología ecológica cree que esta metáfora del ordenador no es una buena explicación de cómo conocemos nuestro entorno. En lugar de hacer copias internas de nuestro entorno y actuar conforme a ellas, como si fuéramos un ordenador, lo que hacemos es explorar activamente nuestro entorno a la búsqueda de elementos que nos guíen a la hora de realizar una acción u otra, tal y como se comportan todos los animales. Esos elementos que nos guían a la hora de realizar ciertas acciones son un tipo de información especial, conocida como la información ecológica. Esta información que detectamos es una información específica para realizar ciertas acciones y que surge de la combinación entre nuestra actividad y los elementos del entorno. Al detectar esta información en, por ejemplo, nuestro campo visual, su misma detección ya nos muestra qué acciones podemos realizar. Por ejemplo, si cuando vamos corriendo vemos que un objeto se aproxima gradualmente debido a que se expande en el centro de nuestro campo visual (gracias a la variable informacional ecológica conocida como ‘tiempo de contacto’), justo en ese momento percibimos directamente qué acciones podemos hacer (esquivarlo, agarrarlo, saltarlo, o incluso colisionarnos con él).

Las affordances son las oportunidades para la acción presentes en nuestro entorno y el principal objeto de estudio de la psicología ecológica / Imagen: OpenMind

Esas acciones que podemos realizar son las affordances que se nos ofrecen en esa situación. Esto quiere decir que percibimos directamente las affordances que nos rodean sin necesidad de apelar a procesos cerebrales de procesamiento de información o a representaciones mentales: todo lo que necesitamos saber para explicar nuestras acciones lo encontramos al analizar la relación dinámica entre nuestra actividad exploratoria como organismo y los elementos del entorno, y es en esa escala (la escala ecológica, el nivel de interacción entre organismo y entorno) donde podemos encontrar una explicación más corporizada, situada, temporal y natural de cómo percibimos y actuamos, sin necesidad de postular elementos internos como representaciones mentales.

Manuel Heras

Universidad Alberto Hurtado (Chile)

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