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06 febrero 2017

Los próximos desafíos de la humanidad

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El año 2016 se cierra con numerosos conflictos bélicos en distintas partes del mundo. En Europa continúan las oleadas de refugiados mientras que la nueva administración norteamericana se plantea cerrar sus fronteras. Pero la guerra y sus nefastas consecuencias no son los únicos problemas a los que nos enfrentamos. Algunos son resultado de nuestras propias acciones, aunque sobre otros tenemos escaso control. Unos y otros podrían tener unas secuelas muy negativas sobre nuestra civilización e incluso implicar nuestra desaparición como especie.

Durante la segunda mitad del siglo XX la principal amenaza de la humanidad fue la guerra nuclear, consecuencia de la denominada Guerra Fría. Aun ahora, 25 años después de la desintegración de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia, las cinco potencias nucleares y los países no declarados (India, Paquistán, Corea del Norte e Israel) poseen suficientes armas para destruir completamente el planeta utilizando solo una pequeña parte de su arsenal. Después de todo, como afirmó Plauto, un comediógrafo de la República romana, y popularizó Thomas Hobbes, “homo homini lupus (“el hombre es un lobo para el hombre”). Afortunadamente, una gran parte del planeta se encuentra libre de armas nucleares, según la Oficina de Naciones Unidas para el Desarme (UNODA por sus siglas en inglés), incluyendo el espacio exterior.

Ilustración 1:Regiones del planeta en donde las armas nucleares están prohibidas. Crédito: UNODA.

Los desafíos de la humanidad por el cambio climático

Empiezan a ser palpables los adversos efectos que el cambio climático está provocando: desde pérdida de biodiversidad hasta reducción de costas por la subida del nivel del mar, pasando por catástrofes medioambientales que afectarían a centenares de millares de personas. Con el objetivo de disminuir las consecuencias adversas, 171 países firmaron el Acuerdo de París en el año 2015, tratado que entró en vigor meses más tarde. Sin embargo, aunque el objetivo es que el incremento de la temperatura media del planeta solo sea de 2 grados (o el más ambicioso, de 1.5 grados) hasta el final de este siglo, los compromisos propuestos por los diversos países implican que se puedan alcanzar los 2.7 grados. De ser así, nos enfrentaríamos al peor desastre de la humanidad hacia el año 2050.

La tecnología actual nos muestra, prácticamente en directo, el masivo deshielo ártico,  incluyendo este invierno con temperaturas 20 grados superior a la media de la estación. Un escenario nefasto que implicaría, no solo una modificación substancial de numerosos ecosistemas de los que dependemos de manera directa o indirecta, sino múltiples desastres ambientales y un altísimo coste económico y, lo que es más dramático, humano.

Ilustración 2: Correlación entre las medidas de CO2 y la temperatura media. Global Warming Facts and Our Futures y Kurt Cuffey, University of California, Berkely.

Así, los huracanes y ciclones se vuelven más comunes y violentos, y aparecen en nuevas regiones. El régimen de lluvias está cambiando globalmente y afecta a las cosechas que alimentan a millones de personas. Uno de lo efectos más dramáticos lo podría causar la variación de los monzones en el sudeste asiático, en donde vive un tercio de la población del planeta. La gestión del agua, clave para nuestra supervivencia, será uno de los principales conflictos, tanto a nivel local como internacional. La reducción del hábitat de numeroso animales está causando que la mayoría de los grandes mamíferos se encuentren en grave peligro de extinción, pero incluso la población de las invisibles abejas, que juegan un papel económico esencial, equivalente a decenas de miles de millones de euros anuales, ha declinado considerablemente debido a los tratamientos con pesticidas. El 35% del ser vivo más grande, la Gran Barrera de Coral, que permite el desarrollo de una rica ecología marina, ha muerto. Así, la superpoblación, la explotación de recursos naturales, muchas veces no renovables, el uso de semillas genéticamente modificadas y otros productos transgénicos o la quema de hidrocarburos, con el consiguiente incremento de las temperaturas globales, nos enfrentan a nuevos problemas con un importante efecto económico y humano.

Uso y abuso de los antibióticos

Un tercer frente se encuentra en la guerra contra las infecciones. Después de décadas salvando a millones de personas, la efectividad de los antibióticos se reduce tanto por el mal uso en humanos, como por su aplicación para el engorde de animales. De hecho, un informe de la ONG Welcome indica que cada año fallecen 700,000 personas debida a la resistencia a los antibióticos. Esta cifra podría elevarse a 10 millones en el año 2050, y el gasto sanitario asociado triplicase hasta un billón de dólares, prácticamente el producto interior bruto de España.

Otras pandemias, en este caso causadas por virus, presentan sus propios problemas. Basta con recordar la gripe aviar que se desencadenó en el 2004, la porcina del 2009 u otras más recientes como la del ébola o el Zika. Unos 140 millones de aves murieron o fueron sacrificadas en el primer caso, con un impacto económico estimado de 10,000 millones de dólares sólo para los granjeros asiáticos (los más afectados), por no hablar del número de personas fallecidas. Por otra parte, según CIDRAP (Center for Infectious Disease Research Policy), la tasa de infección de la gripe porcina alcanzó el 24% en seres humanos. El incremento de los viajes intercontinentales, la distribución de productos agrícolas y ganaderos, y las condiciones de producción no harán sino exacerbar este problema en el futuro.

Ilustración 3: Evolución de tres variables esenciales en la producción de los circuitos integrados: número de transistores por circuito, velocidad del reloj interno y consumo máximo de energía que se considera seguro. En la gráfica también se señala el momento de aparición de distintas generaciones de procesadores/ Fuente The Economist.

Máquinas e Inteligencia Artificial

En unas pocas décadas los ordenadores han cambiado profundamente las sociedades avanzadas y también han dado nuevas oportunidades a los países más pobres al proporcional un acceso casi ilimitado a la información. Sin embargo, este fenómeno ha creado una nueva dependencia tecnológica que se ve amenazada tanto por posibles ataques ciberterroristas, como por nuevos delitos, entre los que destaca la suplantación de la personalidad. La red, una herramienta esencial que transmite una cantidad ingente de información cada día, podría dejar de ser neutra y convertirse en un omnipresente instrumento de control político y/o económico. Son ecos de otros tiempos. Como ejemplo, la censura o intervención política en la investigación científica, como quedó claro hace ya 400 años con la condena del heliocentrismo. Las herramientas actuales harían que el denominado caso Galileo fuera un juego de niños, al posibilitar el peor escenario imaginado por George Orwell en su novela “1984”.

Por otra parte, los computadores se han adentrado en todos los aspectos de nuestras vidas, empujados por la denominada “ley de Moore”, según la cual la capacidad de los microprocesadores se duplica cada dos años. Sin embargo, existen claros indicios de que esta situación se está modificando, lo que podría tener claras implicaciones sobre la velocidad futura del desarrollo tecnológico, con su consecuente ralentización. La alternativa está en la computación cuántica, una tecnología que todavía tiene muchas incógnitas por despejar.

Además, la robotización no solo de la producción industrial, sino también en el sector servicios empieza a provocar un rediseño de la fuerza de trabajo, con la pérdida de puestos de trabajo no especializados que ello conlleva. Con todo, la principal amenaza se encuentra en la desaparición de la clase media y la creación de nuevas élites tecnológicas que tengan acceso a todos los beneficios de la nueva sociedad, incluyendo los novísimos tratamientos médicos que prometen una cuasi-inmortalidad gracias a CRISPR.

Finalmente, la Inteligencia Artificial está aquí: los primeros sistemas empiezan a superar el denominado Test de Turing. Así, complejas máquinas deciden por nosotros y consiguen ganarnos a juegos tan complicados como el ajedrez o el chino “Go”. Ante la posibilidad de que algún día pudieran tener un funcionamiento erróneo o sencillamente demasiado independiente, la grandes multinacionales están empezando a implantar algoritmos en su programación equivalentes al un “botón rojo”, un dispositivo de emergencia para poder recuperar el control.

Un universo hostil

Nuestro planeta también se enfrenta a desafíos y peligros, generalmente de difícil predicción. Tal vez los más problemáticos sean los terremotos. Grandes zonas urbanas se encuentran localizadas en mitad de fallas tectónicas en las que se espera un gran terremoto, como es el caso de California y el denominado “Big One”. Más cerca de casa, la región de Nápoles se encuentra sobre un supervolcán que parece que está despertando. Una gran erupción podría infligir un severo daño al área circundante e incluso afectar el clima de todo el planeta. No sería la primera vez: en 1815 estalló un volcán de estas características en Indonesia. La consecuencia fue el “denominado año sin verano”, que se caracterizó por las bajas temperaturas y la pérdida de cosechas que afectó a millones de personas.

La extraordinaria belleza de los espectáculos cósmicos tiene una contrapartida: los peligros que contiene. Todos los días llegan toneladas de material a la Tierra en forma de pequeños fragmentos, pero de vez en cuando uno de gran tamaño ha tenido un impacto significativo, llegando incluso a provocar una extinción masiva como la que acabó con los dinosaurios hace unos 60 millones de años. La agencia espacial norteamericana NASA ha realizado un ensayo recientemente para minimizar las consecuencias y tiene un programa para enviar naves a asteroides que se aproximen a la Tierra, un proyecto amenazado por la nueva administración Trump. En la pasada reunión ministerial de la Agencia Espacial Europea, sin embargo, se declinó participar en este tipo de desarrollos.

Las nuevas tecnologías y la creciente complejidad de la sociedad ofrecen posibilidades inimaginables para nuestros antepasados, junto con una mayor liberta personal. Sin embargo, los peligros también se han incrementado en la misma medida. Solo desde la responsabilidad colectiva e individual, la reflexión sobre hacia dónde vamos y desde la protección de los derechos humanos de todos se podrá conseguir que estos desafíos se superen con éxito.

David Barrado Navascués

Centro de Astrobiología (INTA-CSIC)

@David_Barrado

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