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03 octubre 2018

Michael Creeth, el científico olvidado que vislumbró primero el ADN

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Desde que en 1953 James Watson y Francis Crick describieron la estructura del ADN, se ha escrito lo suficiente para comprender que aquel descubrimiento no fue cosa de dos. La ciencia avanza a hombros de gigantes, y algunos de los que prestaron los suyos para hacer realidad uno de los hallazgos fundamentales del siglo XX han pasado casi inadvertidos. Uno de ellos fue James Michael Creeth, un bioquímico británico cuyo nombre quizá hoy sería mundialmente reconocido si la mala fortuna y los prejuicios académicos no se hubieran aliado en su contra.

En la década de los 40 se disputaba una carrera hacia el conocimiento de la estructura del ADN, una vez que comenzó a sospecharse que era en esta molécula, y no en las proteínas, donde residían los genes. Entre los contendientes figuraban los químicos John Masson Gulland y Denis Oswald Jordan, del University College de Nottingham (Reino Unido). Bajo la dirección de ambos, en 1947 los estudiantes de doctorado C. J. Threlfall y H.F.W. Taylor consiguieron respectivamente aislar ADN de gran pureza del timo de ternera –un órgano del sistema inmunitario– y estudiar su respuesta a condiciones ácidas o alcalinas.

J. Michael Creeth aportó un experimento crucial para descubrir la estructura del ADN. Crédito: University of Nottingham

Por entonces ya se conocía que el ADN estaba formado por fosfato, desoxirribosa (un azúcar) y cuatro tipos de bases nitrogenadas (adenina, guanina, citosina y timina). Juntos, estos tres elementos constituyen un nucleótido. El reto estribaba en resolver el puzle para que los nucleótidos construyeran una estructura estable y versátil.

Para ello, los científicos sometían las moléculas a experimentos de titulación, consistentes en medir el cambio del pH (la acidez) de la muestra a medida que se añadía un ácido o un álcali. Sin embargo, el ADN no respondía como se esperaba de sus componentes. Gulland y Jordan intuían que este extraño comportamiento se debía a que los grupos químicos titulables de las bases nitrogenadas se encontraban ocultos e inaccesibles en el interior de la molécula.

El experimento crucial

Fue entonces cuando un tercer estudiante de doctorado, un joven de 23 años, aportó el experimento crucial y una interpretación que resultaría sorprendentemente certera. Creeth (3 de octubre de 1924 – 15 de enero de 2010) midió la viscosidad del ADN durante los experimentos de titulación, observando que la molécula se volvía más fluida en fuertes condiciones ácidas o alcalinas, y que solo entonces los grupos químicos de las bases nitrogenadas respondían a la variación de la acidez del medio.

Stephen Harding y otros científicos están intentando que Creeth ocupe el lugar que merece. Crédito: Universidad de Nottingham

El estudio, publicado en 1947, sirvió a Creeth para proponer el mismo año en su tesis doctoral que las bases nitrogenadas estaban emparejadas dos a dos en el interior de la molécula de ADN, cuya columna vertebral dejaba en el exterior el azúcar y el fosfato. Los ácidos o los álcalis fuertes rompían las uniones entre las bases, formadas por un enlace llamado puente de hidrógeno, de modo que esta ruptura exponía sus grupos y disgregaba la molécula reduciendo su viscosidad.

Un modelo adelantado a su tiempo

Creeth dibujó un modelo del ADN compuesto no por una doble cadena continua, sino por fragmentos solapados como dos hileras de ladrillos. Por entonces era imposible deducir la estructura enrollada en hélice, dado que aún no se disponía de las imágenes de rayos X que Rosalind Franklin y Raymond Gosling obtendrían en 1952. Por lo demás, el modelo de Creeth era correcto y adelantado a su tiempo; incluso cinco años después, el estadounidense Linus Pauling proponía una estructura errónea formada por tres cadenas con las bases expuestas y el azúcar y el fosfato en el interior.

Watson reconoció que el trabajo de Creeth le iluminó para concebir la estructura del ADN. Fuente: Wikimedia

De hecho, Watson reconocería en su libro La doble hélice que el trabajo de Creeth le iluminó para concebir la estructura del ADN apenas una semana después. Sin embargo, solo el estudio publicado por Franklin y Gosling hizo referencia al grupo de Nottingham; un equipo que poco después quedaría tristemente disuelto por diferentes avatares: Gulland falleció en 1947 en un accidente de tren y Jordan emigró a Australia. Cuando Creeth solicitó un postdoctorado en Cambridge, le fue denegado porque esta elitista universidad solo reconocía los doctorados de ciertas instituciones, y el University College de Nottingham no estaba entre ellas. En su lugar se le ofreció a Creeth hacer un segundo doctorado, lo que declinó.

Seis años después, Watson y Crick pasarían a la historia, precisamente desde Cambridge. De haber sido admitido allí, tal vez Creeth habría formado parte de aquella historia. En su lugar, emigró a EEUU y dedicó el resto de su carrera, irónicamente, a la estructura de las proteínas. Desde su fallecimiento en 2010, prácticamente ignorado, el bioquímico Stephen Harding y otros científicos de la Universidad de Nottingham libran una batalla contra el olvido para que el nombre de Creeth ocupe por fin el lugar que merece.

Javier Yanes

@yanes68

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