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09 septiembre 2022

10 cosas que seguramente desconocías sobre Einstein

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Entre marzo y septiembre de 1905 el buzón de la revista científica alemana Annalen der Physik recibió cuatro estudios que cambiarían para siempre las leyes de la física y, en definitiva, nuestra concepción de la realidad: de la luz, de la materia, del tiempo y del espacio. El autor era un joven nacido el 14 de marzo de 1879 en Alemania llamado Albert Einstein que, en esos momentos, trabajaba en la oficina de patentes de Berna (Suiza). Su carrera como físico estaba estancada tras el rechazo de su tesis doctoral y su pasión científica había quedado relegada a sus ratos libres.

Los cuatro estudios se publicaron ese año en el Annalen der Physik. El primero de ellos, la “Teoría del efecto fotoeléctrico”, se publicó el 9 de junio, estudio que le llevaría a ganar el Nobel de Física en 1921. Poco después, el 18 de julio se publicó el estudio Sobre el movimiento requerido por la teoría cinética molecular del calor de pequeñas partículas suspendidas en un líquido estacionario”, demostrando matemáticamente que la materia está compuesta de átomos e inaugurando un nuevo campo en la física: la física estadística.

El 26 de septiembre se publicó el estudio “Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento” que supuso la condensación de la nueva física de Einstein en la conocida teoría de la relatividad especial, que precedería a la relatividad general. Einstein postuló en este estudio que la velocidad de la luz es inmutable, constante e independiente del movimiento del observador. Por tanto, a excepción de la constante velocidad de la luz, todo es relativo, incluyendo el tiempo, la distancia o la masa.

Por último, el 21 de noviembre se publicó “¿Depende la inercia de un cuerpo de la energía que contiene?”, un compendio de todo los anteriores estudios. La demostración matemática de la relatividad específica y, por tanto, la constatación de la equivalencia entre la materia y la energía, quedaron condensadas en la fórmula más famosa de la historia: E= mc2

Pero, Albert Einstein es mucho más que el “primer científico mediático de la historia” como lo etiquetaba Jürgen Neffe en su biografía. Y es por eso que queremos navegar por su vida y conocer mejor al personaje científico más famoso de la historia.  

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Albert Einstein a la edad de 3 años, 1882 / Imagen: Wikimedia Commons

1. Todo empezó con una brújula

Cuando su padre le mostró una brújula por primera vez, el pequeño Einstein quedó fascinado con el funcionamiento de aquel artilugio. Ese momento marcaría su vida para siempre. ¿Por qué la aguja señalaba hacia el mismo sitio, aunque la brújula se moviera en otra dirección? La magia de la física había enganchado a aquel niño. “Esa experiencia dejó una impresión profunda y duradera en mí. Algo más profundo tiene que haber detrás de las cosas”, dijo el físico años más tarde recordando aquel momento. La brújula es un símbolo en la carrera y la historia del científico, tanto que hay incluso una película en producción con ese título (“Eintein’s Compass”, La brújula de Einstein).

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Pasaporte suizo de Albert Einstein, 1923 / Imagen: Historisches Museum Bern

2. Albert Einstein: ciudadano del mundo

Einstein fue un hombre de mundo. Viajó y vivió en diferentes países (Italia, Suiza, Bélgica, Reino Unido…) pero además, obtuvo la ciudadanía de hasta 4 países distintos a lo largo de su vida. La convulsa situación política de Europa (abandonó Alemania a causa del nazismo) y su carrera científica (estuvo vinculado a instituciones académicas en Praga, Berlín o Estados Unidos) fueron los principales motivos del cambio. Nació como alemán en el Reino de Wurttemberg (actual Alemania) y renunció a su nacionalidad para evitar el servicio militar, por lo que vivió 5 años como apátrida.

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Evolución de la nacionalidad de Albert Einstein a lo largo de su vida

 3. Tocar el violín era su pasión

Einstein heredó su afición por la música de su madre, Pauline, una talentosa pianista que puso todo su empeño en que siempre hubiese música en casa. Más allá de una afición, la música se convirtió en una terapia para el trabajo científico de Einstein. Elsa Einstein, su segunda mujer, decía que “la música le ayuda cuando piensa en sus teorías”. Además, en esta afición por la música coincidiría también con grandes físicos del siglo XX, como Max Planck o Werner Heisenberg, que fueron excelentes pianistas.

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Huberman y Einstein en 1937 / Imagen: Israel free image collection project

Después de practicar el violín desde los 6 años y descubrir a Mozart a los 13, el amor de Einstein por la música se tradujo en un compromiso mucho más profundo. En 1936 conoció a Bronislaw Huberman, un aclamado violinista internacional de origen judío, que se convertiría en el fundador de la Orquesta Filarmónica de Israel. En un viaje a Estados Unidos para recaudar fondos, Einstein se convirtió en su “socio” principal.

4. Un intento desesperado: el acuerdo más oscuro de Einstein

Corría el año 1914 y tras 11 años de relación, el matrimonio de Albert Einstein y Mileva Maric hacía aguas. A sabiendas de que no podrían recuperar la faceta más romántica de su relación, Einstein propuso un “curioso” acuerdo a la que todavía era su mujer con la intención de mantener una convivencia regulada que les permitiera seguir juntos, por el bien de sus hijos.

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Condiciones que Albert Einstein propuso a Mileva Maric en 1914

Mileva aceptó las condiciones, pero fue en vano, pues unos meses después dejó a Einstein en Berlín y se mudó con sus hijos a Zurich.

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Carta original a Mileva Maric en alemán / Fuente: The Collected Papers of Albert Einstein

5. El padre de la bomba atómica: ¿qué hay de cierto?

“No me considero el padre del descubrimiento de la energía atómica”

Albert Einstein, Atomic War or Peace, 1945 / Fuente: Sociedad Histórica de Princeton.

La figura de Einstein se asocia erróneamente al desarrollo de la bomba atómica y a la energía nuclear. Aunque su ecuación E=mc² explica la energía liberada en una bomba atómica, no explica cómo construir una. El científico (suizo por aquel entonces) nunca participó en el proyecto que desarrolló la bomba atómica, el Proyecto Manhattan. Precisamente, en 1940 la Inteligencia del Ejército Estadounidense negó a Einstein la autorización de seguridad necesaria para trabajar en dicho proyecto. Su única implicación fue “una acción aislada”: el envío de una carta al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Einstein sabía que científicos alemanes estaban estudiando el potencial del uranio y la energía nuclear y apremiaba al Presidente para hacer lo posible por ganar esa batalla desde Estados Unidos, antes de que los alemanes lo consiguieran.

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Pincha aquí para ver la traducción al castellano. Aunque fue firmada por Einstein, la carta estaba escrita en gran parte por el físico húngaro Leo Szilard / Imagen: Wikimedia commons.

Ante las acusaciones y reproches por su actuación en la cuestión de la bomba atómica, Einstein siempre se  definió como pacifista y defendió su único acto aislado, la carta a Roosvelt, como una medida desesperada.

“Si hubiera sabido que los alemanes no conseguirían desarrollar la bomba atómica, no hubiera hecho nada”

Albert Einstein, Newsweek magazine, Museo de historia Americana.

6. ¿Qué hizo Einstein con el dinero de su premio Nobel?

El 10 de noviembre de 1922 Einstein se enteró de que había ganado un Premio Nobel mediante un telegrama pero, ¿hasta qué punto le pilló por sorpresa? A pesar de que ya era famoso debido a su Teoría de la Relatividad General, recibió el premio “por sus servicios a la física teórica, y en especial por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico“, según anunciaba entonces la Academia Sueca.

El premio que se otorgó a Albert Einstein en 1922 era en realidad el Nobel de Física de 1921, que no se había entregado a nadie ese año y que había quedado, según marcaban los estatutos de la Fundación Nobel, en reserva hasta el año siguiente. Einstein no pudo acudir a la ceremonia de entrega de diciembre de 1922 por encontrase de viaje, por lo que dio su discurso de aceptación en julio de 1923.

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Albert Einstein pronunciando su discurso de aceptación del Nobel para la Asamblea Nórdica de Naturalistas en Gotemburgo, Suecia, 11 de julio de 1923. Foto: Anders Wilhelm Karnell , Biblioteca de Gotemburgo. Dominio público via Wikimedia Commons

Con el premio, recibía además una gratificación económica de unas 120.000 coronas suecas, lo que correspondía en la época a unas 10 veces el sueldo anual de un profesor. Pero Einstein nunca se gastó el dinero de su premio. Se lo dio todo a su exmujer, Mileva Maric, tal y como habían establecido al negociar su acuerdo de divorcio, que se firmó en 1919. Mileva lo utilizó para comprar varias casas, y lo dedicó al cuidado de sus hijos. ¿Por qué estaba Einstein tan seguro de que en algún momento recibiría un Premio Nobel? ¿Por qué fue tan “generoso” con Mileva?

7. No quiso ser presidente

Chaim Weizmann fue el primer presidente del Estado de Israel hasta que murió en 1952. Por aquel entonces, Einstein era un científico consolidado, famoso en todo el mundo, pacifista y activista en pro de los derechos humanos, además de declarado defensor de la causa judía. Weizmann y Einstein se conocían, y habían colaborado en la fundación de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

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Principal Mossinson, Professor Einstein, el Dr. Weizmann y el Dr. Ussishkin, en New York (1921). Imagen Publicada originalmente en The Scientific Monthly / Dominio público vía Wikimedia

Tras la muerte de Weizmann, Einstein recibió la propuesta de convertirse en el segundo presidente de la historia de Israel. Abba Eban, entonces embajador del país en Estados Unidos, le transmitió la propuesta en nombre del primer ministro (David Ben Gurion) en una carta. Por el mismo medio, el físico más famoso de la historia rechazó la proposición: “Toda mi vida he tratado con asuntos objetivos; por consiguiente, carezco tanto de aptitud natural como de experiencia para tratar propiamente con personas y para desempeñar funciones oficiales”. El mismo documento recoge una de las frases más personales de Einstein:

 “Mi relación con el pueblo judío se ha convertido en mi lazo humano más fuerte”.

8. Einstein, ¿un espía soviético?

Einstein nunca participó en el Proyecto Manhattan, el grupo de científicos encargado de desarrollar la bomba atómica que caería sobre Hiroshima (6 de agosto de 1945) y Nagasaki (9 de agosto de 1945). A pesar de que fue él mismo quien alertó al presidente Roosevelt sobre la urgencia de desarrollar la bomba antes que los alemanes, nunca le invitaron a participar – y nunca sabemos qué habría contestado- porque Einstein era un riesgo para la seguridad nacional.

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Albert Einstein recibie del juez Phillip Forman su certificado de ciudadanía estadounidense (1/10/1940). Imagen: Al. Aumuller, dominio público vía Wikimedia Commons

Agentes del FBI lo siguieron durante años, e incluso continuaron con la investigación después de su muerte. ¿Qué buscaban? El científico era considerado un riesgo de seguridad para el servicio de inteligencia estadounidense: más de 1.400 páginas de investigación dan prueba de ello (pueden consultarse en la Web del FBI). Einstein era un hombre de mundo, tenía muchos contactos y viajaba con frecuencia fuera del país. Además, su tendencia política hacia la izquierda, su activismo por los derechos humanos, o su lucha contra el racismo, lo situaban en el punto de mira de la “obsesión comunista” que vivía Estados Unidos por aquella época.

9. El legado de Einstein: entre Nueva Jersey y Jerusalén

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Albert Einstein Memorial. Estatua de bronce de Albert Einstein, del escultor Robert Berks (Washington, Estados Unidos) / Imagen: dominio público vía Wikimedia Commons.

¿Has pensado alguna vez visitar la tumba de Einstein? No podrías hacerlo aunque quisieras. Antes de morir, el  físico dejó claro que no quería ser enterrado, pues le aterraba la idea de que su lugar de descanso se convirtiera en lugar de peregrinaje para admiradores y curiosos. Por eso, fue incinerado y sus cenizas se esparcieron en Estados Unidos, cerca del río Delaware, y no muy lejos de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), donde había desarrollado gran parte de su carrera científica. Pero el legado más importante de Einstein, todos sus escritos científicos y no científicos, sus fotografías y los derechos de sus obras, están en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en el campus Edmond J. Safra. Actualmente, parte de los documentos están digitalizados y pueden consultarse abiertamente.

10. El cerebro de Einstein recorrió Estados Unidos en un frasco

No es ciencia ficción. Tampoco es de extrañar que el cerebro del físico más célebre del siglo XX fuese un “bien” cotizado. ¿Estaba ahí el secreto de su inteligencia? Eso debió preguntarse Thomas Stoltz Harvey, el patólogo forense que dirigió la autopsia de Albert Einstein en el Hospital de Princeton (Nueva Jersey, 1955). No era especialista en el análisis del cerebro, ni tenía autorización para extraerlo. Pero lo hizo, y durante más de 40 años mantuvo la voluntad de descubrir su secreto. Nunca concluyó nada, aunque sí se dedico a enviar a varios científicos una muestra de las más de 170 láminas en las que había dividido el cerebro del genio. Abatido, quizás por el remordimiento, decidió finalmente deshacerse de su preciado tesoro y creyó que el cerebro del difunto Einstein debía estar en manos de su familia. Intentó devolvérselo a la nieta de Einstein, Evelyn, en un viaje desde Nueva Jersey a California, donde estudiaba ella. En este peculiar periplo le acompañaría el escritor Michael Paterniti, quien plasmó el viaje en su libro, “Driving Mr. Albert: A Trip Across America with Einstein’s Brain” (“Viajando con Mr. Albert”).

Portada del libro “Driving Mr. Albert: A Trip Across America with Einstein’s Brain”, de Michael Paterniti.

 Dory Gascueña para OpenMind

@dorygascu

Nota del editor: artículo actualizado el 14 de septiembre

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