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01 agosto 2017

Maria Mitchell, una científica en la lucha por los derechos de las mujeres

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La noche del 1 de octubre de 1847, un cometa todavía desconocido cruzaba el cielo de Estados Unidos. La joven Maria Mitchell, que escudriñaba el firmamento desde el techo del Banco Nacional del Pacífico, en una pequeña isla al sur de Massachusetts, con un telescopio de latón con un refractor de siete centímetros, fue la primera en observarlo. Aquel descubrimiento convirtió a Mitchell, nacida el 1 de agosto de 1818, en la primera astrónoma de Estados Unidos.

En su homenaje, el astro fue bautizado como Miss Mitchell’s Comet. No se espera que ese cuerpo celeste, que es no periódico, vuelva a acercarse a nuestro planeta, pero su rastro hizo famosa a la primera mujer elegida para la Academia Americana de Artes y Ciencias, y la única hasta 1943. Ella dedicó su vida no solo a la ciencia, sino también a la lucha por los derechos de las mujeres.

La astrónoma y pionera de los derechos humanos, Maria Mitchell, en un retrato de 1851. Autor: H. Dassell

La pasión de Mitchell por el cielo estrellado empezó en la infancia, cuando ella, como todas las niñas de la comunidad cuáquera, bordaba globos terráqueos y esferas celestes. Ella creció en la isla de Nantucket, capital de la industria ballenera, donde todas las casas tenían miradores para divisar la vuelta de los barcos. Mitchell, sin embargo, los utilizaba para barrer el cielo con su padre, también aficionado a la astronomía, quien ofreció la misma educación a su hijo que a sus hijas. A los 12 años, María le ayudó a calcular la posición de su casa al observar un eclipse solar. Dos años después, la adolescente ya ayudaba a los marineros de la isla a calcular la mejor ruta para sus largos viajes.

Una científica mundialmente reconocida

El hecho de tener libros siempre disponibles en casa le hizo consciente del poder de la educación, sobre todo para las mujeres. Ella creía que las mentes de las mujeres eran muchas veces desaprovechadas cuando se veían obligadas a dedicar más tiempo a actividades como coser o cocinar que a realizar actividades intelectuales. Mitchell se convirtió en asistente de profesor a los 16 años y un año después creó su propia escuela, pero dejó el cargo para convertirse en la primera bibliotecaria del Ateneo de su ciudad.

Localización del cráter lunar nombrado en honor a Maria Mitchell. Crédito: Eric S. Kounce / West Texas Astronomers

Ella volvió a la enseñanza ya como una científica mundialmente reconocida, cuando las mujeres no tenían mucha oportunidad de continuar su educación después de la adolescencia. Impresionado con el éxito de la joven astrónoma —Mitchell no sólo había ganado una medalla ofrecida por el rey de Dinamarca, Federico VI, por el descubrimiento del Miss Mitchell’s Comet, sino que también observó manchas solares, estrellas, nebulosas y las lunas de Júpiter y Saturno—, Matthew Vassar la contrató como la primera profesora de la recién abierta universidad Vassar College. Él también la veía como un modelo para mujeres “ambiciosas e inteligentes”. Y así fue. Maria Mitchell allanó el camino para las astrónomas y, además, exigió y recibió el mismo sueldo que un profesor varón.

Trabajo científico y activismo social

La astrónoma a veces se mostraba sorprendida con la atención que recibía gracias a su trabajo científico, a pesar de ser mujer. Ella escribió en su diario una vez: “Es realmente divertido ver que una de repente es tratada como una celebridad, ver las puertas abiertas para recibirte, cuando nunca se abrían antes”. Una de esas puertas fue la del Observatorio del Vaticano, uno de los más antiguos del mundo. Durante un viaje a Roma, en 1858, Mitchell escribió a Angelo Sacchi, el astrónomo del Vaticano para pedirle permiso para usar el Observatorio. Gracias a él, ella se convirtió en la primera mujer no religiosa en pisar el local —a Mary Somerville, la mujer científica más famosa de Europa en ese momento, se le había negado la entrada—, aunque tuvo que dejarlo a la puesta del Sol.

El trabajo científico y el activismo social de Maria Mitchell dieron muchos frutos. Después de su fallecimiento, en 1889, el observatorio de Nantucket recibió su nombre, así como un asteroide y un cráter en la Luna. Con respecto a la situación de la mujer, la primera científica oficialmente reconocida en todo el continente americano dejó escrito: «En mis años jóvenes, solía decir: “¡Cuánto necesitan las mujeres las ciencias exactas!” Pero desde que he conocido a algunos científicos que no siempre atienden a las enseñanzas de la naturaleza, que se quieren a sí mismos más que a la ciencia, digo: “¡Cuánto necesita la ciencia a las mujeres!”».

Joana Oliveira
@joanaoliv

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