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24 marzo 2018

Houdini, el cazador de fantasmas falsos

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Cuando pensamos en Harry Houdini, inevitablemente nos viene a la mente la imagen de un hombre atlético en paños menores, cargado de cadenas y escapando de las prisiones más inverosímiles: un tanque de agua, una caja fuerte o un cántaro de leche sellado con candados. Pero tal vez la mayor hazaña de escapismo del mago más famoso de todos los tiempos fue librar a otros muchos de los engaños de médiums y espiritistas. No hubo un Houdini, sino dos: hasta 1922 fue el hombre espectáculo e incluso estrella del cine mudo, en sus últimos años fue el cazador de fantasmas falsos.

Houdini es famoso por sus números de escapismo. Crédito: Famous Players – Lasky Corporation.”, US

Según la versión más divulgada, fue la muerte de su madre lo que dirigió a Houdini (24 de marzo de 1874 – 31 de octubre de 1926) hacia el espiritismo. Desde su nacimiento en Budapest, pasando por la emigración de su familia a EEUU y su triunfo como mago, Erik Weisz —su verdadero nombre— siempre profesó una profunda adoración por su madre, a la que calificaba como su ángel en la Tierra, el faro que le guiaba y uno de sus dos amores, junto con su esposa Bess. Tras la muerte de su madre, en 1913 a causa de un derrame cerebral, Houdini no volvió a ser el mismo. Se convirtió en un espectro taciturno que pasaba largos ratos en el cementerio, tendido sobre la tumba y hablando con la tierra.

Según esta versión, a partir de entonces comenzó a asistir a sesiones de espiritismo para contactar con su madre, lo que le llevó a descubrir los engaños de los médiums y a iniciar su cruzada personal contra este fraude.

Harry Houdini con su madre y su mujer, sus dos amores. Fuente: Wikimedia
Harry Houdini con su madre y su mujer, sus dos amores. Fuente: Wikimedia

Sin embargo, no fue así como ocurrió. Por un lado, los biógrafos de Houdini señalan que su asistencia a aquellas sesiones no comenzó hasta casi un decenio después de la muerte de su madre. Por otro, que su interés por los espíritus no fue algo sobrevenido por ese suceso trágico, de niño ya presenció sesiones y comenzó a sospechar que eran una engañifa.

Arthur Conan Doyle, el padre del segundo Houdini

“Houdini nunca fue un creyente en el espiritismo”, resume a OpenMind el escritor y divulgador científico Massimo Polidoro, autor de Final Séance: The Strange Friendship Between Houdini and Conan Doyle (Prometheus Books, 2001). “Cuando era joven montó sesiones falsas, así que sabía muy bien lo que realmente sucedía durante aquellas reuniones”.

Pero sí es cierto que su madre tendría un papel en aquella conversión del mago en un activo denunciante de estafas paranormales. El nacimiento de aquel segundo Houdini tuvo una fecha concreta y unos padres: Arthur Conan Doyle y su esposa Jean, con quienes el mago trabó una gran amistad durante una gira británica en 1920. Los Conan Doyle eran grandes creyentes en el espiritismo y la esposa del creador de Sherlock Holmes incluso ejercía como médium.

El 17 de junio de 1922, durante una velada que reunió a los Conan Doyle y los Houdini en Atlantic City, Lady Doyle se ofreció a practicar una sesión para contactar con la madre del mago. El resultado fueron 15 páginas de escritura automática en las que, supuestamente, la madre de Houdini se comunicaba con su hijo en perfecto inglés y bajo el signo de la cruz. Todo esto suscitó en el mago algo más que sospechas: su madre jamás supo escribir en inglés y difícilmente la esposa de un rabino habría dibujado una cruz.

Houdini y el fantasma de Abraham Lincoln. Fuente: Library of Congress
Houdini y el fantasma de Abraham Lincoln. Fuente: Library of Congress

En un primer momento Houdini ocultó a Conan Doyle su escepticismo y este pensó que se había ganado al mago para su causa. De hecho, señala Polidoro, la amistad con Conan Doyle había logrado que Houdini “estuviera deseoso de compartir la pasión de su amigo y participara en sesiones con los médiums que Doyle calificaba como los mejores”. El escritor añade que el padre de Sherlock Holmes “incluso estaba convencido de que el propio Houdini era un poderoso médium, ¡y que podía liberarse de las ataduras y prisiones desmaterializando su cuerpo!”

Así fue hasta que Conan Doyle comenzó a presentar públicamente a Houdini como un creyente, entonces tuvo que reaccionar. “Pero por mucho que lo intentó, no pudo persuadirle —a Conan Doyle—de que había truco en aquello”, prosigue Polidoro. Ambas celebridades se enzarzaron en una controversia pública que los periódicos y sus lectores seguían con avidez: “chocaron y su amistad terminó con un fuego cruzado de amargos comentarios”.

¡Yo soy Houdini! ¡Y usted es un fraude!

Por su parte, Houdini estaba determinado a desacreditar a cuantos médiums pudiera. Su conocimiento de magia le permitía averiguar las artimañas que empleaban los espiritistas, a cuyas sesiones asistía disfrazado y acompañado por policías de incógnito, para finalmente encender una linterna que dejaba el engaño al descubierto y ponerse en pie al grito de “¡Yo soy Houdini! ¡Y usted es un fraude!” Sus experiencias quedarían recogidas en 1924 en su libro A Magician Among the Spirits.

Houdini formó parte de un comité creado por la revista Scientific American que prometía un premio sustancioso a quien pudiera demostrar fehacientemente algún poder paranormal, lo que se sumaba a otra recompensa ofrecida por el propio mago. Una médium de Boston llamada Mina Crandon (alias Margery), esposa de un reputado cirujano, logró convencer al resto de los miembros del comité, pero Houdini destapó sus trucos. Algunos eran tan tortuosos como simular una mano de ectoplasma que parecía salir de su vagina y que en realidad estaba fabricada con tejido de animal. Eventualmente se reveló el motivo de la complacencia del comité: la médium les había regalado sus favores sexuales.

La supuesta mano materializada de Mina Crandon haciendo una huella digital. Crédito: Stanley De Brath
La supuesta mano materializada de Mina Crandon haciendo una huella digital. Crédito: Stanley De Brath

El caso de Margery supuso la ruptura definitiva entre Houdini y Conan Doyle. “Nunca tuvieron la oportunidad de reconciliarse”, concluye Polidoro, el mago falleció de peritonitis a los 52 años. Pero irónicamente, en cierto modo continuó su labor desde la tumba: durante diez años su mujer Bess organizó sesiones de espiritismo en la noche de Halloween –el aniversario del fallecimiento del mago– en las que instaba a los médiums a adivinar el código secreto había acordado con su marido (Rosabelle believe, en alusión a una canción). Uno de ellos, Arthur Ford, dio con el mensaje, pero años después se reveló que también era un fraude.

Inspirado por Houdini, en 1964 el mago James Randi ofreció mil dólares a quien exhibiera poderes paranormales científicamente comprobables. Con el tiempo la cantidad fue aumentando: en 1996 era de un millón de dólares. Después de más de mil aspirantes, en 2015 el concurso se cerró sin demostración de que lo paranormal es real.

Javier Yanes

@yanes68

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