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20 noviembre 2017

Sustitución sensorial: por qué la perspectiva ecológica puede ser la clave

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Desde que somos pequeños nos han dicho que los seres humanos tenemos cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Una larga tradición, que se remonta por lo menos a Aristóteles, entiende que las personas entramos en contacto con el mundo que está a nuestro alrededor usando uno de esos sentidos. Cada sentido tiene un órgano propio; por ejemplo, en el caso de la vista, este sería el ojo; en el caso del gusto, la boca. Cada uno de esos órganos está conectado con el cerebro y su estimulación nos provoca una fenomenología distinta, es decir, algo así como una experiencia de visión, de olor, o de sabor, por poner algunos ejemplos.

Los humanos nos relacionamos con el mundo a través de los cinco sentidos, según antiguas corrientes de pensamiento que la tecnología puede ahora poner en tela de juicio / Imagen: Creative Commons CC0

Aunque parezca que la idea de que los humanos experimentamos el mundo a través de los cinco sentidos es una de esas verdades que no han cambiado a lo largo de los años, distintas investigaciones ponen en duda esa afirmación. Por un lado, algunos investigadores afirman que la propiocepción (es decir, la capacidad de percibir el propio cuerpo, nuestras articulaciones y su posición relativa en el espacio) constituye un sentido diferente a los cinco antes mencionados, por lo que deberíamos hablar de seis sentidos. Por otro lado, las interacciones que se observan entre el gusto y el olfato (que tan importantes son en el mundo de la cocina) hacen sospechar que quizás no sean dos sentidos independientes, si no un mismo sentido que está funcionando en dos niveles diferentes. Desde este punto de vista, se podría argumentar que tenemos menos de cinco sentidos.

¿Puede la tecnología ampliar nuestros límites sensoriales?

Un tercer grupo de estudios que desafía la noción clásica de sentido viene de la mano de la tecnología y se conoce como sustitución sensorial. De forma breve, la sustitución sensorial consiste en aprovechar una modalidad sensorial para sustituir otra cuando esta segunda no puede ser usada. Un ejemplo muy básico de sustitución sería el caso del bastón blanco en personas con discapacidad visual. Ante la imposibilidad de detectar un escalón a través de la visión, el bastón nos ayuda a utilizar el tacto como sustituto y así podemos percibir el obstáculo y subirlo o evitarlo, según sea el caso. La primera tecnología que intentaba hacer esta sustitución sensorial transformando luz en sonido fue desarrollada entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX por un inventor polaco llamado Noiszewski. Un poco más tarde, en la segunda mitad del siglo XX, algunos de las innovaciones más importantes en este campo terminaron convirtiéndose en ayudas indispensables para la lectura en los casos de personas ciegas.

Algunos investigadores liderados por Bach y Rita han defendido que la sustitución sensorial casi completa es posible a luz de la reorganización cerebral que se produce después de usar estos aparatos durante un tiempo. Sin embargo, el uso de aparatos de sustitución visio-táctil no es tan común como cabría de esperar teniendo en cuenta que alrededor de 285 millones de personas en el mundo tienen algún tipo de discapacidad visual. Una de las explicaciones sobre este limitado uso recae, precisamente, en que muchos de estos dispositivos están concebidos desde la idea clásica de los cinco sentidos que necesitan ser estimulados cuando nuestra percepción funciona más bien como un proceso activo y amodal.

Ilustración 1: Distintas aproximaciones al estudio de la percepción / Imagen: autora

En qué consiste la aproximación ecológica

Este marco alternativo sobre la percepción se conoce como aproximación ecológica, ya que atiende a la ecología de los seres vivos para explicar su comportamiento. La percepción no se concibe como un proceso representacional, sino como un sistema dinámico de control online. En este sistema, el movimiento del usuario, su exploración, permite la detección de la información relevante para la percepción, y ésta, a su vez, permite el control de las acciones.

Desde este marco, los sentidos se definen únicamente como tipos diferentes de contingencias sensoriomotoras.

La aplicación de esta aproximación ecológica a la sustitución sensorial se ha probado en recientes estudios donde se analiza el papel del control activo de la información por medio de la exploración para la detección de características del entorno; la capacidad de percibir contingencias ópticas, como las expansiones por medio de un dispositivo vibrotáctil; la percepción de affordances, como la capacidad de subir escalones o pasar por aperturas; y la capacidad de realizar deambulaciones con obstáculos por medio de distintos dispositivos de sustitución sensorial.

Un participante dirigiéndose hacia una localización usando un dispositivo vibrotáctil. / Imagen: autora

Los resultados de estas investigaciones muestran que el enfoque ecológico-dinámico del comportamiento puede ser más adecuado en el ámbito de la sustitución sensorial y que un cambio con respecto a la noción clásica de los cinco sentidos es necesario para innovar en estos dispositivos y extender su uso, sobre todo, entre personas con discapacidad visual.

Lorena Lobo

Universidad Autónoma de Madrid

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