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13 octubre 2020

Cómo los murciélagos pueden ser incubadoras de virus y no morir en el intento

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Primero fue la rabia, el patógeno que se le escapó bajo el microscopio a Louis Pasteur y que le llevó a imaginar la existencia de agentes infecciosos más diminutos que las bacterias. Más recientemente han sido el ébola, marburgo, hendra, nipah, el virus del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), el del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y, cómo no, el coronavirus SARS-CoV-2 de la COVID-19. Todos estos virus tienen algo en común: se supone que nacieron a la existencia en los murciélagos, y han acabado llegando a los humanos. Se conocen ya cerca de 11.000 tipos de virus en los murciélagos, casi 3.800 de los cuales son coronavirus. Pero ¿es solo mala reputación, o realmente estos animales tienen algo especial que los convierte en incubadoras de virus? Y de ser así, ¿cómo sobreviven?

Los murciélagos forman el segundo orden de mamíferos más abundante después de los roedores. Crédito: U.S. Geological Survey
Los murciélagos forman el segundo orden de mamíferos más abundante después de los roedores. Crédito: U.S. Geological Survey

Los murciélagos son animales de notable éxito evolutivo, como demuestra que forman el segundo orden de mamíferos más abundante después de los roedores; con más de 1.400 especies, uno de cada cinco mamíferos conocidos es un murciélago. Y todos ellos comparten una peculiaridad evidente: vuelan. Esta habilidad les ha permitido extenderse por todos los continentes excepto la Antártida. Pero a pesar de que el “vive rápido, muere joven” es también una ley natural, ya que los animales con un metabolismo más elevado suelen acumular daños oxidativos que reducen su longevidad, en cambio los murciélagos saben mantener a raya las moléculas reactivas como los radicales libres; mientras que un ratón puede aspirar a una larga vida de dos años, algunos murciélagos superan los 30.

En estas peculiaridades podría residir alguna de las claves que explican la asombrosa capacidad de los murciélagos de convivir con una enorme diversidad de virus sin sucumbir en el intento, una relación que han mantenido con sus patógenos durante millones de años de evolución. Los científicos sugieren que el rápido metabolismo de los murciélagos los mantiene en un estado febril que incluye una vigilancia inmunológica continua, más activa de lo normal.

Una superinmunidad innata

Algo de esta hiperactividad inmunitaria se ha demostrado al descubrirse en los murciélagos una presencia permanente de interferón alfa, uno de los antivirales propios de los animales. Curiosamente, y aunque los murciélagos solo poseen tres tipos de interferón alfa, la cuarta parte que los humanos, en cambio hacen un uso intensivo de ellos: mientras que nosotros solo los producimos en caso de infección, ellos los tienen desplegados de forma constante, lo que puede estar ligado a “la capacidad de los murciélagos de coexistir con virus en ausencia de enfermedad”, escribían los autores del estudio.

Para el especialista en virus emergentes de la Universidad de Texas A&M Benjamin Neuman, esta superinmunidad innata de los murciélagos podría explicar en buena medida no solo cómo estos animales toleran las infecciones virales, sino también por qué sus virus son más dañinos para otras especies. “El SARS-CoV-2 no es un virus tan inherentemente peligroso; es peligroso para los humanos porque está bien adaptado a los murciélagos u otros animales con un sistema de interferón muy fuerte”, explica a OpenMind. Según Neuman, el equilibrio favorecido por la selección natural entre el virus y su hospedador no cierra por completo la respuesta inmune del huésped, sino que la mantiene a un nivel bajo, suficiente para que el virus persista. “El peligro del SARS-CoV-2 viene porque el virus lleva suficiente equipamiento genético para aplacar, pero no parar por completo, el sobrecargado sistema de interferones del murciélago; cuando el virus está en una persona, ese mismo equipamiento arrolla por completo nuestro sistema de interferones, y así enfermamos”. “Es como enviar a un boxeador cualquiera de peso pesado a un combate de peso mosca; puedes imaginar el resultado”.

BBVA-OpenMind-Cómo murciélagos pueden ser incubadoras de virus y no morir en el intento 3-Los murciélagos son capaces de mantener la hiperinmunidad sin dañarse a sí mismos. Crédito: USFWS
Los murciélagos son capaces de mantener la hiperinmunidad sin dañarse a sí mismos. Crédito: USFWS

Un rasgo crucial de ese equilibrio entre los murciélagos y sus virus consiste en que estos animales son capaces de mantener esa hiperinmunidad sin dañarse a sí mismos; en muchos otros animales, la reacción inflamatoria provocada por esa respuesta innata permanente sería nociva. Un reciente estudio ha analizado en detalle los genomas de seis especies de murciélagos, descubriendo que, además de mostrar una expansión en ciertos genes antivirales, carecen de otros que promueven la inflamación

“Pienso que es una adaptación al vuelo”, confirma a OpenMind la codirectora del estudio Emma Teeling, especialista en evolución molecular y genética de los murciélagos del University College Dublin. “Dados los altos requerimientos metabólicos del vuelo y los altos niveles de radicales libres dañinos que se generan como resultado, los murciélagos tuvieron que desarrollar un sistema inmune único para reducir rápidamente la inflamación constante que experimentan por ese daño celular”. Así, prosigue Teeling, esa astuta estrategia les sirve también para responder contra los patógenos, lo que explica su tolerancia y longevidad.

Virus peligrosos en otras especies

Pese a todo, algunos investigadores discrepan de la idea de que los murciélagos alberguen una mayor cantidad de virus con potencial zoonótico que otras especies. En la Universidad de Glasgow, los especialistas en ecología viral Nardus Mollentze y Daniel Streicker han estudiado la presencia de virus infectivos para los humanos en distintos animales, llegando a la conclusión de que no hay “reservorios especiales”: los virus peligrosos para nosotros se encuentran distribuidos uniformemente entre las diferentes especies, ya sean murciélagos, roedores o aves. “La variación en la frecuencia de zoonosis entre órdenes de animales puede explicarse sin recurrir a relaciones ecológicas o inmunológicas especiales entre hospedadores y virus”, concluyen en su estudio.

El trabajo reciente sobre la inmunidad de los murciélagos es fascinante”, comenta Streicker a OpenMind. Sin embargo, aclara, no se ha demostrado hasta qué punto estas respuestas están generalizadas entre los murciélagos ni cuáles son sus efectos sobre los virus. “Aún no hay evidencias de que ningún rasgo único de los murciélagos les haya llevado a albergar más virus por especie, o a que sus virus sean más infectivos para los humanos”, añade Mollentze. “Si el modo presumiblemente único de los murciélagos de manejar las infecciones ha alterado su viroma de otras maneras importantes, es algo que está por ver”. 

BBVA-OpenMind-Cómo murciélagos pueden ser incubadoras de virus y no morir en el intento 4-Los murciélagos tienen muchos rasgos biológicos únicos. Crédito:David Dennis
Los murciélagos tienen muchos rasgos biológicos únicos. Crédito:David Dennis

Ambos científicos admiten que en ocasiones el mismo virus es más peligroso para los humanos que para los murciélagos, pero subrayan que falta demostrar si dicho patógeno se ha originado en esos animales y hasta qué punto esa distinta virulencia vendría marcada por su origen. De hecho, agrega Streicker, ni los murciélagos son invulnerables a todas sus infecciones virales, ni son los únicos huéspedes sanos de virus potencialmente fatales para los humanos: existen otros virus peligrosos para nosotros que apenas dañan a sus respectivos reservorios, aves o roedores, como el del Nilo Occidental, el de la encefalitis equina del este, los hantavirus o el lassa. “La mayoría de los animales tienen infecciones simultáneas de múltiples virus, la mayoría de los cuales causan una enfermedad limitada”, concluye Streicker; “si la proporción de estos es más baja en murciélagos que en otros animales, no se sabe”.

Con independencia de esas incógnitas pendientes, el trabajo de Mollentze y Streicker no solo llama la atención sobre la necesidad de vigilar otros reservorios animales, sino que también debería descargar a los murciélagos del sambenito que se les ha colgado como enemigo público. Sobre si los saltos de sus virus a los humanos son casos raros de “tormenta perfecta” o más frecuentes de lo que sospechamos, aunque normalmente sin consecuencias, no parece haber unanimidad. Pero si hay un culpable de tales sucesos, somos nosotros al invadir sus hábitats. Como dice el especialista en enfermedades infecciosas emergentes Linfa Wang, de la Universidad Nacional de Singapur, “los murciélagos tienen muchos rasgos biológicos únicos, como su longevidad y su baja tasa de cáncer; tenemos mucho que aprender de ellos”.

Javier Yanes

@yanes68

 

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