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20 agosto 2020

La historia de los jardines botánicos: museos vivos y centros de investigación

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Nacidos para conservar y enseñar las exóticas especies llegadas de los ‘nuevos’ continentes, los centros botánicos se reinventan para catalogar y salvar la riqueza vegetal del planeta.

En su libro “La memoria secreta de las hojas”, Hope Jahren, catedrática de geobiología en la Universidad de Oslo, cuenta que no se dedicó a estudiar el mar porque “es un lugar solitario y vacío”. Según sus datos, sobre la tierra existe seiscientas veces más vida que en el mar y la causa se debe, sobre todo, a la labor milenaria y silenciosa de las plantas. Cita, por ejemplo, el caso de los bosques protegidos del oeste de Estados Unidos, su país de origen, en los que viven 80.000 millones de árboles: esto es, por cada norteamericano habría más de 200 árboles. Jahren también hace una petición: abra la ventana y mire, ¿ha visto algo vegetal?

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Los jardines botánicos son paraísos en medio de la piedra y el asfalto. Crédito: Real Jardín Botánico CSIC

Difícilmente la respuesta será negativa pero es posible que, si las ventanas se asoman a ciudades contemporáneas, la vista sea un tanto monótona: afilados plátanos en las calles, geranios de flores rojas en primavera… Un número de especies que palidece frente a la abrumadora y diversa maravilla vegetal que sobrevive en el planeta a pesar de la fuerte presión a la que está sometida desde hace demasiadas décadas. La ciencia, sin embargo, ideó una forma de compensar esta, digamos, uniformidad vegetal urbana, con la creación de unos verdaderos paraísos en medio de la piedra y el asfalto: los jardines botánicos. Museos vivos.

El primer jardín botánico que se crea con una temprana vocación de investigación, es decir, de hacer algo que lleve a un conocimiento nuevo más allá del sencillo cultivo de plantas, evidentemente muy antiguo, o del lugar de recreo, fue el jardín botánico de la Universidad de Pisa en 1544, en pleno Renacimiento. Le sucedieron muchos, la mayoría en Italia como los de Padua o Florencia, y desde ahí se extendieron al resto de Europa. El objetivo inicial era el cultivo de plantas medicinales, alimenticias y de especies exóticas que los exploradores empezaban a traer en sus viajes de ultramar e investigar sus propiedades.

La evolución de un jardín

Desde entonces, una de las cuestiones más relevantes de los jardines botánicos es la evolución que ha experimentado la ciencia botánica en los últimos 150 años. En sus inicios se limitaba a una descripción anatómica de la planta, clasificándola de acuerdo a los estándares que promueve Carlos Linneo en el siglo XVIII, identificándola y, en la medida de lo posible, asignándole ciertas características. Ahora, el botánico se pregunta ya no solo si una especie es nueva o no, sino qué relación de parentesco tiene con otras, cómo ha llegado a un determinado lugar y cómo ha ido evolucionando. “Es lo que se llama estudio evolutivo, que nos ayuda a comprender cómo ha aparecido la vida y cómo se ha ido diversificando, cómo han ido apareciendo cada vez más diferencias entre los seres vivos, siempre para adaptarse mejor a los medios en los que se encuentran”, explica Esteban Manrique Reol, director del Real Jardín Botánico (Madrid) —inaugurado en 1781 bajo el reinado de Carlos III de España y hoy integrado como centro de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

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Real Jardín Botánico (Madrid).  Crédito: Antonello Dellanotte

Los laboratorios de los jardines han pasado de estar bien dotados de lupas y microscopios a disponer incluso de máquinas de PCR (tan tristemente actuales estos días) para amplificar genes y hacer comparaciones, microscopios electrónicos e instrumentos similares que permiten a los botánicos ver detalles ocultos hasta ahora al ojo humano por el llamado método molecular.

La investigación actual también requiere muchísimo de salir al campo: “Muchas plantas están amenazadas porque el ambiente las constriñe tanto en su forma de vida que pierden su capacidad de reproducción, de producción de semillas o de semillas viables. Dado que el proceso evolutivo es muy lento, si estamos sufriendo cambios ambientales muy rápidos, como el cambio climático o la contaminación… hay muchas especies que antes de poder adaptarse a ese nuevo cambio están desapareciendo”, explica Manrique.

Salvar plantas en riesgo y digitalizar sus vastas colecciones

Así, los botánicos actuales buscan estas plantas en riesgo para encontrar aquellas que sean más viables, y establecen métodos para reproducirlas in situ en los propios jardines. A partir de ahí, se trata de encontrar semillas y crear nuevas plantas fértiles en los llamados bancos de germoplasma para que, en caso necesario, se puedan restituir en sus poblaciones de origen donde están desapareciendo.

BBVA-OpenMind-Materia-Eugenia Angulo-Jardines_botanicos_4-Los jardines botánicos disponen de herbarios: colecciones de plantas o partes de plantas muertas, secadas e identificadas. Crédito: Jesús G. Rodrigo
Los jardines botánicos disponen de herbarios: colecciones de plantas o partes de plantas muertas, secadas e identificadas. Crédito: Jesús G. Rodrigo

Los jardines botánicos disponen de una colección de plantas vivas pero también de herbarios: colecciones de plantas o partes de plantas muertas, secadas e identificadas que en muchas ocasiones pueden tener muchos cientos de años. Para su conservación —el problema está en que insectos u hongos se las coman—, los conservadores han pasado de aplicar procesos de envenenamiento a congelación: todas las plantas que entran o se intercambian en herbarios pasan al menos entre una o dos semanas a –20ºC antes de ser incorporadas a la colección.

Finalmente, como tantas instituciones, los jardines corren hacia la digitalización de sus colecciones y archivos para que investigadores de todo el mundo puedan consultarlos. De momento, el RJB (Madrid)  lleva digitalizados unos 800.000 especímenes del herbario -posee cerca de 1.300.000-. Mientras, toda la maravilla del archivo de láminas botánicas del siglo XVIII, dibujadas por los grandes exploradores botánicos como José Celestino Mutis, prócer de esta disciplina en España y Latinoamérica, ya cuelga en el mundo digital para todo aquel que necesite más que su ventana.

BBVA-OpenMind-Materia-Eugenia Angulo-jardines_botanicos_5-Los jardines están metidos de lleno en la digitalización de sus archivos. Crédito: Antonello Dellanotte
Los jardines están metidos de lleno en la digitalización de sus archivos. Crédito: Antonello Dellanotte

Eugenia Angulo

@eugenia_angulo

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