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12 julio 2018

La era de la eugenesia: cuando la pseudociencia se hizo ley

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El 14 de julio de 1933, unos meses después de la llegada al poder de Adolf Hitler, el régimen nazi promulgaba la ley para la prevención de la descendencia con enfermedades hereditarias, justo el mismo día en que se prohibía la fundación de nuevos partidos políticos para convertir a Alemania formalmente en una dictadura. La nueva norma autorizaba la esterilización forzada de todas aquellas personas que padecieran trastornos mentales o neurológicos, ceguera, sordera, malformaciones o alcoholismo. Como consecuencia, más de 400.000 personas fueron esterilizadas, solo incluyendo a los ciudadanos alemanes arios —la población judía y de otras etnias era simplemente exterminada en los campos de concentración.

Logotipo del Segundo Congreso Internacional de Eugenesia, en 1921. Fuente: Wikimedia

La tragedia del genocidio nazi puede desviar la atención de cuáles fueron los verdaderos orígenes de unas políticas de higiene racial que no solo se llevaron a la práctica en la Alemania del III Reich, sino también en muchos otros países; de hecho, la legislación nazi se inspiró directamente en el modelo estadounidense.

El origen de todo ello se remonta a 1883, cuando el polímata británico Francis Galton acuñaba el término eugenesia para designar las prácticas encaminadas a aumentar la calidad genética de la especie humana. Galton pretendió basarse en las teorías de su pariente, Charles Darwin, para proponer que el fomento de la descendencia de las “cepas o razas superiores” lograría producir “hombres de una alta clase”, sin taras genéticas.

Mejorar el repertorio genético humano

Aunque el propio Darwin se había opuesto a esta interpretación de su doctrina evolutiva, las ideas de Galton captaron el interés de buena parte de la comunidad científica, que comenzó a debatir la posibilidad de promocionar diversas técnicas para mejorar el repertorio genético de la población humana como una contribución al bien común. De hecho, “algunos aspectos de la eugenesia estuvieron fuertemente vinculados a movimientos progresistas y de izquierdas”, señala a OpenMind la epidemióloga e investigadora de la eugenesia Nicole Novak, de la Universidad de Iowa (EEUU).

Francis Galton acuño el término eugenesia. Fuente: National Portrait Gallery

Así, no era raro encontrar entonces entre los promotores de la eugenesia a intelectuales progresistas como el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw o el biólogo y escritor socialista H. G. Wells. Prominentes políticos como Theodore Roosevelt o Winston Churchill fueron también defensores de esta causa. “El movimiento eugenésico fue sobre todo aceptado por la clase media e intelectuales para mejorar la salud y la vitalidad de la nación y su pueblo”, explica a OpenMind la profesora emérita de la Universidad de Indiana (EEUU) Ruth Clifford Engs, autora de The Eugenics Movement: An Encyclopedia (Greenwood, 2005). “Si eras una persona bien formada en un país de habla inglesa o alemana, la eugenesia se consideraba la mejor manera de promover la salud de la población”.

Sin embargo, la eugenesia tuvo dos caras, o dos versiones. La denominada “positiva” buscaba potenciar la salud a través de la higiene, el ejercicio, la nutrición adecuada y la sanidad sexual. Según expone Engs, se alentaba a hombres y mujeres a casarse con personas sanas y se cuidaba la salud infantil. “Durante la época del movimiento eugenésico, Francia, España, Reino Unido, la mayor parte de Canadá y Latinoamérica fomentaron la eugenesia positiva”, resume la experta.

Sin embargo, no todas las medidas inspiradas por la eugenesia positiva eran tan benignas: en esta corriente se amparaban leyes que exigían certificados de salud sexual para conceder un permiso de matrimonio, o se justificaban persecuciones a los colectivos considerados indeseables. Por su diversidad de medidas, la eugenesia se convirtió en lo que hoy llamaríamos una política transversal. “Muchas políticas eugenésicas, como la mejora medioambiental, de la vivienda o la educación, atrajeron a la izquierda, mientras que las restricciones a la inmigración y la segregación racial atrajeron a la derecha”, apunta a OpenMind Philippa Levine, historiadora de la eugenesia de la Universidad de Texas (EEUU) y coeditora de The Oxford Handbook of the History of Eugenics (Oxford University Press, 2010).

Protesta eugenésica en los años 70. Crédito: Southern Studies Institute

La eugenesia católica y la eugenesia negativa

Un ejemplo paradigmático de esta perversión fue la dictadura de Francisco Franco en España, que impuso una “eugenesia católica de corte ambiental”, resume a OpenMind el historiador Ricardo Campos, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es decir, no se centraba el foco en la cuestión racial, sino en la crianza en los valores aceptables para el régimen. Bajo esta línea se emprendió una represión contra el enemigo político cuya cara más trágica fue la separación de unos 30.000 niños de sus madres para “arrancarlos de las malas influencias maternas y prevenir el marxismo”, señala Campos.

Pero aún más atroz fue la práctica de la eugenesia negativa. En 1907 se aprobaba en Indiana (EEUU) la primera ley destinada a “prevenir la procreación de criminales confirmados, idiotas, imbéciles y violadores”. La esterilización obligatoria de las personas consideradas ineptas se extendió por países como Japón, Australia y parte de Canadá. Pero según Levine, las dos regiones del mundo que más firmemente apostaron por la eugenesia negativa fueron Escandinavia y EEUU.

En concreto, EEUU fue pionero en estas medidas: en 1914, 12 estados ya disponían de leyes de esterilización obligatoria que afectaban a “enfermos mentales, personas discapacitadas física o mentalmente, criminales, agresores sexuales y en ocasiones a los homosexuales”, detalla Engs. En algunos casos también se internaba a estas personas en instituciones. En esta corriente fue decisivo el empuje de Harry Laughlin, superintendente de la Oficina de Registros de Eugenesia, que en 1922 elaboró una ley prototipo para servir como modelo; otros 18 estados pronto siguieron este ejemplo.

Una casa natal de Lebensborn en Alemania nazi para aumentar la tasa de natalidad de los niños “arios”. Fuente: German Federal Archives

Se celebraban concursos donde se premiaba a las “familias más aptas”; la eugenesia triunfaba en las ferias, donde se exhibían carteles con lemas como “algunas personas nacen para ser una carga para los demás”. Fue especialmente destacado el caso de California. El régimen nazi se inspiró en la experiencia californiana y en la ley de Laughlin para redactar su norma de 1933, que a su vez fue elogiada por notables eugenistas estadounidenses. “EEUU y la Alemania nazi practicaron el mayor número de esterilizaciones”, dice Engs. En EEUU se calcula que se esterilizó a unas 60.000 personas.

Fue su asociación con el régimen nazi lo que acabó destronando a la eugenesia en EEUU. La comunidad científica comenzó a tildarla de pseudociencia, ya que muchos de los rasgos que pretendía suprimir no eran netamente heredables. Con todo, alguna de aquellas leyes estatales no sería derogada hasta los años 70. Pero a la hora de juzgar este siniestro episodio en la historia de EEUU y otros países, Engs apunta sin embargo una cuestión para no perder de vista: “Hitler no practicó eugenesia, practicó genocidio”.

Javier Yanes

@yanes68

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