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12 noviembre 2021

La interpretación de los sueños, ¿ciencia o pseudociencia?

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A veces caemos al vacío, en cambio otras volamos cual pájaros. O no cual pájaros, sino cual peces, ya que en realidad estamos nadando a través del aire. En ocasiones nos presentamos a un examen sin haber estudiado o incluso desnudos. Todo cabe durante nuestros sueños, esos fragmentos de película que vivimos mientras dormimos y que abarcan desde lo cómico o lo intrascendente hasta lo más terrorífico. Pero ¿tienen los sueños un significado común? Basta una simple búsqueda en Google para encontrar infinidad de webs y libros que nos aclaran, de la A a la Z, lo que significa cada trama onírica. Sin embargo, no pocos expertos advierten de que los diccionarios de sueños carecen de toda base científica. Aunque ni siquiera los investigadores llegan a un acuerdo sobre si los sueños tienen realmente algún significado.

No es extraño que los sueños hayan fascinado al ser humano desde antiguo. Es célebre la cita del libro fundacional del taoísmo, Zhuangzi o Chuang-Tzu; en la China del siglo III antes de nuestra era, su autor se preguntaba si cuando Zhuang Zhou soñaba que era una mariposa y después despertaba era él quien realmente soñaba ser un insecto o este el que soñaba ser Zhuang Zhou. En las culturas clásicas era común atribuir a los sueños un carácter espiritual, religioso e incluso profético, hasta tal punto que llegaban a provocar o evitar guerras. Y la herencia de este atavismo no ha desaparecido: en 2009 un estudio de los psicólogos Carey Morewedge y Michael Norton descubrió que soñar con un avión que se estrella tiene más influencia en la cancelación de un viaje que un pensamiento consciente, un aviso de amenaza terrorista de las autoridades o un accidente aéreo real.

La influencia de Sigmund Freud

Pero como precisa Norton a OpenMind, aquel estudio versaba sobre la percepción de los sueños, no sobre su verdadera función. Y naturalmente, el significado que a nosotros mismos nos apetece atribuir a nuestros sueños y su interpretación real son cuestiones muy diferentes. Pese a todo, el estudio de Morewedge y Norton revelaba algo cuya importancia no puede negarse, y es que los sueños sí tienen un significado práctico en nuestra vida real; nos ayudan a darnos sentido a nosotros mismos y al mundo. Sin importar la cultura, tanto en oriente como en occidente las personas encuestadas por los psicólogos tendían a creer que los sueños contienen “verdades ocultas”, y que por ello, según Norton, para muchas personas “proporcionan más información significativa sobre el mundo que pensamientos similares durante la vigilia”. Pero curiosamente, no todos, sino principalmente aquellos que nos encajan: “Los sueños incongruentes con las creencias y deseos tienden menos a ser respaldados e influir en la vida diurna”.

Respecto a su significado y función reales, es fundamental la aportación pionera de Sigmund Freud en su obra de 1900 La interpretación de los sueños, que inicialmente encontró un éxito modesto para convertirse con el tiempo en una obra de referencia. Sin embargo y como sucede en general con la doctrina del inventor del psicoanálisis, existe una eterna discusión entre los expertos sobre si sus teorías superan los estándares rigurosos de la ciencia, algo que el filósofo Karl Popper negaba. Para Freud, los sueños eran una manifestación del subconsciente inspirada en deseos reprimidos, que en su obra suelen ser de naturaleza sexual. Esta represión ejerce una autocensura que enmascara el contenido latente del sueño, su significado real, bajo un contenido manifiesto, la narrativa del sueño que encierra una simbología.

La obra de Freud La interpretación de los sueños es la que más ha contribuido a la falsa creencia de que los sueños guardan relación con la vida real. Imagen: Wikimedia

Sin desterrar por completo la interpretación de Freud, Carl Jung alegaba que había algo más: los sueños eran un contrapunto, una compensación inconsciente de aquellas partes de la psique que no se manifestaban de forma consciente. De esta suma de luces y sombras se obtendría la imagen completa de la mente de una persona. Jung propuso también la existencia de arquetipos en el inconsciente colectivo, una simbología común a los seres humanos, si bien los sueños debían interpretarse de forma personalizada. 

A partir de los años 50, investigadores como Calvin Hall indagaron en el significado cognitivo de los sueños, y Ann Faraday y otros comenzaron a publicar libros para facilitar al público la interpretación de sus propios sueños, inaugurando así una tendencia que continúa hasta hoy. De los estudios de miles de sueños y de la psicología de los soñadores surgió la idea de que los sueños son reflejos de la vida consciente, pero algunos expertos consideran que no tienen un propósito real ni por tanto debe concedérseles la menor importancia, más allá de revelar pistas sobre cómo es la psicología del individuo que sueña.

Un enfoque científico al mundo de los sueños 

“De la investigación del sueño y de los sueños en la que estuve implicado hace años, llegué a la conclusión de que la imaginería del sueño no tiene un significado universal, sino que está condicionada por todos los procesos que condicionan nuestra experiencia diaria, como la identificación con un grupo social, la cultura, la historia personal, etcétera”, comenta a OpenMind Alfred Kaszniak, neuropsicólogo de la Universidad de Arizona. La opinión de Kaszniak, que desarrolló investigaciones en colaboración con la investigadora pionera Rosalind Cartwright, representa una visión compartida hoy por muchos expertos: que los sueños son personales, que no existen recetas universales que puedan aportarnos una traducción automática de su significado, y que solo tienen la importancia que queramos darles; la cual puede ser ninguna si así lo preferimos.

BBVA-OpenMind-Yanes-La interpretacion de los suenos-ciencia o pseudociencia- 1-La interpretación de las recreaciones oníricas han intrigado al ser humano desde las más antiguas civilizaciones hasta nuestros días. Crédito: Wikimedia
La interpretación de las recreaciones oníricas han intrigado al ser humano desde las más antiguas civilizaciones hasta nuestros días. Crédito: Wikimedia

En el fondo, el largo debate sobre la interpretación de los sueños se explica por la falta de un fundamento sólido sobre el que basarlo, dado que aún no existe una explicación definitiva sobre por qué soñamos. “Desafortunadamente, no hay actualmente un consenso científico sobre la función o el propósito de los sueños”, apunta Kaszniak. “Algunos investigadores piensan que los sueños, o sus correlatos fisiológicos cerebrales, juegan un papel funcional en la consolidación de la memoria de la experiencia diaria, mientras que otros piensan que la imaginería de los sueños es un epifenómeno de los procesos fisiológicos cerebrales”. 

Según esta última hipótesis, los sueños no serían más que una traducción que nuestra mente elabora de simples ráfagas de actividad que forman parte del mantenimiento nocturno de nuestro cerebro. En cuyo caso, intentar conferirles un significado equivaldría a poco más que buscar formas en las nubes. Sin embargo, esta visión puramente mecanicista no cuenta con el favor de una buena parte de la comunidad científica, que continúa asignando a los sueños un sentido relevante en el contexto psicológico de las emociones y motivaciones de cada persona.

Los investigadores no han conseguido establecer ningún vínculo entre el significado de los sueños y nuestra vida diaria. Imagen: Unsplash

Tampoco el mundo de los sueños ha permanecido ajeno a la pandemia de COVID-19. A partir de las experiencias publicadas por numerosas personas en las redes sociales, algunos investigadores han notado que parece haberse producido un aumento en los reportes de sueños especialmente intensos. Pero si podemos entender que situaciones de estrés y ansiedad como una pandemia puedan conducirnos a estas alteraciones, y que el buen estado de la salud mental puede ayudar a aliviarlas, en cambio aún es mucho lo que no comprendemos. Por qué volvemos una y otra vez a sueños recurrentes. O por qué tenemos sueños lúcidos, aquellos en los que sabemos que estamos soñando; por qué ciertas personas son más propensas a ello, y cómo es posible estimularlos. Hoy los investigadores están aprendiendo incluso a manipular los sueños, lo que puede abrir nuevas vías hacia la comprensión de una vida nocturna que no suele ser tan surrealista como a veces creemos, pero que nunca deja de sorprendernos.

Javier Yanes

 

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