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14 enero 2020

La ciencia que viene en 2020

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Con independencia del eterno debate sobre si la nueva década comenzó el pasado 1 de enero o si lo hará el primer día de 2021, lo cierto e innegable es que ya hemos entrado en los años 20 de este siglo; un periodo que se presenta con la promesa de grandes progresos científicos, tanto en nuestro propio planeta como en los mundos desiertos que hemos conquistado a nuestro alrededor. Repasamos aquí cuáles serán, posiblemente, algunos de los mayores avances en los próximos doce meses.

La invasión de Marte

Representación del rover de la misión Mars 2020 de la NASA. Crédito: NASA/JPL-Caltech

Entre las apuestas más seguras para este 2020 figura un proyecto que lleva el año en su nombre: el 17 de julio está previsto que la NASA lance Mars 2020, la misión que depositará un nuevo rover en la superficie marciana, donde aún opera su antecesor, el Curiosity. Si bien el nuevo vehículo —aún sin nombre oficial— no está equipado para detectar vida, por primera vez desde la misión Viking en 1976 la astrobiología será un objetivo prioritario. Mars 2020 analizará la habitabilidad de Marte en el pasado y rastreará posibles signos de vida antigua. Además, un dron con cámara nos ofrecerá un punto de vista sin precedentes tanto de los panoramas marcianos como del propio vehículo.

Aunque la NASA es hasta ahora la única entidad que ha logrado conquistar la superficie marciana, el monopolio podría comenzar a romperse este año: el 25 de julio la agencia espacial rusa Roscosmos y la europea ESA lanzarán la segunda fase de ExoMars, una misión que llevará a Marte la sonda Kazachok y el rover Rosalind Franklin. Entre julio y agosto, China emprenderá su propio intento de hollar el planeta rojo con su misión Huoxing-1. Para comprobar si todas estas largas marchas hacia Marte alcanzan su objetivo, deberemos esperar hasta 2021.

Nuevo cerco a la materia oscura

El XENONnT entrará en funcionamiento en 2020 con el fin de dar caza a las partículas de la materia oscura. Crédito: Purdue University

Marte no será el único objetivo de los focos de la ciencia espacial en este 2020. En particular, comienza a abrirse también una edad dorada para las misiones de retorno de muestras a la Tierra: la misión china Chang’e-5 lo hará en la Luna, mientras que la OSIRIS-REx de la NASA y la japonesa Hayabusa-2 harán lo propio con sendos asteroides. Por su parte, los operadores espaciales privados continuarán construyendo su camino hacia otros mundos. Y mientras, aquí en la Tierra, la colaboración Event Horizon Telescope (EHT) intentará ampliar su gesta de fotografiar el primer agujero negro capturando imágenes del segundo, Sagitario A*, en el centro de la Vía Láctea.

También este año esperaremos nuevos visitantes de las estrellas, aunque diminutos. El XENONnT en Italia y el LUX-ZEPLIN en Dakota del Sur (EEUU) entrarán en funcionamiento con el fin de dar caza a las hipotéticas partículas de la materia oscura, ese esquivo ingrediente del universo que aporta un extra de gravedad a las galaxias. Si los detectores más potentes jamás construidos no logran capturar las llamadas Partículas Masivas de Interacción Débil (WIMPs, en inglés), seguiremos sin confirmación tangible de la existencia real de la materia oscura.

CRISPR, las oportunidades y las amenazas

He Jiankui anunció en noviembre de 2018 el nacimiento de dos niñas con sus genomas editados. Crédito: The He Lab

En el campo de la biomedicina, la herramienta de edición genética CRISPR y sus variantes continuarán un año más centrando las esperanzas de las nuevas estrategias en el tratamiento de enfermedades. Los usos en pacientes comenzaron hace unos años en China, pero en 2019 conocimos los primeros ensayos clínicos en EEUU destinados a tratar el cáncer, enfermedades de la sangre como la anemia falciforme o la beta talasemia, y una forma hereditaria de ceguera. Aunque los resultados aún son muy preliminares, los ya publicados sobre la seguridad y eficacia de los tratamientos han justificado hasta ahora la continuidad de estas investigaciones. Sin duda, en 2020 conoceremos un buen volumen de resultados de estos ensayos que ayudarán a definir si estamos ante la tan anhelada revolución terapéutica.

Las posibles aplicaciones de CRISPR no se limitan a su uso directo en los pacientes –en el caso de la ceguera– o a la modificación genética de sus propias células en cultivo –como se intenta contra el cáncer y las enfermedades de la sangre–. También estas tijeras moleculares de corta-pega de ADN tienen el potencial de abrir una nueva y ancha avenida en el campo de los trasplantes, tradicionalmente limitado por la disponibilidad de donantes. Una línea en crecimiento es la de los xenotrasplantes, la utilización de tejidos y órganos procedentes de animales como los cerdos. El empleo de CRISPR permite corregir los genes de estos materiales biológicos para reducir el rechazo en los receptores, y a lo largo de este año podríamos ver ya las primeras pruebas clínicas de esta estrategia. De forma paralela y también en el ámbito de los trasplantes, en 2020 asistiremos a nuevos avances en la creación de organoides, repuestos biológicos creados en el laboratorio a partir de células madre.

Sin embargo, CRISPR permanecerá también en el punto de mira a causa de sus usos no tan loables. El pasado año se cerró con la condena de He Jiankui, el investigador chino que en noviembre de 2018 anunció el nacimiento de dos niñas con sus genomas editados, a tres años de prisión, inhabilitación y una multa de 384.000 euros. Al mismo tiempo, se confirmó también la existencia de un tercer bebé. Tal vez en 2020 se revelen nuevos detalles sobre estas intervenciones ampliamente reprobadas, pero sin duda deberá proseguir el debate sobre los límites éticos de estas investigaciones.

Un año más de crisis climática

Marcha por el clima Madrid en diciembre de 2019. Crédito: Malopez 21

Dentro de doce meses quizá ya no nos sorprenda si escuchamos que 2020 ha batido una vez más los registros históricos de temperaturas, pero las consecuencias de la emergencia climática nos seguirán estremeciendo, como los devastadores incendios del verano australiano. Tras el fracaso de la COP25 de Chile celebrada en Madrid, en noviembre las partes se reunirán de nuevo en Glasgow para la COP26. Se trata de una cita crítica para revitalizar el Acuerdo de París de 2015, en la cual se espera que las naciones asuman compromisos más ambiciosos sin siquiera haber cumplido los ya contraídos. Mientras, el reloj de la crisis global más acuciante de nuestro tiempo continuará corriendo.

Javier Yanes

@yanes68

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