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23 febrero 2018

Cien años después, ¿puede repetirse el desastre de la gripe española?

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Hace 100 años la gripe española, calificada como “el mayor holocausto médico de la historia”, se cobró entre 40 y 100 millones de vidas. Aunque no es del todo exacto —ni la gripe era española, ni fue realmente aquel virus el que mató a la mayoría de las víctimas—, sigue siendo la peor pandemia de gripe de la humanidad, responsable de más muertes que la guerra mundial con la que coincidió. Pero la pregunta crucial es: ¿se conoce lo suficiente como para prevenir que la historia se repita?

Hoy sabemos que aquella gripe no era como cualquier otra, pero el primero en sospecharlo fue un médico del remoto condado de Haskell, en Kansas. En enero de 1918, Loring Miner observó que una gripe más virulenta de lo normal estaba tumbando a buena parte de los habitantes del condado, no a niños, ancianos y enfermos crónicos, como era lo habitual, sino a los jóvenes y fuertes. En algunos pacientes, la enfermedad se agravaba con una neumonía. Y entonces comenzaron las muertes.

Foto histórica de la sala de gripe española de 1918 en Camp Funston, Kansas. Crédito: fotógrafo del ejército de EE. UU.
Foto histórica de la sala de gripe española de 1918 en Camp Funston, Kansas. Crédito: fotógrafo del ejército de EE. UU.

Miner, que se dice que era un médico rural de notable cultura y espíritu científico, alertó al Servicio de Salud Pública de EEUU, pero cuando su nota se publicó en abril en la revista Public Health Reports, la enfermedad ya había remitido en Haskell. Sin embargo, lo peor había comenzado. El 4 de marzo se registró el primer caso de gripe en Camp Funston (hoy Fort Riley), el cuartel militar de referencia de los reclutas de Haskell, a unos 480 kilómetros del condado. En tres semanas los contagiados se contaban por miles.

Desde el Ártico hasta el sur del Pacífico

Muchos de aquellos soldados fueron destinados a Europa para combatir en la Primera Guerra Mundial. En pocos meses la enfermedad había colonizado prácticamente todo el planeta, desde el Ártico hasta el sur del Pacífico. De los 500 millones de afectados, la mayoría de las muertes se produjeron en la segunda oleada, en otoño de 1918, aunque las potencias implicadas en la contienda silenciaron la epidemia por la censura informativa impuesta por la guerra.

Sólo en la neutral España se prodigaban las noticias sobre la llamada “gripe de los tres días”, que afectó al propio rey Alfonso XIII. Fue así como la pandemia de 1918 llegó a conocerse como la gripe española.

Aunque hoy se reconoce que la enfermedad no surgió en España, todavía no se ha zanjado el debate sobre su verdadero origen. Los datos de Haskell llevaron al escritor e historiador John M. Barry, autor de The Great Influenza: The Epic Story of the Deadliest Plague in History (Viking Books, 2004), a argumentar que el virus nació en Kansas, pero se considera un misterio aún pendiente. “No está cerrado en absoluto”, apunta Barry a OpenMind. “Los últimos hallazgos en biología molecular socavan la hipótesis de Haskell, sin llegar a eliminarla. Ahora parece que el virus pudo estar circulando en 1917, quizá incluso antes”. Las teorías actuales más plausibles sitúan la fuente del virus en China o Francia.

La mayoría de las muertes se produjeron en la segunda oleada, en otoño de 1918. Fuente: National Photo Company photograph
La mayoría de las muertes se produjeron en la segunda oleada, en otoño de 1918. Fuente: National Photo Company photograph

Con independencia de su cuna geográfica, durante un siglo los investigadores han tratado de desentrañar qué fue lo que hizo de aquel virus un exterminador tan potente. Como ya observó Miner, la gripe española mostraba un patrón de letalidad inusual, cebándose sobre todo en personas sanas de entre 20 y 40 años, con el pico de mortalidad en los 28 años. Los informes de la época ya hacían notar que la mayoría de las muertes no se debieron directamente a la gripe, sino a una neumonía bacteriana contraída de forma secundaria.

Reconstrucción del virus

En 2005 la recuperación de tejido pulmonar de una víctima enterrada en el suelo helado de Alaska, junto con algunas muestras preservadas de soldados estadounidenses, permitió secuenciar el genoma e incluso reconstruir el virus bajo fuertes medidas de seguridad en el Centro para el Control de Enfermedades de EEUU (CDC). Los experimentos con el virus recreado confirmaron su virulencia: en los ratones infectados se reproducía 39.000 veces más que una gripe normal. Los estudios con monos revelaron además que tendía a disparar lo que se conoce como tormenta de citoquinas, una complicación que aparece a causa de una respuesta inmunitaria exagerada y que podría explicar la mortandad en personas jóvenes, con un sistema inmune más robusto.

A partir de la secuencia genética, en 2007, un equipo de investigadores dirigido por Jonathan A. McCullers, del St. Jude Children’s Research Hospital de Memphis, logró identificar uno de los culpables de la letalidad del virus: una forma particular de una proteína viral llamada PB1-F2 que agravaba los síntomas de la gripe y de la neumonía bacteriana secundaria. Sin embargo, McCullers señala a OpenMind que probablemente esta es sólo “una parte de la historia” y que la agresividad de aquel virus “todavía es una cuestión abierta”. De hecho, se ha demostrado la influencia de otros factores moleculares en la virulencia de la gripe española.

Los soldados que combatieron en la Primera Guerra Mundial contribuyeron a extender la enfermedad. Fuente: Wikimedia
Los soldados que combatieron en la Primera Guerra Mundial contribuyeron a extender la enfermedad. Fuente: Wikimedia

“Hemos aprendido mucho de este virus”, comenta McCullers. Pero además de lo relativo a los mecanismos patogénicos, hay incógnitas pendientes: si saltó a los humanos desde las aves u otro mamífero, si la genética hacía a algunas personas más sensibles que otras, o hasta qué punto la exposición previa a otros virus de la gripe podía determinar el curso de la enfermedad, para mejorarlo o empeorarlo. No obstante, la pregunta más intrigante es ¿puede repetirse?

Los expertos a menudo advierten de que la pregunta no es si se repetirá, sino cuándo. En 2009, la primera pandemia de gripe del siglo XXI, provocada por un virus del mismo tipo que el de 1918, causó entre 150.000 y medio millón de muertes. Con todo, la mejora en los estándares de vida, las vacunas y los antibióticos contra las infecciones secundarias ofrecen hoy un arsenal más potente contra la enfermedad que hace 100 años. “Mi opinión es que un evento similar a lo que pasó en 1918 es muy improbable”, dice a OpenMind G. Dennis Shanks, director del Instituto de Malaria del Ejército Australiano.

Sin embargo, McCullers apunta que el riesgo podría acechar en ciertas gripes agresivas que actualmente circulan en especies como las aves. “Si fueran capaces de propagarse fácilmente entre los humanos, podríamos ver un desastre de magnitud similar”, teme el experto. “Hoy somos una sociedad global, y un virus así daría la vuelta al mundo en cuestión de días o semanas”.

Javier Yanes

@yanes68

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