A principios del siglo XX, muchas ciudades estaban aún libres de contaminación lumínica, e incluso desde su centro urbano era posible ver miles de estrellas. En las frías noches de invierno, en un barrio de Lleida, un niño salía de madrugada a refrescarse un poco del calor del horno de la panadería de su padre. Viendo miles de estrellas imaginaba que alrededor de cada una orbitaban otros planetas, que en estos planetas debería haber civilizaciones y que en algunas de ellas deberían tener panaderos. Jugaba a adivinar si en alguna de esas estrellas había un planeta, con otro panadero descansando al fresco, mirando hacia el Sol. Aquel aprendiz de panadero era Joan Oró, que con el tiempo se convirtió en un bioquímico y astrobiólogo de renombre mundial. Su primer acercamiento a una de las grandes preguntas de la ciencia era simple pero correcta. Del mismo modo que hay vida en este mundo, ¿por qué no va a existir en otros? Pero la historia de la búsqueda de vida extraterrestre no ha sido un camino recto, y en ese recorrido ha habido avances y retrocesos. Repasamos algunos de los más importantes.
Una civilización marciana | 1895
Percival Lowell, el astrónomo que impulsó el descubrimiento de Plutón, también es conocido porque observó una serie de líneas rectas desde los polos al ecuador del planeta Marte. Inspirado en las grandes obras de ingeniería de su tiempo, el canal de Panamá y el canal de Suez, supuso que eran megaobras de ingeniería de una civilización mucho más avanzada para gestionar el agua. Posteriores observaciones demostraron que no había tales canales: probablemente lo que veía Lowell eran los vasos sanguíneos de sus propios ojos y que le parecieron canales sobre Marte. La imaginación y sus deseos de encontrar algo ahí fuera hicieron el resto.

Dinosaurios en Venus | 1950
Venus es un planeta permanentemente cubierto por una densa capa de nubes. La extendida idea de que había vida en los planetas vecinos, como Marte, popularizó ideas más propias de la ciencia ficción que de la ciencia; como la narrada en “Mr Smith Goes to Venus”, en la que los dinosaurios campaban por Venus a sus anchas. En los años 1960 y 1970 se descartó totalmente esa posibilidad. Tal y como había pronosticado Carl Sagan en su tesis doctoral, las sondas Venera 4 (1967) y Pioneer Venus (1978) confirmaron que Venus era un planeta arrasado por efecto invernadero, que mantiene su superficie a 400 grados de temperatura. Y ahora sabemos que sus nubes están compuestas en gran parte de gotas de ácido sulfúrico.

La esfinge de Marte | 1976
Las sondas Viking tenían como misión explorar Marte, tanto a través de análisis de su composición química, como haciendo fotografías de tu superficie. Entre el gran número de fotos que envió la sonda Viking destaca una, la de la cara de Marte, en la que se puede ver una montaña con el aspecto de una cara humana. Durante décadas esta se usó en revistas y programas de misterio para argumentar sobre una pasada civilización en Marte. Hubo que esperar a 2001, cuando la Mars Global Surveyor obtuvo fotos en gran resolución de la cara de Marte sin sombras: se trataba de una pareidolia, no había ninguna esfinge en Marte.

La sonda ‘Viking’, dos positivos y un negativo | 1976
En los 1970 la ciencia ficción marciana era muy popular, sin duda era el mundo de moda para ir a buscar vida fuera de la Tierra. La NASA envió dos sondas, las Viking que aterrizaron en su superficie con varios experimentos para encontrar vida, lejos de las civilizaciones imaginadas por Lowell, el objetivo era más humilde: encontrar microbios. Los experimentos se basaron en recoger muestras de suelo y “alimentar” esas muestras para ver los resultados: en un principio 2 de las 3 muestras dieron positivo y la otra, negativo. Sin embargo no hubo mucha seguridad en los resultados, pues otros procesos en los que no intervenía la vida también podían explicar lo observado. Pasados más de cuarenta años, estos experimentos se consideran no concluyentes, aunque con alguna que otra polémica aún activa.

Señal Wow!: una llamada perdida extraterrestre | 1977
Las ondas de radio, que son el soporte de tecnologías como los teléfonos móviles, ¿podrían servir para hablar con una civilización extraterrestre?. Esto es lo que intentaban aclarar en el radiotelescopio Big Ear buscando señales de radio en el cielo, cuando el 15 de agosto a las 23:16 se recibió un pico 30 mayor que lo habitual, justo en la mejor frecuencia para comunicarse entre mundos. Durante décadas se han descartado fuentes naturales, artificiales o de instrumentación y se ha seguido observando la zona del cielo esperando que se repitiera. Aún hoy la señal sigue sin explicación y es uno de los mayores mitos de la búsqueda de vida extraterrestre.

ALH84001 un meteorito con gusano | 1984
En 1984 se descubrió en la Antártida un meteorito que provenía de Marte. Había llegado a la Tierra después de un gran impacto en la superficie marciana, que eyectó un trozo de suelo al espacio y que después llegó a la Tierra. Al principio parecía un meteorito más, hasta que la NASA anunció que había encontrado en él una posible forma de vida primitiva microscópica fosilizada hace 3.000 millones de años. El anuncio fue un bombazo, pero pronto aparecieron artículos rebatiendo la explicación marciana y pidiendo su retractación. La polémica continúa con nuevas evidencias, aunque la tendencia general es a pensar que fue un episodio de contaminación terrestre.

Metano en Marte | 2004
Algunos compuestos químicos están muy relacionados con la vida. Tanto es así que detectar una de estas moléculas en otro mundo, es casi como detectar vida. Los llamamos biomarcadores. En 2004 la sonda Mars Express de la Agencia Espacial Europea (ESA), detectó en Marte lo que parecía metano, uno de los biomarcadores más claros. Pero en 2013 el tema dio un giro, ya que el rover Curiosity detectó que el metano variaba de forma estacional. La cosa se complicaba. En 2016 la sonda ExoMars de la ESA llegó al planeta rojo con un detector específico para sacarnos de dudas y dio el resultado más contundente: no encontró nada de metano en Marte. Aún tendremos que esperar para saber de dónde sale, cuándo y porqué ese presunto metano marciano.

Fosfano en Venus | 2020
Venus no parece ser un buen sitio para buscar vida, pues su superficie está a unos abrasadores 470 grados y allí la presión es de unas aplastantes 90 atmósferas. Sin embargo la detección de fosfano, un biomarcador, ha hecho saltar todas las alarmas en uno de los
planetas más cercanos a la Tierra. La vida tendría que sobrevivir flotando en las nubes a unos 30km sobre la superficie como colonias de microorganismos: en ese entorno la temperatura y presión son similares a las de nuestro planeta, por lo que cumpliría los requisitos básicos de habitabilidad. Sin embargo, pocas semanas después del descubrimiento otro equipo tacha la detección de un error, y probablemente estemos ante el inicio de una polémica parecida al metano de Marte.

¿Hay vida extraterrestre? La respuesta es no. Al menos de momento, no tenemos ninguna evidencia lo suficientemente contundente para afirmar que hay, o ha habido, vida fuera de nuestro planeta. Tenemos un par de pistas en Marte y en Venus, unos cuantos sitios prometedores y un puñado de falsas alarmas, pero el futuro es prometedor y emocionante.
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