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Artículo del libro El trabajo en la era de los datos

Polarización laboral: causas, consecuencias y perspectivas de futuro

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Desde hace algunas décadas, la polarización laboral es una tendencia importante en los mercados laborales de los países avanzados. El presente artículo se basa en datos oficiales, así como en fuentes fidedignas de la literatura de referencia para lograr tres objetivos. El primero es mostrar cómo el crecimiento de las ocupaciones de salarios altos y bajos (y la disminución proporcional de las ocupaciones tradicionales de salarios medios) ha tenido efectos adversos para los trabajadores menos cualificados. El segundo es identificar los factores subyacentes que polarizan los empleos, entre ellos los cambios tecnológicos con impacto desigual, el comercio internacional y la deslocalización o la transformación generalizada en la estructura de la industria. El último objetivo es dibujar un panorama de las tendencias futuras (como un hipotético declive de algunos empleos de salario alto) y abordar la interacción de estas tendencias con las políticas públicas.

La polarización laboral y sus consecuencias para los trabajadores

La distribución de los empleos es una de las características más importantes de un mercado laboral. En ocasiones, el empleo en una economía se caracteriza por trabajos bien remunerados y estables que dan a quienes los ejercen una finalidad y la sensación de producir algo valioso. Ello puede redundar en grandes y numerosos beneficios para las personas, sus familias y la sociedad en general.1 Los cambios en la tasa de empleo de las diferentes ocupaciones también alimentan la creciente desigualdad salarial y de ingresos en varios países (Acemoglu y Autor, 2011; Böhm, 2019; Böhm et al., 2019). Por último, el debate actual sobre la naturaleza cambiante del trabajo (por el efecto de los robots inteligentes o la inteligencia artificial) se centra sobre todo en qué trabajos surgirán (se crearán) o decaerán (desaparecerán).

La distribución cambiante de los empleos podría tener efectos diversos; por ejemplo, en las tendencias salariales o de empleo de ocupaciones como las de médico, operario de maquinaria o personal de limpieza; o en sectores industriales como la manufactura y los servicios. También podría implicar un cambio en la proporción de personas que trabajan a tiempo parcial y no a tiempo completo, o que tienen trabajos temporales en lugar de fijos. Hoy, cuando los expertos en economía laboral reflexionan sobre la distribución cambiante de los empleos, la mayoría tiene en mente la llamada «polarización laboral». En mi opinión se trata de una tendencia muy relevante, porque la polarización del trabajo es tan potente y generalizada que ha alterado la composición del mercado laboral de la mayoría de las economías avanzadas. En este artículo analizaré las causas subyacentes en la polarización laboral y sus efectos en los trabajadores y plantearé un posible escenario de la evolución futura de estas tendencias. Comenzaré con una descripción de las pruebas empíricas.

Goos y Manning (2007) fueron de los primeros en mostrar que, en los treinta años anteriores, la proporción de empleos con los salarios más altos o más bajos (de acuerdo con el promedio o la mediana) había aumentado en Reino Unido, mientras que la proporción de empleos correspondientes al salario medio se había desplomado. Goos y Manning (2007) también fueron los primeros en acuñar el término «polarización laboral» en este contexto. Casi al mismo tiempo, Autor, Levy y Murnane (2003) constataron que el porcentaje de empleos correspondiente a ocupaciones rutinarias codificables, que a menudo son empleos de salario medio, también había caído en Estados Unidos. Spitz-Oener (2006) no tardó en mostrar pruebas empíricas en ese sentido sobre Alemania; más tarde llegaron Adermon y Gustavsson (2015), sobre Suecia, y Green y Sand (2015), sobre Canadá, entre muchos otros países.

La figura 1 presenta una descripción de la polarización del trabajo en Alemania, con datos fruto de mi cooperación continuada con mis colegas Hans-Martin von Gaudecker y Felix Schran (2019). Estos datos provienen de registros administrativos específicos del seguro de desempleo alemán, que contienen información de panel sobre trabajadores individuales y ocupaciones detalladas. Agrupo las ocupaciones detalladas en cuatro grupos exhaustivos y excluyentes entre sí, que incluyen, respectivamente, directivos, profesionales y técnicos (dir-prof-tec); personal de ventas y oficina (ventas-ofi); personal de producción, operarios y artesanos (prod-op-art), y las ocupaciones de servicios y cuidados a la persona (serv-cui). Es una clasificación similar a la de Acemoglu y Autor (2011), que utilizaron cuatro amplios grupos ocupacionales para analizar Estados Unidos. (Ver figura 1).

El gráfico a de la figura 1 muestra que, incluso en Alemania, caracterizada por un sector industrial de gran magnitud y éxito histórico, la proporción del empleo correspondiente a prod-op-art disminuyó intensamente durante las tres décadas y media entre 1975 y 2010, desde casi el 55% hasta alrededor del 35-40%. Al mismo tiempo, aumentó la proporción de empleos del resto de grupos de ocupación. El gráfico b muestra los salarios anuales equivalentes a tiempo completo de los diferentes grupos de ocupación. Las ganancias obtenidas en dir-prof-tec son sustancialmente más altas (con un promedio del 55%) que en prod-op-art (y en ventas-ofi), que a su vez son claramente más altas (33%) que en serv-cui. Por tanto, el empleo en Alemania también muestra una polarización clara: las ocupaciones con un salario medio muestran una reducción continuada, mientras que las de salarios altos y bajos aumentan.2

Como ya he dicho, la polarización laboral es un cambio que transforma la economía, precisamente, porque hace crecer los empleos de salario alto, lo que debería de ser positivo. No obstante, el empleo también está aumentando en ocupaciones de salario bajo, de modo que muchos trabajadores que antes habían o habrían tenido trabajos de prod-op-art ahora trabajan en el sector serv-cui. Siguiendo con el ejemplo alemán, la tabla 1 muestra el empleo de trabajadores en los cuatro grandes grupos ocupacionales, en función de su nivel educativo (bajo, medio o alto). Vemos que prod-op-art ha sido, con mucho, la mayor fuente de empleo de trabajadores con un nivel educativo bajo y medio, con una proporción del 69% y el 52%, respectivamente. Sin embargo, estas proporciones han disminuido bastante con el tiempo, con una reducción del 7% cada una. En especial en el caso de los trabajadores de nivel educativo medio, esta caída ha ido acompañada de una degradación ocupacional sustancial. Es decir, casi toda la disminución en el empleo en prod-op-art se explica por un aumento del empleo en ocupaciones de serv-cui de salario bajo.

Por el contrario, prod-op-art nunca tuvo demasiada importancia para los trabajadores de un nivel educativo elevado, de modo que la disminución del empleo en esta categoría es casi insignificante.3 Por lo tanto, parece que, en el pasado, prod-op-art representaba una oportunidad de empleo particularmente atractiva para los trabajadores con un nivel educativo medio-bajo (en especial, varones). Este atractivo no ha dejado de disminuir en Alemania, ni en otros países occidentales como Estados Unidos o Reino Unido.4 (Ver tabla 1).

La disminución de los empleos de salario medio en el sector de prod-op-art debe preocuparnos; y no solo porque los trabajadores con un nivel de estudios medio y bajo que ahora tengan empleos de serv-cui poco remunerados ganen menos dinero. También es potencialmente problemática porque otros factores, tales como la cobertura sindical, los contratos permanentes y a tiempo completo, el seguro sanitario y otras prestaciones, así como las figuras laborales alternativas (contratos de una hora, falso trabajo por cuenta propia, etc.), propician una situación más ventajosa en prod-op-art que en serv-cui e, incluso, en algunas de las ocupaciones de dir-prof-tec y ventas-ofi.

Para ilustrar estas diferencias con respecto a las otras dimensiones de la calidad del trabajo, la tabla 2 muestra las tasas de transición de los cuatro grupos ocupacionales. Observamos que serv-cui tiene, con mucho, la tasa de estabilidad laboral más baja: menos del 85% de los trabajadores permanece en este grupo de ocupación al cabo de dos años. Es decir, la tasa de rotación es casi del 16%. Por el contrario, prod-op-art presenta una elevada estabilidad en el trabajo, o una baja rotación, casi a la par con dir-prof-tec. Esto no representaría ningún problema si muchos de los trabajadores que dejaran serv-cui lo hicieran como transición a ocupaciones con salarios más altos. Por desgracia, tampoco es este caso: más del 9% de los trabajadores de serv-cui no están empleados dos años después; una vez más, una proporción mucho más alta que en cualquiera de las otras ocupaciones. Por lo tanto, la tabla 2 ilustra por qué, también en algunas dimensiones no salariales, las ocupaciones de prod-op-art antaño habían sido muy atractivas y por qué el aumento de serv-cui puede ser también problemático.5 (Ver tabla 2).

El resto de este artículo investigará con detalle las razones de estos cambios en la estructura del empleo, tan sorprendentes como, al menos en parte, preocupantes. Se abordará el ejemplo alemán mostrado aquí y se ampliará el análisis a otras economías avanzadas. También especularé sobre la posible evolución de estas tendencias; por ejemplo, acerca de si, a causa de las mejoras en la inteligencia artificial, los trabajos de los extremos de la distribución salarial comenzarán a disminuir en el futuro.

¿Cuáles son las causas subyacentes en la polarización laboral?

¿Qué factores impulsan los cambios transformadores y de larga duración en la distribución de empleos? Conocer los motivos de la polarización laboral nos brinda la oportunidad de comprender varias tendencias clave del mercado laboral durante las últimas décadas, pero también promete darnos una idea de lo que puede suceder en el futuro.

Entre las explicaciones de la polarización, la más destacada alude al cambio técnico sesgado, que afecta sobre todo a las tareas rutinarias, un argumento originalmente debido a Autor, Levy y Murnane (2003, en adelante ALM). Según ALM, a fin de comprender el impacto de la tecnología de la información y la comunicación (en especial las computadoras y otras máquinas programables) en el mercado laboral, era necesario centrarse en las tareas que estas realizan bien. Desde la redacción del artículo de ALM y hasta hace poco, se trataba de las tareas que pueden ser descritas mediante reglas y procedimientos claros que una máquina carente de flexibilidad y juicio podía seguir y aplicar ante cada posible contingencia. Por lo tanto, las computadoras y las máquinas computarizadas resultaban muy productivas y fiables en la realización de tareas que previamente codificaban programadores, pero poco productivas en cualquier otro cometido. La literatura científica se ha basado en ALM a partir de entonces y ha etiquetado dichas tareas como «rutinarias», en el sentido de que son lo bastante comprensibles para estar especificadas por completo en una serie de códigos que debe ejecutar una computadora.

Asimismo, ALM mostró que las ocupaciones cuyas descripciones incluían muchas tareas rutinarias a menudo eran ocupaciones intelectuales y manuales de salarios medios, como el mantenimiento de registros y el cálculo, las tareas repetitivas de servicio al cliente, las tareas repetitivas de selección, clasificación y montaje o los trabajos de supervisión. Por lo tanto, las ocupaciones con empleos consistentes en gran medida en labores de este tipo corrían el riesgo de ser desagregadas para asignar las tareas rutinarias a computadoras, o bien de ser reemplazadas por completo por máquinas programables. Estas son, aproximadamente, las ocupaciones de ventas-ofi y prod-op-art que muestra la figura 1 (ver también el análisis de Acemoglu y Autor, 2011, que emplean unos grandes grupos ocupacionales similares).

Una empleada de la fábrica de maquinaria agrícola Fendt, en Marktoberdorf, Alemania, fija la rueda de un tractor
Una empleada de la fábrica de maquinaria agrícola Fendt, en Marktoberdorf, Alemania, fija la rueda de un tractor

En el otro lado del espectro, según ALM, había trabajos intensivos en la resolución de problemas no rutinarios y en tareas de comunicación compleja propios de ocupaciones profesionales, directivas, técnicas y creativas similares a las de dir-prof-tec antes descritas. Estas ocupaciones estaban en la cima de las jerarquías de las organizaciones o necesitaban la aportación de datos e información, de modo que eran complementarias a las tareas rutinarias. Cuando la cantidad general de tareas rutinarias aumentó, debido a que las computadoras las completaban a un ritmo inalcanzable para los humanos, también lo hicieron la productividad y la demanda de las ocupaciones no rutinarias de dir-prof-tec. Además, la demanda relativa de ocupaciones de serv-cui de salario bajo también ha aumentado, según ALM, ya que tareas como las de los camareros de sala o la enfermería geriátrica todavía quedaban fuera del alcance de las computadoras.

¿Confirman los datos la hipótesis de ALM sobre el cambio técnico sesgado contra las labores rutinarias? En la figura 1 observamos que, de hecho, el empleo en prod-op-art disminuyó drásticamente y que el empleo en dir-prof-tec y en serv-cui aumentó. Además, los salarios en dir-prof-tec aumentaron en relación con las otras ocupaciones. Este panorama se mantiene, en esencia, en todos los países occidentales (Acemoglu y Autor, 2011; Goos, Manning y Salomons, 2014). Sin embargo, las cuotas de empleo del sector de ventas-ofi están aumentando en Alemania. En Estados Unidos, las ocupaciones correspondientes también son más o menos estables, al menos si se considera un periodo de tiempo más prolongado, a partir de la década de 1960; tampoco cabe duda de que durante las últimas décadas la ocupación en ventas-ofi no se ha reducido tan deprisa como en prod-op-art (Acemoglu y Autor, 2011, figura 13).

La polarización laboral es un cambio que transforma la economía porque hace crecer los empleos de salario alto, lo que debería de ser positivo. No obstante, el empleo también está aumentando en los empleos de salario bajo

Parece que el argumento del cambio técnico sesgado contra el trabajo rutinario concuerda bastante con los datos de las últimas décadas, con la excepción parcial de que no encaja con la disminución mucho más intensa de prod-op-art que de ventas-ofi. Sin embargo, tal vez esto no sea sorprendente, dado que hay otros factores poderosos que parecen haber influido en el mercado laboral. Entre ellos, el que ha recibido más atención recientemente es el comercio internacional y la deslocalización, en particular en relación con China. Por efecto de la caída del socialismo en Europa del Este, la política comercial (en especial la incorporación de China a la OMC) y, una vez más, por la tecnología de la información y la comunicación, el comercio mundial ha aumentado de forma exponencial en los últimos veinte o treinta años. Es probable que este aumento haya influido sobremanera en los sectores y ocupaciones que producen bienes comercializables, muchos de los cuales pertenecen a las industrias manufactureras y los empleos de prod-op-art.

Después de un paréntesis, Autor, Dorn y Hanson (2013, en adelante ADH) fueron de los primeros en revisar el papel del comercio en la disminución de los empleos en la manufactura en la economía estadounidense (ver también Ebenstein, et al., 2014). ADH muestra que las regiones locales que estuvieron expuestas a la competencia de las importaciones de China gracias (en realidad, por desgracia) a la composición inicial de su industria (es decir, industrias manufactureras que debían competir con las importaciones) experimentaron un aumento del desempleo, una caída del nivel de participación en el mercado laboral y una reducción de los salarios. Agregando este efecto hasta abarcar toda la economía de Estados Unidos, ADH revela que la competencia de las importaciones representa una cuarta parte de la disminución del empleo industrial durante 1990-2007.

Por lo tanto, el comercio internacional y la deslocalización pueden explicar por qué el empleo en las ocupaciones de prod-op-art se redujo tanto, aun teniendo en cuenta los cambios técnicos que afectaron desproporcionadamente a las tareas rutinarias. Sin embargo, es probable que la explicación de por qué los trabajos se han polarizado todavía no esté completa. En primer lugar, el impacto del comercio fue mucho más benigno para Alemania, y posiblemente para varios otros países avanzados, que para Estados Unidos. Lo constatan Dauth, Findeisen y Suedekum (2014), al revelar que, en general, en Alemania había más regiones orientadas a la exportación que se beneficiaron del comercio que regiones afectadas por la competencia de las importaciones. Además, los beneficios de Alemania procedían sobre todo del comercio con Europa del Este, no con China.

Phil Harrison, vicepresidente y director general de Google, durante su ponencia en la última edición de la Game Developers Conference, celebrada en marzo de 2019 en San Francisco, California
Phil Harrison, vicepresidente y director general de Google, durante su ponencia en la última edición de la Game Developers Conference, celebrada en marzo de 2019 en San Francisco, California

En segundo lugar, el aumento del comercio con cualquiera de las regiones del mundo no empezó a despegar hasta la década de 1990, mientras que la disminución de las ocupaciones de prod-op-art comenzó mucho antes tanto en Alemania (figura 1) como en Estados Unidos (Acemoglu y Autor, 2011, figura 13). Las tasas de informatización presentadas por Spitz-Oener (2006) también hacen improbable que el cambio técnico sesgado en contra de tareas rutinarias tuviera un impacto masivo en el mercado laboral alemán antes de fines de la década de 1970. Por lo tanto, se necesita otra explicación complementaria, como la que ofrecen Bárány y Siegel (2018). En primer lugar, Bárány y Siegel documentan que, en Estados Unidos, la polarización laboral comenzó ya en la década de 1950. Acto seguido, vinculan la polarización del trabajo a otro cambio clave de la estructura del empleo que, en este caso, afecta a todos los sectores de la industria: la transformación estructural.

La transformación estructural se caracteriza por el desplazamiento del empleo y el valor añadido desde la agricultura (antes) y la industria (hoy en día) hacia los sectores de servicios. Las razones de la transformación estructural en sí aún son objeto de debate, al igual que la polarización laboral. La mayor parte de la literatura académica explica la transformación estructural por un cambio en las demandas de consumo en respuesta al cambio tecnológico.6 Estas explicaciones se basan en el crecimiento diferencial de la productividad en los diferentes sectores o, alternativamente, en las preferencias no homotéticas combinadas con el crecimiento de los ingresos generales.7 En el primer caso, el crecimiento desigual de la productividad induce cambios en los precios relativos que, siempre que los productos sectoriales sean complementarios en el consumo, conducen a una reasignación hacia el sector que experimenta un menor crecimiento de la productividad (Ngai y Pissarides, 2007). De acuerdo con el segundo argumento (formulado por primera vez por Kongsamut, Rebelo y Xie, 2001), cualquier forma de cambio tecnológico reasigna el consumo y, por lo tanto, las demandas totales de producción de los diferentes sectores. Un trabajo reciente de Boppart (2014) revela que la reasignación del consumo a través del precio y de los efectos de la renta explica cerca del 50% de la transformación estructural en Estados Unidos.

El efecto combinado del cambio tecnológico sesgado, del comercio internacional y la deslocalización y de los cambios a largo plazo de la estructura de la industria explica los cambios históricos del empleo en la mayoría de países occidentales

Omitiendo la agricultura, Bárány y Siegel dividieron las industrias de servicios entre un sector muy cualificado y uno poco cualificado, con un criterio basado en el consumo y el nivel educativo medio, para mostrar que, desde la década de 1960, el empleo en ambos sectores de servicios había aumentado en comparación con el empleo en las fábricas. En la medida de lo posible, reproduzco el análisis empírico de Bárány y Siegel sobre Estados Unidos, pero aplicado al ejemplo alemán, en la figura 2a. Una vez más, observamos que la proporción de empleos correspondiente a la industria ha disminuido de manera continua y bastante acentuada desde 1975, mientras que la proporción de empleos del sector de los servicios de alta cualificación ha aumentado considerablemente. A diferencia de Estados Unidos, la proporción que representan los empleos en servicios de baja cualificación también ha disminuido, pero, en consonancia con el análisis de Bárány y Siegel, ha aumentado en comparación con la industria.

Además, la figura 2b muestra los salarios promedio de cada sector. En consonancia con las pruebas antes presentadas, los salarios en la industria son bastante altos. De hecho, son los más elevados de los tres sectores y parece que aumentan todavía un poco más con el paso del tiempo. Esto refuerza el argumento, ya presentado, de que la disminución a largo plazo del empleo en prod-op-art o el sector industrial plantea motivos de preocupación, incluso en un país como Alemania, que cuenta con un sector industrial relativamente próspero y que, en general, no ha sufrido por la expansión del comercio internacional durante las últimas décadas. (Ver figura 2).

De acuerdo con mi argumento, el efecto combinado del cambio tecnológico sesgado, del comercio internacional y la deslocalización y de los cambios a largo plazo de la estructura de la industria puede explicar los amplios cambios históricos del empleo en Alemania, Estados Unidos y la mayoría de los demás países occidentales durante las últimas décadas. Sin embargo, como el lector a estas alturas ya se puede imaginar, este fenómeno podría tener otras causas, incluidos cambios en la oferta de destrezas (por ejemplo, debida a los cambios en el sistema educativo y la demografía), la demanda de servicios de baja cualificación (Manning, 2004; Mazzolari y Ragusa, 2013) y la posible aceleración de la polarización del empleo a causa de las recesiones (Jaimovich y Siu, de próxima publicación). Estos aspectos pueden haberse combinado con los principales factores explicativos para producir algunas de las diferencias en la polarización (o el grado de polarización) del trabajo que observamos al comparar periodos y países diversos.

Perspectivas e interacciones futuras con las políticas

Las previsiones de futuro se caracterizan por su dificultad. Gran parte del debate sobre la investigación y las políticas se centra en el probable impacto del rápido progreso de la inteligencia artificial, la digitalización y los robots inteligentes. En este sentido, la pregunta es si estos avances tecnológicos reemplazarán el trabajo humano y, por lo tanto, lo reducirán en unos niveles sin precedentes o si, por el contrario, surgirán numerosas tareas nuevas gracias a la transformación económica resultante, además de por qué vías transcurrirá la transición y a qué ritmo (por ejemplo, Acemoglu y Restrepo, 2018a). De igual importancia es la cuestión de qué tareas hasta ahora salvaguardadas de la tecnología y el comercio serán reemplazadas; si la polarización laboral continuará o si los empleos de los extremos superior o inferior de la distribución salarial se verán más afectados.

El cambio fundamental que se está operando ahora mismo en la tecnología radica en que la codificabilidad y las reglas y procedimientos contingentes ya no son necesarios porque (gracias a las grandes cantidades de datos, el poder de cómputo y los procedimientos estadísticos disponibles) las máquinas inteligentes pueden aprender a afrontar por sí mismas una variedad mucho más amplia de situaciones. En este contexto, Frey y Osborne (2013) se sirven de las características de los empleos, obtenidas mediante entrevistas a expertos, para desarrollar escenarios de automatización para ocupaciones detalladas de Estados Unidos. Sus resultados sorprenden, al revelar que casi la mitad de los trabajos se enfrentan a un riesgo elevado de automatización. Además, Blinder y Krueger (2013) constatan que el 25% de los trabajos podrían ser susceptibles de una mayor deslocalización.

El desarrollo tecnológico y la adopción de la tecnología son endógenos a otros resultados del mercado, a las regulaciones y políticas gubernamentales y a los cambios sociales

Sin embargo, es posible que tales escenarios sobrestimen la proporción de trabajos que terminarán por ser automatizados o deslocalizados, porque, como sostienen Arntz, Gregory y Zierahn (2016, 2017), pasan por alto tanto la heterogeneidad sustancial de las tareas que componen las ocupaciones como la adaptabilidad de los trabajadores y los trabajos a dichas tareas. En la misma línea, Graetz y Michaels (2015) revelan que, al menos en el pasado, la adopción de robots industriales no condujo a la pérdida de empleos, sino que incrementó la productividad laboral y los salarios del sector. Por lo tanto, no está claro en qué medida la automatización reemplazará los trabajos (tareas), aunque existe la posibilidad clara de que las nuevas tecnologías puedan tener un gran efecto en el futuro.

Hay un debate en curso sobre las posibilidades que brindan las políticas públicas para reaccionar ante tales cambios. En términos de política educativa, los gobiernos deben actualizarse y formar en algunas de las competencias cuya importancia no cesa de crecer, tanto abstractas (codificación y análisis de datos) como manuales (destreza y flexibilidad) (Saunders, 2018). Además, la demanda de habilidades interpersonales ha alcanzado cotas muy altas (Deming, 2017). El aprendizaje a lo largo de toda la vida y el reciclaje formativo de los trabajadores que han perdido sus empleos es otro aspecto de la educación y la capacitación que Alemania parece administrar mejor que Estados Unidos (ver, por ejemplo, Battisti et al., 2017). Por último, las políticas en el mercado laboral deben adaptarse al hecho de que la vida laboral se fragmentará cada vez más y muchos empleados pueden acabar convirtiéndose en contratistas o autónomos en precario (de esta cuestión se trata a continuación). Dichas políticas incluyen la portabilidad y la expansión de los programas de seguridad social; en especial, la cobertura sanitaria, el seguro de desempleo y las pensiones de jubilación (Qureshi, 2018).

No voy a profundizar en las respuestas en forma de políticas generales (muy sensatas), y me remito en su lugar a la la literatura existente (muy bien resumida en sendos artículos del libro La era de la perplejidad, de la colección BBVA-OpenMind, de Qureshi, 2018, y Saunders, 2018). El resto de mi artículo se centra en las interacciones de las políticas con las tendencias mismas, además de presentar algunos sectores concretos de la economía a modo de ejemplo.

Como en el caso histórico de la polarización laboral, es incorrecto suponer que la tecnología y todos los demás factores operan de forma aislada. De hecho, el desarrollo tecnológico (ver, por ejemplo, Acemoglu, 1998) y la adopción de la tecnología (Beaudry y Green, 2002) son endógenos a otros resultados del mercado, las regulaciones y políticas gubernamentales y los cambios sociales fundamentales. Un artículo reciente de Graetz (2019), por ejemplo, muestra que, manteniendo constante el resto de factores, la tecnología de automatización se adopta con mayor intensidad en tareas cuya realización por trabajadores humanos exige una formación costosa. Por lo tanto, las decisiones políticas y los reglamentos tienen un papel importante. Por ejemplo, cuando los sindicatos insisten en unos salarios excesivos para los trabajadores de prod-op-art o cuando el salario mínimo aumenta demasiado, las empresas pueden responder con tecnología que reemplace los trabajos relativamente caros. Acemoglu y Restrepo (2018b) muestran que también los cambios sociales, como el envejecimiento de la población, aceleran la automatización. Además, la política comercial internacional (por ejemplo, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, o el brexit), así como los cambios en los términos de intercambio (en especial, el aumento salarial en China, que reduce las ganancias de las empresas que se deslocalizan allí) pueden, de hecho, cambiar el impacto del comercio y la deslocalización.

Estados Unidos y China retoman las conversaciones tras la crisis comercial entre ambos países, febrero de 2019, Washington D.C.
Estados Unidos y China retoman las conversaciones tras la crisis comercial entre ambos países, febrero de 2019, Washington D.C.

Otra tendencia importante en la cual ha influido la interacción de la tecnología, la política y las condiciones económicas generales es la aparición de figuras laborales alternativas: los trabajadores de agencias de trabajo temporal, los trabajadores interinos, los trabajadores por proyecto y los contratistas independientes o autónomos son mucho más frecuentes en países como Estados Unidos (Katz y Krueger, 2019) y Alemania (Böhm et al., 2019) desde principios de la década de 1990.8 Es probable que se trate de una tendencia producto de una confluencia de factores, como la escasez de demanda (por ejemplo, el desempleo y la gran recesión), la regulación (liberalización del mercado laboral) y las nuevas tecnologías (Katz y Krueger, 2017). La otra cara de la moneda es la externalización (dentro del país) de muchas actividades de servicios, desde grandes empresas hasta entidades separadas y especializadas con salarios más bajos y menos prestaciones adicionales, como estudiaron Goldschmidt y Schmieder (2017) para el caso de los servicios de alimentación, limpieza, seguridad y logística.

El papel de la regulación ha sido objeto de un acalorado debate acerca de sus efectos en el extremo inferior de la distribución de ingresos (por ejemplo, los efectos distorsionadores de los salarios mínimos frente a sus efectos de reducción de la desigualdad). Sin embargo, a menudo pasamos por alto que muchas ocupaciones de altos salarios se encuentran entre las más reguladas. Es el caso de sectores como la abogacía, las finanzas y los seguros y la atención médica, que parecen ser hoy los más sensibles a las tecnologías disponibles puesto que dependen mucho de la recopilación y el análisis de datos. Muchas tareas relacionadas con los servicios legales y financieros, como la recopilación de fuentes y el diseño de estrategias comerciales, ya se han automatizado. Pronto seremos testigos de una informatización casi completa de amplias áreas de las tareas jurídicas (por ejemplo, la redacción jurídica) y las finanzas (servicios de pago y cuentas personales).

Los cambios demográficos y las opiniones políticas serán muy importantes en el futuro, porque actuarán directamente sobre la economía e interactuarán con la nueva tecnología basada en datos

El sector en el que, quizá, todas estas fuerzas interactúan de una manera más interesante es el sanitario. La atención sanitaria es el sector más regulado y, quizá por ello, es el menos afectado por el avance de la tecnología de automatización. El gasto médico se está convirtiendo en una parte cada vez mayor del PIB en todas partes y, en especial, en Estados Unidos y Alemania (OCDE, 2017). Cabe preguntarse si las presiones financieras llegarán a ser tan altas (debido a un envejecimiento demográfico cada vez mayor, al elevado coste de los procedimientos médicos y, tal vez, al efecto de una recesión económica más general) que el ahorro de costes se convertirá en un objetivo de primer orden en la agenda política.

Entre muchos otros ejemplos, la inteligencia artificial con acceso a vastas bases de datos médicas puede realizar muchas tareas de diagnóstico y tratamiento (como identificar un resfriado común y recetar medicamentos, pero también detectar enfermedades mucho más raras y oscuras) al menos tan bien como un especialista con muchos años de formación. Al mismo tiempo, se está avanzando con rapidez en la robotización de la cirugía y de las tareas de enfermería y cuidado del paciente.

Queda una gran pregunta final: ¿en qué medida nuestras sociedades estarán dispuestas a transferir el poder de decisión de los expertos humanos a las máquinas (de nuevo, a través de políticas y regulaciones)? Abundan los casos ambiguos y que requieren de un juicio (quizá moral), no solo en la medicina, también en la conducción automática, el asesoramiento legal, las decisiones de inversión y atención médica y el cuidado de personas, entre otros campos. Por lo tanto, los cambios demográficos y las opiniones políticas serán muy importantes, porque actuarán directamente sobre la economía e interactuarán con la nueva tecnología basada en datos y con las actitudes hacia esta. En general, es perfectamente posible que los cambios futuros de la estructura laboral se traduzcan en una reducción del empleo en algunas ocupaciones de salario alto o bajo, respecto a las de salario medio. Es decir, en el futuro, la polarización laboral podría, de hecho, revertirse en algún momento, al menos en parte.

Notas

Bibliografía

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