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Artículo del libro El trabajo en la era de los datos

Capital intangible, productividad y mercados laborales

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La producción moderna exige un uso cada vez mayor de activos intangibles tales como la información computarizada, las actividades que generan innovación y el capital organizativo. La inversión en dichos activos ha crecido con rapidez en las últimas décadas. Hoy suponen una participación mayor de la actividad económica agregada en Estados Unidos que en Europa, si bien algunos países europeos, como Suecia, invierten más que Estados Unidos. Los activos intangibles contribuyen notablemente al crecimiento de la productividad laboral, tanto de forma directa, aumentando el capital por trabajador, como indirecta, transformando las prácticas productivas. No obstante, existen pruebas de que están asociados a un retorno menor sobre el trabajo, en especial cuando son trabajadores con cualificaciones por debajo del título universitario.

Introducción

La financiación en el marco de la Unión Europea para programas de investigación ha conducido a una mejor comprensión del papel de los activos intangibles a la hora de explicar la actividad económica.

En los últimos años ha habido un interés considerable, tanto en el ámbito académico como en el normativo, por evaluar el impacto de las inversiones en activos intangibles en la actividad económica. En líneas generales, estas inversiones no han sido bien medidas en las estadísticas económicas oficiales, con la inclusión de solo unos pocos tipos de activos, tales como el software y la obra de arte original y, más recientemente, los gastos en I+D, en las cuentas de gasto nacionales. Los activos intangibles a menudo se han descrito como «el insumo ausente», cuya inclusión en las estadísticas económicas puede afectar el rendimiento a nivel de economía agregada, de sector o de empresa. En los últimos tiempos, los economistas han dedicado un importante esfuerzo investigador a medir el valor de los intangibles, su crecimiento en el tiempo y sus efectos en la productividad, tal y como se explica más adelante. La investigación sobre su impacto en los mercados laborales o en el tipo de trabajo realizado en las empresas ha sido menor, por eso las pruebas presentadas son también menos abundantes.

Este artículo examina, en primer lugar, la literatura sobre la medición de intangibles, tanto a nivel de la economía agregada como de la industrial. A continuación presenta pruebas del impacto del capital intangible en la productividad, citando trabajos recientes en el ámbito de la empresa. A esto sigue una revisión del grado hasta el cual algunos intangibles sustituyen o complementan a diferentes tipos de trabajadores. Se informa de trabajos recientes que examinan el efecto de los intangibles en la tasa de participación agregada de la fuerza laboral en el PIB.

La investigación reseñada en este artículo tiene una gran deuda con los programas de investigación del marco común europeo destinados a financiar estudios comparativos, a nivel de economía agregada en los proyectos INNODRIVE y COINVEST, a nivel industrial en el proyecto INDICSER y para el sector público en el proyecto SPINTAN.1

¿Qué son los activos intangibles?

La inversión en activos intangibles es un gasto que hacen las empresas que tiene un retorno a futuro, pero no sustancia física.

Es de sobra conocido que las inversiones en activos intangibles son factores determinantes de innovación, crecimiento y empleo en la «economía del conocimiento». Los pioneros de la medición de intangibles fueron Corrado, Hulten y Sichel (2005; 2009), a los que en adelante me referiré como CHS. Ellos fueron quienes abordaron el problema conceptual de definir los activos intangibles usando un marco intertemporal. Concluyeron que «cualquier uso de recursos que reduzca el consumo actual para aumentarlo en el futuro se puede considerar inversión». En su análisis, argumentan que todos los tipos de capital, activos intangibles y tangibles (tales como estructuras y equipamiento), deberían ser tratados de manera simétrica. CHS desarrollaron medidores de gasto para inversiones intangibles en Estados Unidos y clasificaron el capital intangible en tres categorías amplias: información computarizada, propiedad intelectual innovadora y competencias económicas. En aquel entonces, solo el software y los originales artísticos y de entretenimiento eran reconocidos como activos por las directrices oficiales para la elaboración de cuentas nacionales. Desde entonces, la definición de activos intangibles en las cuentas nacionales se ha expandido hasta incluir I+D, tal y como se especifica en el System of National Accounts 2008. El primer esfuerzo medidor de CHS para Estados Unidos amplió el radio de alcance de los activos intangibles de manera que incluyera una variedad mayor de tipos de activos y, a su vez, propició un esfuerzo investigador por medir dichos activos y su impacto en un grupo más amplio de, en su mayoría, países desarrollados. Para un análisis, ver Corrado et al. (2017a).

El software y las bases de datos de gran tamaño figuran como activos intangibles en las cuentas nacionales desde mediados de la década de 1990, mientras que la I+D se añadió en época reciente

La tabla 1 resume la lista de CHS de activos intangibles, con una división entre el sector de mercado (a la izquierda) y el de no mercado o público (a la derecha). El software informático y las bases de datos de gran tamaño figuran como activos intangibles en las cuentas nacionales desde mediada la década de 1990. La I+D, entendida como el valor de la inversiones que conducen a un aumento de las reservas de conocimiento, se añadió en época reciente, como ya se ha dicho. Los intangibles de las cuentas no nacionales pueden incluir la propiedad innovadora, diseñada para abarcar una serie de activos que pueden llevar asociada la protección de la propiedad intelectual, por ejemplo, los derechos de diseño. Las aptitudes económicas, en cambio, buscan dar cabida a una serie de activos de conocimiento en los que invierten las empresas para gestionar sus negocios, pero que pueden no tener derechos intelectuales. Incluyen los costes de marketing y lanzamiento de nuevos productos, así como la inversión continuada para mantener el valor de una marca y el capital humano o la formación que proporcionan las empresas (CHS, 2005; 2009).

Las aptitudes económicas también incluyen el capital organizativo, que es conceptualmente más complejo y cuyas características varían en función de si nos referimos al sector público o al de negocios. El capital organizativo es el conocimiento acumulado que las compañías van construyendo cada vez que organizan y modifican sus procesos de producción. Estas inversiones las puede adquirir la empresa de manera externa, gastando en consultoría de gestión, o pueden producirse dentro de la empresa y llamarse de recursos propios. CHS definen el capital organizativo de recursos propios como un conocimiento producido por personas con autoridad dentro de una empresa (directivos), que genera para esta un bien de capital específico conjuntamente con sus productos. En los servicios públicos puede haber otros empleados de nivel alto que también tengan autoridad, de modo que la definición de capital organizativo de recursos propios debe ampliarse para que incluya a profesionales tales como doctores sénior, los cuales tienen los conocimientos específicos necesarios para fijar objetivos y la autoridad para asegurarse de que estos se implementan.

Existen muchas similitudes entre los tipos de activos de los sectores público y de negocios, tal y como se describe en la tabla 1. Aunque la naturaleza de algunos activos varía bastante cuando se producen en instituciones públicas –por ejemplo, la inversión pública en marcas incluye información sobre salud y seguridad–, no difiere tanto de las inversiones en actividades que promocionan productos nuevos en empresas privadas. De igual manera, el software, las inversiones adquiridas en capital organizativo y la formación al empleado son similares en ambos sectores. A las diferencias en capital organizativo antes mencionadas hay que añadir los datos abiertos y los activos culturales. Los datos abiertos son activos de información en forma de datos recopilados públicamente para uso general, como el gasto en agencias estadísticas, servicios meteorológicos, etcétera. Los activos culturales son activos intangibles públicos que se usan en producción en ámbitos culturales, de acuerdo con la definición que da el Marco de Estadísticas Culturales de la UNESCO. (Ver tabla 1).

ESP Tabla 1

Entre 1995 y 2005, Suecia tenía una proporción de activos intangibles superior a la de cualquier país, por encima de Estados Unidos, y Francia, una similar a la de Estados Unidos. En el caso de España y Grecia, eran especialmente pequeños

¿Cómo son de importantes los activos intangibles?

Los activos intangibles representan una proporción mayor del PIB en Estados Unidos que en la Unión Europea.

Los datos sobre inversiones intangibles por tipo de activo son públicos y han sido descritos y analizados en una serie de artículos (ver Corrado et al., 2013; 2017a; 2017b).2 La figura 1 muestra la participación de cada activo en el total de intangibles del mercado estadounidense en 2015. El software y las bases de datos suponían el 17% de las inversiones intangibles totales. Las patentes de innovación suponían el 38% del total. Dentro de este grupo, la de I+D tiene la participación mayor, pero las de obra artística original, prospección minera y diseño también son significativas. El 45% restante corresponde a competencias económicas, con el capital organizativo representando más de la mitad. (Ver figura 1).

ESP Fig 1

Los datos para el sector de mercado muestran que el porcentaje promedio de la inversión intangible sobre el PIB entre 1995-2005 fue relativamente superior en Estados Unidos (14%) que en la media de países de la Unión Europea (10,5%). Sin embargo, hay variaciones significativas dentro de la UE. La figura 2 muestra que la proporción de intangibles del PIB tiende a ser más alta en países del norte y del este de Europa. Suecia tenía una proporción superior a la de cualquier país, por encima de Estados Unidos, y Francia tenía una similar a la de Estados Unidos. Los activos intangibles eran especialmente pequeños en España y Grecia. Corrado et al. (2016) muestran que la brecha en inversión entre Estados Unidos y la Unión Europea se debe en mayor medida a una contribución menor de software y bases de datos, obra de arte original, prospección minera y formación que a una mayor contribución de I+D. (Ver figura 2).

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Activos intangibles: efectos en la productividad

Los intangibles tienen un gran impacto a la hora de aumentar la productividad por trabajador, de forma tanto directa, al proporcionar más capital por trabajador, como indirecta, a través del contagio de conocimientos o spillover.

Una de las razones para hacer mediciones de activos intangibles a nivel de la economía agregada era tratar de explicar las diferencias entre países en cuanto a crecimiento de la productividad –en concreto, por qué Estados Unidos experimentó un aumento de la productividad a partir de 1995 que no tuvo equivalente en Europa–; ver Timmer et al. (2010), para un análisis de las tendencias de productividad comparadas de este periodo. Aquí distinguimos entre el crecimiento de la productividad laboral (productividad por trabajador por hora) y la productividad total de los factores (PTF), que se define como el crecimiento de la producción menos el crecimiento ponderado de la productividad de trabajadores y de capital.

Corrado et al. (2013) usan un marco de contabilidad del crecimiento para mostrar que, entre 1995 y 2007, el capital intangible suponía el 28% del crecimiento de la productividad laboral en Estados Unidos, comparado con el 23% en la Unión Europea.3 Dentro de Europa, los intangibles se acercaban a los porcentajes de Estados Unidos en Reino Unido y los países nórdicos, pero eran significativamente inferiores en España e Italia. Sus conclusiones muestran que los intangibles pueden explicar parte de la brecha de crecimiento entre Estados Unidos y Europa durante este periodo, pero hay una parte importante que queda sin explicar. La contribución de la PTF al crecimiento de la productividad laboral era casi del 40% en Estados Unidos, comparada con solo el 19% en la Unión Europea. En un artículo más reciente, Corrado et al. (2016) proporcionan pruebas de contabilidad del crecimiento antes y después de la gran recesión de 2008-2009. Las conclusiones principales fueron que la inversión en tangibles cayó de forma considerable durante la gran recesión y apenas se ha recuperado, mientras que la inversión en intangibles ha sido más resiliente. Las inversiones intangibles se recuperaron enseguida en Estados Unidos, pero se quedaron atrás en la UE. Sin embargo, su análisis muestra que, desde la gran recesión, la desaceleración del crecimiento de la productividad laboral ha estado motivada por un descenso del crecimiento de la PTF y que el capital tanto tangible como intangible ha desempeñado un papel muy menor.

El problema del marco de contabilidad del crecimiento es que no explica los impactos directos del capital intangible en la PTF. Esto enlaza con literatura anterior, basada en pruebas a nivel de empresa, que sugería que obtener beneficios de nuevas tecnologías tales como las de la información y la comunicación (TIC) requería sustanciosas inversiones adicionales en investigación, formación y cambios organizativos, que son activos intangibles. En consecuencia, examinar estas interacciones exigía a los investigadores ir más allá de la contabilidad del crecimiento y usar en su lugar un enfoque econométrico. En estos trabajos se investigó la presencia del contagio de conocimientos que se sospecha si la productividad total estimada de un factor excede a la productividad marginal que implica el factor remuneración en mercados competitivos. El conocimiento generado por el uso de capital intangible tiene beneficios más allá de los que perciben los usuarios de dichos activos.

Empleando datos de la economía de mercado de trece países, Roth y Thum (2013) sugieren que, una vez contabilizados los intangibles de negocio, el impacto combinado de un mayor capital por hora del trabajador, que incluye capital tanto tangible como intangible, se convierte en la fuente dominante a la hora de explicar el crecimiento de la productividad laboral, que a su vez se explica cada vez menos por el crecimiento de la PTF. En cálculos econométricos de la función de producción, estos autores informan de un coeficiente de inversión intangible de alrededor de un cuarto, que resulta ser mucho más alto que el coeficiente identificado por la participación factorial de este activo en la contabilidad del crecimiento.

El primer intento de ofrecer estimaciones comparables internacionalmente de inversiones intangibles a nivel industrial se debe a Niebel et al. (2014). Las estimaciones de contabilidad del crecimiento por sector sugieren que la importancia de los activos de capital intangibles por tipo varía según los sectores, con la I+D como el activo más importante en la industria y con el capital organizativo dominando muchos sectores de servicios. En términos de contribución al crecimiento de la productividad laboral, sin embargo, parece haber patrones sectoriales comunes a los países, con alta inversión en todos los sectores en algunos (Reino Unido y Holanda) y baja inversión en otros (Italia y España). El artículo hacía una estimación econométrica de la relación entre indicadores de capital intangible y crecimiento de productividad laboral a nivel sectorial. Esto confirma el impacto positivo del capital intangible en el rendimiento económico, tal y como habían concluido varios autores anteriores. Sin embargo, el artículo cifra el impacto de los intangibles entre el 10% y el 17%, mucho más bajo que los coeficientes que emplean datos agregados. Esta conclusión sugiere que es probable que la heterogeneidad inexplicada a nivel macro justifique esta diferencia y que los sesgos se abordan parcialmente usando datos de cada industria. Con todo, estas estimaciones siguen siendo más altas que el promedio de los impactos en la contabilidad del crecimiento, en consonancia con los efectos de contagio de este tipo de intangibles.

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Empleados del Frieder Burda Museum sostienen la obra de Banksy Love in the Bin [El amor está en la papelera], que fue parcialmente destruida en el mismo momento en el que se adjudicó a un comprador en una subasta de Sotheby’s. La obra estuvo expuesta unos meses en este museo de Baden-Baden, Alemania

Corrado et al., (2017b) también encuentran cifras altas en el impacto del capital intangible. Sus resultados apuntan con fuerza la posibilidad de contagios de la productividad. Además, encuentran pruebas de complementariedad entre capital intangible y capital TIC, según la cual la elasticidad de producción del capital intangible depende de la intensidad de las TIC. Por tanto, parece que los retornos de las TIC dependen de manera crucial de la presencia de intangibles «sin medir».

Otro conjunto de estudios examinó la productividad a nivel de empresa, usando información sobre empleos en distintos tipos de ámbitos (por ejemplo, trabajadores en tecnologías de la información o plantilla y directivos en I+D) para medir las inversiones intangibles. La relación entre los activos intangibles de I+D y la productividad resultó ser positiva en muchos sectores, pero era particularmente fuerte en la minería y la explotación de yacimientos, así como en la fabricación de alta tecnología. El capital TIC constituye una contribución significativa y positiva en todos los sectores. Lo mismo ocurre con el capital organizativo. En sectores más veteranos de fabricación de baja tecnología (tales como los productos madereros y textiles), donde la I+D no es tan significativa, el capital organizativo es importante. Esto ilustra la dependencia de estos sectores con respecto del aumento del rendimiento económico mediante la innovación de los procesos antes que mediante la innovación tecnológica (Riley y Robinson, 2011).

La inversión en tangibles cayó de forma considerable durante la gran recesión y apenas se ha recuperado, mientras que la inversión en intangibles ha sido más resiliente

En conjunto, estos esfuerzos investigadores apuntan a un importante papel del capital intangible a la hora de facilitar los aumentos de la productividad laboral y el crecimiento de la PTF. Con cantidades mayores de capital intangible con las que trabajar, la producción por hora del empleado crece, y el conocimiento añadido generado y la reorganización de los procesos de producción aumentan la productividad general.

Sin embargo, esto no nos dice gran cosa del uso de distintos tipos de trabajo y los retornos que se obtienen en el mercado laboral. A continuación abordo tan importante cuestión.

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Nuevo campus de I+D de Huawei, en Dongguan, cerca de la ciudad de Shenzhen, considerada el Silicon Valley chino

 

Los intangibles y el mercado laboral

Los activos intangibles parecen sustituir la mano de obra global, y aquellos con un nivel de cualificaciones bajo serán los más afectados.

En su reciente libro Capitalism without Capital: The Rise of the Intangible Economy, Haskel and Westlake (2018) describen una gran transformación en la manera de hacer negocios de las empresas modernas. Gran parte de la inversión actual se destina a activos intangibles, pero, esos activos, ¿complementan o sustituyen al trabajador? La respuesta es que no lo sabemos, pero los indicios de que disponemos sugieren que la mano de obra en general puede ser la gran perjudicada por este fenómeno. Tradicionalmente, los economistas estudiaban la relación sustitución/complementariedad calculando las funciones productivas, las ecuaciones de empleo o la participación del trabajo en las ecuaciones de valor añadido, donde las últimas tienen en cuenta los impactos tanto en las ganancias como en el empleo. La dificultad de medir los activos intangibles hasta hace poco significaba que había escasas pruebas de las interacciones entre esta clase de capital y el capital laboral.

El conocimiento generado por el uso de capital intangible tiene beneficios más allá de los que perciben los usuarios de dichos activos

El de O’Mahony et al. (2019) es uno de los pocos artículos que examina directamente el impacto del capital intangible en la participación del trabajo en las ecuaciones de valor añadido. Usando los datos de panel y los datos construidos por Niebel et al. (2014) citados más arriba, sugieren que, en conjunto, el efecto es una participación menor de los trabajadores, lo que hace pensar que los activos intangibles sustituyen a la mano de obra. Sin embargo, cuando se dividen los intangibles en propiedad innovadora y competencias económicas, estas interacciones se vuelven más complejas. Mientras que las inversiones en innovación, tales como las de I+D, parecen complementar el trabajo humano, la inversión, mucho mayor, en marcas, formación proporcionada por la empresa y capital organizativo parece sustituir al trabajo humano. Los autores también dividen a los trabajadores entre aquellos con un nivel de habilidades alto –grados universitarios y equivalentes– y todos los demás. El capital intangible afecta a estos dos tipos de trabajadores de maneras diferentes, complementando a los trabajadores de destrezas de nivel alto y sustituyendo a los otros. Lo primero puede verse como una continuación del cambio técnico sesgador de habilidades, que, según demostraron un gran número de estudios, fue un importante desencadenante de la desigualdad entre trabajadores como resultado de la ola de cambios tecnológicos relacionados con las TIC. Aunque las TIC requieren un nivel de aptitudes alto para su implementación, no está tan claro que lo mismo deba ocurrir con los activos intangibles.

En el caso de la formación proporcionada por las empresas, hay pruebas sobradas de que esta no estará destinada a los trabajadores que ya poseen habilidades avanzadas (ver O’Mahony, 2012, para un examen detallado de este activo intangible por país y sector en Europa). No está claro aún el efecto de la inversión en cambios organizativos, pero cabe esperar que implementar los cambios aumente la demanda de habilidades genéricas en comunicación y trabajo en equipo comúnmente asociadas a un título universitario, y que reduzcan la demanda de trabajadores que no posean destrezas compatibles con los nuevos métodos de producción.

Los efectos en el desarrollo de marca son más sutiles. Hay un corpus creciente de literatura que sugiere que los beneficios han ido aumentando, en especial para empresas de sectores tecnológicos, que son las que tienden más a invertir en capital intangible. Esta literatura sugiere que no se trata tanto de una sustitución de los trabajadores por capital como de un aumento en los márgenes o beneficios en los que el trabajo tiene una participación menor. El desarrollo de marca es una de las maneras en que las empresas pueden asegurarse una porción mayor de la tarta de su mercado. Si se hace bien, es muy probable que conduzca a una disparidad aún mayor entre los trabajadores y los dueños del capital y afecte de manera especial al poder negociador de los trabajadores menos cualificados, más fáciles de reemplazar por la tecnología.

En conjunto, es probable que el impacto del crecimiento del capital intangible en los mercados de trabajo esté asociado a una mayor desigualdad, entre los más cualificados y los menos cualificados y entre los dueños de capital y los trabajadores. La pregunta esencial, cara a las políticas, es: ¿persistirá esta situación? Es posible que nos encontremos en un periodo de transición hacia nuevas formas de producción que requieren habilidades y competencias nuevas que, a largo plazo, los trabajadores terminarán por adquirir y que aumentarán el retorno del trabajo. Hay otro futuro posible, menos amable, en el cual el aumento de estas inversiones conducirá a un periodo de concentración de la producción en manos de empresas de gran tamaño, incrementando los beneficios de una minoría a costa de los salarios de la mayoría. Solo el tiempo dirá cuál de los dos escenarios, el optimista o el pesimista, se impondrá.

Notas

 

Bibliografía

—Corrado, Carol; Hulten, Charles y Sichel, Daniel (2005): «Measuring Capital and Technology: An Expanded Framework», en C. Corrado, J. Haltiwanger y D. Sichel (eds.), Measuring Capital in the New Economy, Chicago, University of Chicago Press, pp. 11–46.

—(2009): «Intangible Capital and U.S. Economic Growth», The Review of Income and Wealth, n.º 55, pp. 661–685.

—Corrado, Carol; Haskel, Jonathan; Jona-Lasinio, Cecilia e Iommi, Massimiliano (2013): «Innovation and Intangible Investment in Europe, Japan and the United States», Oxford Review of Economic Policy, n.º 29, pp. 261-286.

—(2016): «Intangible Investment in the EU and US before and since the Great Recession and its Contribution to Productivity Growth», en Investment and Investment Finance in Europe, informe del Banco Europeo de Inversiones, noviembre de 2016, cap. 2, pp. 73-102.

—Corrado, Carol; Haskel, Jonathan; Iommi, Massimiliano; Jona-Lasinio, Cecilia; Mas, Matilde y O’Mahony, Mary (2017a): «Advancement in Measuring Intangibles for European Economies», EURONA: Eurostat Review on National Accounts and Macroeconomic Indicators, n.º 2/2017, pp. 89-106.

—Corrado, Carol; Haskel, Jonathan y Jona-Lasinio, Cecilia (2017b): «Knowledge Spillovers, ICT y Productivity Growth», Oxford Bulletin of Economics and Statistics, n.º 79, 4, pp. 592-618.

—Haskel, Jonathan y Westlake, Stain (2018): Capitalism without Capital: The Rise of the Intangible Economy, Princeton, Princeton University Press.

—Niebel, Thomas; O’Mahony, Mary y Saam, Marianne (2014): «The Contribution of Intangible Assets to Sectoral Productivity Growth», The Review of Income and Wealth, n.º 63, pp. S49-S67

—O’Mahony, Mary (2012): «Human Capital Formation and Continuous Training: Evidence for EU countries», The Review of Income and Wealth, n.º 58, 3, pp. 531-549.

—O’Mahony, Mary; Vecchi, Michela y Venturini, Francesco (2019): «Technology, Intangible Assets and the Decline of the Labor Share», Economic Statistics Centre of Excellence (ESCoE), documento de reflexión. Disponible en https://www.escoe.ac.uk/wp-content/uploads/2019/06/Mary-OMahony_Technology-Intangible-Capital-and-the-Decline-in-the-Labor-Share.pdf.

—Riley, Rebecca y Robinson, Catherine (2011): «Skills and Economic Performance: The Impact of Intangible Assets on UK Productivity», UK Commission for Employment and Skills, informe de pruebas n.º 39.

—Roth, Felix y Thum, Anna (2013): «Intangible Capital and Labor Productivity Growth: Panel Evidence for the EU from 1998-2005», Review of Income and Wealth, n.º 59, pp. 486-508.

—Timmer, Marcel; Inklaar, Robert; O’Mahony, Mary y Van Ark, Bart (2010): Economic Growth in Europe, Cambridge, Cambridge University Press.

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