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Por supuesto es demasiado pronto para saber cuál será el efecto permanente de internet en nuestras vidas. La comunicación por medios electrónicos (CME) lleva usándose de manera rutinaria desde hace solo alrededor de 20 años, lo que en la historia del lenguaje equivale a un parpadeo. Hace falta tiempo, mucho, para que surja un cambio, para que los individuos se acostumbren a la novedad y para que llegue el momento en que su uso se extienda hasta tal punto que se convierta en un rasgo permanente del lenguaje, recogido en diccionarios, gramáticas y manuales de estilo. Ya hay algunos indicios de que algo semejante va a ocurrir, pero todo lo que se diga ha de ser tentativo.

La dificultad de generalizar

Todas las generalizaciones sobre la CME son por fuerza provisionales debido a la naturaleza misma del medio. Su tamaño, para empezar, lo hace difícil de gestionar. Nunca ha habido un corpus lingüístico tan grande como este, que contiene más lenguaje escrito que todas las bibliotecas del mundo juntas. Luego está su diversidad, que desafía las generalizaciones lingüísticas. La gama estilística de la CME incluye la vasta producción de correos electrónicos, salas de chat, la red, mundos virtuales, blogs, mensajería instantánea, mensajes de texto y Twitter, así como la creciente cantidad de comunicación lingüística que se encuentra en foros de redes sociales como Facebook, donde cada aportación presenta sus perspectivas, propiedades, estrategias y expectativas comunicativas particulares.

La velocidad a la que se produce el cambio hace difícil seguirle el ritmo. ¿Cómo podemos generalizar, por ejemplo, sobre el lenguaje estilístico de los correos electrónicos? Cuando el email se convirtió en el medio de comunicación prevalente, mediada la década de 1990, la edad media de los que lo empleaban era de veintitantos años y desde entonces no ha dejado de aumentar. Por tomar un año al azar, en Reino Unido la media subió de 35,7 a 37,9 entre octubre de 2006 y octubre de 2007 (Nielsen, 2008). Esto quiere decir que muchos usuarios de correo electrónico, por ejemplo, son en la actualidad ciudadanos de edad avanzada. Como consecuencia, el estilo originario, coloquial y radical de los correos electrónicos (con su ortografía, puntuación y uso de mayúsculas alternativos) se ha visto complementado por uno más conservador y formal, a medida que personas mayores introducen en él normas derivadas del lenguaje estándar. De manera similar, la edad media de un usuario de Facebook ha aumentado de forma drástica en la última década, pasando de un perfil predominantemente joven a una edad intermedia, que en 2012 era de 40,5 años (Pingdom, 2013).

Pero no es solo cuestión de edad. El propósito práctico de una comunicación por medios electrónicos puede cambiar, en ocasiones, de la noche a la mañana. Un buen ejemplo de ello es Twitter, que cuando llegó en 2006 usaba la pregunta «¿Qué estás haciendo?». El resultado era una serie de tuits de carácter introspectivo, que usaban numerosos pronombres en primera persona y verbos en presente. Luego, en noviembre de 2009, Twitter cambió la pregunta a «¿Qué está pasando?», lo que hizo los tuits más extravertidos, con numerosos pronombres en tercera persona y mayor variedad de formas verbales. El resultado fue un cambio en el propósito y el carácter lingüístico de Twitter, que empezó a parecerse más a una agencia de noticias y a atraer más contenidos publicitarios.

La CME como lenguaje oral o escrito

La CME es, por el momento, un medio predominantemente escrito. Pero no siempre será así. La función voz está creciendo rápidamente en internet y ya es posible participar en muchos tipos de interacciones sin que los dedos toquen en ningún momento el teclado, usando programas de reconocimiento de voz. La técnica dista mucho de ser perfecta; los sistemas tienen continuos problemas con los acentos regionales, la velocidad de habla, el ruido de fondo y la interpretación de nombres propios. Pero se irán solucionando con el tiempo.

Hay quien afirma que en 50 años los teclados serán redundantes, pero esto es poco probable porque el lenguaje hablado y escrito cumplen funciones muy distintas y complementarias. La comunicación por medios electrónicos se apoya en características que proceden de ambos lados del binomio habla/escritura.

El carácter gráfico de la CME se hace especialmente evidente en la red, muchas de cuyas funciones (tales como bases de datos, publicación de referencias, archivos o publicidad) no difieren de las situaciones tradicionales que usan la escritura. De hecho, casi todas las variantes de lengua escrita (legal, religiosa, etcétera) pueden encontrarse hoy en internet con escasos cambios estilísticos, aparte de los que exige la adaptación a un medio electrónico. Por el contrario, las situaciones de correo electrónico, chats, mundos virtuales y mensajería instantánea, aunque expresadas en escritura, manifiestan varias características propias del habla. Están gobernadas por el tiempo, esperan o exigen una respuesta inmediata, son transitorias, en el sentido de que pueden ser borradas inmediatamente (como en los emails) u olvidarse conforme desaparecen de la pantalla (como en los chats), y sus manifestaciones poseen mucho de la urgencia y la energía propias de las conversaciones cara a cara. Las situaciones no son todas orales en la misma medida. Escribimos correos electrónicos, no los hablamos. Pero los chats son para chatear, es decir, para charlar, y desde luego quienes participan en ellos hablan, lo mismo que los usuarios de mundos virtuales y mensajería instantánea.

Otro rasgo distintivo de la CME escrita es que, aparte de interacciones audio/visuales (como las de Skype o iChat), carece de las expresiones faciales, gestualidad, convenciones del lenguaje corporal y la distancia que tan determinantes resultan a la hora de expresar opiniones personales o actitudes y de moderar relaciones sociales. Esta limitación quedó clara en una etapa temprana del desarrollo del medio y condujo a la introducción de emoticonos. Hoy, las aplicaciones de mensajería ofrecen unos 60 emoticonos. Es evidente que constituyen una herramienta potencialmente útil de captar algunos de los rasgos faciales básicos, pero su papel semántico es limitado. Pueden evitar importantes errores de percepción en cuanto a las intenciones del hablante, pero un único emoticono también se presta a gran variedad de interpretaciones (felicidad, broma, solidaridad, buen estado de ánimo, placer, diversión, etcétera) que solo pueden aclararse recurriendo al contexto verbal. Si no se tiene cuidado, además, pueden propiciar malentendidos: añadir una sonrisa a una elocución que claramente expresa enfado puede mitigar, en lugar de subrayar, la fuerza de la ira. Así que no debe resultar sorprendente si los emoticonos van cayendo en desuso con el tiempo. Las personas se han dado cuenta de que no solo no son la solución a todos los problemas de la CME, sino que pueden incluso añadir alguno.

Nuevas oportunidades comunicativas en la CME

Cuando consideramos la comunicación por medios electrónicos como un tipo de lenguaje escrito y lo comparamos con modalidades tradicionales de escritura, de inmediato saltan a la vista una serie de nuevas propiedades. Sin embargo, dichas propiedades no tienen nada que ver con la concepción habitual de escribir en tanto combinación de vocabulario, gramática y ortografía. La CME ha introducido unos cuantos miles de neologismos en el inglés, por ejemplo, pero estos suponen una fracción diminuta de las cerca de un millón de palabras que existen en dicha lengua. Esto no tiene nada de revolucionario. De igual manera, la gramática del inglés escrito, tal y como aparece en la comunicación por medios electrónicos, no presenta novedad alguna en comparación con la usada anteriormente: no hay un orden de palabras (sintaxis) ni terminaciones verbales (morfología) radicalmente distintos. Y, a pesar de la manera en que las personas manipulan determinados rasgos de la ortografía, como simplificar los signos de puntuación o usarlos en exceso, o añadir un emoticono de vez en cuando, el sistema de escritura en su mayor parte es muy similar al existente en los días anteriores a la CME. La novedad de la escritura de la comunicación electrónica reside en otra parte, en las oportunidades que presenta de nuevos modos de actividad comunicativa y el desarrollo de nuevos tipos de discurso.

En primer lugar hay un contraste con el carácter condicionado por el espacio de la escritura tradicional, que viene dado por el hecho de que en esta un texto es algo estático y permanente en la página. Si escribimos algo, cuando nos refiramos a ello lo encontraremos en un texto que no ha cambiado. Al explicarlo así queda casi inmediatamente claro que la CME no tiene nada que ver con la escritura convencional. Una página de la red a menudo ha variado de una consulta a otra (y todas tienen la opción de variar, incluso si sus propietarios elijan que no sea así) por distintas posibles razones: su contenido factual puede haber sido actualizado, su patrocinador puede haber cambiado o su diseñador gráfico puede haber añadido nuevos elementos. Tampoco la escritura que vemos tiene por qué ser necesariamente estática, dadas las opciones técnicas disponibles, que permiten desplazar el texto por la pantalla, desparecer/reaparecer, cambiar de color, etcétera. Desde el punto de vista del usuario, hay oportunidades de interferir con el texto de distintas maneras, ninguna de las cuales es posible en la escritura tradicional. Una página, una vez descargada en la pantalla del usuario, permite que el texto que contiene sea cortado, completado, revisado, anotado e incluso reestructurado del todo de maneras que, sin embargo, conservan su carácter original. Todas estas posibilidades son motivo de no poca inquietud entre aquellos afectados por cuestiones de propiedad intelectual, copyright y falsificación.

En segundo lugar, la producción de CME presenta diferencias respecto a la escritura tradicional relacionadas con su vinculación al espacio físico. Los correos electrónicos son, en principio, estáticos y permanentes, pero borrarlos se ha convertido en un procedimiento habitual (es una opción destacada dentro del sistema de gestión del programa de correo) y es posible alterar mensajes electrónicamente con una facilidad e indetectabilidad que no existe cuando se intenta alterar textos escritos de manera tradicional. Los mensajes en chats asíncronos y blogs tienden a tener un carácter duradero, pero los de grupos sincrónicos, mundos virtuales y mensajería instantánea, no. La literatura sobre comunicación por medios electrónicos a menudo hace referencia a la persistencia del mensaje conversacional, es decir, al hecho de que permanece en la pantalla durante un periodo de tiempo (antes de que la llegada de nuevos mensajes lo sustituya o lo desplace fuera de la pantalla).

En tercer lugar, es posible observar diferencias entre determinadas producciones escritas electrónicas y otras tradicionales si nos preguntamos hasta qué punto son complejas, rebuscadas o artificiales. Determinadas producciones son muy similares a las que se daban antes. En particular, la red permite el mismo grado de planificación y complejidad estructural que puede encontrarse en textos escritos e impresos en papel. Pero en los chats, los mundos virtuales y la mensajería instantánea, donde existe una gran presión por comunicarse con rapidez, hay mucha menos complejidad y planificación. Los blogs varían enormemente en cuanto a complejidad de construcción. Algunos están muy trabajados, otros resultan del todo erráticos si se juzgan de acuerdo a las normas de la lengua escrita estándar. Los correos electrónicos también varían. Hay personas que no tienen reparo en enviar textos sin revisarlos en absoluto, sin importarles si contienen erratas, faltas de ortografía y otras anomalías; otros ponen el mismo cuidado en revisar sus mensajes que si los estuvieran escribiendo fuera de un entorno electrónico.

En cuarto lugar, la escritura tradicional está descontextualizada desde el punto de vista visual. Por lo general no vemos a los escritores cuando leemos lo que han escrito y, por tanto, no podemos darles retroalimentación visual inmediata, como haríamos en una conversación cara a cara. En este sentido, la CME es como la escritura tradicional. Pero las páginas web a menudo proporcionan apoyos visuales al texto en forma de fotografías, mapas, diagramas, animaciones y cosas por el estilo, y muchos entornos virtuales llevan un componente visual incorporado. La irrupción de las cámaras web también está alterando la dinámica comunicativa de las interacciones por medios electrónicos, en especial en mensajería instantánea, y como resultado de ello están surgiendo situaciones interesantes. Tuve ocasión de observar una bastante anómala recientemente, en la que A y B estaban intentando usar un vínculo de audio/vídeo vía iChat, pero el micrófono de B no funcionaba. En consecuencia, B podía oír a A, pero A no podía oír a B, quien por tanto tenía que recurrir al teclado. El estímulo hablado de A era seguido de una respuesta escrita de B. Después de un inicio ligeramente caótico, la conversación asumió un ritmo fluido.

En quinto lugar, es posible comparar los contenidos objetivos de la comunicación por medios electrónicos y los de la escritura tradicional. La mayor parte de los segundos son objetivamente comunicativos, como lo atestigua la gran cantidad de material de referencia disponible en bibliotecas. En la red, así como en muchos blogs y correos electrónicos, también se aprecia un énfasis en los hechos, pero en otras modalidades de CME las cosas resultan menos claras. Dentro de los parámetros de realidad establecidos por el mundo virtual, la información objetiva se transmite, desde luego, de manera rutinaria, pero hay un fuerte elemento social siempre presente y que afecta, y mucho, al tipo de lenguaje utilizado. Los chats varían enormemente. Cuanto más académicos y profesionales son, mayores son las probabilidades de que busquen la objetividad (aunque no siempre la alcanzan, si hemos de creer los informes sobre lo acalorado de las discusiones que a menudo se producen). Los chats más lúdicos y sociales, en cambio, con frecuencia contienen secuencias de contenido factual casi insignificante. Los mensajes instantáneos también son muy variables, en ocasiones contienen gran cantidad de información y en otras están dedicados por completo a charlas sin trascendencia.

En sexto lugar, la escritura tradicional es rica desde el punto de vista gráfico, como puede apreciarse hojeando una revista de moda. La web ha reflejado esta riqueza, pero aumentándola en gran medida, ya que la tecnología pone en manos del usuario una gama de tipografías y colores que superan con mucho al bolígrafo, la máquina de escribir o los primeros procesadores de textos, y que permite nuevas opciones fuera del alcance de la impresión tradicional, tales como la animación de textos, los enlaces de hipertexto y el apoyo multimedia (sonido, vídeo o película). Por otra parte, tipógrafos y diseñadores gráficos han señalado en numerosas ocasiones que el hecho de que el nuevo lenguaje visual esté disponible para todo el mundo no quiere decir que todo el mundo sepa usarlo bien. A pesar de los numerosos manuales de diseño web y autoedición, abundan ejemplos de ilegibilidad, confusión visual, exceso de ornamentación y otros rasgos poco apropiados. Esto se agrava por las limitaciones del medio, que no causan problema alguno si se respetan, pero que a menudo se ignoran, como cuando encontramos pantallas y pantallas de texto continuo, párrafos sin fin o textos que se prolongan fuera del margen derecho de la pantalla. Ahora es cuando empiezan a apreciarse los problemas de la traducibilidad gráfica, a saber, que no es posible tomar un texto escrito originalmente en papel y trasladarlo a la pantalla sin repensar antes su presentación gráfica y, en ocasiones, también su contenido en cuanto mensaje.

Así pues, la comunicación por medios electrónicos añade nuevas posibilidades a las maneras en que las personas pueden manipular el texto escrito. Y ya hemos visto cómo estas oportunidades están creando nuevas formas de discurso electrónico.

Nuevos tipos de textos

Cada vez que nace una nueva tecnología asistimos al desarrollo de nuevas clases de discurso que son un reflejo de los objetivos y las intenciones de sus usuarios. La imprenta trajo novedades tales como los periódicos, la organización de los textos en capítulos y los índices. Los medios de comunicación audiovisuales hicieron posible el comentario deportivo, la lectura de noticias y la predicción meteorológica. Con la CME ocurre lo mismo. El contenido que aparece en una pantalla presenta diversos espacios textuales cuyo propósito varía. Hay una escala de adaptabilidad online. En un extremo encontramos textos que no han sido en absoluto adaptados al medio electrónico el pdf de un artículo en pantalla, por ejemplo, sin herramientas como «buscar» o ninguna otra y cuyo análisis lingüístico sería idéntico al realizado con su correspondiente texto en papel. En el otro extremo están textos escritos que no tienen equivalente en el mundo offline. Aquí hay cuatro ejemplos.

Textos cuyo objeto es burlar los filtros de spam

Basta abrir la carpeta de spam para descubrir un mundo nuevo de textos cuyas propiedades lingüísticas a menudo desafían cualquier análisis:

supr vi-agra online now znwygghsxp
VI @ GRA 75% off regular xxp wybzz lusfg
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Great deals, prescription d[rugsSe puede apreciar un razonamiento lingüístico en las variaciones grafológicas de la palabra Viagra, por ejemplo, introducidos para asegurarse de que esquiva la función de identificación de palabras con que cuentan muchos filtros de spam. Podemos encontrar las letras separadas por espacios (V i a g r a), desordenadas (Viarga), duplicadas (Viaggra) o con signos arbitrarios intercalados (Vi*agra). Las opciones son limitadas y hasta cierto punto pueden predecirse. En este sentido, se han producido grandes avances desde aquellos días en que el software tonto, cuando se le instruía para que eliminara automáticamente la combinación S-E-X-O, rechazaba mensajes que contuvieran palabras tan inocentes como «convexo» o «nexo». También hay un razonamiento no lingüístico, por así decirlo, en el que se generan combinaciones al azar «wybzz». También estas pueden detectarse, si el filtro es lo bastante avanzado, ordenándole que elimine cualquier mensaje que no respete las normas grafotácticas de una lengua (es decir, las reglas que gobiernan su estructura silábica, la secuencia vocálica y los grupos consonánticos).

Textos cuya finalidad es garantizar la inclusión en los primeros resultados de búsquedas web

¿Cómo se asegura uno de que su página aparezca entre los primeros resultados de una búsqueda en internet? Existen varias técnicas, algunas no lingüísticas, otras lingüísticas. Un ejemplo de técnica no lingüística es la frecuencia de los enlaces de hipertexto: cuantas más páginas tengan vínculos con mi sitio web, más probabilidades hay de que este ascienda en la lista de resultados. Un ejemplo de técnica lingüística es la relación de palabras o expresiones clave que identifiquen el contenido semántico de una página en los metadatos de dicha página. El buscador los recogerá y le dará prioridad en una búsqueda. Ninguna de estas técnicas altera de hecho la naturaleza lingüística del texto de una página. Otra cosa distinta es la tercera técnica, en la que el texto se manipula de manera que incluya palabras clave, sobre todo en el titular y el primer párrafo, para asegurar que se da prioridad a un término importante. La diferencia semántica puede apreciarse en los dos textos siguientes (inventados, pero basados exactamente en lo que ocurre). El texto A es un párrafo original; el texto B es el mismo párrafo reescrito con un ranking en mente, para asegurarse de que el nombre del producto no pasa desapercibido.

Texto A: La tricotosa Crystal es la última y atractiva creación de industrias Crystal. Tiene estructura de aluminio, viene en cinco atractivos colores y con una amplia gama de accesorios.

Texto B: La tricotosa Crystal es la última y atractiva creación de industrias Crystal.

  • La tricotosa Crystal tiene estructura de aluminio.
  • La tricotosa Crystal viene en cinco atractivos colores.
  • La tricotosa Crystal viene con una amplia gama de accesorios.

Algunos buscadores ya detectan esta clase de estrategias e intentan bloquearlas, pero es difícil, dado el número de variaciones posibles (por ejemplo: tricotosa de Crystal o máquina de tricotar Crystal).

Textos cuyo objetivo es ahorrar tiempo, energía y dinero

Los mensajes de texto (nótese el sentido que tiene aquí el término «texto»), son un buen ejemplo de un género cuyas características lingüísticas han evolucionado parcialmente en respuesta a limitaciones tecnológicas. El límite de 160 caracteres (para los alfabetos romanos) ha impulsado un uso creciente de palabras no estándar (tipo «xq», «yma», «+o-») que usan símbolos, iniciales, abreviaturas y otras convenciones para abreviar el mensaje. La palabra importante aquí es «parcialmente». La mayoría de estas abreviaturas se usaban en la comunicación por medios electrónicos mucho antes de que los teléfonos móviles se convirtieran en una herramienta de uso diario. Y las motivaciones para usarlas van más allá de lo ergonómico, pues su carácter desenfadado proporciona entretenimiento así como un fin en sí mismo y contribuye a estrechar la relación entre participantes. He desarrollado este punto en mi libro Txtng: the Gr8 Db8.

Otro ejemplo del nuevo modelo de texto surgido de la conveniencia es el correo electrónico que utiliza marcos. Recibimos un mensaje que contiene, digamos, tres puntos distintos expresados en un único párrafo. Podemos, si queremos, contestar a cada uno de estos puntos dividiendo el párrafo en tres partes y después contestar a cada una por separado, de manera que el mensaje que enviamos se asemeja ligeramente a un diálogo. A continuación nuestro remitente puede hacer lo mismo con nuestra contestación y cuando nos llega su mensaje vemos sus respuestas a nuestras respuestas. Después podemos enviarlo todo a una tercera persona para que agregue sus comentarios, y cuando nos llega de vuelta hay tres voces o marcos en la pantalla. Esto se puede prolongar indefinidamente: respuestas a respuestas a respuestas y todas ellas unificadas por una misma tipografía. Hay personas que encuentran este método de lo más útil… hasta cierto punto, porque llega un momento en que los mensajes enmarcados unos dentro de otros pueden resultar demasiado complejos y, por tanto, de difícil comprensión.

La respuesta intercalada está relacionada con los marcos. Alguien me envía una serie de preguntas o relaciona una serie de comentarios críticos a algo que he escrito. Yo respondo intercalando mis respuestas con los comentarios del remitente. Puedo escribirlas en un color diferente, ponerlas entre paréntesis u otro signo. Una nueva respuesta del remitente puede incorporar el uso de un tercer color y, si los mensajes se envían con copia a otros destinatarios, será necesario emplear algún tipo de recurso gráfico para diferenciar a los participantes.

Textos cuyo fin es mantener un estándar

Aunque se supone que internet es un medio donde la libertad de expresión es un axioma, son necesarios controles y restricciones para evitar abusos. Estos pueden ir desde el empleo de lenguaje obsceno y agresivo hasta la edición de textos o comentarios (posts) para asegurar que se centran en un tema determinado. Los moderadores (facilitadores, gestores, magos, etcétera; la terminología varía) se enfrentan a problemas de organización, sociales y de contenido. Desde una perspectiva textual, el resultado es un texto saneado en el que determinados elementos del lenguaje (sobre todo vocabulario) han sido excluidos. No está claro hasta dónde llegarán estos controles, puesto que la noción de responsabilidad textual en las leyes antilibelo está todavía en proceso de examen.

La industria de la publicidad online constituye un buen ejemplo de moderación de contenidos, puesto que existe actualmente gran preocupación por asegurarse de que los anuncios de una página web sean al mismo tiempo relevantes y respetuosos en sus contenidos. La irrelevancia o la falta de sensibilidad tienen como resultado oportunidades comerciales perdidas y pueden generar una pésima imagen. Irrelevante puede ser, por ejemplo, un reportaje de la CNN sobre un apuñalamiento callejero en Chicago en el que en un lado de la pantalla aparecen frases como «Cuchillos de alta calidad», ya que el software no detecta que las connotaciones que tiene la palabra «cuchillos» en el texto informativo no se corresponden con lo que no es más que un anuncio de cubertería. Un ejemplo de falta de sensibilidad lo encarna una página web alemana que ofrecía visitas guiadas de Auschwitz; el software, al detectar varias veces la palabra «gas», activó un vínculo con una compañía de gas con «tarifas más baratas» para gran sonrojo de las personas implicadas. Una solución, conocida como «targeting semántico» (ya disponible en los productos iSense y SiteScreen de Ad Pepper Media), lleva a cabo un análisis léxico completo de páginas web y de inventarios publicitarios de manera que el tema tratado y la publicidad coincidan y no aparezcan anuncios fuera de lugar. En casos extremos, como que una compañía no desee aparecer en una página concreta (por ejemplo, un fabricante de ropa infantil que no quiere figurar en una web de pornografía), se pueden bloquear los anuncios. Como resultado de ello y desde el punto de vista del contenido, el texto que aparece en la página será más coherente semánticamente y también más coherente desde el punto de vista pragmático de lo que sería en circunstancias normales.

Texto sin fronteras

Todos los textos mencionados hasta ahora tienen una cosa en común: son fáciles de identificar y son concretos. Tienen fronteras físicas definidas, que pueden ser espaciales (como en cartas y libros) o temporales (noticiarios e entrevistas). Se crean en un momento específico y una vez creados, son estáticos y permanentes. Cada texto posee una voz autoral o introductoria (incluso cuando se trata de libros y artículos de varios autores) y esa autoría es pública o bien fácil de establecer (excepto en ciertos contextos históricos). Se trata de un mundo estable, familiar, confortable. Y lo que ha hecho internet es eliminar la estabilidad, la familiaridad y el confort.

Los textos escritos se definen por sus límites físicos: los bordes de la página, las cubiertas del libro, los contornos de una señal de tráfico… Los textos hablados están definidos por sus fronteras temporales: la llegada y partida de los participantes en una conversación, el principio y final de una retransmisión, la apertura y clausura de un simposio… Los textos de internet son más problemáticos. En ocasiones, como en un intercambio de mensajes de texto o de mensajería instantánea, se puede identificar claramente el principio y el final. Pero con la mayoría de las producciones textuales de internet es necesario tomar decisiones, como demuestran los ejemplos siguientes:

  • ¿Constituye un texto un único mensaje de correo electrónico o es texto todo lo que está disponible en pantalla en un momento determinado, incluidos mensajes anteriores que no han sido eliminados y respuestas enmarcadas o intercaladas por el destinatario? Y ¿hay que incluir en el texto datos personales cambiantes tales como la dirección del remitente, vínculos a páginas web o la firma?
  • Con mayor motivo: ¿una página web constituye un texto o son textos los elementos individuales del menú (inicio, quiénes somos, contacto, ayuda…)? ¿O lo son las páginas individuales o los elementos funcionales que aparecen en dichas páginas (texto principal, anuncios, comentarios…)? La distinción tiene una importancia comercial en la publicidad; un servidor de anuncios colocará probablemente una serie de anuncios en la primera página de sitio web y otros en las otras páginas. Sky TV, por ejemplo, tuvo en determinado momento publicidad de un banco en la parte superior de su página de inicio y de videojuegos en la de su página de deportes. ¿Y deberíamos incluir las traducciones? Muchos sitios web son hoy plurilingües y permiten elegir el idioma en la página de inicio. ¿Son estas traducciones parte del texto principal o se trata de textos distintos?
  • Si un email, tuit, mensaje instantáneo, blog o similar incluye un enlace obligatorio, ¿debe considerarse ese enlace parte del texto? Por «obligatorio» me refiero a un vínculo que forma parte de la estructura de una palabra o que proporciona información crítica para entender la página, como, por ejemplo, «Para más detalles, entrar en www…» o los enlaces usados en los tuits.
  • Si la seguridad es un elemento obligatorio (por ejemplo, es necesario dar un nombre de usuario, una contraseña o utilizar alguna otra clase de autentificación) ¿debe considerarse también parte del texto? ¿Los comentarios o las imágenes que aparecen en pantalla cuando se desplaza el ratón son también parte del texto? ¿Y debemos incluir aquellas palabras clave que identifican la página y que puede que no aparezcan en pantalla, pero, si uno se fija en el código fuente, verá que sí están?
    <HEAD>
    <TITLE>Filatelia</TITLE>
    <META name=”description” content=”todo lo que siempre ha querido saber sobre sellos, desde precios a su historia.”>
    <META name=”keywords” content=”sellos, filatelia, historia de los sellos, precios, sellos en venta”>
    </HEAD>
  • ¿Cómo definir un texto producido en internet que está continuamente creciendo, como por ejemplo en un sitio de redes sociales, un chat, un foro de blogs o un tablón de anuncios virtual, que puede durar indefinidamente? Es estos casos hay un archivo dinámico, que puede tener varios años de antigüedad. ¿Han de ser considerados los elementos asociados partes del texto? Puesto que los suscita el texto principal, dependen de él semánticamente (y en ocasiones también gramaticalmente). La relación es asimétrica: el texto principal es autónomo, no precisa comentarios para sobrevivir, pero los comentarios no existirían sin el texto principal. Y no existe límite teórico para el número de comentarios que puede suscitar un post.
  • De igual modo, ¿cómo debemos definir un texto de internet que cambia continuamente, en el que los datos varían porque son actualizados de manera regular, como informes de mercado o titulares de noticias? Aquí es posible que no haya archivos: la información antigua se borra conforme se actualiza. El contenido procede de un inventario que es fijo en un momento determinado, pero que se refresca constantemente. Alguna de las secuencias que aparecen en pantalla son cíclicas (como los titulares que vemos de forma recurrente en los cintillos de noticias o en páginas de venta online); otras se generan al azar (como las ventanas emergentes o anuncios en forma de pancarta tomados de un inventario de gran tamaño, que pueden cambiar ante nuestros ojos cada pocos segundos).
  • ¿Qué hacemos con secuencias de mensajes (como en correos electrónicos o tablones de anuncios) donde el tema del intercambio remite a un hilo semántico? ¿Es el texto la serie de mensajes relacionados con ese hilo (como en los ejemplos 4 y 9 más abajo)? Pueden estar separados por otros mensajes, como en este ejemplo tomado de un foro sobre Shakespeare:
    4 Arden3 El mercader de Venecia
    5 Ideas sobre el doble engaño
    6 Arden3 Sir Thomas More
    7 2011 Anuncio del simposio Blackfriars
    8 De Nueva York a Santa Fe
    9 Arden3 El mercader de Venecia
  • ¿Seguimos la cabecera? Si así es, ¿qué hacemos en aquellos casos en que el debate continúa pero alguien cambia el asunto o la cabecera del asunto sigue siendo la misma pero el debate ha tomado otros derroteros? ¿Cuál de ellos tiene prioridad?
  • ¿Debemos incluir en el texto elementos insertados de forma automática por cookies, tales como preferencias, contenido del carrito de la compra, número de visitas de la página o textos a disposición de los usuarios como servicio de ayuda o de análisis de datos?
  • ¿Cómo consideramos aquellos textos que la tecnología hace incompletos, como cuando un tuit excede el límite de 140 caracteres y el software lo corta de manera automática? Esto se muestra mediante unos puntos suspensivos que aparecen en pantalla.

La noción tradicional de texto no sirve para estos casos. Vamos a necesitar una definición más amplia e inclusiva. Claramente, lo que observamos en todos estos ejemplos son sumas de elementos funcionales que interactúan de maneras distintas en distintas manifestaciones escritas de internet. Necesitamos nuevos términos tanto para los elementos como para las sumas de ellos. Dürscheid y Jucker (2011), por ejemplo, llaman a los elementos «actos comunicativos» y a la suma de varios «secuencias de actos comunicativos». Sin duda, habrá nuevas propuestas a medida que los lingüistas exploran estos fenómenos con mayor detalle. Mientras tanto, aquí van algunas consideraciones generales.

Pancronicidad

Los ejemplos arriba incluidos no constituyen una lista exhaustiva de los problemas a la hora de delimitar las fronteras de textos de internet, pero son representativos de lo que circula por ahí. Y plantean cuestiones fundamentales. En concreto, la distinción clásica que hacía Ferdinand de Sausurre entre sincronía y diacronía no se adapta bien a estas modalidades de comunicación, donde todo es diacrónico, desmenuzable temporalmente. Los textos son tratados, por lo general, como entidades sincrónicas, lo que equivale a decir que no tenemos en cuenta los cambios hechos en ellos durante el proceso de composición y los tratamos como productos terminados, como si el tiempo no existiera. Pero en muchos textos en soporte electrónico no existe un producto final. Y en muchos casos el tiempo deja de ser cronológico.

Por ejemplo, en 2011 puedo publicar en un foro un comentario a una página creada en 2004. Desde un punto de vista lingüístico, no podemos decir que se esté dando una reiteración sincrónica de la página, porque en el ínterin el lenguaje ha cambiado. En mi mensaje puedo usar vocabulario que se ha incorporado al lenguaje desde 2004 o reflejar la influencia de un cambio gramatical que se está produciendo en este momento. El contenido se verá necesariamente afectado. Puede que haga referencia a Twitter, algo que no habría sido posible en 2004, porque esta red social no apareció hasta 2006. Incluso puedo —como en las páginas Wiki— insertar información dentro del texto principal de una página que no estaba disponible en el momento en que dicha página se creó. En el caso de mi blog, podría retroceder a un post escrito en 2004 y editarlo de manera que incorpore material de 2013.

Necesitamos un término nuevo para esta curiosa fusión de lenguajes procedentes de distintos periodos de tiempo. Estamos acostumbrados a leer textos que incluyen lenguaje de periodos anteriores (arcaísmos). Ahora necesitamos un término que describa rasgos de textos que incluyen lenguaje de periodos posteriores. El término tradicional para la incoherencia cronológica es «anacronismo»: cuando algo de un momento particular se introduce en un periodo anterior (antes de que existiera) o posterior (después de que dejara de existir).

Los anacronismos pueden ser aislados, como cuando Shakespeare introduce relojes sonoros en la antigua Roma (Julio César), o constituir todo un texto, como cuando un autor moderno escribe una obra sobre el siglo XVII en el que todos los personajes hablan como en el XXI. Pero estos casos no reflejan del todo la situación de la CME, donde la anomalía cronológica se introduce en un texto original ya existente. Se trata de una vuelta de tuerca a la noción gramatical de «futuro en el pasado» o, quizá mejor, de «regreso al futuro». Y creo que necesitamos una palabra nueva que describa lo que está ocurriendo. Un texto que contenga esta clase de futurismos no puede describirse como sincrónico, porque no puede ser considerado un único état de langue (término acuñado por Sausurre para el estado del lenguaje en un momento determinado). Es una fusión de lenguaje procedente de dos o más états de langue. Tampoco puede definirse como diacrónico, porque el objetivo no es mostrar los cambios de lenguaje ocurridos entre los diferentes états. A estos textos, cuya identidad depende de características procedentes de distintos marcos temporales, yo los llamo «pancrónicos».

Las páginas Wiki, como las de Wikipedia, son típicamente pancrónicas. Son el resultado de un número indefinido de intervenciones por parte de un número indefinido de individuos a lo largo de un número indefinido de periodos de tiempo (que están cada vez más en el presente a medida que pasa el tiempo). Solo llevamos unos 20 años conviviendo con internet, de manera que el efecto hasta el momento es limitado. Pero, si pensamos en dentro de 50 o 100 años, es obvio que la pancronicidad se convertirá en un elemento dominante de la presencia de internet. Desde un punto de vista lingüístico, el resultado son páginas heterogéneas temporal y estilísticamente. Ya es posible observar enormes diferencias, como, por ejemplo, lenguaje normalizado y no normalizado conviviendo en la misma página, a menudo porque quienes contribuyen a la misma se comunican en una segunda lengua que no dominan con fluidez. Los festivales de tiempos verbales son frecuentes, como ilustra este ejemplo, tomado de Wikipedia 1:

Después de su dimisión, Mubarak no volvió a comparecer ante los medios de comunicación. Con excepción de su familia y de un estrecho círculo de colaboradores, al parecer se negaba hablar con nadie, incluidos sus partidarios. Su salud presuntamente se deterioró con rapidez, con algunos informes llegando a declararlo en coma. La mayoría de las fuentes afirman que ya no le interesa desempeñar función pública alguna y que quiere «morir en Sharm El-Sheikh».

El 28 de febrero de 2011, el fiscal general de Egipto dictó una orden prohibiendo a Mubarak y a su familia que abandonaran Egipto. Se afirmaba que el antes presidente estaba en contacto con su abogado en caso de posibles cargos criminales contra él. Como resultado, Mubarak y su familia habían permanecido bajo arresto domiciliario en un palacio presidencial del complejo vacacional Sharm el-Sheikh, en el mar Rojo. El miércoles 13 de abril de 2011 los fiscales egipcios afirmaron que habían detenido al expresidente Hosni Mubarak durante 15 días, interrogándole sobre corrupción y abusos de poder. Al poco fue hospitalizado en el complejo Sharm el Sheik.

Nótese cómo, por ejemplo, se pasa del pasado al presente en el primer párrafo y del imperfecto «estaba», «afirmaba» al pluscuamperfecto «habían permanecido», «habían detenido» en el segundo. Nótese también cómo en la última frase se introduce el término «expresidente», como si se tratara de información nueva. Nótense también las tres ortografías distintas de Sharm el-Sheij. ¿Y cómo debemos interpretar el uso no estándar de las expresiones como «presuntamente», «en caso de posibles cargos» o «al poco»?

En páginas como esta, las nociones tradicionales de coherencia estilística con relación a niveles de formalidad, carácter técnico e individualidad de un texto ya no sirven, aunque se observa un cierto grado de acomodación, ya sea porque los autores del artículo sean conscientes de las propiedades del estilo de los demás o porque un moderador haya introducido dosis de uniformidad. Las páginas también son heterogéneas semántica y pragmáticamente, puesto que las intenciones detrás de cada aportación varían mucho. Los artículos de la Wikipedia sobre temas delicados ilustran muy bien este punto, pues en ellos observaciones juiciosas compiten con aportaciones que van de neutras a moderadas, y de ahí a radicales, en cuanto a la subjetividad de las opiniones expresadas. Y uno nunca sabe si un cambio introducido en un contexto Wiki es factual o ficticio, inocente o malicioso.

El problema se da incluso cuando la persona que introduce los distintos cambios es la misma. El autor del texto original puede cambiarlo, por ejemplo, refrescando una página web o modificando el comentario a un blog. ¿Cómo debemos ver la relación entre las distintas versiones? No es la primera vez que nos encontramos con este problema, que es familiar para los medievalistas que se enfrentan con versiones divergentes de un mismo texto. Digamos que en el caso de Shakespeare, por ejemplo, se trata de una pregunta habitual: ¿revisó (él u otra persona) un manuscrito anterior? Es algo que vemos todo el tiempo en la noción de «segunda edición», cuando entre las dos versiones del texto pueden mediar muchos años. Pero lo que está ocurriendo en internet es completamente distinto del proceso de revisión tradicional, porque se trata de algo que los autores pueden hacer con una frecuencia y una facilidad sin precedentes. Una página web puede refrescarse, ya sea automática o manualmente.

El problema cobra especial importancia ahora que se popularizan los textos impresos bajo demanda. Yo puedo publicar uno de mis libros de forma rápida y económica, imprimiendo solo unos pocos ejemplares. Después de la primera tirada, decido hacer otra, pero introduzco unos cambios en el archivo antes de enviarlo a la imprenta. En teoría (y cada vez más en la práctica), puedo imprimir un único ejemplar, hacer unos cuantos cambios, luego imprimir otro, hacer nuevos cambios y así sucesivamente. La situación empieza a parecerse a las prácticas amanuenses medievales, por las cuales no había dos manuscritos idénticos, o a las diferencias tipográficas entre ejemplares del Primer folio de Shakespeare. La terminología tradicional de «primera edición», «segunda edición», «primera edición corregida», número de ISBN, etcétera, se antoja del todo inadecuada para abarcar el grado de variabilidad al que nos enfrentamos. En archivística se da el mismo problema. La British Library, por ejemplo, presentó el Web Archiving Consortium hace unos pocos años. Mi página web está incluida en él. Pero, ¿cómo definimos la relación entre las distintas iteraciones hechas en distintos momentos de este sitio web a medida que se acumulan en el archivo?

Anonimato

He mencionado hasta ahora cinco criterios: los textos tienen unos límites físicos; se crean en un momento específico; son estáticos y permanentes; tienen una única voz autoral o introductoria, y a excepción de determinados contextos históricos, la autoría se conoce o puede establecerse con facilidad. Ninguno de estos criterios está necesariamente presente en internet. Y, en el caso del último, su ausencia coloca a los lingüistas en una situación especialmente difícil. Cuando clasificamos textos en distintos tipos nos apoyamos mucho en información extralingüística. Esto es algo que hemos aprendido de la sociolingüística y la estilística, a saber, que la noción de una variedad (o registro, o género o lo que sea) de lenguaje surge de la correlación entre rasgos lingüísticos y extralingüísticos de la situación en la que el lenguaje ocurre, tales como su grado de formalidad o la identidad ocupacional. En principio sabemos quién es el hablante o escritor, ya sea hombre o mujer, joven o viejo, de clase alta o baja, científico o periodista. Y cuando investigamos tratamos de tener en cuenta estas variables con el fin de hacer nuestro estudio comparable o distinguible a otros de maneras controladas. Dicho de otra manera, sabemos con quién estamos tratando.

Pero en internet a menudo no. El escritor es anónimo. En numerosas situaciones de internet las personas ocultan su identidad, sobre todo en salas de chat, blogs, correos spam, interacciones con avatar (como en juegos de realidad virtual y Second Life) y redes sociales. Estas situaciones incluyen, por lo común, individuos que se dirigen entre sí por medio de apodos, que pueden ser un nombre de pila inventado, una descripción fantástica «tiomolón», «supermacho» o un personaje o un rol míticos «rockman», «superelfo». Operar bajo un alias parece que desinhibe a la gente, que se anima a hablar más y de maneras que se apartan de su repertorio lingüístico del mundo real. También deben estar preparados para recibir mensajes de otros individuos igualmente desinhibidos, y para desenlaces negativos. Es evidente que hablar con alguien que no conocemos entraña sus riesgos, y abundan los casos de acoso, lenguaje insultante o abusivo, y también los subterfugios. La terminología ha evolucionado para identificarlos, y así han surgido palabras como flaming (insultar), spoofing (suplantación), trolling (provocación) o lurking(participar de manera silenciosa). También aparecen nuevas convenciones, como el uso de MAYÚSCULAS para expresar que se está gritando.

Si bien todos estos fenómenos tienen antecedentes en los medios de comunicación tradicionales, internet los sitúa en el dominio público en un grado hasta ahora desconocido. Pero todavía no disponemos de una explicación lingüística de las consecuencias del anonimato. Lo único claro es que las teorías tradicionales no sirven para explicarlo. Tratemos, por ejemplo, de aplicar las máximas griceanas a conversaciones en internet (Grice, 1975). Nuestros actos de habla, dice Grice, deberían ser honestos (máxima de la calidad), breves (máxima de la cantidad), relevantes (máxima de la relación) y claros (máxima de la manera). Tomemos la cualidad: no diga lo que crea que es falso; no diga nada que no pueda demostrar. ¿En qué mundo vivía Grice? Evidentemente, en uno anterior a internet. Los pragmáticos han dado tradicionalmente por hecho que los seres humanos son buenos. Internet ha demostrado que no es así. Un pedófilo ¿va a ser breve, relevante y claro? ¿Lo es esa gente que nos envía tentadoras ofertas desde Nigeria, estupendamente ridiculizada en el libro de Neil Forsyth, Delete This at your Peril (Borra esto por tu cuenta y riesgo), de 2010? Los sitios web extremistas (por ejemplo, los racistas) ¿van a seguir las máximas de Geoffrey Leech (1983) de comportamiento cívico (tacto, generosidad, modestia, voluntad de llegar a un acuerdo, solidaridad)? Y si la brevedad fuera la esencia de internet no tendríamos neologismos del tipo «blogorrea» o «twiterrea».

La comunicación por medios electrónicos no es la primera que permite la interacción entre individuos que desean permanecer en el anonimato, por supuesto, como sabemos por la historia del teléfono y de los radioaficionados, pero sí constituye una novedad en cuanto a la escala y la variedad de situaciones en las cuales las personas pueden ocultar su identidad y explorar su anonimato de maneras que sería difícil imitar offline. Y el lingüista se enfrenta a un corpus creciente de datos que no puede interpretarse en términos ni sociolingüísticos ni estilísticos. Es necesario encontrar una nueva orientación, en la que intención y efecto sean primarios, y la identidad, secundaria.

El futuro

Los mayores interrogantes relativos a los cambios en internet tienen que ver con la manera en que se desarrolle la CME, lo cual es difícil de predecir, dada la velocidad a la que cambia la tecnología. La mayoría de mis observaciones sobre la lengua escrita se basa en lo que he visto en la pantalla de gran tamaño de mi ordenador. Pero no hay duda de que el acceso a internet es cada vez más móvil. De hecho, en algunas partes del mundo, donde la red eléctrica es poco fiable o no existe (como es el caso de gran parte de África), la única manera de acceder a internet es mediante un teléfono móvil. Así pues, ¿qué ocurre, en términos de legibilidad, cuando una página que contiene gran cantidad de información codificada visualmente aparece en una pantalla de pequeño tamaño? ¿Cómo se reorganiza la información? ¿Qué se pierde y qué se gana? Si, tal y como predice la industria de la telefonía móvil, el acceso a internet se hará pronto en su mayor parte desde dispositivos portátiles, entonces ¿hasta qué punto serán relevantes todas las generalizaciones sobre la naturaleza de la CME que hasta ahora se han basado únicamente en un análisis de manifestaciones en pantalla grande?

Por último, este artículo se ha centrado sobre todo en el lenguaje escrito. En el futuro, la cuestión principal será no obstante la creciente presencia de producciones orales, como resultado del aumento de las aplicaciones de voz en internet y en telefonía móvil. En ellas se dan varias modalidades nuevas de actos de habla, tales como las modificaciones que se introducen en la conversación para compensar los inevitables intervalos entre participantes, la traducción automática de voz a escritura (como cuando el buzón de voz crea mensajes de texto), traducción de texto a voz (como cuando una página web se lee en voz alta) y síntesis de habla (como cuando escuchamos las instrucciones del GPS). Cada uno de estos ámbitos nos pondrá en contacto con nuevos ejemplos de producción lingüística en los próximos 20 años. Resulta evidente que aún no hemos visto nada.

Notas

1. Puesto que la entrada para Hosni Mubarak en Wikipedia en español no se corresponde con la inglesa, hemos traducido más o menos literalmente la entrada en inglés que transcribe el autor
[N. del T.].

Referencias

Todas las páginas web fueron consultadas por última vez el 18 de marzo de 2013

Ad Pepper Media.
http://www.adpepper.com/advertiser/overview

British Library.
http://www.webarchive.org.uk/ukwa

Crystal, D.
Txtng: the Gr8 Db8. Oxford: Oxford University Press, 2008.

Dürscheid, C. y A. Jucker.
«Text as utterance: communication in the electronic media». Presentado en el simposio «Language as a social and cultural practice: advances in linguistics», Universidad de Basilea, 2011.

Forsyth, N. (también conocido como Bob Servant).
Delete This at your Peril. Edimburgo: Birlinn, 2010.

Grice, H. P.
«Logic and Conversation». En Peter Cole y Jerry L. Morgan (eds.), Syntax and Semantics Volume 3: speech Acts. Nueva York: Academic Press, 1975: 41-58.

Leech, G.
Principles of Pragmatics. Londres: Longman, 1983.

Nielsen. 2008.
http://www.netratings.com/pr/pr_071218_UK.pdf

Pingdom.
http://royal.pingdom.com/2013/01/16/internet-2012-in-numbers

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