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La expresión “ética empresarial” tal y como se usa actualmente se remonta solo a la década de los setenta, aunque hunda sus raíces en la Antigüedad. Su historia se forja en tres vertientes interrelacionadas, cada cual con dos ramificaciones. La primera, la más extensa y más amorfa, es la ética en la faceta de los negocios, o ética empresarial. Sus dos ramas son la religiosa y la secular. La segunda vertiente es la de la ética empresarial académica, con sus ramificaciones filosófica y empírica. La tercera es la ética empresarial como una ética integrada en los negocios. Sus dos ramas son la del responsable de ética y la de la responsabilidad social corporativa. Cada aspecto ejerce influencia en los otros y se ve influido por el resto. La historia arranca en Estados Unidos pero el recorrido de la ética empresarial en cada país varía y refleja las diversas situaciones sociales, económicas y políticas de cada nación. A pesar de que la ética empresarial en muchas naciones haya alcanzado un nivel de madurez, aún se encuentra en ciernes una ética empresarial global.

La historia de la ética empresarial depende de lo que entendamos por “ética empresarial”, siendo el término empleado con distintos sentidos y variando en parte según el país. El término que actualmente se utiliza tiene su origen en Estados Unidos y su uso se extendió en los años setenta. La historia de la ética empresarial en Estados Unidos puede considerarse como la intersección entre tres corrientes entrelazadas. Cada una de estas puede dividirse a su vez en al menos dos ramas correspondientes. La primera corriente, a la que llamaré corriente de la ética en los negocios, se refiere a la larga tradición de aplicar a los negocios las normas de la ética, del mismo modo que se han aplicado a otros aspectos de la vida social y personal. Esta corriente puede dividirse además en la rama secular y la religiosa. La segunda corriente se corresponde con el desarrollo de una disciplina académica que ha recibido el nombre de ética empresarial. Esta se divide asimismo en dos ramas principales, siendo una la rama de la ética empresarial filosófica, normativa y crítica, y la otra la rama científica y social, principalmente descriptiva y empírica. La tercera corriente se corresponde con la adopción en los negocios de la ética o, al menos, de lo que esta implica. De nuevo, se subdivide en la integración de la ética en los negocios y la práctica empresarial por un lado, y el compromiso de responsabilidad social de la empresa por otro. En los años ochenta, la ética empresarial se introdujo en Europa y Japón, aunque el término no encontró una traducción sencilla y su desarrollo en cada país difería del seguido en Estados Unidos por las diferencias sociopolíticas y económicas. Más adelante se propagó de formas distintas a otras partes del mundo, en cada ocasión con un énfasis e historia locales diferentes. A escala internacional, pasó a asociarse con el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, iniciado por el entonces secretario general de la ONU Kofi Annan de cara al Foro Económico Mundial celebrado el 31 de enero de 1999, que despegó oficialmente en julio de 2000 1.

De las tres corrientes, la primera, o corriente de la ética en los negocios, es la más amorfa y más ampliamente seguida. Este es el sentido que el público general, los nuevos reporteros y comentaristas, políticos y gente del mundo de los negocios tienden a dar al término. En este sentido, la ética empresarial no es nada nuevo, aunque el término como tal no se empleara para describirla antes de los años setenta. La corriente representa la creencia ampliamente extendida de que la ética se aplica a los negocios del mismo modo que se aplica al resto de los aspectos de la vida. Los escándalos de soborno, abuso de información privilegiada, publicidad engañosa y situaciones similares, las historias sobre Enron y Arthur Andersen, y el sistema Ponzi de Bernard Madoff representan lo que generalmente se considera una mala conducta en los negocios y el público general lo asocia con la ética empresarial, o más concretamente, con el fracaso de la ética en los negocios. Las reglas de la moralidad que se incumplen son aquellas que se aplican a todos los componentes de la sociedad. La sola mención de la ética empresarial suele suscitar anécdotas sobre los delitos de alguna compa- ñía o de algún hombre de negocios. Peter Drucker, conocido teórico de la gestión empresarial, fue uno de los que proclamaron la inexistencia de algo como la ética empresarial, solo existía la ética en los negocios. Veía lo que consideraba la ética empresarial (Drucker 1981) como varios intentos de justificar prácticas empresariales claramente inmorales según la norma habitual 2. Tenía razón al lanzar ataques contra dichos intentos, pero lo escribió antes de que se desarrollara la disciplina académica y sus comentarios no incluían la disciplina como realmente se creó. En su desarrollo real, la mayoría admitía que las reglas de la moralidad habituales se aplican a los negocios al igual que al resto de los aspectos de la vida.

Los escándalos de soborno, información privilegiada y situaciones similares se consideran una mala conducta en los negocios y el público general lo asocia con la ética empresarial y el fracaso de la ética en los negocios.

La historia de la ética en los negocios se remonta en el tiempo tanto como la ética y los negocios. Podemos imaginarnos los primeros trueques basados en un sentido de intercambio igualitario. He mencionado dos ramas, la secular y la religiosa, y en ambas encontramos una historia paralela en relación con el desarrollo de la ética según se aplica a los negocios. En su Ética a Nicómaco (V, 5), Aristóteles mencionaba la justicia como el intercambio de iguales por iguales y en Política (I, 8-10) trataba “el arte de la adquisición”, el comercio y la usura como parte de la ética en el hogar. Si damos un salto a la era moderna, John Locke (1690) desarrolló una defensa de la propiedad privada como un derecho natural basado en el esfuerzo de alguien por conservar el bien en cuestión. Adam Smith, quien escribió la Teoría de los sentimientos morales antes de La riqueza de las naciones, escribió sobre la ética de los negocios, así como sobre la falta de la misma entre los hombres de negocios que operaban entonces. David Hume, John Stuart Mill y muchos otros escribieron sobre la moralidad o la ética existente en desarrollar un sistema económico empresarial libre. Karl Marx elaboró el más mordaz ataque sobre lo que denominó capitalismo, un periodo de la historia que consideró necesario y para el que admite que la productividad humana se ha desarrollado más que en cualquier otra época. Para él, el problema del capitalismo es que la mayor parte de los beneficios se los llevan unos pocos, cuando hay suficientes para repartir entre todos. Su crítica tiene todavía seguidores. Todos estos escritores han aportado algo a la historia de la ética de los negocios y sus pensamientos se han filtrado de distinta forma hasta llegar al pueblo. No se trata de que el hombre de la calle o los trabajadores de los medios de comunicación hayan leído todos estos trabajos. Más bien, lo que estos autores escribieron de forma diversa se ha convertido en parte de la visión aceptada de los negocios y la ética. Por ejemplo, encontramos en la prensa o medios de comunicación pocos pensamientos o argumentos sobre la justificación moral de la propiedad privada. Se considera obligado en la mayoría de los países desarrollados que cada persona tenga derecho a su propia propiedad y que esta se encuentre protegida por ley. Si bien se debate la adecuación de la función desempe- ñada por el Gobierno, los fundamentos de la propiedad, la legitimidad de la empresa privada y el sistema de salarios se consideran sin duda alguna la estructura económica aceptada y aceptable de la sociedad. La crítica que Karl Marx hace al capitalismo nunca tuvo un respaldo importante en Estados Unidos y, a diferencia de muchos países europeos, nunca existió un partido político socialdemócrata. No obstante, la crítica de Marx a la explotación y su condena a la primacía de la mercancía sobre las personas y la consideración de la persona por lo que tiene y no por lo que es tuvieron también resonancia en la cultura norteamericana.

El surgimiento de la llamada ética empresarial desde los años setenta siguió al periodo tumultuoso de los sesenta. Era la época en la que se creaba en Estados Unidos el movimiento de los derechos civiles y los movimientos ecologistas y consumistas. La Guerra de Vietnam motivaba protestas contra la participación del Gobierno y se producía una reacción por parte de muchos activistas contra lo que se daba a conocer como el complejo militar-industrial.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era la única gran potencia que no había sufrido una devastación importante. Como resultado, los negocios norteamericanos prosperaron y se propagaron por todo el mundo. Con una gran industria en particular, el enorme crecimiento de las industrias químicas de petróleo, pasó a ser un problema la contaminación a gran escala. Surgieron grupos ecologistas para atacar a la industria. Aquellos que conocieron el surgimiento global (por ejemplo, Barnet 1974) de los negocios norteamericanos como explotadores, unieron sus voces a la crítica contra las grandes empresas. Muchas de las críticas se formulaban en términos morales, y cuando a finales de los setenta surgía la disciplina académica de la ética empresarial, lo hacía ofreciendo un vocabulario y un marco envolvente que la crítica aprovechaba y que pronto se ampliaría a los medios y la cultura general.

La segunda rama de la corriente de la ética en los negocios, la religiosa, también cuenta con una larga historia y un modo similar de filtración e influencia en el pensamiento general de la ética de los negocios. Muchos empresarios viven sus vidas empresariales guiados por sus creencias morales religiosas, y muchos de los afectados por las prácticas empresariales las evalúan con el mismo prisma. La influencia religiosa más importante en la cultura económica norteamericana es la judeocristiana. Otras como el islam y el budismo, hinduismo o confucionismo, son, cómo no, la principal influencia religiosa en la ética empresarial en los países en los que son dominantes 3. Los orígenes de la ética de los negocios en la tradición judeocristiana se remonta al menos a los Diez Mandamientos (Éxodo, 20: 1-17; Deuteronomio 5: 7-21), en particular a los de no robar y no levantar falso testimonio ni mentir. En la Edad Media la Iglesia prohibió durante largo tiempo la usura y la práctica de hacer dinero con dinero, sin embargo, final- mente cambió para prohibir solo el interés excesivo, en lugar de todos los intereses en los pagos 4. El cristianismo se ha mostrado siempre ambivalente ante los negocios y los ricos. La respuesta de Cristo al rico cuando decía “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos” (Mateo, 19: 23-24, Marcos 10: 24-25 y Lucas 18: 24-25) capta esa ambivalencia. La Iglesia tiene una larga historia de preocupación por los pobres y de caridad a todo aquel que la necesita. Pero nunca levantó su voz contra la esclavitud, por ejemplo, y san Pablo incluso advertía a los esclavos para que obedecieran a sus amos (Colosenses, 3: 22). Hasta finales del siglo XIX la iglesia católica no creó un programa de justicia social cuando el papa León XIII (1891) publicó una encíclica, Rerum Novarum, que establecía los preceptos para un salario justo. Otros papas posteriores han desarrollado el pensamiento social, adoptando una defensa del trabajador. Juan Pablo II, en las encíclicas Laborem exercens (1981) y Centesimus annus (1991), evalúa y critica moralmente tanto el socialismo como el capitalismo y establece las necesidades de las naciones en vías de desarrollo. Perfila lo que se conoce como una “opción preferencial para el pobre”. Aunque los obispos católicos de Estados Unidos presentaron también un escrito sobre economía (Justicia económica para todos), el impacto en la comunidad empresarial y el público en general no ha sido significativo. En la tradición protestante, el calvinismo desarrolló lo que se dio a conocer como la ética del trabajo protestante (o puritana), a saber, la doctrina que establecía que el trabajo duro era una vocación y un medio de alcanzar el éxito, y que el éxito económico era signo de salvación predestinada de una persona 5. Esa tradición se compaginaba con la creencia norteamericana del trabajo duro como el camino hacia el éxito.

La noción de ética empresarial como ética en los negocios continúa en la actualidad. Forma parte de la cultura popular y encuentra su expresión en la cobertura de los medios de los abusos éticos y legales en los negocios, los escándalos de las empresas y sus repercusiones. Invariablemente, tras un escándalo habrá algún columnista o político que apunte a las escuelas de negocios y a su fracaso en la formación deontológica de los alumnos, o en el fracaso de la ética empresarial como disciplina. El predominio de la ética de los negocios en la cultura popular se ejemplifica con la popularidad de películas como Todos eran mis hijos, Wall Street, Network y Silkwood, entre otras muchas 6. Aunque lo que encierra el concepto de ética de los negocios varía según el país, dependiendo de las condiciones socioeconómicas e históricas, existe en todos un significado básico para situar la ética en los negocios como en otros aspectos de la vida. Esto parece claro cuando vemos las protestas populares al hacerse pública la endémica corrupción de un gobierno, cuando los gobernantes se prestan a recibir sobornos de grandes empresas y a enriquecerse a costa de los ciudadanos de un país.

Este significado tan general y de algún modo amorfo de la ética empresarial no se articuló claramente y ni siquiera fue identificado como fenómeno hasta que se desarrolló la ética empresarial como disciplina académica. Es a esta historia a la que nos remitimos ahora.

Esos numerosos movimientos que surgieron en Estados Unidos en los años sesenta y setenta motivaron ataques a la industria y respuestas de esta. Las escuelas de negocio en los sesenta vieron la aparición de cursos sobre los aspectos sociales de la gestión y la responsabilidad social de la empresa. Pero eran bastante improvisados e incluso los que se encontraban al frente del movimiento académico en esta dirección admitían que los cursos carecían de cohesión en sus fundamentos y enfoques. Esto condujo a su vez a lo que se conoce como ética empresarial en el segundo sentido. El término, tal y como se emplea actualmente, surgió con la incorporación a este campo de un grupo de filósofos y se forjó a partir del término “ética médica” desarrollado en los años sesenta 7. La ética empresarial pronto emergió como una disciplina académica.

La ética empresarial emergió como disciplina académica a finales de los años setenta con la incorporación a este campo de un grupo de filósofos.

Como disciplina académica, la ética puede considerarse el estudio de la moralidad. Cada sociedad tiene una moralidad o conjunto de prácticas que considera correctas o equivocadas, valores que defiende y reglas que hace respetar. La ética es el estudio sistemático de la moralidad generalmente imperante (o convencional) de una sociedad con el objeto de establecer las reglas que deberían gobernar el comportamiento humano, las reglas que una sociedad debería hacer respetar, y las virtudes que merece la pena desarrollar en la vida humana. Como disciplina académica, pretende establecer la(s) justificación(es) de las partes de la moralidad existentes que pueden defenderse y que deberían ser preservadas, y es crítica con aquellas partes de la moralidad convencional que son incoherentes o que por otras razones deberían ser cambiadas. Es, por tanto, parcialmente conservadora y parcialmente radical, y en distintos periodos o en distintas sociedades uno u otro de estos aspectos es dominante. En Estados Unidos, hacia 1860 la Guerra Civil norteamericana fue en parte una respuesta a la condena moral de la institución de la esclavitud que existía en los estados del Sur de la Unión. Por analogía, la ética empresarial como disciplina académica es el estudio sistemático de la moralidad en los negocios, las prácticas empresariales, los valores, las presuposiciones y todo lo que encontramos en la realidad. Es parcialmente conservadora y parcialmente radical o crítica. En general, por ejemplo, la disciplina ha venido defendiendo la propiedad privada, aunque ha sido crítica con la explotación por parte de las empresas de los trabajadores en países menos desarrollados, así como con el soborno y la corrupción como prácticas empresariales.

La ética empresarial como disciplina académica es el estudio sistemático de la moralidad en los negocios, las prácticas empresariales, los valores y todo lo que encontramos en la realidad.

Antes de la creación de la ética empresarial como disciplina, existían cursos individuales aquí y allá sobre los aspectos morales de los negocios y conferencias y artículos sobre la ética en los negocios. El término “ética empresarial” empleado en la literatura inicial se refería al significado del término ética en los negocios. Lo que diferenciaba a la ética empresarial como disciplina académica a partir de los años setenta de la ética en los negocios era que la disciplina intentaba estudiar sistemáticamente toda la gama de aspectos éticos de los negocios como un conjunto completo. Los filósofos implicados al principio comenzaban en general por un marco ético exhaustivo ofrecido por la teoría ética, una especie de versión del utilitarismo (que estudiaba las consecuencias de las acciones) o un enfoque kantiano a los aspectos éticos (que toma los derechos y obligaciones como básicos) o un enfoque aristotélico (que sitúa la virtud en el centro y estudia la personalidad de los agentes morales, en este caso, los agentes del mundo empresarial) o una combinación de dos o más de ellos. Al igual que ocurre con la ética en la corriente empresarial, el movimiento de la ética empresarial podría dividirse en dos ramas, la filosófica, normativa y preceptiva, y la empírica, descriptiva y seguida por aquellos que recibieron formación en ciencias sociales. En cierto sentido, ambas ramas se han fusionado. La corriente empírica, tradicionalmente basada en los aspectos sociales ya existentes de la gestión y en los cursos y estructuras sobre responsabilidad social corporativa en las escuelas de negocio y la administración de empresas. La corriente filosófica, procedente de los departamentos de filosofía y el campo de la ética aplicada, cuya antecesora fue la ética médica.

En su desarrollo, la ética empresarial llegó a incluir el análisis de seis niveles diferentes de interés ético. El primero es el nivel del individuo. Este trata no solo aquello que los individuos deberían hacer para afrontar los dilemas éticos o problemas morales en los negocios, sino también aspectos de la personalidad, el crecimiento del individuo en el trabajo, las virtudes propias de la vida empresarial y la integración de la ética en el trabajo con la ética de cada uno y las obligaciones éticas como miembro de una familia, una comunidad y una sociedad más grande y extensa. El énfasis en el desarrollo de la personalidad es particularmente importante para quienes aplican el enfoque aristotélico a la ética empresarial. El segundo nivel es el de la empresa. Afecta a aspectos de las estructuras internas de los negocios que tienden a reforzar y promover la actividad ética de los empleados o las estructuras que tienden a promover la actividad poco ética (caracterizada por la premisa: “Quiero esto hecho para tal fecha y no me importa cómo lo consigas”). Este es el nivel de la política empresarial, de la cultura empresarial, de las responsabilidades de los distintos accionistas de una compa- ñía, y de la responsabilidad social corporativa en la medida en que dicha responsabilidad sea una responsabilidad ética. El tercer nivel es el de una industria concreta. Las industrias extractivas plantean problemas de ética particulares, como por ejemplo, las industrias químicas, y muchas otras. En muchos casos, los aspectos éticos no pueden resolverse en el ámbito de una empresa concreta, sino que ha de hacerse en el ámbito de la industria. El nivel siguiente es el nivel nacional, y aquí existen aspectos relacionados con la legislación, los controles aplicados a la actividad empresarial, la protección de los trabajadores y los consumidores, las limitaciones en materia de contaminación, la prevención de la explotación infantil, etcétera. El quinto nivel es el internacional, y trata los múltiples aspectos éticos procedentes de las empresas multinacionales, en particular, las acciones de las multinacionales procedentes de países desarrollados que operan en países menos desarrollados en los que las leyes locales no protegen adecuadamente al país o sus ciudadanos. El sexto nivel es el nivel mundial y trata la responsabilidad ética de las empresas para ayudar con las soluciones dadas a aspectos mundiales tales como la reducción del nivel de ozono, el calentamiento global y temas similares que solo pueden resolverse globalmente pero de los que son responsables tanto empresas como naciones.

Según explicaba Norman Bowie, el primer congreso sobre ética empresarial se celebró en 1974 (Bowie 1986) y las conferencias se publicaron como Ethics, Free Enterprise and Public Policy (De George y Pichler 1978). A finales de los años setenta, Norman Bowie, gracias a una beca del National Endowment for the Humanities, presidió un comité constituido para el desarrollo de un modelo curricular de los cursos de ética empresarial. En la misma época, Richard De George desarrolló un curso de ética empresarial y distribuyó el programa de un curso de noventa páginas entre novecientos profesores interesados de escuelas de negocio y departamentos de filosofía. En l979, aparecieron los primeros textos sobre ética empresarial: tres antologías, una de Tom Beauchamp y Norman Bowie, otra de Thomas Donaldson y Patricia Werhane, y una tercera de Vincent Barry, seguidas de dos textos de un único autor en 1982, uno de Richard De George y el otro de Manuel Velásquez. Los libros encontraron un mercado dispuesto y los cursos se incorporaron a los departamentos de filosofía y las escuelas de negocio. Rápidamente comenzaron a surgir cursos y textos competidores.

Los textos pretendían abarcar la gama de aspectos éticos de los negocios, empezando por cuestiones metaéticas tales como si el lenguaje moral típicamente empleado para referirse a agentes morales humanos podía emplearse de forma apropiada para referirse a las empresas, si las empresas eran agentes morales, si se podía hablar de un modo significativo de la consciencia de una empresa, y si los criterios de la responsabilidad moral (con conocimiento y voluntad) tenían sentido cuando se aplicaban a las empresas. Las preguntas recibían respuestas de modos distintos, unas rebajaban las acciones de las empresas a las acciones de los individuos que las constituían, otras hacían las adaptaciones necesarias en el uso de los términos morales para aplicarlos correctamente a las acciones empresariales. Los aspectos normativos cubrían el espectro de las actividades empresariales, empezando por la justificación (o el rechazo) moral de los sistemas económicos –en particular, capitalismo y socialismo– y pasando por las distintas áreas de negocio: fabricación, gestión, comercialización, finanzas, dirección de empresas, derechos de los trabajadores, empresa y medioambiente, y, por último, las dimensiones internacionales de los negocios y el impacto de los ordenadores e Internet en la conducta empresarial. La dimensión internacional incluía las acciones de empresas multinacionales o transnacionales, el trabajo infantil y la explotación de los países menos desarrollados, tanto en relación con el empleo como en relación con el medioambiente, el soborno y las operaciones en entornos corruptos. Con la desaparición de la Unión Soviética en 1991, el capitalismo parecía emerger como sistema económico dominante y el papel de la
ética en los países en transición al incipiente capitalismo crecía en importancia.

El enfoque filosófico era normativo y estudiaba de forma crítica la justificación moral de la propiedad privada, el papel correcto del Gobierno y la regulación gubernamental de los negocios, así como la moralidad de la práctica empresarial. Mientras que la ética en los negocios se centraba principalmente en los escándalos y abusos que atraían la atención del público en general, los estudiosos de la ética empresarial examinaban la estructura del capitalismo y las estructuras empresariales, expresando unas veces la justificación moral subyacente de las estructuras y prácticas existentes, y otras criticándolas desde una perspectiva moral y argumentando el cambio.

El componente descriptivo de la ética empresarial fue desarrollado por aquellos que recibieron formación en ciencias sociales y trabajaron en escuelas de negocio. Esta rama surgida de los aspectos sociales del mundo empresarial se desarrolló primero en los años sesenta y en un principio no se incluyó en el marco de la ética empresarial. La relación de los aspectos sociales en asuntos de negocios o los aspectos sociales en la gestión y la ética empresarial es algo polémica: de un lado están aquellos que pretenden la incorporación de los aspectos sociales a la ética empresarial como parte de la disciplina y de otro, los procedentes de la ética empresarial filosófica que defienden su incorporación como parte empírica de su disciplina. El debate tiene orígenes históricos. Los filósofos surgidos en los años setenta y ochenta se inmiscuyeron en un territorio que de algún modo los estudiosos de los aspectos sociales de los negocios habían cercado como suyo. La tensión continúa hoy día. Si la ética empresarial incluía la responsabilidad social de la empresa o si la responsabilidad social de la empresa incluía la ética empresarial fue un debate interno. Sin embargo, algo se extrae de este debate, la rama filosófica de la ética empresarial académica pone de relieve los aspectos normativos de la ética empresarial y la rama de las ciencias sociales pone de relieve los aspectos descriptivos de la ética empresarial, a través del estudio y la descripción de las prácticas realmente encontradas en el mundo de los negocios. La última estudiaba los diferentes efectos de las distintas prácticas, así como las diversas actitudes de cara a determinadas prácticas empresariales de las distintas sociedades 8. Los aspectos sociales de la gestión incluyen la ética entre sus componentes, pero la ética empresarial contiene mucho más que aspectos sociales y no todos los aspectos sociales son aspectos éticos, incluso cuando muchos aspectos sociales puedan ser considerados desde una perspectiva moral y podamos hacer una valoración moral de los aspectos económicos y legales de los negocios.

El enfoque descriptivo ha demostrado ser más cordial con los negocios puesto que es menos crítico y por su cualidad práctica se ajusta mejor al enfoque empírico de los negocios. El enfoque filosófico era considerado con recelo y, en cierto modo, continúa siéndolo por muchos de los agentes empresariales y, al principio, los que defendían el enfoque filosófico de la ética empresarial no eran bien recibidos en el mundo de los negocios por los que defendían los aspectos sociales, ni por las escuelas de negocio en general. Todos ellos cuestionaban las credenciales de los que empleaban la filosofía para evaluar aspectos complejos del mundo empresarial, y a menudo el enfoque filosófico se consideraba antitético para los negocios. Al mismo tiempo, muchos departamentos de filosofía sentían que aquellos que participaban en el estudio de la ética empresarial no hacían realmente filosofía según ellos la definían. Pese a estas reacciones iniciales, antes de los años noventa la ética empresarial se consolidó como una disciplina académica generalmente aceptada.

El énfasis se puso inicialmente en las grandes empresas y es a estas a las que continúa afectando principalmente. No obstante, la investigación de los aspectos éticos en relación con las pequeñas y medianas empresas está en auge.

En 1980, se fundaba la Society for Business Ethics (SBE) 9, principalmente por los vinculados a la corriente filosófica. La división de los aspectos sociales de la gestión de la Academy of Management, convertida en la organización más importante para los estudiosos del aspecto descriptivo de la ética empresarial, había existido desde 1976. La Society for Business Ethics se reunió en principio con la American Philosophical Association. En 1989 cambió su reunión anual para preceder a la reunión anual de la Academy of Management, aunque continuó celebrando sesiones junto con la American Philosophical Association. La Society for Business Ethics continúa siendo la sede académica principal de la ética empresarial. En 1991 comenzó a publicar la edición trimestral de Business Ethics Quarterly con Patricia Werhane como editora.

La rama filosófica de la ética empresarial académica pone de relieve los aspectos normativos de la ética empresarial y la rama de las ciencias sociales pone de relieve sus aspectos descriptivos.

Comenzaron a celebrarse congresos cada vez con mayor asiduidad sobre los temas y aspectos de la ética empresarial. En 1976, se fundó el Bentley Center for Business Ethics que hoy día continúa creciendo. Se crearon otros centros de ética empresarial en distintas universidades y comenzaron a surgir diarios dedicados a la reciente disciplina. En tan solo diez años, ha aparecido al menos una docena de centros nuevos. En 1982, surgió el Journal of Business Ethics. A este siguieron otros diarios sobre ética empresarial. En 1987 Henk van Luijk y Georges Enderle sirvieron de instrumento para la fundación de la European Business Ethics Network (EBEN), cuyo objetivo era estimular el crecimiento de las sociedades nacionales en Europa y el desarrollo de la ética empresarial en muchos países europeos 10. Antes de 2011, la EBEN enlazaba diecisiete redes nacionales.

En 1988, se creó la International Society for Business, Ethics and Society que ayudó a promover el crecimiento de la ética empresarial en países de todo el mundo. Su primera reunión se celebró en 1992 y el Primer Congreso Mundial de Negocios, Economía y Ética se celebró en Japón en 1996. Le siguieron otros congresos mundiales celebrados en São Paulo (2000), Melbourne (2004), Ciudad del Cabo (2008) y Varsovia (2012). En 1993, se creó la Japan Society for Business Ethics (JABES), y el congreso mundial de 1996 condujo a la creación de sociedades para la ética empresarial en América Latina y la Asociación Latinoamericana de Ética, Negocios y Economía (ALENE) en 1997; a la Business Ethics Network of Africa en 2000, que incluía miembros de veintidós países; a la Australian Business Ethics Network y a sociedades para la ética empresarial en India, China y otras partes del mundo 11. La primera edición de Business Ethics: A European Review se publicó en 1992. Antes del nuevo siglo, la ética empresarial como disciplina académica se había afianzado con solidez en el ámbito internacional. Había demostrado que su existencia no era una moda pasajera, como auguraban algunos.

La ética empresarial se ha desarrollado y se ha expandido como lo han hecho los negocios. En 1989, Thomas Donaldson publicaba el primer libro sobre la ética empresarial internacional, al cual siguió el de Richard De George (1993). Ambos reflejaban la realidad del paso de los negocios al ámbito internacional, por lo que surgieron nuevos aspectos que debían ser tratados y para los que no existían soluciones no intuitivas o sencillas. La globalización de los negocios fue el paso siguiente, y la informática, la revolución digital y el progreso de la tecnología de la información cambiaron aún más los negocios y dieron lugar a nuevos aspectos éticos relacionados con la privacidad y la propiedad intelectual, entre otros 12.

En 1984, R. Edward Freeman publicaba un libro en el que abogaba por una reconceptualización de la empresa, que llegó a tener una gran influencia tanto en la ética empresarial como en el vocabulario empleado por los negocios en la descripción de sus actividades. En Estados Unidos, las empresas tienen la obligación legal de gestionar el beneficio de sus accionistas. En ocasiones, algunas empresas y comentaristas han dado a esta premisa un significado que les ha permitido establecer en todo momento la prioridad de los accionistas sobre el resto, cuyos intereses pueden considerarse legalmente secundarios. Esta es la visión de la empresa del accionista. Freeman expone que las empresas tienen obligaciones de cara a sus stakeholders –sus accionistas, empleados, proveedores, clientes y cualquier otra persona con un interés en la empresa–. La reinterpretación no cambia las obligaciones éticas de las empresas, pero sí las hace más fáciles para argumentar que algunas veces otras partes interesadas tienen prioridad sobre los intereses del accionista 13.

A principios de siglo, la ética empresarial como disciplina académica había comenzado a adentrarse en su etapa de madurez. No obstante, puesto que su creación se produjo en Estados Unidos, la rama empírica creció lentamente en comparación con la rama filosófica. Muchos de los filósofos especialmente activos en los comienzos de la disciplina pasaron a ocupar cátedras distinguidas en las escuelas de negocio, por lo general en departamentos de gestión. La Society for Business Ethics, originalmente dominada por filósofos, fue lentamente cediendo el paso a los de la rama de las ciencias sociales. El número de artículos dedicados a la normativa consecuentemente cedió el paso a los de carácter empírico, y la gama de artículos sobre ética empresarial se estrechó, de forma que la mayor parte trataba la ética de la gestión en lugar de la comercialización, las finanzas, las relaciones humanas u otras áreas de negocio. Escándalos como el de Exxon, WorldCom y otros descubiertos a principios de siglo dieron lugar a una avalancha de libros y artículos sobre la dirección de empresas y la crisis financiera de 2007-2008 llevó a algunos a estudiar la ética de la industria financiera. Más allá de las fronteras de Estados Unidos hubo quienes consideraron la crisis financiera una crisis de la legitimidad del capitalismo, y algunos recurrieron a un análisis de la justificación ética del capitalismo financiero. Estados Unidos mantuvo el dominio en la disciplina de la ética empresarial, pero aparecieron centros en muchos países de Europa, Asia, Sudamérica, Australia y África.

En Estados Unidos, la disciplina de rápido crecimiento tuvo algún impacto en los negocios. Pero la tercera corriente de la ética empresarial –la incorporación de la ética, o al menos lo que esta implica, a los negocios de gran escala en Estados Unidos– recibió el mayor impulso por parte de la legislación gubernamental. Las dos ramas que imperaron fueron la de la ética de la empresa y la de la responsabilidad social de la empresa. A menudo las dos se dividen dentro de la misma compañía. Antes de la promulgación de leyes por parte del ejecutivo, algunas compañías, como fue el caso de Johnson & Johnson 14, adoptaron por su cuenta códigos e incorporaron a sus estructuras la deontología. De forma parecida, empresas e industrias individuales reaccionaron a la presión pública de formas diversas. Por ejemplo, en 1978, General Motors y otras empresas estadounidenses con negocios en Sudáfrica adoptaron los conocidos como principios de Sullivan. Su acuerdo consistía en no obedecer las leyes discriminatorias y opresivas del apartheid en Sudáfrica e intentar con otras tácticas, incluida la presión al Gobierno, contribuir a su deslegitimación o incluso a su desaparición. En 1984, tras el desastre de Union Carbide en su planta de Bhopal (India), que acabó con la vida de miles de personas y dejó cientos de miles de heridos, la industria química adoptó un código voluntario que se dio a conocer como la iniciativa Responsible Care.

El primer impulso gubernamental se produjo en 1977 con la aprobación de la ley sobre prácticas corruptas extranjeras en Estados Unidos. Esta ley prohibía a las empresas estadounidenses efectuar pagos a altos cargos de Gobiernos de países extranjeros para la obtención de contratos o favores especiales. Transcurrieron veinte años hasta que los países de la OCDE adoptaran una legislación similar. El segundo impulso fue la Defense Industry Initiative (DII) en materia de ética y conducta empresarial (1986). Se trataba de una iniciativa promovida por contratistas de defensa en respuesta a una serie de irregularidades en contratos celebrados con el Gobierno de Estados Unidos. Los signatarios (treinta inicialmente y finalmente cincuenta) acordaron someterse a un código de conducta, establecer programas de formación deontológica para empleados y desarrollar mecanismos de control para detectar conductas inapropiadas. Este se convirtió en el modelo para la guía United States Federal Sentencing Guidelines for Corporations (1991), que sirvió de zanahoria para el garrote de la legislación federal. Facilitó a las empresas un gran incentivo económico para nombrar a responsables de ética, instaurar el programa de formación deontológica para todos los empleados y desarrollar, adoptar y hacer cumplir un código de conducta. Si así lo hicieron y la empresa, o uno de sus empleados, eran declarados culpables por haber defraudado al Gobierno de algún modo, la sanción impuesta podía reducirse hasta un 96% de la sanción máxima de 290 millones de dólares. La incorporación de la ética a la empresa se convirtió en algo rentable, y dejó de ser un complemento caro de quizá dudosa rentabilidad. El cuarto impulso gubernativo se produjo con la Ley Sarbanes-Oxley de Estados Unidos (2002), promulgada en la estela del escándalo de Enron y otros afines que involucraban a la dirección de las empresas.

Como resultado de la legislación, las empresas se enfrentaron a la nueva tarea de establecer un cargo de responsabilidad deontológica e introducir códigos y mecanismos de control y aplicación de los mismos. Para muchas empresas –aunque no para todas– este era un terreno nuevo y desconocido.

Un resultado fue la creación de la Ethics Officer Association en 1992 (que pasó a ser la Ethics and Compliance Officer Association –ECOA– en 2005). La asociación representaba una red y un foro para que sus miembros intercambiaran ideas y estrategias sobre la ética y el cumplimiento del marco jurídico. Aunque se creó con diecinueve empresas estadounidenses y su sede se estableció en Estados Unidos, antes de 2011 contaba 1.200 miembros situados en más de treinta países 15. El resultado global fue la incorporación de la ética como parte de la estructura de muchas compañías.

Al mismo tiempo, de diversas formas y en distintos lugares las empresas se vieron sometidas a una presión creciente por parte de las ONG y el público general para convertirse en buenos “ciudadanos corporativos” o comprometerse con el triple resultado contable (económico, medioambiental y social) y de otro modo girar su atención hacia la responsabilidad social corporativa con respecto a las comunidades en las que operaban. Esta se convirtió en la segunda rama de la ética empresarial de la corriente empresarial de la ética empresarial.

La responsabilidad social corporativa ha pasado a ser algo que las empresas no pueden seguir ignorando sin arriesgarse a dañar su imagen pública. No obstante, el énfasis en la responsabilidad social corporativa se ha considerado en algunos casos equivalente a la ética empresarial, incluso cuando solo algunas de las obligaciones sociales de las empresas son obligaciones éticas –otras son legales o simplemente una respuesta a los deseos de la presión de una minoría ruidosa u otros grupos– e incluso cuando las empresas tienen muchas obligaciones éticas no incluidas en la responsabilidad social corporativa. Muchas empresas tienen dos responsables y dos departamentos: uno de responsabilidad social corporativa que se encarga de las obligaciones externas y uno interno –un departamento de ética corporativa– que se encarga de la formación deontológica interna y otros aspectos. Las empresas pueden contar con programas ejemplares de responsabilidad social corporativa y ser éticamente deficientes en otras
áreas de sus operaciones, como quedó demostrado en el caso de Enron.

La responsabilidad social corporativa ha pasado a ser algo que las empresas no pueden seguir ignorando sin arriesgarse a dañar su imagen pública.

Muchas empresas multinacionales han adoptado códigos que incluyen sus prácticas en todo el mundo o se han adscrito a conjuntos de principios tales como los principios de Caux 16 o los principios incluidos en el Pacto Mundial de las Naciones Unidas. El Pacto Mundial contiene diez principios que tratan los derechos humanos, los estándares laborales, el medioambiente y la corrupción. Mediante su adhesión, las empresas se comprometen a cumplir los principios y establecer la mejor forma de implantarlos. La iniciativa ha crecido hasta superar los 8.000 participantes, en los que se incluyen más de 5.300 negocios de 130 países de todo el mundo y acoge a seis agencias de la ONU. En 2011, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ratificó una serie de principios rectores sobre empresas y derechos humanos que establecen una normativa global en lo que respecta a los derechos humanos y la actividad empresarial 17. El Pacto Mundial promueve la creación de redes locales de ámbito nacional y regional para compartir información, desarrollar los medios adecuados para la implantación de tales principios y animar a otras compañías para que se adhieran a ellos. El pacto es compatible con otros códigos y se basa en última instancia en la autorregulación.

Además, la autorregulación no es necesariamente la antítesis del reglamento gubernamental, y ambos alcanzan la eficacia óptima cuando se aplican juntos, por ejemplo, para abolir el trabajo infantil opresivo.

Aunque el Pacto Mundial de las Naciones Unidas se identifica a sí mismo con la ciudadanía corporativa, engloba aspectos tanto de la responsabilidad social corporativa como de la ética empresarial, en la medida en que hacen hincapié en el respeto de los derechos humanos.

El modo en que se desarrolla el papel de la responsabilidad social corporativa en la mayoría de los países europeos, en los que el Gobierno tiene mayor participación que en Estados Unidos, varía al igual que lo hacen los aspectos que dirige la ética empresarial. Los sindicatos tienen más voz y voto en las empresas europeas que en las de Estados Unidos, y muchos de los derechos laborales que se negocian en Estados Unidos se legislan en Europa. Las redes de seguridad implantadas son también diferentes. En otras partes del mundo ocurre lo mismo y los aspectos en países en vías de desarrollo difieren de los existentes en los países desarrollados. Aunque ampliamente aceptada, la responsabilidad social corporativa es de algún modo un concepto impreciso y adoptado a menudo por las compañías en respuesta a la crítica externa sin ningún marco general o conjunto de valores. En el caso de empresas multinacionales o transnacionales, existe igualmente ambigüedad sobre si las responsabilidades sociales de una empresa reflejan las exigencias de la sociedad en la que tiene su sede o las de las sociedades en las que opera. El componente ético de la responsabilidad social corporativa se establece en todo caso por las reglas éticas y no simplemente por las exigencias de grupos con intereses creados.

La globalización de los negocios ha traído consigo la globalización de la ética empresarial en sus tres corrientes. Aunque el énfasis continúa estando principalmente en la ética empresarial de cada nación o región, con parte de la literatura dedicada a comparaciones nacionales o culturales cruzadas, la verdadera globalización de la ética empresarial sigue encontrándose en sus inicios. Se presta algo de atención a aspectos mundiales como el calentamiento global, pero la batalla se libra en las sedes políticas nacionales y regionales.

El componente ético de la responsabilidad social corporativa se establece por las reglas éticas y no simplemente por las exigencias de grupos con intereses creados.

Lo que ha quedado claro en los últimos cuarenta años es que las tres corrientes de la ética empresarial se encuentran relacionadas entre sí. En ocasiones, la evolución se produce en la literatura de la ética empresarial académica para motivar un aumento de la conciencia pública, pues publicistas y activistas aprovechan la idea para generar presión pública que estimule la actividad corporativa. En el resto de las ocasiones, la ética empresarial académica sigue el sentimiento público o reacciona ante prácticas empresariales. Lo que también ha quedado claro, no obstante, es que la ética empresarial por sí misma es insuficiente para llevar la disciplina sobre la actuación empresarial a un nivel que beneficie a todos. La crítica académica, las protestas públicas, la autorregulación y los códigos corporativos o industriales solo pueden llegar hasta ahí. En algún momento, se requiere la legislación gubernamental. La legislación, sin embargo, es nacional o local. No existe una legislación internacional efectiva que se adapte a la globalización de los negocios, y la corrupción en el ámbito gubernamental impide el crecimiento de la ética empresarial en el ámbito local de muchos países. Incluso algunos de los países de la OCDE han sido laxos en este sentido, por ejemplo, en la implantación y aplicación de legislación nacional que prohíba el soborno de Gobiernos extranjeros 18.

No obstante, en 2011 la ética empresarial ha dejado de ser considerada una contradicción. El público de muchos países es más consciente ahora de los aspectos éticos de los negocios de lo que lo era hace cuarenta años; aunque la disciplina académica de la ética empresarial continúa desarrollándose, ha madurado y ha dejado de luchar para instituirse como tal; y la comunidad empresarial al menos ha comenzado a considerar la deontología y las exigen exigencias éticas como parte de lo que debe gestionar e interiorizar.

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Notas

  1. Para más información sobre el Pacto, véase el sitio web oficial de la ONU http://www.unglobalcompact.org.
  2. Para conocer una respuesta a esta postura, véase Hoffman y Moore (1962).
  3. Para ver un breve resumen de las principales religiones y sus aportaciones a la ética de los negocios, véase Melé (2006). Una buena colección de textos y ensayos religiosos y seculares es la de Stackhouse et al. (1995).
  4. Para conocer el pensamiento de santo Tomás de Aquino (quien en este punto estaba de acuerdo con Aristóteles) sobre la usura, véase su Suma Teológica, II-II, 78, 1-4.
  5. Este argumento se atribuye por lo general a Weber (1976).
  6. Para ver una lista de películas relacionadas con la ética de los negocios, consúltese la página http://www.west.aus.edu/johnso/business/ethics.cfm.
  7. La ética en medicina, por supuesto, se remonta que sepamos a la antigua Grecia y al juramento hipocrático. Pero la ética médica en su forma actual se inició en los años sesenta con el desarrollo de las tecnologías médicas (en particular con el transplante de corazón) y el aumento del interés por los derechos del paciente.
  8. Para obtener una visión general, véase Treviño et al. (2006). Dos libros de texto que incorporan la ética a la consulta práctica basándose en la investigación empírica de las personas en los negocios son Treviño y Nelson (2011) y Gentile (2010).
  9. La primera reunión se celebró el 25 de abril de 1980 en Detroit, junto con la reunión de la American Philosophical Association, División Occidental. En los dos años anteriores se celebraron reuniones organizativas. Thomas Donaldson era el director del comité de organización. El primer comité ejecutivo estuvo formado por Richard De George, Thomas Donaldson y Patricia Werhane.
  10. Para más información sobre la historia, reuniones y membresía de EBEN, consúltese la página http://www.eben-net.org.
  11. Para más información sobre ISBEE, consúltese la página http://www.globethics.net/web/guest/about-isbee.
  12. Véase, por ejemplo, De George (2003).
  13. Para un análisis más profundo de los participantes, Freeman (1984) y Goodpaster (1991). Pese a su amplia aceptación, la teoría tiene una serie de críticas. Para una defensa más reciente, véase Freeman y Phillips (2002).
  14. El Credo de Johnson & Johnson se remonta a 1943. Consúltese la página http://www.jnj.com/connect/about-jnj/jnj-credo/.
  15. Para más información sobre la ECOA, véase la página http://www.theecoa.org/iMIS15/ECOAPublic/.
  16. Los principios de Caux fueron formulados en 1995 por un grupo de empresas japonesas, europeas y norteamericanas que se reunieron en Caux, Suiza. Para conocer más detalles sobre los principios y su implantación, véase la página http://www.cauxroundtable.org.
  17. Para ver los principios, consúltese la página http://ohchr.org/documents/issues/business/A.HRC.17.31.pdf.
  18. Véase, por ejemplo, el índice de percepción de transparencia contra la corrupción en la página http://www.transparency.org/policy_research/surveys_indices/cpi/2010/results.
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