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05 marzo 2016

Siete especies que saben contar

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Las dotes para la aritmética y el cálculo no son exclusivas de los humanos. Las plantas carnívoras, las palomas, las hormigas, los macacos e incluso los tiburones recurren a las matemáticas para asegurar su subsistencia.

Carnívoras que llevan las cuentas

Crédito: Scott Schiller

Saber contar no solo es una habilidad útil si eres un bípedo pensante. Sin ir más lejos, la venus atrapamoscas (Dionaea muscipula) hace cálculos para decidir cuándo merece la pena atrapar una presa. Esta planta carnívora, que solo recurre a la ingesta de insectos o arañas como “plan B” cuando escasean los nutrientes del suelo, tiene que pensárselo bien antes de capturar a una presa porque el gasto energético que le supone es alto. Para tomar la decisión sin cometer errores, cuenta el número de veces que una posible presa roza los pelos sensores de sus hojas. Un único roce con el pelo sensor tiene el riesgo de ser una falsa alarma, y no es suficiente para cerrar la trampa. Pero si se produce el segundo contacto en menos de 30 segundos, las fauces de la planta se cierran y esta empieza a liberar jasmonato, una hormona que estimula la producción de enzimas para digerir a la presa. A partir de ese momento, cuantos más contactos se produzcan, más enzimas digestivas se liberarán. De este modo, la venus atrapamoscas se asegura de que los números siempre salen a su favor.

Palomas que ordenan de menor a mayor

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Crédito: Kasper Flörchinger

Pese a su fama de sucias y torpes, las palomas pueden contar al menos hasta nueve. Así lo demostró Damian Scarg, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), en un estudio del que se hacía eco la revista Science. Lo sorprendente es que no solo sabían contar hasta nueve, sino que también eran capaces de aplicar una regla abstracta: organizar las imágenes en una pantalla según el número de elementos que contenían, de menor a mayor.  Algo que hasta el momento solo se había observado en primates y humanos. Queda por comprobar cómo se les dan las cuentas a partir de la decena.

Fractales para depredadores marinos

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Crédito: P. Ayotte

Las matemáticas fractales con las que Benôit Mandelbrot sorprendió al mundo en los años ochenta no les son ajenas ni a los tiburones ni a los peces espada. Según un estudio británico que publicaba la prestigiosa revista Nature en 2010, estos depredadores marinos siguen un patrón de movimiento fractal llamado vuelo de Lévy, que consiste en alternar una serie de movimientos cortos al azar de tipo browniano con otros de trayectorias más largas. Esto permite recorrer largas distancias en el menor tiempo posible y con el mínimo gasto de energía, y aumenta las probabilidades de encontrar una presa que llevarse a la boca, según concluían los autores. El patrón del vuelo de Lévy también aparece en otras muchas especies, desde las abejas cuando buscan comida hasta los cazadores de la tribu de los Hadza de Tanzania.

Hormigas con contadores de pasos

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Crédito: Max Planck Institute for Chemical Ecology

Las hormigas del desierto (Cataglyphis fortis) llevan un podómetro incorporado para asegurarse de encontrar siempre el camino de vuelta a casa. Científicos alemanes de la Universidad de Ulm descubrieron hace una década que estos insectos disponen de un contador interno de pasos, integrado en su sistema nervioso, que se “pone a cero” cada vez que regresan al nido. Es más, tienen tan bien medidos sus pasos que si sus patas se acortan o se alargan, cometen errores estimando la distancia recorrida.

Plantas que dividen

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Crédito: Caltech/Adrienne Roeder

La planta más estudiada en los laboratorios de todo el mundo desde hace cuarenta años, Arabidopsis thaliana, puede añadir un nuevo hito a su lista de hazañas: se ha descubierto que sabe dividir. Durante la noche, cuando no dispone de luz solar para convertir el dióxido de carbono en azúcares y almidón, debe dosificar bien sus reservas de almidón para que duren hasta el alba. Y para hacerlo realiza una división aritmética bastante sofisticada, según probaron hace poco científicos del Centro John Innes de Reino Unido. Para sus cálculos no opera moviendo las bolas de un ábaco, sino que recurre a dos tipos de moléculas: las S (del término inglés starch, ‘almidón’), que informan de la cantidad de este azúcar disponible al llegar el ocaso, y moléculas T, cuya concentración informa sobre el tiempo que queda hasta la salida del sol.

Aves que saben contar

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Crédito: Tony Willis

Las habilidades aritméticas de la petroica neozelandesa (Petroica australis), un ave de Oceanía, resultan igualmente sorprendentes. Científicos de la Universidad de Wellington demostraron que si a una de estas aves se le enseña una caja con dos gusanos y después se le permite entrar escondiendo uno, el petirrojo no se deja engañar y sigue buscando hasta que encuentra todos los bocados que había contado en su primera ojeada. Otra especie con dotes de contable es la focha (Fulica americana), que es capaz de llevar la cuenta de cuántos huevos ha puesto en su nido.

Sumas mentales en los macacos

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Crédito: California National Primate Research Center

Sin necesidad de asistir a la escuela, los primates no humanos dominan las matemáticas. En concreto, un experimento del Centro de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Duke (EE UU) reveló que los macacos pueden hacer cálculos mentales y aprobar un examen de aritmética no verbal. Y es que, si a uno de estos monos se le muestran en una pantalla dos cajas que contienen diferentes cantidades de puntos y, a continuación, se le ofrecen dos posibles resultados de la suma, con una recompensa en caso de acertar, el animal realiza bien los cálculos en un 76% de los casos. En las mismas condiciones, el porcentaje de acierto en un estudiante universitario es del 94%. Y ambos tardan lo mismo en responder: un segundo. La tasa de acierto en las sumas mentales para los chimpancés se queda a medio camino: un 90%. ¿Herencia de un ancestro común?

Elena Sanz para Ventana al Conocimiento

 

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