Elaborado por Materia para OpenMind Recomendado por Materia
4
Inicio El coste medioambiental oculto de comprar un ‘smartphone’ nuevo
24 febrero 2020

El coste medioambiental oculto de comprar un ‘smartphone’ nuevo

Tiempo estimado de lectura Tiempo 4 de lectura

Si estás leyendo estas líneas en la pantalla de un teléfono móvil, tienes entre las manos valiosos pedacitos de la corteza terrestre que se han extraído en minas repartidas por todo el planeta. No estás a solas: se estima que 3.500 millones de personas utilizan un smartphone, casi la mitad de la población mundial, y esta cifra crece todos los días. Es un desastre medioambiental, porque construir cada teléfono requiere la extracción contaminante de elementos insustituibles como el oro, el cobalto o el litio. Para más inri, el usuario medio cambia de móvil cada dos años sin reciclar su teléfono antiguo, generando residuos tóxicos y desaprovechando materias primas. Es un modelo insostenible.

El nacimiento de un móvil es la parte más contaminante de su vida: aproximadamente el 80% de la huella de carbono de cada dispositivo se produce solo en su fase de fabricación. Esto se debe a la minería, el refinado, transporte y ensamblaje de las decenas de elementos químicos que forman la tecnología puntera: hierro para los altavoces y micrófonos, aluminio y magnesio para los marcos y pantallas, cobre, plata y oro para los circuitos eléctricos, grafito y litio para la batería, silicio para el procesador, y estaño y plomo para las soldaduras.

En el Salar de Atacama (Chile) se evapora agua para obtener el litio de las baterías electrónicas. Crédito: Francesco Mocellin

Esos son solo los elementos más conocidos. Casi todos los teléfonos también requieren 16 de los 17 metales conocidos como tierras raras: sustancias como el neodimio o el terbio, que en realidad no son tan escasas pero sí son difíciles de aislar. Se encuentran repartidas por todo el planeta en pequeñas concentraciones y China es su principal exportador.

Minerales sucios y sangrientos

Los smartphones generan más gases de efecto invernadero que los demás dispositivos electrónicos, aunque su huella de carbono es modesta comparada con los principales culpables del cambio climático, como el sector energético o el de transporte. Aún así, la minería de los componentes es un problema de calado, porque no solo contamina la atmósfera, sino que también destruye ecosistemas y genera desechos de relave que intoxican ríos y suelos.

Según explican Patrick Byrne, geógrafo en la Universidad de Liverpool John Moores, y Karen Hudson-Edwards, académica de Minería Sostenible en la Universidad de Exeter (Reino Unido), la minería de oro para móviles es una de las principales causas de deforestación en la Amazonía. Además, el proceso de extracción genera residuos tóxicos de cianuro y mercurio que contaminan los sistemas fluviales. Este tipo de actividad industrial es un problema global que no solo afecta a los ecosistemas, sino también a las personas.

En el Salar de Atacama de Chile (y otras regiones andinas de Argentina y Bolivia), se evaporan cantidades ingentes de agua para obtener el litio que da vida a nuestras baterías electrónicas, en detrimento de los agricultores locales. Al otro lado del charco, la República Democrática del Congo se ha convertido en el mayor productor de coltán, un mineral que contiene tántalo para los dispositivos electrónicos y durante años se ha comercializado por grupos armados del país para financiar la guerra civil.

Las minas de coltán, un mineral indispensable en la industria tecnológica, han financiado conflictos armados en el Congo y Rwanda. Crédito: MONUSCO/Sylvain Liechti

Larga vida al móvil

Dado el increíble coste social y medioambiental de crear un teléfono, sería lógico intentar exprimir al máximo la vida útil de estos dispositivos. Pero la mayoría de los móviles no son duraderos ni reparables. El sitio web iFixit, gestionado por consumidores que defienden el derecho a reparar, critica a los fabricantes de smartphones por utilizar prácticas que impiden arreglar sus dispositivos, como fijar las pantallas táctiles y las baterías con pegamento o no utilizar componentes universales.

Participan también en el derroche las compañías telefónicas, que animan a sus clientes a cambiar de móvil con cada nuevo contrato. En Holanda, el fabricante Fairphone intenta evitar este despilfarro con un modelo de teléfono modular que se arregla fácilmente (el único calificado con un diez en “reparabilidad” por iFixit). “El teléfono medio tiene una vida útil de dos años; nosotros apuntamos a que cada Fairphone dure unos cinco años”, explica Fabian Hühne, portavoz de la empresa. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que la reparabilidad no siempre es el factor limitante en el ciclo vital de los teléfonos.

“Sé que la gente se mete mucho con los fabricantes de móviles por la obsolescencia programada de sus productos, pero en muchos casos los móviles se descartan cuando todavía funcionan”, explica la investigadora Tamar Makov, de la Universidad de Yale. El márketing unido a la innovación tecnológica —querer estar a la última— juegan un papel fundamental, y un estudio de Makov también ha revelado que la marca es un factor influyente. Analizando las ventas de teléfonos Samsung y de iPhones de segunda mano, ella y sus compañeros descubrieron que los dispositivos de Apple tenían una vida media casi un año mayor, atribuible al “factor psicológico” de poseer una marca prestigiosa.

La mayor parte de la contaminación que produce cada móvil es durante su fabricación. Crédito: freestocks

La ultratumba de los smartphones

Incluso al final de una vida fructífera, los metales tóxicos del móvil seguirán contaminando aguas y suelos si acaban en el vertedero. Actualmente, se estima que menos del 15% de los smartphones se reciclan en los países desarrollados. Los consumidores están acostumbrados a guardar dispositivos obsoletos, cuyos componentes pierden valor con cada año que pasan en el cajón.

Algunas empresas, como Fairphone, ofrecen descuentos en la compra de un móvil nuevo a cambio de reciclar el modelo anterior. Por desgracia, los componentes de cada dispositivo son tan pequeños y están tan imbricados, que el reciclaje apenas alcanza una eficiencia del 30%. Este tipo de campañas de recogida se aprecia hoy como la clave para desatar un cambio en el comportamiento de los usuarios y mejorar la gestión de la basura electrónica. Cuantos más smartphones se recojan, más rentable será la recuperación de sus materiales: un incentivo para que los gestores de residuos inviertan en el desarrollo de técnicas más eficientes de reciclaje.

Bruno Martín

@TurbanMinor

Comentarios sobre esta publicación

El nombre no debe estar vacío
Escribe un comentario aquí…* (Máximo de 500 palabras)
El comentario no puede estar vacío
*Tu comentario será revisado antes de ser publicado
La comprobación captcha debe estar aprobada